BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y SUSTENTABILIDAD. TOMO I

Coordinadores: Nicasio García Melchor y Gloria Miranda Zambrano




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Organización social vinculada al riego

Se afirma que en México como en casi todas partes del mundo la utilización del agua en la agricultura como riego se relaciona con el inicio mismo de la agricultura (Espinosa, 1965). Maass y Anderson (1978) mencionan que el riego es la respuesta humana a la sequía, por este medio se reduce radicalmente la incertidumbre que la naturaleza representa al asentamiento humano, en el medio ambiente poco acogedor. Si se quiere capturar y distribuir el agua disponible con éxito durante un periodo prolongado, y controlar la extensión de tierra susceptible de regarse, los agricultores deben desarrollar una disciplina propia y un alto nivel de organización comunitaria. Al respecto, Ocampo (1994) menciona que en el riego, introducido para modificar una agricultura de temporal a una de riego, propicia cambios cualitativos con respecto al ambiente físico, biológico, económico y social, lo que afecta el aspecto cultural y político en el que la sociedad modifica su estructura formal y funcional. Al referirse a los sistemas de de riego de origen prehispánicos, menciona que la sociedad posee su propia estructura y función, que ha sido heredada por generaciones, de sus antepasados que crearon ciertas condiciones físico-biológicas, socioeconómicas y políticas. Pero, que independientemente del sistema que se trate, el hombre tiene que organizarse para el manejo del riego y para el proceso de producción agrícola.

Entonces la organización requiere que los agricultores tengan, en primer lugar, una identidad común con su espacio físico o territorial y con las características culturales de la población; deben poseer, asimismo, intereses comunes, aunque internamente existan diferencias; en segundo lugar, se necesita la voluntad colectiva de compartir el agua de acuerdo a ciertas normas que los propios agricultores se auto impongan en forma consensual, o deleguen dicha función a una autoridad centralizada (Estado o Gobiernos Regionales) o intermedia comúnmente reconocida (Junta de Regantes de toda la Cuenca) (Alfaro, et al 1993).

Las condiciones socioeconómicas de los socios de estas organizaciones de riego menciona Henao (1980), no permite hablar de estas sociedades como organizaciones campesinas, sino de organizaciones agrarias para el control de la irrigación en las que participan diversos grupos sociales. Esto se explica de acuerdo con el mismo autor, en el sentido de que al interior de las diversas sociedades "pueden encontrarse hacendados, miembros de la burguesía rural, medianos propietarios, ejidatarios, pequeños productores minifundistas, gente sin tierra y uno que otro profesional". La proporción de cada estrato de los que menciona Henao, depende de la diversificación socioeconómica que se haya dado en las comunidades de la región durante las diversas etapas en relación con el sistema nacional.

Por su parte Golte (1980) citado por Alfaro et al (1993), señala que a mayor grado de escasez, es necesario un mayor grado de organización. Estos mismos autores mencionan que la relación existente entre los sistemas de irrigación y sistemas de organización social es tan estrecha que los unos no pueden funcionar sin los otros.

Como solución analítica para entender a estas comunidades organizadas, se debe considerar que las comunidades no son un agregado de unidades domésticas, cada una con su propiedad privada, y podemos afirmar, que la comunidad tiene recursos comunales diversos o distintos, que solo se pueden aprovechar a través de una solución comunitaria y vigilancia compartida. Por tanto, como comunidad, hay una respuesta organizativa, una toma de decisiones económicas, sociales y políticas en relación a los recursos y estas decisiones van a afectar a cada unidad doméstica; entonces se puede decir que la organización comunitaria puede surgir de la realización de actividades que van desde la vigilancia de cultivos hasta la administración del riego; confirmando, que la existencia de comunidades organizadas no es un vestigio de tradición cultural, sino una forma de administrar recursos (Palerm V., 1998).

Bajo esta condición se puede afirmar que la organización social, requiere de un elemento integrador y este elemento de acuerdo con Palerm A. y Wolf E. (1972), para el caso de Mesoamérica cita “que el bajo nivel tecnológico origino una fuerte organización socio-política ya que era el único recurso de un pueblo para realizar obras importantes”. (A menos tecnología mayor requerimiento de trabajo humano y como consecuencia mayor organización). Wade R. (1988) en su análisis utiliza el riego como principio de organización política, al realizar un estudio comparativo de la comunidad aldeana en Europa y la India. El propone la existencia de comunidades organizadas a partir del riego o del manejo de otros recursos, y afirma que las organizaciones comunitarias surgen ante la escasez de recursos críticos para la sobrevivencia.

Para el funcionamiento de los sistemas de riego (como recurso crítico) independientemente de su magnitud y complejidad, demandan la acción organizada de grupos sociales para aprovechar al máximo, la disponibilidad de recursos naturales y los aparatos físicos construidos por dichos grupos, para utilizar el agua en sus procesos productivos (Escobedo 1991). Estos acercamientos necesariamente nos llevan a explicitar una definición de organización social y la entenderemos como: un sistema de actividades o fuerzas conscientemente coordinadas por un grupo de personas, que intentan conseguir una finalidad y objetivo común y explícito, mediante la división de las funciones y del trabajo, a través de una jerarquización de la autoridad y de la responsabilidad (Silvestre y Zorrilla 1993) y su caracterización puede realizarse a través de criterios como la representatividad, la legitimidad, la normatividad existente y la operacionalidad. Para lo cual se proponen dos enfoques: el primero, consiste en estudiar la organización desde la perspectiva histórica: creación de la organización, estudio de los procesos históricos de adaptación a la evolución del medio social, relación con la organización tradicional, intervención del estado en las reglas organizativas u otras. El segundo, es considerar los propios criterios de los usuarios sobre el funcionamiento de la organización. No tener un reglamento interno, por ejemplo, no significa que la organización no tienen reglas claras, si los usuarios reconocen las normas social y verbalmente establecidas y las respetan. Al respecto, Escobedo (1991), establece que la organización social es el conjunto relativamente estable de relaciones sociales de los individuos y los grupos de individuos, basado en el sistema de posiciones y roles sociales, de normas y valores, que confieren a la actuación de dichos individuos y grupos, un carácter estable, regular y orientado a fin de cumplir las tareas establecidas por la sociedad; tanto económicas, sociales, políticos e ideológicos de su actividad vital. Entonces, la organización tiene su origen en el proceso de producción material, el cual a través del tiempo y espacio genera patrones recurrentes de integración social entre los seres humanos. Estos patrones crean la organización social que se constituye en una forma de ordenamiento de las relaciones sociales en general y podemos encontrar dos tipos de organización: la primera, denominada organización formal, en la cual son grupos concretos de individuos que coordinan sus esfuerzos para alcanzar determinadas metas bien definidas. Tiende a ser grande, esta caracterizada por la existencia de reglas y procedimientos específicos y por una jerarquía de autoridad y responsabilidad claramente definida. La segunda, es la organización informal, que generalmente es más pequeña, sus metas y sus objetivos están menos claramente definidos y su funcionamiento no depende de un sistema rígido de reglas y procedimientos.

En el segundo nivel formal de organización al que hace referencia Martínez, S., y Palerm V. (1998) es importante considerar la distinta solidaridad y necesidades de cohesión, etc., entre ramales del sistema de riego. Hunt hace el señalamiento de los partidores como puntos de conflicto, además de la existencia "típica" de conflicto entre aguas arriba y aguas abajo; Cernea (1997) menciona que los sistemas de riego identificados como grandes sistemas públicos y con flujo por gravedad poseen tres niveles de organización: 1) una burocracia pública centralizada, 2) una organización local para el área de distribución y 3) una organización a nivel campesino. Ostrom (1990) menciona la existencia de factores, mecanismos y funciones que facilitan la permanencia de las organizaciones sociales autogestivas y para la autora el problema consiste en construir la organización social o las instituciones para que la gente pueda manejar, en este caso, “el agua", y para que exista el recurso, se requiere de una organización, los individuos deberán participar, la o las instituciones tienen que ser de ellos, ya que la gente va a estar dispuesta a invertir trabajo y recursos cuando les llegue el agua. Es necesario definir fronteras, quiénes participan y quiénes no, cuáles son los beneficios que van a recibir, las sanciones deberán ser graduales, el factor monitoreo es importante para que sean ellos mismos los que lo realicen, la misma gente se vigila a sí misma, las reglas deben establecerse claramente definidas, lo que les va a dar estabilidad y certidumbre sobre los beneficios. En los sistemas de riego los reglamentos deben ser específicos, no generales, ya que cada sistema de riego es específico, tomando en cuenta factores geográficos, restricciones de suelos, agua y costumbres de la localidad. Un aspecto importante son los beneficios de la inversión, si estos no llegan, la gente no coopera. Para Maass y Anderson uno de los objetivos principales de la organización de regantes es el de mantener el orden y el de resolver los conflictos relativos al manejo y uso del agua. Para enfrentar esta situación de conflicto entre las diferentes sociedades, los autores, plantean que la comunidad de regantes habrán de generar las condiciones necesarias para la adopción de procedimientos e instituciones operativas que tiendan a disminuir y resuelvan los conflictos que se presenten, es decir, resolver el conflicto al interior de la comunidad en función de la aceptación de reglas consensadas. En este sentido, en el valle central de California la comunidad de regantes cuentan con reglas escritas que les otorgan a cada usuario y dependen del código hidráulico estatal y de los juzgados específicos, pero en las comunidades de riego de Utah y Colorado a pesar de no contar con estas reglas escritas, la solución del conflicto depende de las tradiciones y costumbre así como de las leyes estatales de irrigación. En Marruecos la resolución de los conflictos remite a una regla de ubicación, favoreciendo a la parte del conflicto que haya contado con la ubicación del predio río arriba sobre los de río abajo. En cambio para la zona oeste de Estados Unidos, a pesar de que los conflictos cuentan con instancias legales tales como; los comisionados para asuntos hidráulicos, las juntas o consejos de derechos de aguas o bien por los juzgados correspondientes, por acuerdo de las comunidades en conflicto tienden a generar acuerdos voluntarios con la finalidad de evitar pleitos legales y pérdida de tiempo. En cambio para España, la generalidad en la solución a conflictos entre los regantes se sustenta en la intervención del Estado a través de la generación de órdenes ministeriales de acuerdo a la ley nacional de aguas o bien en función del establecimiento de acuerdos voluntarios. Para estos estudiosos, la organización de regantes debería participar en las dos instancias relacionadas con el manejo del agua. Por un lado, en el establecimiento de los procedimientos de funcionamiento y por el otro lado en el ordenamiento de las relaciones entre los propios miembros, y entre estos con otros sistemas y autoridades para tener espacios de decisión propios y eliminar de su ámbito las relaciones arbitrarias de las autoridades encargadas de solucionar o dirimir los conflictos y administrar el agua tal y como lo han intentado sistemáticamente los regantes de Estados Unidos y España.


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