BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ESTUDIO ETNOHISTÓRICO SOBRE UNA UNIVERSIDAD NEW AGE, SUS PROCESOS DE EDUCACIÓN, SEDUCCIÓN, CONFUSIÓN E INICIACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL CONTEXTO

José Luis Montero Badillo



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La historia de Isis

Isis es una mujer que cuya acta de nacimiento dice que nació en Galicia, España, en el año de 1941. Ella cuenta que, debido a la situación en España por los años de su infancia, su familia emigró a Argentina y ahí pasó su vida hasta los treinta años, aproximadamente, edad a en la que conoció al que sería su esposo y padre de sus hijas. Al casarse, se fue a vivir a Perú en donde permaneció cerca de veinte años, hasta que se separó de su esposo y se fue a vivir a California con sus dos hijas, quienes, actualmente, siguen residiendo ahí.

Estando en este último lugar es en donde se entera a través de internet de una universidad que estaba ofreciendo estudios de nivel superior con una propuesta que a ella le pareció interesante: la del desarrollo humano. Durante su estancia en los EE.UU., ella participó en algunas organizaciones aparentemente de corte newager .

Fueron varias cosas las que le llamaron la atención con respecto a la universidad y todo lo que eso implicaba para ella -según cuenta-, como vivir sola, cosa que nunca había hecho, y menos aún en un país desconocido y “tan culturalmente atrasado”, según sus propias palabras. Al llegar a México, se dirigió inmediatamente a la universidad, tres meses antes de que comenzara la primera generación de licenciatura, para pedir informes y también pasa solicitar apoyo en cuanto al lugar de residencia porque de México no sabía más que el idioma. En la universidad la ayudaron buscándole un lugar para vivir en el poblado de Santa Ana Jilotzingo. La casa que habitó era una de las tres cabañas que una persona del pueblo ha rentado desde que se instaló el plantel escolar y el primero en llegar a rentar ahí fue el primer vice-rector.

Para cuando Isis llegó a vivir a ese lugar, tenía como vecinos al antes mencionado vice-rector y a un chico que recién había llegado de Ecuador, joven no mayor de dieciocho años, también a inaugurar la licenciatura pero en su caso la de Desarrollo Humano, mismo que, en charlas informales, decía que sus padres eran de la GFU en su país natal. Entonces llegó porque a sus padres y a él mismo les gustó la propuesta de estudiar una licenciatura en una institución de la red GFU. Este chico estuvo en la universidad durante dos años y después, simplemente, no se le vio más. Y además ni sus compañeros de grupo ni los integrantes del sistema religioso dan razón de él, salvo que se tuvo que regresar a su país.

Isis llegó con la intención de ingresar a la carrera de Desarrollo Humano, pero como ella había cursado estudios normalistas en Argentina, pensó que la de Pedagogía le iría mejor. Por la cercanía de su nuevo lugar de residencia con el plantel escolar y porque no tenía ninguna otra actividad que realizar aparte de estudiar debido a que su situación económica era sumamente relajada , el primer semestre lo cursó en la modalidad matutina, de lunes a viernes, pero al finalizar éste, optó por cambiarse a la modalidad sabatina. Una de las razones fue que notó que en la modalidad sabatina había personas mayores de edad, a diferencia del matutino en donde predominaban personas alrededor de los veinte. Otra razón fue que deseaba realizar otras actividades y estudiando sólo los fines de semana tendría tiempo para hacerlo. Y la tercera razón fue que, según cuenta en conversación personal, cuando recién llegó, sus vecinos (y en especial el vice-rector) se portaban sumamente atentos con ella: tomaban té y charlaban por las tardes. Si el vice-rector iba a la Ciudad de México, le preguntaba a Isis si no necesitaba algo para que se lo trajera y algunas atenciones más, como invitarla para que asistiera a alguna de sus ceremonias y a participar en los ejercicios matutinos que realizan diariamente los integrantes del sistema religioso. Y también le prestó un libro: Enseñanzas de la Nueva Era, para que lo leyera y lo comentaran mientras tomaban té .

Ella asistió a un par de sus reuniones y también fue, por un tiempo, al Instituto de Desarrollo Humano que está en la calle de Medellín, en la colonia Roma, a practicar yoga. Pero para cuando le “echó un vistazo” al libro, parece que algo la espantó al grado de no asistir más ni al instituto, ni a las reuniones.

Esta separación provocó, también, que las relaciones de los vecinos se volvieran menos cercanas. Para ese entonces también sucedió que el asistente personal del entonces vice-rector, José (del que se trata en la siguiente historia), que en ese tiempo vivía en la misma cabaña de su jefe, se mudó debido a que el vice-rector llevó a vivir con él a una mujer . Esta mujer, una joven simpática y atenta que se encargaba de la mercadotecnia de la universidad, vio, según Isis, con no muy buenos ojos a su vecina. Entonces la situación se había tornado más bien desagradable e Isis decidió cambiarse de lugar de residencia. Encontró un departamento en la Unidad Santa Fe, en la delegación Álvaro Obregón de la Ciudad de México y allí se mudó.

Isis es una mujer que se considera a sí misma “católica de corazón” y de ninguna manera concibe la idea de que haya dejado de serlo por haber participado en las organizaciones en las que lo ha hecho.

Una de las características más interesantes en su caso es la del lenguaje y el uso de palabras que, cuando llegó a México, no manejaba, pese a que ya había participado en movimientos de corte novoerista. Pareciera una persona sumamente consciente de lo que sucedía en la universidad y el sistema religioso porque era capaz de identificar claramente a cada una de las personas que lo integran y de diferenciar a los que no forman parte de éste. Sin embargo, sucede que también es una persona que no se perdió ninguno de los ritos de paso que la universidad propone. No consume ningún producto cárnico, aunque ella se lo atribuye a que ha sido así desde su infancia porque las crisis económicas por las que atravesaba su familia, al emigrar a Argentina, no permitían que gastaran en esos lujos .

Los integrantes del sistema religioso retoman de Raynaud su planteamiento sobre los tipos de alimentos, a saber: sátvicos (iluminativos) que son frutas y verduras crudas porque así conservan aún la energía solar; rajásticos (de acción) que son las especias, los condimentos picantes, de sabor fuerte, penetrante; y los tonaásicos (oscuros) formados por las carnes, el alcohol y los productos sintéticos.

Un dato arrojado por la simple observación, trata acerca de los cuerpos de las mujeres que participan en el sistema religioso, que son generalmente robustos. El asunto es que, si su dieta consiste sólo en alimentos sátvicos y quizá algunos rajásticos, ¿porqué no son personas delgadas o de complexión media, sino robustas? Una posible respuesta radica en que la mayoría de ellos consume, también, productos “chatarra”. La dieta que llevan contiene una alta cantidad de carbohidratos y potasio debido a que consumen mucho pan y papas. La dispensa, según ellos, consiste en que al menos no son cárnicos. En la misma cafetería de la universidad, aunque no hay alimentos tonaásicos, sí hay un exceso de productos de las marcas Sabritas, Bimbo, Sonric’s, refrescos en lata y cualquier tipo de golosinas. Otra respuesta más es la que una ex integrante del mismo grupo planteó. Ella dice que “quizá se deba a algún tipo de desorden hormonal provocado por los anticonceptivos debido a que dentro del grupo se vive una vida sexual sumamente activa”.

En el caso de Isis, para el rito de paso de apropiación del lenguaje también tiene sus “justificaciones”, que consisten en que realmente ella siempre a usado esas palabras como el “ser”, la “espiritualidad” y la “trascendencia”, por las otras organizaciones en las que ha participado. Pareciera, en su caso, que se trata de una conciencia sobre lo que acontece detrás de la fachada de la universidad, pero simultáneamente manifiesta cierto grado de identificación con la filosofía y los valores de la New Age.

Su intención era terminar de estudiar la Licenciatura en Pedagogía y retirarse a los EE.UU. porque estaba cansada de todas estas cosas, refiriéndose a lo que notaba que sucedía en la universidad. El contacto que tuvo con la cultura de los lugares en donde vivió, desde que llegó a México para estudiar, fue prácticamente nulo. Es decir, sus opiniones acerca de la cultura de este país se basan en lo que vio y vivió en la universidad. De lunes a viernes la pasó completamente encerrada en su departamento y sólo salía para hacer sus compras al supermercado. En el último año tuvo que salir, también, para realizar su servicio social, que fue en una unidad del DIF (Desarrollo Integral de la Familia) de su localidad.

La pregunta que en esta historia salta a la vista es ¿por qué ella no se involucró más en el grupo, si algunas de las cosas que el mismo sistema les solicita a sus adeptos ella ya las tenía: separación de su familia y de su lugar de origen, hábitos alimentarios e incluso algunos de los valores y principios de la Nueva Era? Y más aún, ¿cómo puede ser tan aparentemente consciente de las personas y de las cosas que suceden detrás de la fachada y, simultáneamente, tan inconsciente de su propio cambio en cuanto al lenguaje y a los ritos de paso que llegó a practicar? ¿Cómo es que se considera “católica de corazón” y se identifica con la Nueva Era al mismo tiempo, pero no con este grupo específico?


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