BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

EXPERIENCIAS MICROESCOLARES DE INTERCULTURALIDAD, PROYECTOS E IDEAS

Eduardo Andrés Sandoval Forero y otros




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Genealogía Alma María P.

Abogado maya

Carlos Huchín C., tiene 23 años, nació el 7 de febrero de 1984. Es originario del poblado de José María Morelos, municipio del mismo nombre, Quintana Roo. Acaba de terminar la licenciatura en derecho en la Universidad de Quintana Roo. Él completa un número de ocho hijos, todos varones. Su padre es campesino y siempre se ha dedicado al campo. Su madre siempre se ha dedicado al hogar y cuidado de él y sus siete hermanos. En cuanto a los estudios de la familia, sus hermanos tienen los siguientes estudios:

El mayor se llama Nazario. Tiene 32 años, es casado y tiene un hijo. Estudió en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), en Felipe Carrillo Puerto. Terminó la licenciatura, pero no está titulado.

El siguiente se llama Manuel. Está casado, tiene 29 años y también estudio en la UPN de Felipe Carrillo Puerto, tampoco está titulado. Tiene dos hijos, una niña de dos años, y un niño de 6 meses.

Armando, el siguiente hermano, es soltero y tiene 27 años. Inició el bachillerato, pero no terminó. Reprobó algunas materias y dejó de estudiar. Comenzó a trabajar en el campo por 2 años y luego migró a Cancún para trabajar allá.

Los tres primeros, Nazario, Manuel y armando, tuvieron el apoyo del Consejo Nacional de Fomento a la Educación (CONAFE) para poder realizar sus estudios.

Carlos es egresado de la Universidad de Quintana Roo de la carrera de Derecho. Sobre él regresaremos más adelante para conocer su experiencia.

Su siguiente hermano se llama Jorge. Tiene 21 años y está estudiando el cuarto semestre de la licenciatura en economía y finanzas en la Universidad de Quintana Roo. Esa carrera fue su primera opción. También ha contado con apoyo de CONAFE por dos años, al terminar el bachillerato.

Su siguiente hermano se llama Alfredo. Tiene 20 años y acaba de terminar de estudiar el bachillerato. Va a estar un año en CONAFE para contar con una beca y poder ingresar a la Universidad de Quintana Roo. Le interesa estudiar la licenciatura en lengua inglesa.

Después, está su hermano Rogelio. Tiene 16 años y está estudiando el segundo año de secundaria. Reprobó cuarto año de primaria.

El hermano menor, Javier, tiene 14 años y está estudiando el primer año de secundaria en José María Morelos.

Todos estudiaron en la misma escuela primaria en José María Morelos, Quintana Roo, que se llama Vicente Guerrero. Y también todos estudiaron en la misma secundaria, en el mismo poblado. Se trata de la Secundaria Federal Número Cinco, Andrés Quintana Roo. Los que estudiaron más allá de la secundaria, lo hicieron en el Colegio de Bachilleres plantel José María Morelos.

En su caso y el de todos sus hermanos, desde muy pequeños aprendieron a hablar en español, sus padres no les enseñaron a hablar en maya. Sus padres se comunicaban en maya entre sí, Carlos piensa que en ocasiones se comunicaban en maya para que él y sus hermanos no “escucharan” (o entendieran) lo que estaban platicando sus padres. Poco a poco fueron entendiendo lo que hablaban sus padres. Desde que estaban en CONAFE comienzan a entender un poco la lengua, e incluso toman cursos de maya. Carlos lo aprende ya en la adolescencia y en la Universidad de Quintana Roo es en donde más lo practica y lo perfecciona. A pesar de que aprendió la lengua hasta una edad avanzada, él siempre se ha identificado como maya. Al menos desde que recuerda, él se ha sentido maya, se identifica como maya.

Conozcamos ahora en su propia voz cuál ha sido su experiencia como estudiante de origen maya. Tomamos como referencia desde los recuerdos más remotos que tiene Carlos en cuanto a educación escolar se refiere.

“Yo empecé a estudiar el kinder en el Jardín de Niños que se llama Huitzilopochtli, en José María Morelos. Yo me acuerdo que me llevaba mi mamá y no me quería quedar, me salía otra vez y siempre quería ver la televisión en mi casa. Me gustaba ver los carritos que salían en la tele. Incluso me escapaba de la escuela sólo para ir a ver la televisión. Me peleaba con los niños con tal de no quedarme en la escuela. Me agarraba de la maestra para no quedarme, ella se llamaba Luisa. Una vez me escapé y me fui a mi casa. Mi mamá me dijo que no me volvería a llevar y pasé mucho tiempo sin ir al kinder.

Ya luego empecé a ir a la primaria y sí me gustaba ir. Recuerdo mi primer día de clases, cuando fui me tocó sentarme con mi primo. Incluso le piqué el ojo con un lápiz y empezó a llorar. Mi maestro se llamaba Patricio Dzul Polanco, y me dio clases también en la secundaria. Las dos eran escuelas normales, nunca asistí a una escuela bilingüe.

Había varios de mis compañeros que sí sabían maya, pero nadie hablaba maya en la escuela. Todos hablaban el español y castellano. Hasta las bromas eran en español. Sólo la gente mayor hablaba maya. Todos los niños o chavos, hablaban puro español, porque eso les enseñaron.

En ese tiempo, en José María Morelos no había caminos ni calles como ahora. Ni siquiera había pavimento, sólo brechas por donde se andaba a pie o en bicicleta, ya que no era posible circular en automóviles. Donde está actualmente la primaria, terminaba la calle y ya no vivía más gente de ese lado. Donde está el Bachilleres terminaba Morelos. Es más, bachilleres estaba en el monte. Del otro extremo, la gasolinera era el final de Morelos, no se extendía más. Del lado del hospital era el último pedacito, ya no había más gente de ese lado. Y del último extremo, casi por la secundaria terminaban todas las casitas.

Sólo había tres primarias, la Vicente Guerrero, la Agustín Melgar, y la Benito Juárez; y sólo funcionaba un turno. Las escuelas marcaban el final del pueblo. Hoy existe otra primaria, la Carlos Lugo López. Cuando yo pasé al segundo año, me tocó en la tarde, porque se abrió ese turno debido a que había muchos alumnos. Me dio clases un maestro que se llama Alejandro.

Mis abuelos y mi papá hacían las primicias en la milpa, hacían huajicol, que son como tortillas gruesas y las hacen en pib, las entierran y las cosen con piedras calientes en un hoyo, pero yo nunca le puse atención a eso. Sabía que hacían unos rezos y comida que cocían en pailas porque iba mucha gente. Mas que nada yo no me incluí en eso tal vez porque yo soy evangélico, tal vez por mi mamá que nunca nos inculcó esas cosas. La familia de mi papá es católica, pero la de mi mamá es evangélica. Yo asisto al templo, soy evangélico, pero soy maya.

Iniciando la primaria me gustaba ir a la escuela, pero ya luego no le eché ganas. Yo inicié con puros sietes y como valían los seis, tuve varios seises. En segundo año igual, no hacía mis tareas. Les hablaban a mis papás y les decían que no estaba haciendo nada, que echaba relajo y me peleaba a cada rato. Empezaban a regañarme en mi casa cuando yo llego. Yo les decía que no me gustaba estar en la tarde, ya luego me pasaron en la mañana y era lo mismo. En tercero tenía una maestra que se llama Lorena. Ella, si no hacías tu tarea, agarraba tu oreja y te la aplastaba pero con su uña y duele mucho. O sino tiene su varita y te pega, y puro pega la maestra.

Llegué en cuarto de primaria y no le echaba muchas ganas. Pero la maestra dijo el que salga con mejor promedio este año le voy a regalar este juego de dominó. Yo empecé a echarle ganas, pero no lo alcancé, una muchacha me ganó y ella se lo llevó. Cuando estaba en quinto de primaria empecé a trabajar con la tía de mi mamá. Ella vende comida y a veces yo iba a comprar lo que ella necesitaba, más que nada la ayudaba en eso.

Iniciando el quinto de primaria yo si le echaba ganas. De repente una vez mi mamá fue a la reunión a la escuela y le dijeron que casi no hago mi tarea. Y entonces me dijo mi mamá ¿a qué horas vas a dejar de trabajar? Porque eso no le está haciendo bien a la escuela. Y ya, dejé de trabajar y empecé a ir bien en la escuela. Ya en sexto de primaria yo salía bien en mis exámenes. Mi maestro me invitó a participar en el concurso de conocimiento, y creo que esa vez gané la fase de las primarias de Morelos, pero la segunda fase ya no la pasé. Salí con el promedio más alto de sexto año de primaria, tuve nueve punto dos.

Yo tuve beca de Solidaridad desde primero de primaria. Daban unas cajas de despensa y pagaban cada mes. Mi mamá iba a cobrar; ella se encargaba de administrarlo. No me acuerdo cuánto pagaban.

Terminando le dije a mis papás, quiero estudiar la secundaria. La historia y las matemáticas se me hacían fáciles, con el español tenía problemas, y todavía tengo faltas de ortografía.

En la secundaria, cuando inicié no conocía a nadie, porque me tocó con los de otras escuelas, sólo me tocaron dos de mis amigos de la primaria y pues con ellos platicaba. Fue la primera vez que llevé algo de inglés. Llega la maestra y escribe algo y no le entendía nada. Pero nunca tuve una situación de reprobación. No había aprendido nada de inglés sólo memorizaba las cosas y trataba de adivinar cómo van las palabras y frases. Hasta tercero de secundaria aprendí inglés.

Saliendo de la secundaria hice examen para entrar a bachilleres, mejor conocido como la máxima casa de estudios de Morelos. Tuve mucha facilidad con las materias de química, física y matemáticas. Y ya ahí, en el inglés salí bien. Ahí sí le ponía más ganas. Como se me facilitaban las matemáticas, muchos de mis amigos me pedían que les explicara los problemas del libro de álgebra y nos reuníamos después de la escuela.

Para entonces nomás sabía unas palabras de maya. De repente al bachillerato si llegaba gente que habla maya, porque venían de otras comunidades. Yo preguntaba ¿qué es eso, como se dice esto? Y así fui aprendiendo más. Estando en mi casa les preguntaba a mis papás ¿qué es esto? En mi casa, con mis hermanos hablábamos maya revuelto con español y nos regañaban mis papás. No hablen así nos decía nuestro papá, si van a hablar maya hablen maya. O conjugábamos en español un verbo en maya y nos regañaba. Varios de los compañeros que sabían maya no lo hablaban en la escuela.

Ya en la Universidad me pongo a platicar con el maestro de maya y con los chavos que vienen de las comunidades cercanas a Morelos también me pongo a platicar en maya. Llegamos a Chetumal varios amigos, éramos casi diez y yo, para ver qué carreras hay en la UQROO. Yo quería estudiar arquitectura, pero ya aquí elegí derecho. Pagamos flete de un taxi y venimos a sacar ficha. Otros se fueron a relaciones internacionales, dos se fueron a estudiar redes. Como segunda opción pusimos cualquier carrera. De los diez que venimos, sólo tres nos quedamos, aunque dos muchachas sí se quedaron, pero en otra carrera, pero no les gustó la carrera de ingeniería ambiental y se fueron.

Varios más, nos juntamos para apoyarnos y para rentar un cuarto en dónde vivir en Chetumal. Sólo había venido como dos veces en Chetumal, no conocía. Yo llegué bien perdido. Me acuerdo que me subí a un taxi y veo que me está dando de vueltas y no sé ni a dónde me lleva. Cada que me subía a un taxi sentía que me daba muchas vueltas. Tengo una tía en Calderitas, pero no sé donde vive hasta hoy. Buscamos un cuarto cerca de la universidad. Éramos cuatro en el cuarto y dormíamos en dos niveles con las hamacas. Luego nos cambiamos tres a otro cuarto, pero siempre se dormía uno debajo de los otros en su hamaca. Uno se casó y se fue a vivir a otro lado y quedamos dos. Pero hacía mucho calor en el cuarto y decidimos cambiarnos. Yo llegando acá solicité la beca de patronato y se me dio. En ese tiempo se pagaba bimestralmente. Mi papá a veces conseguía algo y me mandaba dinero, mi hermano también me mandaba dinero y con eso sobrevivía. Ya luego me dieron la beca del CDI. Me llegó un texto en maya para que hiciera la traducción y lo hice y me dieron la beca y aparte tenía la del patronato.

Iniciando la carrera se me hizo difícil, porque no tenía nociones de derecho. Hablaban los maestros y casi no les entendía, pero poco a poco fui agarrando algo. Derecho romano se me complicó mucho. Cuando comencé los cursos no conocía a nadie de mi carrera. Me gustó el derecho porque era bueno conocer los derechos de una persona y defenderlo. Mi papá me dijo que qué bueno que vas a estudiar eso. Muchos de mis compañeros ya se conocían desde antes. Otros eran personas mayores, que yo ya veía como señores.

Hasta cuarto semestre estuve en la mañana, quinto y sexto estuve en la tarde y me integré con los dos grupos. Como me tocaba inscribirme en los primeros días, tenía la opción de escoger en la mañana, o en la tarde. De séptimo hasta décimo, continué en la mañana.

A veces iba a fiestas o al cine con los compañeros. Pero dejaban mucha tarea y no daba tiempo de salir. Muchos compañeros eran de puro tomar y no me gustaba salir con ellos, porque sólo se empiezan a emborrachar. Iniciando la carrera iba a Morelos cada quince días, cada tres semanas, ya luego iba cada que podía, si no hay mucha tarea. Una vez no fui en dos meses, y mis compañeros que viajaban me traían el dinero que me mandaban de mi casa.

Ahora que terminé me siento bien al haber logrado lo que quería, porque cuando yo inicié dije, chín, son cinco años y no conozco a nadie acá, ¿cómo le voy a hacer? A veces sentía que las horas tardan mucho en pasar. A veces nos tocaban maestros que puro hablar y hablar, no nos preguntan nada y no nos hacen hablar a nosotros. Pero ahora siento que pasó muy rápido la carrera y ahora quiero trabajar para apoyar a mis hermanos, el que está acá y el que va a ingresar. Si yo sufrí un poquito que ellos no sufran tanto, que puedan salir bien. Yo nunca reprobé ninguna materia y terminé con 8.99 de promedio. Mi tesis es sobre la milpa del campesino maya, por el problema de la ley de equilibrio ecológico, en el artículo 101, señala que no se permite la roza, tumba y quema. Porque esta práctica no daña como la ley lo señala.

Ahora ya no quiero estar en Chetumal, prefiero irme a Morelos. Yo no quisiera ser abogado litigante, si alguien necesita ayuda, o que lo defienda pues sí, pero prefiero hacer otras cosas.

Yo no me avergüenzo de hablar maya, a veces hasta platico más tranquilo con mis compañeros en maya.”

Esta fue la historia de Carlos, de la cual retomamos los aspectos más destacados que nos contó. Antes de pasar a la historia de María de Lourdes para conocer otro pedazo de la historia de los estudiantes mayas en la UQROO, quisiera destacar un par de ideas. Tradicionalmente, las universidades han sido consideradas como los principales centros de enseñanza superior. Se trata de espacios abiertos para todos aquellos interesados en cultivar el conocimiento con rigor científico y, en la medida de lo posible, destinar sus esfuerzos ofreciendo un servicio a la comunidad. Por otro lado, las universidades constituyen un ámbito por excelencia que integra y conjuga los aportes de las distintas culturas que confluyen en ellas, estimulando además el pluralismo ideológico, religioso y cultural. Así, las universidades son espacios naturales que albergan y nutren la diversidad cultural. No obstante, en México, como en otros países, las universidades tienen una deuda histórica con los pueblos indígenas, enfrentando además nuevos retos ante las demandas de reivindicación de los indígenas. Algunos de los retos más urgentes, son integrar la presencia y los aportes culturales y tecnológicos de los pueblos indios en el proyecto de nación; además de garantizar o propiciar las condiciones que garanticen el acceso a un número cada vez mayor de jóvenes indígenas (Schmelkes, 2006: 5-6).


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