BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y SUSTENTABILIDAD. TOMO I

Coordinadores: Nicasio García Melchor y Gloria Miranda Zambrano




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El grupo hegemónico

El llamado grupo hegemónico está compuesto por sectores que entre sí debaten la forma de llevar los asuntos públicos apoyados en doctrinas políticas que combinaron las experiencias de Europa y Norteamérica, buscando aclimatarlas en el suelo colombiano en medio de adversas condiciones sociales y culturales. Sin embargo, el manejo de la burocracia que organizaba el naciente Estado les permitió experimentar con limitada eficiencia la aplicación de normas que delinearon una administración pública, que contribuyó a unificar el territorio y el establecimiento de condiciones para el funcionamiento de un Estado centralizado.

Ese proceso expuso una concepción ética en la forma en que se definieron las relaciones sociales. Este grupo hegemónico mantuvo pautas de comportamiento estamental propias del régimen anterior que continuaron vigentes, por ejemplo restringiendo el ejercicio de derechos básicos como la propiedad, la educación, la salud y la participación política a la gran mayoría de la población. La legitimidad del grupo hegemónico para ejercer dominio sobre la sociedad estaría fundada en el ejercicio de un conocimiento científico que debía validarse al aplicarlo al conocimiento de la sociedad y de la naturaleza, pero este proceso aún incipiente, restringió la influencia sobre los otros grupos sociales.

Las aspiraciones sobre el control de la sociedad colombiana requerían de concebirla, de comprenderla, de entender la forma de vida de cada región, de cada cultura, de las relaciones que cada cultura establecía con la naturaleza. Esta comprensión requería de una formación científica que permitiera hacer esa comprensión, pero el ejercicio solo daba tímidos pasos en esa dirección. Algunos sectores del grupo hegemónico mantuvieron ideas conservadoras que no se interesaron en el desarrollo del conocimiento moderno en la forma como se producía en Europa y los Estados Unidos. Consideraban que la legitimidad de la dominación emanaba de la propiedad de la tierra y del control de los asuntos públicos por linaje.

Las nociones filosóficas en que se debatió el grupo hegemónico oscilaron entre las posturas conservadoras que buscaban guardar el orden natural que preservaba los intereses estamentales del grupo y las ideas pragmáticas de Jeremías Bentham, seguidas con cautela por los intereses liberales del grupo. Un rasgo común en el grupo hegemónico era el temor de perder su posición privilegiada, ante la resonancia de los cambios políticos ocurridos en Europa con la remoción de las antiguas capas que fundaron su dominio en la propiedad de la tierra y el control de la burocracia. En el contexto nacional el recuerdo del movimiento de los comuneros, la indisposición de los artesanos, el ánimo golpista de los militares, constituían amenazas a la frágil posición del grupo hegemónico en el control sobre los asuntos de la política y de la economía.

Para mantener el poder a través de la institucionalidad heredada de la colonia, el manejo de la creencia religiosa, de la estructura de propiedad de la tierra y de la legislación fiscal, el grupo hegemónico se dio a la tarea de acondicionar la incipiente estructura del Estado a un modelo federal que llegó a regular lo regional con el control del comercio, la agricultura y la producción artesanal sometidos a las necesidades fiscales y políticas. Las concepciones doctrinarias que declaraban la ciudadanía, los derechos, las libertades en las iniciativas de la economía y la participación, se adecuaron a los rasgos culturales de cada región, sobre sus actividades particulares y formas de organización, legitimando el nuevo orden.

El ejercicio de poder de este grupo hegemónico se condicionó por el conocimiento del medio. El control absoluto que ejerció el anterior régimen colonial se apoyó en las armas y en la religión para tributar a la metrópoli el producto de la empresa colonial, pero esta forma de producción de baja rentabilidad no estimuló otras formas de organización social que dinamizaran la economía. La organización social de la colonia estaba diseñada para el quietismo, el estancamiento económico y el marasmo político. La represión y el control de la economía fueron talanqueras muy efectivas en la inmovilidad social de la colonia. Tres siglos de esta forma de organización social no podían ser removidos sin la creación de una base económica que removiera el conjunto de la sociedad, como por ejemplo ocurrió en la sociedad norteamericana, donde el conocimiento de la geografía y de los recursos fue la plataforma del desarrollo económico para actividades que fortalecieron el desarrollo local, integraron las regiones y terminaron en un sólido proyecto nacional, producto de una ética que movilizó la iniciativa del conjunto social en ese sentido. En nuestro país por ejemplo, este impulso careció precisamente de esta convicción en el conocimiento y no se produjo el emprendimiento de estas tareas que se anhelaron concretar en la economía.

El desprecio por el trabajo manual, característico de la mentalidad señorial, presente aún en el periodo mencionado, era contradictorio con la apropiación del conocimiento científico. Las noticias sobre adelantos o descubrimientos científicos eran vistas como curiosidades o hechos casuales, sin relevancia en el dominio y comprensión de la naturaleza. El interés por hacer del conocimiento un valor cultural extendido a la sociedad sólo comprometió a contados profesionales en iniciativas académicas que tuvieron un estrecho apoyo de sus contemporáneos que luego ampliaron gradualmente. Las menciones sobre el desarrollo de actividades académicas fueron circunscritas en cada círculo al fundar programas de educación superior en ciencias naturales, matemáticas y medicina en escala reducida.

En el comienzo del periodo, una actividad fundamental que distinguió las iniciativas del grupo hegemónico fue la creación de la Comisión Corográfica, al emprender un recorrido por las regiones del centro del país con el objeto de identificar los grupos sociales y las actividades económicas con el objeto de establecer las potencialidades económicas y las características culturales que podrían asociarse a iniciativas productivas. Esta decisión tuvo un rasgo importante en la construcción de una nueva relación con las regiones por parte del grupo hegemónico, fue el interés por adentrarse en el sustrato cultural para adecuar los hilos de dominio desde el gobierno central. La experiencia obtenida con esta aproximación fue la base de la formulación del federalismo. Es la fundamentación ética de la construcción de las relaciones del grupo hegemónico con las regiones y sus habitantes en el mundo rural, los campesinos.

La ética derivada de la forma de vida estamental, representaba la quietud de las relaciones sociales fundadas en la forma de vida tradicional. No se presentaron los sobresaltos del capitalismo con cambios radicales en la jerarquía social por la presencia de clases industriales y comerciantes, en lugar de esos cambios, las antiguas clases terratenientes preservaron las relaciones sociales tradicionales arraigadas en las creencias y los vínculos señoriales donde aún no tenía lugar la movilidad social.

La administración pública mantuvo principios racionales de acuerdo a las necesidades estamentales, confiaba en la honorabilidad del funcionario y en la proveniencia política, familiar y regional. Pero desde esta concepción personalista y provinciana de la administración y el derecho, las leyes no identificaron ni protegieron las necesidades del conjunto de la sociedad. La libertad para el ejercicio de los derechos requería de iniciativas alejadas de estos reducidos márgenes. Para los campesinos, esta concepción de lo jurídico constituyó la principal dificultad en la obtención de tierras. No daba lugar al reconocimiento legítimo, a la posesión y a la titulación donde radicaba la mentalidad reacia a concebir estos espacios para el ejercicio de los derechos.

De la misma manera, el régimen republicano con la concepción liberal que lo inspiró, buscó proscribir las relaciones serviles para los artesanos en las ciudades y para los campesinos sujetos a las haciendas, pero las condiciones contrarias al favorecimiento de la propiedad impidieron esta forma de apropiación de la tierra. Este hecho posteriormente unido a la baja productividad agrícola del periodo, favoreció la búsqueda de tierra propia.

Estos retraimientos en la política y en la economía establecieron las condiciones para favorecer una ética particular en este grupo sobre su perspectiva social y sus relaciones con los demás grupos. En esta ética se marcó la diferencia por la valoración del medio natural y la dependencia que les implicaba. La relación entre el grupo hegemónico y los campesinos se caracterizó por las tensiones que implicaban las expectativas sobre la tierra, las libertades civiles, la construcción de conocimiento, para ser objeto de desaprobación y censura en todos estos mismos órdenes. Los conflictos que habrán de iniciarse y continuar hasta la actualidad se apoyan en estas diferencias. La persecución al derecho de propiedad de la tierra, la obstaculización a la organización campesina, la validación e interés por el conocimiento emergente desde la cultura campesina son objeto de desconocimiento y descalificación en la cultura oficial.


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