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ESTUDIO ETNOHISTÓRICO SOBRE UNA UNIVERSIDAD NEW AGE, SUS PROCESOS DE EDUCACIÓN, SEDUCCIÓN, CONFUSIÓN E INICIACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL CONTEXTO

José Luis Montero Badillo



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CAPÍTULO IV. DESCRIPCIÓN DEL INDIVIDUO: 10 HISTORIAS DE VIDA

Las diez historias de vida que se presentan en este capítulo están basadas en testimonios orales. Son experiencias propias de los mismos protagonistas y en algunos casos de terceras personas: observadores e informantes. Lo anterior complementado en algunos casos con datos obtenidos de los archivos escolares o con experiencias personales.

Se hace uso de la Historia Oral como género historiográfico y de la entrevista como técnica para la recopilación de testimonios. También hubo la necesidad de recurrir a la observación y específicamente a aquella realizada en algunos eventos sociales determinados que se mencionan en cada caso.

En este capítulo se busca conocer al tipo de personas que asisten a la universidad, tanto los que llegan a solicitar algún servicio, como los que arribaron ya siendo parte del sistema religioso. Por tanto, las preguntas en torno a las cuales gira este capítulo las podríamos plantear de la siguiente manera: ¿quiénes son y de dónde provienen estas personas? ¿Qué hacían antes de ingresar a la universidad? ¿Cómo era su situación familiar, económica, académica y laboral antes y en qué cambió después de formar parte de la universidad o del sistema religioso? ¿En qué creían, en términos religiosos, antes y cómo se vio modificada esa creencia después de pasar por la universidad o por el sistema religioso?

En otras palabras, se trata de conocer con qué se identificaban las personas antes de tener contacto con este grupo novoerista y qué tanto cambiaron esos referentes identitarios -si es que cambiaron- durante el tiempo que duró ese contacto. Se trata, también, de ubicar estos referentes tanto en términos materiales como no materiales. Para el primer aspecto nos enfocamos en el cómo viven, en qué trabajan y con quién viven. Y para el segundo aspecto, el de lo no material, nos orientamos hacia el tipo de hábitos que tienen -o tenían- y con qué creencia religiosa se identifican -o se identificaban-.

Otro planteamiento más se refiere al tema de la conversión: los que se convierten a Nueva Era, pero específicamente a este sistema religioso, porque recordemos que el movimiento de la New Age no es de una sola pieza y por lo tanto no se puede generalizar.

Según Lewis Rambo, “la conversión ha de ser radical, afectando a las raíces del sentimiento humano” . Siendo así, ¿qué tanto es válido hablar de conversión en este grupo de la Nueva Era, si sus creencias espirituales son de todo un poco, como una ensalada de creencias? Esto sería sobre todo para aquellos que se involucran en el sistema religioso, pero si tomamos en cuenta las conclusiones del capítulo anterior acerca del proceso de aculturación por el que todos pasan al cursar cualquiera de las diferentes carreras y sus respectivos planes de estudio, ¿se puede hablar de conversión? ¿Dejan de creer en lo que antes creían para comenzar a creer en algo diferente? ¿O es que siguen creyendo en lo mismo y sólo agregan “algo más”? ¿Se siguen reconociendo en las creencias que antes poseían o su identidad adscriptiva se ve modificada?

Para abordar estas cuestiones, haremos uso de un modelo operativo que servirá para ubicarnos en los diferentes niveles de acercamiento entre el sistema religioso y los individuos.

El análisis será de la siguiente manera:

1) hay un contexto, es decir, una realidad independiente de la creencia del sujeto, una realidad geográfica, económica, política, social y cultural, misma en la que están inmersos los que participan en este “mercado de almas” que son los clientes (o clientes en potencia) y los mercaderes que ofrecen sus productos espirituales;

2) hay una institución, la universidad, que es la que propone, representada con círculos concéntricos en los cuales en el interior están las creencias del sistema religioso y sus miembros más involucrados en éste, es decir, algo que podríamos llamar un “núcleo duro”, y conforme se alejan del círculo central, las creencias se divagan hasta llegar al círculo exterior, lo material, que es la fachada: la universidad en la que no se habla abiertamente de religión, sino sólo de manera sutil;

3) hay individuos que responden a esa propuesta hecha por la universidad, mismos que también están representados por círculos concéntricos en los que el exterior es la persona que va a solicitar un servicio de tipo educativo como una licenciatura, una maestría o cualquier otro curso, y en la medida en que los círculos se acercan al interior, se llega a aquello que constituye la parte no material del individuo: hábitos, formas de vivir y creencias religiosas. (Fig. 17).

Con los estudios de casos específicos y con base en el modelo operativo, se trata de explicar cómo es que las personas que se involucran o que al menos realizan algunos ritos de paso novoeristas, lo hacen porque en algún aspecto se sienten o desean sentirse identificadas con este sistema articulado de creencias religiosas, filosóficas, psicológicas, morales e incluso pedagógicas. Y se quieren identificar porque el mismo sistema religioso ya hizo cierto trabajo de “seducción”, por llamarlo de alguna manera . Después de la labor de observación, como ya se mencionó anteriormente, en las diferentes dinámicas de grupos que se realizan sobre todo en la clase de Desarrollo Humano, los profesores y a la vez integrantes del sistema religioso despliegan sus estrategias para acercarse a los individuos y lo hacen con un alto grado de certidumbre sobre el conocimiento de sus puntos endebles. Por ejemplo, si una persona expresa cierta inconformidad con respecto a su relación familiar, entonces algún integrante del sistema religioso tendrá un motivo para acercarse a esa persona: ofrecerle un consejo, un hombro para consolarse y quizá alguna opción más, alguna práctica, alguna creencia o cualquier tipo de rito de paso que aproxime a esa persona al mismo sistema religioso, de tal forma que produzca cierto sentimiento de apoyo, de “empatía” y de “fraternidad”, para decirlo en sus propios términos, de parte de las personas que integran esta “gran familia”. Así, al principio hacen sentir a los posibles adeptos menos “indefensos”, menos “solos”.

Despliegan su discurso novoerista de identidad para fomentar pertenencia hasta llegar al punto de provocar el deseo de adscripción al sistema New Age, pero generalmente sin saber que lo es. Se falsea la realidad porque se oculta cuando no se dice claramente que este conjunto articulado de creencias forma parte de un sistema religioso newager, sino que se hace ver como una propuesta académica de parte de la universidad, elaborada por un cuerpo docente cuya prioridad es la educación y no por un grupo de personas cuyo objetivo es la aceptación de sus creencias espirituales y, por ende, la captación de adeptos.

Se realiza una forma de intercambio: el sistema ofrece seguridad, identidad y pertenencia a sus miembros a cambio de algo que puede ser diferente para cada persona, pero que básicamente consiste en tiempo y esfuerzo, aspectos que se pueden capitalizar en dinero y poder.

La relevancia de este capítulo radica en “aterrizar” las deducciones obtenidas en casos específicos y en situaciones concretas para evitar las simples generalizaciones.

En cuanto al estilo narrativo, las observaciones personales , salvo en el caso de la última historia, la de José , se encontrarán en notas a pie de página y la descripción general de cada caso en el texto común.

Una consideración última, antes de pasar a las historias de casos específicos, que me parece necesario expresarle al lector, tiene que ver con una apreciación un tanto personal. Debido a que algunas de las personas que quisieron compartir sus experiencias conmigo están estrechamente relacionados con la universidad o incluso con el sistema religioso, he optado por cambiar sus nombres reales, situación que en algunos casos fue a petición de los propios protagonistas. Sólo por precaución. Como consecuencia, cabe la posibilidad de que al lector le parezca poco verosímil debido a que no hay un sustento más que el del testimonio mismo presentado por alguien que prefiere permanecer en el anonimato. Finalmente ha sido una de las cargas que ha padecido la Historia Oral, pero es necesario correr el riesgo. De otra manera, lo antes explicado quedaría en lo general y quizá hasta en lo ambiguo. En algo como aquello a lo que solemos referirnos con un “a mí no me va a pasar” o “yo no caería en eso”. Las historias que a continuación se cuentan son testimonios de personas reales.


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