BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

NOTAS SOBRE TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

Carlos J. Bruzón Viltres




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6. El sistema político de la sociedad: elementos estructurales y funcionales. Relación entre sus componentes y papel de la sociedad civil. El Estado como poder político público. Democracia, representación, participación, mandato representativo y mandato imperativo.

En esta ocasión nos aproximamos a una temática de sumo interés en la comprensión del funcionamiento del aparato estatal y más aún, en la idea del papel y situación de la sociedad frente al proceso de toma de decisiones políticas; porque el Estado será analizado, en este caso, como unos de los elementos dentro de una categoría mucho más amplia, que responde al nombre precisamente de sistema político. Se analizarán, en sus generalidades, los aspectos más importantes que luego el estudiante podrá sistematizar en la bibliografía puesta a su disposición.

La definición del sistema político como categoría resulta de una interpretación y exposición contemporáneas. En varios de los autores citados -por no decir la mayoría- se atribuye su primera formulación conceptual a David EASTON, quien hacia 1953 publicara un libro intitulado The Political System, an Inquiry in to the State, donde analizaba bajo este prisma las relaciones derivadas del ejercicio del poder y la conducta política en general. Según varios investigadores, este politólogo norteamericano se inspiró en las teorías precedentes de PARSONS, relacionadas con el análisis sistémico y estructural de la vida social pero, a diferencia de este, introdujo el análisis desde la perspectiva de la crisis e inestabilidad de estos sistemas, más allá de su posible construcción sobre categorías inmutables.

La expresión crítica de este estudio fue lo más notable en la teoría de EASTON, lo que posibilitó aparecieran seguidores de este enfoque sistémico a la altura de ALMOND, KAPLAN o DEUTSCH. Los esfuerzos de EASTON se concentraron en la descripción y construcción de un nuevo modelo, donde, por un lado, se busca que las categorías que lo conforman aparezcan suficientemente definidas y, por otro, que trate de explotarse un análisis de la teoría política en su vinculación más orgánica con la práctica política. Supera, en este sentido, como apunta GOLDMAN, el análisis puramente empirista de los fenómenos políticos, establecido como doctrina hasta entonces.

Pero este precursor parte de la experiencia social propia de un país que transita hacia las formas más radicales del capitalismo monopolista, lo que indica que esta tesis aunque marca un paso indiscutible de avance en la interpretación de las relaciones sociopolíticas desarrolladas como un sistema, adolece de no determinar el condicionamiento social real del sistema político y sus tendencias, como tampoco establece claramente la relación de este con otros subsistemas en la sociedad, a decir, el cultural, jurídico, etc. Tampoco reconoce el papel del sistema económico en el marco de estas relaciones .

En resumen, varios han sido los postulados teóricos desprendidos de esta noción precursora de EASTON, los cuales deberán ser revisados detenidamente, objetándolos críticamente dentro de las posibilidades, a partir del uso de las herramientas científicas que nos brinda la teoría marxista-leninista.

Por nuestra parte, de acuerdo con las premisas científicas planteadas por la filosofía marxista y en concordancia con un análisis objetivo del complejo entramado de relaciones que se producen en la sociedad, especialmente entre sus elementos y los centros de decisión de la vida política estatal, se han planteado algunas definiciones, entre las que caben destacar las siguientes:

1. Por sistema político se entiende al “conjunto estructurado de elementos regularmente interrelacionados entre sí, que se ordenan siguiendo una determinada ley o principio, y que actúan como una entidad propia cuyas características devienen la síntesis de la interrelación de sus elementos constitutivos, modificable al sustraer del sistema a algunos de ellos”.

2. “Entendemos por sistema político de una sociedad clasista determinada al conjunto de órganos, aparatos, mecanismos, organizaciones, normas de proceder y reglas, que tienen en el aparato estatal su eslabón principal y a través de todas las cuales se adoptan las decisiones políticas”.

A partir de estos enunciados pueden distinguirse algunos rasgos esenciales del sistema político. De manera general puede establecerse que cuando hablamos de sistema político se abarca todo el conjunto de instituciones estatales y no estatales mediante las cuales se apoyan las clases dominantes para ejercer el poder. No obstante, esta idea puede ser superada bajo la premisa de que, en su funcionamiento, dado el carácter sistémico del mismo, participan otros segmentos o clases en la sociedad, que no intervienen directamente en la toma de decisiones políticas, pero contribuyen a la formación de las estructuras de poder. Una de las manifestaciones de este particular lo constituyen los procesos electorales, que en la configuración de la democracia burguesa, como hemos visto, constituyen un elemento esencial en la caracterización de una sociedad como democrática. Por ello resulta válido ir adelantando algunas cuestiones que luego se relacionarán en este tema, pero necesitan de un enfoque integrador .

¿Qué nos interesa realmente determinar, y luego profundizar, del sistema político de la sociedad?

Fundamentalmente, su estructura y la forma en que los elementos que lo componen interactúan. Haremos mención al primero de estos objetivos. A manera de resumen y como parte de un consenso bastante generalizado en la doctrina, aunque lo exponemos desde nuestro prisma marxista, pueden citarse los siguientes elementos estructurales del sistema político:

1. El Estado: Principal elemento del sistema político. De forma general, se han analizado sus rasgos y elementos fundamentales, que redundan en su comprensión como el ente donde se concentra el poder político público, y que determina la vida política de una sociedad. Al representar intereses clasistas, no caben dudas que se refuerza su papel en la determinación de la esencia de un sistema político. La idea de la concentración en este aparato de los mecanismos de dominación clasista, y el carácter público con que las normas de Derecho que produce son aplicadas hacia la sociedad, moldean la forma en que se extiende este poder, por lo que configuran al Estado como el único elemento capaz de imponer sus decisiones con este carácter de universalidad. Es la expresión más elocuente de la política, no solo aplicada bajo la perspectiva del consenso social, sino imperativamente, si fuere necesario. El resto de los rasgos y elementos que refuerzan estas tesis deben ser sistematizados e identificar su importancia en el desarrollo mismo del sistema político. No debe obviarse igualmente el papel y funciones del Estado en la sociedad y lo que ello implica para la movilización no solo de las elites de poder, sino de las masas en sentido general. Tampoco pueden descuidarse las tipologías históricas estatales, aunque admitimos la razón contemporánea del estudio del sistema político.

2. Los partidos políticos: Tendrá oportunidad de profundizarse sobre el desarrollo histórico, la misión de las estructuras partidistas y sus diferentes tipologías. De manera general, hablamos de un elemento esencial en el desarrollo del sistema político, como ente articulador de tendencias políticas, en razón de la variabilidad de intereses sociales, muy diversos en contenido y forma; como expresión también de la lucha por la obtención del poder político y, en la tradición política burguesa, como la más importante manifestación de una sociedad democrática, por la posibilidad de aglutinar proyectos o programas políticos representativos, como se ha dicho, de los más variados intereses en la sociedad. Es lo que la teoría más extendida reconoce como Estado de partidos, donde convergen algunos principios elementales en el funcionamiento de la sociedad burguesa, a decir, el pluripartidismo y el pluralismo político, a la sazón pilares sobre los que se sostiene la democracia representativa. Por ahora definamos esta categoría como aquella asociación de personas jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del poder político, que se estructura en torno a un programa e ideologías comunes y que generalmente se financia con las contribuciones de sus propios miembros. De esta idea generalizadora de la maquinaria partidista debemos excluir el planteamiento marxista-leninista acerca del partido del proletariado, partido de nuevo tipo, y su papel en la conformación del sistema político en las condiciones del socialismo.

3. Grupos de presión: Esta figura adquiere notable importancia sobre todo en las democracias occidentales. Los ha definido MATHIOT como “los innumerables movimientos, asociaciones, sindicatos o sociedades que, por defender los intereses comunes de sus miembros, se esfuerzan, por todos los medios a su alcance, directos e indirectos, en influir en la acción gubernamental, en su iniciativa y en la opinión pública” . Adquiere precisamente esta relevancia por la multiplicidad de intereses que representan y por la dinámica que le imprimen al sistema político, ensanchado en su teorización tradicional. No debe por ello crear confusiones esta figura, por cuanto se trata, en la mayoría de los casos, de segmentos sociales representados por hombres con cierto poder e influencia, ya sea económica, financiera, política o profesional, que se agrupan de manera generalmente informal -aunque debe precisarse que los grupos de presión se han institucionalizado en mucho sistemas políticos, como el norteamericano-, y que realizan la labor de lobby, o cabildeo, es decir, presión sobre determinadas instancias del aparato estatal, para hacer valer y defender intereses privados. Existe una disputa teórica extendida sobre la multiplicidad de formas que han adquirido estos grupos, incluyéndose los sindicatos y hasta la Iglesia -recuérdese el triste papel asumido por algunas autoridades católicas antes, durante y después del golpe de Estado protagonizado en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, y la movilización de la opinión pública en torno a la prédica golpista de estos sacerdotes-, así como la prevalencia de los llamados grupos de interés en la sociedad, que han determinado posturas poco ortodoxas que teorizan sobre la posible inexistencia de tales grupos de presión, y en su lugar sí de múltiples grupos de intereses (RUBIO NÚÑEZ). Lo más importante es destacar que este elemento del sistema político sigue una especie de algoritmo que lo acerca a las estructuras de poder en la sociedad pero que, a diferencia de los partidos políticos, no pretenden ni aspiran a la toma efectiva de este poder. En la práctica se observa como generalmente financian campañas electorales y luego ejercen presión para que cualquier medida tomada por algún órgano estatal no le afecte en el plano particular. No obstante, como apunta GARCÍA PELAYO, puede observarse en esta relación con los partidos políticos una “relación compensatoria”, de modo que “mientras más fuertes y representativos de los intereses de los distintos grupos sean los primeros [los partidos], menor entidad tendrán los segundos”. Ejemplos de estos grupos nos resultan bien cercanos, como la Fundación Nacional Cubano-Americana, o la National Rifle Association, en Estados Unidos. En Europa existe un fuerte movimiento sindical que actúa como verdadero grupo de presión.

4. Organizaciones No Gubernamentales: Las conocidas ONG’s, pos sus siglas. En este caso, de reciente proliferación internacional, solo abordaremos algunos elementos generales de su diseño y actuación en el escenario político. Se trata de asociaciones que, generalmente, propugnan la defensa de determinados intereses de carácter colectivo, ya sean derechos humanos, en sus diferentes generaciones de desarrollo, la protección del medio ambiente, la lucha contra la discriminación sexual, etc. Menciono que generalmente porque debe observarse con ojo crítico el papel de estas ONG’s, no siempre acorde con el que la teoría le reconoce. Han sido múltiples los casos en que detrás de esta fachada se esconden otras motivaciones, incluso privadas, que nada tienen que ver con obras caritativas o con la acción social general sobre ciertos problemas que afectan al mundo. Su membresía es variable, como su estructura y forma de financiamiento. Una nota característica es su relativa independencia de las estructuras gubernamentales, lo que permite desde su prisma una labor de movilización social intensa, en muchas ocasiones, destinada a cuestionar determinadas actitudes de los sectores políticamente dominantes. Al igual que los grupos de presión, no aspiran a la toma del poder político, pero, sensu contrario, no ejercen una labor de presión en razón a la conveniencia de intereses privados -por regla general-, ni sus opiniones resultan tan vinculantes o comprometedoras como podrían resultar las derivadas de una operación de cabildeo político. En nuestro caso esta figura se conjuga con la existencia de otras organizaciones sociales y de masas, motivo de un análisis posterior.

De forma abarcadora, estos son los elementos estructurales por excelencia del sistema político. Sin embargo, soy partidario de incorporar aquellos elementos que dan vida a este sistema, bajo la denominación de elementos funcionales. Establezco en este caso una especie de símil respecto al cuerpo humano, de tal forma que mientras los primeros representan la armazón, el andamiaje óseo de nuestro cuerpo, estos segundos imprimen vitalidad y funcionalidad al organismo. Y el símil no va muy lejano a la realidad: en ambos supuestos estamos frente a sistemas, que por regla deben actuar como un todo. Estos elementos funcionales serían, ahorrando cualquier tipo de explicación, que puede ser satisfecha en la búsqueda individual:

1. El Derecho, y

2. Las ideologías

Un simple examen del significado de cada una de estas categorías es suficiente para dar respuesta a su importancia en el sistema político. Baste solo señalar que el Estado, sin el Derecho como elemento legitimador, como mecanismo de imposición de sus decisiones en la colectividad, carecería en buena medida de sentido, lo mismo que un partido que no promueva y aglutine en su seno a un grupo ideológicamente identificado, carecería de toda posible homogeneidad. Sabemos también la función ideológica del Estado y su estrecho vínculo con las normas que de él emanan.

Las relaciones entre estos elementos son perceptibles. El propio enfoque sistémico obliga a admitir que entre ellos existe una interconexión constante, que provee de dinámica al sistema político. Que unos elementos posean más fuerza o relevancia que otros en determinado contexto es posible. Solo debe asumirse que, sin lugar a dudas, resulta el Estado, detentador de ese poder político público, el más importante de estos elementos estructurales.

Por lo demás, solo quisiera insistir en el papel de la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones y la vida política misma. No nos detendremos en caracterizar esta categoría, que por mucho tiempo, como observa la profesora Martha PRIETO VALDÉS, se vio diluida entre análisis estructuralistas y economicistas en nuestro país, excluida, si se quiere, de nuestra teoría por ver en ella una “reminiscencia de la vieja doctrina” . Lo importante resulta admitir la dimensión de la participación de toda la sociedad en la gestión de gobierno, en la adopción de decisiones con trascendencia política para el desarrollo nacional, en todos los espacios posibles.

Instrumentando otro de los conceptos que aquí reiteramos, el de democracia, no debemos olvidar lo que el profesor Elías DÍAZ habla precisamente de un doble sentido democrático, por un lado, la posibilidad de participar directamente en la gestión de gobierno, y por otro, de disfrutar de esta, de manera que quedara configurada una especia de redistribución de los esfuerzos sociales. ¿Quién mejor que la propia sociedad civil para actuar en el marco de las decisiones más trascendentales para el desarrollo de la sociedad misma? El sistema político no resulta entonces una categoría antagónica a la de sociedad civil, como muchos dentro y fuera quisieron justificar. Son categorías complementarias, y me atrevería a asumir, que en las condiciones actuales, en cualquier tipo de sociedad, la sociedad civil se instaura como un nuevo elemento estructural del sistema político, es más, como un doble-elemento, porque funcionalmente se convierte en destinataria de parte de las normas de Derecho producidas y aplicadas por el Estado y es el cuerpo mismo, el teatro mismo, donde confluyen, se defienden y se contraponen posiciones ideológicas determinadas. Y por supuesto, no resulta necesario abundar acerca de la sobreentendida importancia del conglomerado social en la movilización en torno a programas políticos y de partido, ni respecto a la formación y relevancia de la opinión pública en el tracto de las relaciones sociopolíticas.

La sociedad cubana actual es ejemplo de cohesión, unidad y fortalecimiento del sistema político.

Sobre el resto de los elementos contemplados en los contenidos a desarrollar insisto en la lectura del epígrafe intitulado “La falsedad de la democracia representativa burguesa. Vacuidad y falsificación”, en las pp. 21-37 del libro de texto básico. Existen también varias referencias en los materiales indicados en soporte electrónico, e invito, en un paso tentador sobre algunas materias de la disciplina de Derecho Civil a examinar el significado y contenido de algunas figuras como la representación y el mandato y las implicaciones que podrían tener para la concepción misma del sistema político. De la lectura del tópico señalado, debemos enfatizar en la importancia de los términos que se emplean. Aunque no se puede restar mérito al impulso democrático experimentado en muchas de las sociedades burguesas, debe apreciarse críticamente algunos de los elementos que conducen a afirmar la falsificación de parte de sus fundamentos. No olvidemos que nuestro máximo órgano de poder, investido con potestades legislativas y constituyentes es expresión también de la representación de la sociedad. En esto posee un valor trascendental en enfoque socioclasista con que se analice determinado sistema político, y la ponderación de intereses sociales en uno y otro caso, distinguiendo nuestra democracia socialista de la tradicional democracia de partidos burguesa.

Sobre estas últimas temáticas también se pueden adelantar algunos pasos sobre la teoría de la representación política sistematizada en la configuración de los sistemas electorales.

A modo de conclusión, debe insistirse en los siguientes aspectos:

1. La concepción de sistema político de la sociedad y la determinación de sus elementos estructurales y funcionales.

2. La relación entre los elementos conformadores del sistema político y los rasgos distintivos entre unos y otros, vgr., Estado-partidos políticos; partidos políticos-grupos de presión; grupos de presión-ONG’s.

3. La importancia de la sociedad civil en la estructuración y funcionamiento del sistema político, y el carácter de doble-elemento que se ha introducido en esta clase.

4. El valor de las categorías representación, mandato y participación en una sociedad democrática y sus disyuntivas desde la óptica tradicional burguesa y desde nuestra visión como sociedad socialista.


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