BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

POLÍTICAS PÚBLICAS DE EDUCACIÓN SUPERIOR INTERCULTURAL Y EXPERIENCIAS DE DISEÑOS EDUCATIVOS

Eduardo Andrés Sandoval Forero y otros




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Cultura e interculturalidad

La interculturalidad es un concepto que pone en crisis las percepciones de la realidad construida bajo el proyecto de la modernidad occidental. La interculturalidad implica mirar la multiplicidad de formas de vida de los grupos sociales, cada grupo social es una forma de vida. Asimismo es mirarse a uno mismo, implica reconocernos con una forma de vida distinta al otro; ello implica una visión distinta de la alteridad y de aquellos contextos sociales más extensos y lejanos a nosotros mismos. La tarea de mirarme a mí y al otro, es reconocer que mi propia cultura y la del otro cumplen una función social, como es “expresar emociones, deseos, modos de sentir el mundo… enseña valores, permite preferencias y elecciones de fines, da sentido a actitudes y comportamiento; al hacerla presta unidad a un grupo, integra a las personas en un todo colectivo… determina criterios para la elección de los medios adecuados para la realizar estos fines y valores” (Villoro, 2007: 139). La interculturalidad permite reconocer estos elementos en la cultura propia y reconocerlos en la otra, es identificar la singularidad de la cultura propias y las otras diferentes a la propia.

Nos atreveremos a definir la cultura como forma de vida, que en primera instancia, es aludir a aspectos de la cognición y de actividad humana; de ahí que, parte de lo social sea un conjunto de obras, resultado de la actividad social pasada, dicha producción lleva la impronta de la comunidad creadora. La cultura configura materialmente el entorno social con el uso de la tecnología y utensilios, de la arquitectura y la escultura de los espacios públicos y privados que se encuentran en proceso de desarrollo y transformación. La cultura comprende todas las actividades y creaciones manuales e intelectuales, humanas, sociales y objetivas.

Todas las ideas, valores, significados y símbolos, los usos y costumbres, los esquemas de comportamiento en el ámbito público y privado, así como todo el repertorio característico de comunicación, vestimenta, formas de orar, comer, andar, hablar y callar configuran formas de vida, es decir, cultura; igualmente las obras literarias, musicales, pictóricas y toda manifestación artística, como parte de la cultura de una comunidad cumplen con la función de expresar emociones, deseos y la percepción que se tenga del mundo; también permea al individuo y comunidad de criterios para desplegar la conducta, como la piedad, la obediencia, la austeridad y moderación, la prudencia, valentía, honestidad, etc. No es posible separar de la cultura aquellas manifestaciones que se consideran como ignorantes, desde una perspectiva etnocentrista, tales como las creencias ancestrales que configuran el mundo de vida, al asignarle, por ejemplo, un origen a las enfermedades y el remedio curativo, como también las ceremonias, las devociones, la elaboración de instrumentos musicales, los ritmos y la orquestación de la música, etc.

La cultura no se puede reducir a la capacidad de conceptuar el mundo y de comunicar estas concepciones de forma simbólica, existe una relación de interioridad entre el objeto cultural y el individuo, existe una relación estrecha de dependencia del uno para el otro. Partiendo de este supuesto, cuando se habla de cultura se tiene que relacionar primero con la vida práctica, con el mundo objetivo donde se construye la cultura a nivel cognitivo y se reforma y se agrega a tiempos pasados ya construidos que sirven a la propia experiencia. Segundo, descubrirse en proceso de socialización con el grupo de individuos con quienes transforma y da forma al mundo social, además de reconocerse capaz de entenderlo y transformarlo. Tercero, a través de la socialización adquirir identidad, identidad que es construida y subjetiva, internalizada, que compromete a tener un mismo fin como proyecto social de comunidad. Tres aspectos sin orden jerárquico sino igualitario que conforman al individuo que su vez conforma la cultura, construye mundo.

No obstante el supuesto de la existencia de una superestructura cerrada entendida como el esquema de exclusión de significantes culturales de los grupos, creemos que esta puede ser modificada si los mundos anteriormente expuestos transforman no sólo al individuo perteneciente al grupo, sino que el grupo a su vez actúe como estructura de representación que enfrenta la necesidad de ser representada como una realidad del mundo subjetivo-objetivo-social significativo.

La cultura como labor de otorgar pautas a formas de vida y de re-reajustar identidades, debe ser reconocida como la cultura que es interna y efímera, pero también es pública y duradera en tanto que asume el papel como proceso de cambio y transformación, asimismo es solida y profunda, como su anverso, fluida y superficial. La difusión de la cultura, como forma de vida es diversa e inestable en el mundo de vida individual y perdurable.

Su transmisión no es caótica, pero sí está sometida a un orden dominante; orden que determina identidades, que construye un presente, que compromete a los individuos con formas de vida estableciendo modos de convivencia y de pensar el mundo. La cultura latinoamericana es trastocada por una cultura occidental dando origen a una configuración histórica particular; en los últimos tiempos nuevamente es trastocada una cultura “nacional-occidental” por una cultura capitalista, que ordena y renueva el comportamiento, siendo esto la aniquilación y anulación de la identidad construida por medio del compromiso comunitario, y el sometimiento a un forma homogénea de percibir el mundo.

También debemos reconocer que el estado mexicano y los distintos municipios que lo conforman, cuenta con una diversidad de grupos humanos con tradiciones culturales diferentes. México cuenta con una diversidad cultural y con relaciones interculturales, es decir, en el reconocimiento o desconocimiento, rechazo o influencia culturales de otros grupos. Hay que señalar que existe una influencia pese a que no sea reconocida una cultura, sin embargo actúan en el comportamiento individual o colectivo. Este hecho varía según la influencia cultural, de acuerdo con su prestigio y proveniencia, lo cual se podría ligar a contextos de desigualdad social, donde carece la influencia armoniosa, respetuosa y en un diálogo mutuo. Dicha desigualdad impide que un grupo social reconozca y asuma la riqueza de su cultura. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de dominación, de relaciones jerarquizadas y dominantes.

La interculturalidad se convierte en una respuesta a la crisis de la modernidad, en su intento de ver lo social como proyecto de ingeniería social y de identidades homogéneas; así como es un principio orientador de la transformación social, como parte de un proceso educativo. La interculturalidad sería una forma plural de vivir en un mundo moderno, antes de homogeneizar es rescatar la diferencia cultural. El primer paso necesario es un verdadero conocimiento, de la cultura propia y respeto de las culturas ajenas, para poder vivir entre la diversidad. Esto es un nuevo reto de la modernidad, el proyecto de la interculturalidad será lo contrario a la homogenización efecto de un mundo global, que al mismo tiempo ofrece las condiciones necesarias para la defensa de la diferencia. La modernidad occidental (principalmente) con su proyecto de uniformar, la interculturalidad es la utopía de la modernidad de la diversidad y pluralidad que explore nuevas formas de comunicación intercultural y los nuevas tecnologías de la comunicación sean espacios más ricos de intercomunicación cultural.


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