BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y SUSTENTABILIDAD. TOMO I

Coordinadores: Nicasio García Melchor y Gloria Miranda Zambrano




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El CT en las expectativas del DS

Para nadie es un secreto que el planeta vive una crisis civilizatoria producto del imperialismo y hegemonía de la cultura y conocimiento occidental, donde se sigue imponiendo el dominio de la racionalidad económica, “quien induce una homogenización de los patrones de producción y consumo contra una sustentabilidad planetaria fundada en la diversidad ecológica y cultural (Leff et al, 2002: 480)

Este fenómeno viene mostrando sus límites expresados en desastres en lo ambiental, económico, cultural y en la calidad de vida de las sociedades principalmente, aspectos debatidos hasta el cansancio en los últimos tiempos y cuestionados en el marco del DS. Lo explican los acuerdos internacionales (foros, agendas globales, informes, códigos de ética, cartas de intención y tratados y declaraciones internacionales) que han desbordado las previsiones de la Agenda 21 (Leff et al 2002; Guimaraes y Bárcenas 2002). La revisión documental sobre el deterioro del medio ambiente arroja un diagnostico general de decadencia humana y natural sin precedentes que vive afrontando el planeta. Algunos la denominan “sociedad del riesgo”, por los cambios climáticos inesperados debido al calentamiento global, la perdida de biodiversidad natural, tecnologías que atentan con la vida natural, desertificación, y un desarrollo inhumano entre los aspectos relevantes.

Sin embargo, orillándonos a un panorama de construcción de salidas conformando un movimiento de reconversión del fenómeno, los más, Pérez Avilés (2006), Concheiro y López (2006), Bellón (s/f), Massieu y Chapela (2006), Rodarte (2005), Toledo (1996, 1999, 2000), García (1996), Boege (2003), Miranda (2002, 2008), Van Kessel (1997), Bastidas (2001), Guash e Hinostroza (2005), Leff (2002, 2005), Martínez Alier (s/f), Altieri y Nichls (2002), Shiva (2004, Villoro (2004), Lenkersdorf (1999), Landázuri (2002), Levi-Strauss (1988) y Geertz (1994) e instituciones y medios de promoción como AGRUCO (2000), COMPAS (2000), Grupo TALPUY (1986-98), PRATEC (1999), Boletín Indigenous knowledge del ILEIA (LEISA Revista de Agroecología en español, Lima, Perú). Revista Etnoecológica, México, reconociendo hacer un ‘paralé’ enmarcados en la resignificación del CT y fomentando el dialogo de integración intercultural con el conocimiento científico encaminado a establecer o re-establecer una renovada ‘racionalidad ambiental alternativa’. Pero el debate no es sencillo, todavía las tendencias marcan el reto de dar respuesta a la gran encrucijada que encierra el DS como propuesta: ir hacia la “economizacion de la naturaleza o la ecologización de la economía”? (Leff et al, 2002).

Entonces, la re-significancia del CT podemos resumirlo en estos últimos años debido a varios factores esenciales. Por un lado, la amenaza del deterioro ambiental a nivel global; el interés por el desarrollo de la biotecnología (también mundial) y, por último, debido la atención a la búsqueda de salidas para el mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones involucradas. En el terreno de la agricultura, la biotecnología con los transgénicos “comienza a desencadenar un proceso con efectos socioeconómicos y ambientales mas dramáticos que los experimentados en la Revolución Verde” (Altieri, 2002: 285). En este orden de cosas el CT viene a desempeñar un papel esperanzador para dichos aspectos. Lo que está en cuestión es la “(...) sobrevivencia misma del planeta y la vida, si no se revierte el carácter depredador de la explotación de los recursos.

En esta posible vía el Conocimiento Tradicional, tiene un papel fundamental” (Concheiro y López 2006:34). También los mismos autores sostienen que el CT es importante en la medida en que forma parte esencial para el desarrollo de ellos y de las sociedades con quienes interactúan, contribuyendo en mejorar su vida cotidiana. Por ello es necesario conservar el contexto social en que se desarrollan.

También instituciones de organizaciones de base y educativas de las pueblos aludidos y de organismos oficiales (FAO, la UNESCO, BM, BID, IDRC, OMC), dan cuenta de un debate agudo en la búsqueda de salidas al tema, a partir del reconocimiento de las sociedades campesinas y pueblos originarios, y en ellas al CT. La propuesta hacia la sustentabilidad por su lado viene incorporando, aplicando, validando y re-significando en indistintos proyectos estas contribuciones. Por ejemplo en la agricultura con la agro-ecología (Altieri: 2002) la forestería social (Shiva (2004), en manejo de suelos, pendientes, agua, (Grupo Talpuy 1984-1997, COMPAS, PRATEC), el ‘ecologismo popular’ (Martínez Alier (s/f), etc. Es interesante destacar que esta re-significancia (excluido el movimiento alternativo enfocado en lo socio-sustentable) enfatiza más el lado tecnológico que humano. En otras palabras aun no se ha entendido que estas contribuciones conforman parte de un escenario totalizador, donde el aspecto tecnológico de estos saberes esta ligado indiscutiblemente con el aspecto humano y sagrado de concebir a la Naturaleza. Si es así, ¿cuáles son estos aportes del CT y que alcances nos trae? ¿Será, una de la cartas fuertes y definitivas, -acaso de las últimas-, para propugnar las posibilidades de la sustentabilidad?. Y, ¿puede considerarse como alternativa viable y en que condiciones en la actualidad?


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