BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ESTUDIO ETNOHISTÓRICO SOBRE UNA UNIVERSIDAD NEW AGE, SUS PROCESOS DE EDUCACIÓN, SEDUCCIÓN, CONFUSIÓN E INICIACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL CONTEXTO

José Luis Montero Badillo



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Ruta Mazatla

En cuanto a la otra ruta que conecta a la universidad con la Ciudad de México, se trata de un máximo del diez por ciento de la población escolar la que llega por este rumbo. Son las camionetas, en la modalidad de lunes a viernes, las que siguen esta ruta.

En modalidad sabatina, por este otro camino, debido a que el transporte escolar no cubre esta ruta porque son pocas las personas que la siguen, sólo se puede llegar en transporte particular, cuyo recorrido es de cuarenta y cinco minutos, aproximadamente. O bien transporte colectivo, que son unas camionetas de pasajeros que tardan casi dos horas por las múltiples paradas que hacen en el camino.

Primero está el municipio de Naucalpan de Juárez, cuya zona por la que atraviesa el transporte escolar en su recorrido es la adyacente a la Avenida Lomas Verdes, y ésta, a su vez, es una extensión de Ciudad Satélite.

En la periferia de ésta, al límite con el municipio de Jilotzingo, se encuentra el entronque con la autopista Libramiento Chamapa-La Quebrada. A partir de ese punto, la carretera cambia de nombre al de Camino a Jiquipilco y ya es parte del municipio de Jilotzingo. Este lugar aún conserva gran parte de su paisaje natural que, desde la época colonial, despertó la codicia por su riqueza maderera, sus manantiales y sus pastizales, idóneos para el ganado.

Los poblados de este municipio son poco numerosos y guardan cierto grado de cohesión, quizá debido a la poca movilidad de su población. De diecinueve presidentes municipales que ha habido desde 1949 hasta el 2003, cuatro se apellidan González, cuatro Mayén y cuatro Aceves Rojas. Cierto que se podría interpretar como cacicazgo, pero el punto es que estos y otros pocos más, son apellidos muy comunes en la zona. De los pocos alumnos provenientes de este rumbo, un veinte por ciento, aproximadamente, al menos la mitad lleva uno de estos apellidos.

La cohesión se percibe, también, en sucesos como por ejemplo el acontecido recientemente -en el primer semestre del año 2006- cuando una empresa de transporte público abrió una nueva ruta, del paradero de autobuses del metro Rosario, ubicado en el límite de la delegación Azcapotzalco, Distrito Federal, y el municipio de Tlalnepantla de Baz, Estado de México, a las puertas de la universidad, siguiendo el trayecto de la ruta Mazatla, pero los habitantes del pueblo de Santa Ana Jilotzingo protestaron y la empresa de transporte público tuvo que suspender las operaciones de su nueva ruta . Sigue siendo, entonces, la empresa Multitransportes de Jilotzingo S.A. de C.V. la que, hasta la fecha, posee el monopolio del transporte público en el municipio y esto ha sido así desde que, en 1934, los habitantes de San Luis Ayucan y de Santa María Mazatla se organizaron para construir un camino que uniera estas dos comunidades con el municipio de Naucalpan, que es la salida más corta para estos pueblos hacia la Ciudad de México.

Para 1954 el camino estaba completo. Al término de la construcción del camino, los vecinos de estos dos poblados formaron una sociedad cooperativa para prestar el servicio de transporte público. Y tiempo antes, cuando fueron despojados de sus tierras durante la Colonia, los habitantes comenzaron los litigios para pelear por sus terrenos. En el período revolucionario tardío consiguieron la devolución de buena parte de sus tierras como dotación ejidal que se les concedió en 1921, siendo el primer ejido que se crea en el municipio.

Sin embargo, la zona carece de algunos servicios. Fue para 1987 que se instaló la primer biblioteca pública del municipio en San Luis Ayucan y para 1988 al 1990 se edificó la primera escuela preparatoria en Santa María Mazatla y, finalmente, para 1993 se reconstruyó la antigua escuela de San Miguel Tecpan, destinándola a la primera Casa de Cultura que existe en el municipio. Los alumnos que provienen de esta zona, se notan, en sus formas de ser, de hablar e incluso de vestir, más “pueblerinos”, más apegados a formas tradicionales, con la intención de terminar sus estudios para poder integrarse a trabajar en su localidad o en el caso de los de pedagogía, en la escuela del pueblo; y cuando hablan de sus familias, suelen referirse a gente que aún vive de actividades relacionadas con el campo.

Para el año 2000 había en el municipio un total de 15,075 habitantes . En el poblado próximo a la universidad, Santa Ana Jilotzingo, se han dado algunos cambios a partir de que la escuela abrió sus puertas en el año de 1997. Por ejemplo, la proliferación de restaurantes y puestos no fijos de comida. Antes sólo había uno y ahora hay cuatro restaurantes y además dos puestos que tampoco había. Y más aún, como en la universidad se promueve el vegetarianismo, estos lugares ofrecen, en su menú, comida de este tipo. Incluso la señora que vende tamales afuera de la iglesia, ha incluido, en su variedad, de flor de calabaza, de hongos y de calabacitas.

También han proliferado las casas que rentan cuartos para pernoctar. Esto porque, para los alumnos que asisten en la modalidad sabatina, cuando tienen clase sábado y domingo seguidos, suele ser más cómodo pasar la noche en el poblado que regresar a la Ciudad de México o al lugar del que provengan. Aparte de cuartos, también se rentan casas, que son las que suele ocupar el personal de la universidad que labora de tiempo completo, es decir, de lunes a sábado, de ocho y media a diecisiete horas, y que suelen ser las personas involucradas, también, en el sistema religioso.

Al principio había una fuerte resistencia de parte de los oriundos a aceptar a estas personas, porque, “además de ser fuereños, ni mexicanos son” . Lo que sucede es que algunas personas que trabajan en la universidad son sudamericanas, sobre todo gente de Chile y Argentina. Esta resistencia llevó, hace algún tiempo, entre el año de 1998 y el 2001, a que los habitantes de Santa Ana Jilotzingo le cortaran frecuentemente los servicios de luz y agua a la universidad. Esto dejó de ser así desde que el mismo centro empleó a gente del lugar para labores administrativas como los vigilantes, los jardineros o las personas que hacen el aseo. Antes solían emplear a gente del mismo sistema religioso para todas estas labores o, cuando mucho, a dos personas del poblado. Hoy en día hay, al menos, diez personas, habitantes de Santa Ana Jilotzingo, empleadas en la universidad. Además están las personas que rentan sus casas habitación en el poblado y los que venden algún producto, lo que equivale a ingresos de tipo económico para los habitantes. Es decir, hoy en día son muchas las personas de Santa Ana Jilotzingo las que perciben algún ingreso económico a partir del establecimiento de la universidad en el poblado, ya sea como trabajadores de la misma o como comerciantes u ofertantes de algún servicio.

En la descripción de estos dos municipios, el de Naucalpan de Juárez en la parte de Lomas Verdes, y el de Jilotzingo, se nota una gran diferencia. Son localidades que están, prácticamente, desconectadas una de la otra. Es decir, el camino que los une es relativamente reciente. Es una carretera generalmente poco transitada y la utilizan, principalmente, los de Jilotzingo para “bajar” a la ciudad, no los de Naucalpan para “subir” al cerro.

En cuanto a los alumnos de la universidad, casi no hay quien provenga de la zona de Lomas Verdes. Los pocos que llegan por esta ruta, vienen de los poblados que están en el municipio de Jilotzingo. Cada uno de estos poblados tiene una población que no rebasa los tres mil habitantes y por esto sólo un diez por ciento de la población escolar proviene de Jilotzingo.

En la última década del siglo XX se ha comenzado a dar la venta de terrenos y la construcción de casas en los poblados más próximos a Naucalpan, como San Luis Ayucan y Santa María Mazatla; y en Santa Ana Jilotzingo sólo sucede que algunas personas compran terrenos y construyen residencias para usar en fin de semana, pero los movimientos migratorios aún son casi imperceptibles. Entonces se trata, a grandes rasgos, de dos grupos de personas: las que viven en la periferia de la Ciudad de México y no tienen ni la necesidad ni la intención de subir a la montaña, excepto para pasar un día de campo algún fin de semana, y las que viven separadas de la Ciudad de México, en Jilotzingo, en la montaña, y sólo algunos tienen la necesidad de “bajar” a la gran ciudad, pero, en general, siguen viviendo relativamente apartados de ésta.


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