BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FUNDAMENTOS DEL SERVICIO COMUNITARIO PRIVADO

Nelson de Vida Martincorena




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Apéndice (*)

Caridad, beneficencia y servicio comunitario

Si bien hemos marcado en los capítulos respectivos características y diferencias entre los conceptos del título, incluimos las siguientes reflexiones que pretenden resumir el esclarecimiento realizado.

Corresponde formular inicialmente una clara distinción de naturaleza.

La caridad y la filantropía son sentimientos personales, que viven en el fuero íntimo de cada ser, con diferente intensidad, rigiendo su forma de comportarse frente a la divinidad y a los semejantes.

A su existencia y manifestación, se le asignan trascendentes valores religiosos y morales. (**)

La beneficencia es una acción personal o colectiva, única o habitual, que se define prioritariamente por sus efectos: hacer el bien, por el bien en sí, sin que haya otros requisitos determinantes.

El sujeto benefactor se mueve a su arbitrio, quedando la acción sujeta a las contingencias de su voluntad y de sus posibilidades.

El servicio comunitario es una actividad permanente, de naturaleza esencialmente social, tanto en su génesis como en los resultados colectivos de beneficio que se buscan, por más que tenga a los individuos como agentes o receptores. Dado su carácter, se manifiesta en instituciones organizadas específicamente para su sistemático desenvolvimiento. La función social de las mismas, ya sea su intervención autónoma o en concierto con organismos públicos y privados, puede juzgarse imprescindible para la integración social.

Si bien la diferente naturaleza de las nociones aparece clara, no puede considerarse que sean principios opuestos o incompatibles; es más, son señalables rasgos evolutivos en su aparición y desarrollo, así como la posibilidad de coexistencia y complementación.

(*) En el Apéndice se ha incluido el tercer capítulo del texto de la edición anterior, se ha eliminado el «Rol de las Asociaciones» y se ha variado el orden de los temas expuestos. Fuera de lo indicado, no existe otra modificación, manteniéndose la versión original.

(**) Ya se ha señalado que la forma de expresión de esos sentimientos muestra diversidades a lo largo de las épocas, que se concretan en actitudes de diferente contenido y organización.

Si en el plano teórico esto es así, en la vida cotidiana es fácil detectar toda una gama de coincidencias y relaciones, que se aprecian en las actuaciones concretas, tanto personales como colectivas.

Por caridad o por filantropía, una persona funda una entidad de beneficencia, que en su desarrollo y evolución aplica el servicio comunitario.

Movidas por el sentimiento caritativo, las personas se organizan en entidades que promueven esa vivencia y practican el bien, «sin mirar a quién», como se dice habitualmente.

Por mera conveniencia de imagen, alguien crea una entidad benéfica y en ella participan voluntarios, llevados por su sentido humanitario o religioso, quienes contratan profesionales del servicio social, procurando aumentar la eficiencia de la gestión.

En el seno de un ente de beneficencia, sus integrantes observan que la mera transferencia de bienes no es una solución definitiva; se toma conciencia de la necesidad de organizar servicios asistenciales con aportes profesionales, en tanto se reconoce el origen social de muchos problemas, cambiándose de táctica para abordarlos.

Una entidad de servicio que tiene por norte el bienestar social, no la mera satisfacción de carencias que se imponen dramáticamente, se nutre del esfuerzo de los voluntarios y realiza obras de asistencia momentánea, mientras planifica y desenvuelve trabajos de mayor repercusión.

Como vemos, es posible encontrar uno y mil ejemplos que demuestran lo frecuente de tales interrelaciones. Si bien es indudable la existencia de zonas propias de cada concepto, se detectan áreas de confluencia entre ellos, ya sea en la orientación de la acción, en las formas de actuación o en los resultados esperados.

Esa situación puede representarse con la imagen de tres círculos secantes, cuyas superficies de contacto varían según las circunstancias, reconociendo que este esquema gráfico pretende dar una modesta idea de fenómenos de intrínseca complejidad.

Esa conmixtión de actividades puede darse en una persona o en una institución, quienes pueden cumplir simultánea o alternativamente gestiones de una u otra naturaleza, pudiéndose o no, registrar un proceso evolutivo. (*)

No obstante, por compleja que sea la trama de una realidad social determinada, las acciones que consideramos, mantienen claras diferencias, que intentaremos sistematizar utilizando los mismos instrumentos de análisis que hemos aplicado anteriormente. (**)

(*) A mero título de ejemplo, puede citarse a La Sociedad de Socorro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días, que actúa bajo el lema: «La caridad nunca deja de ser». Fue establecida para ayudar a los enfermos, brindar servicio a los pobres y personas necesitadas, realizando en la actualidad diferentes tipos de servicio a la comunidad.

(**) Por las razones que expusimos, nos abstendremos de seguir un criterio «formal», esto es el carácter que la propia institución se atribuye, calificándose por ejemplo de «beneficencia», debiendo apreciarse qué orientación sigue, según el ámbito y formas operativas de las tareas que desarrolla.

Con referencia a los sujetos, en los agentes personales, la caridad destaca su carácter de sentimiento autosuficiente sea su inspiración religiosa o laica; ella sirve a su vez de motivación -no exclusivaa la situación benéfica.

Los agentes institucionales tienen exclusivo protagonismo en el servicio, pudiendo o no, estar presentes en la beneficencia y en la caridad.

En cuanto a la orientación, que es propia de las entidades colectivas y que implica la selección de fines y objetivos, en el caso de la caridad, en atención a su particular esencia, sólo podrá referirse a su promoción; en la beneficencia se buscará la realización del bien y en el servicio, objetivos de interés social y comunitario.

Debe observarse que el aspecto interno de la adhesión de las personas a las entidades, puede obedecer a múltiples razones, que no excluyen las disposiciones caritativas y benéficas, pero que pueden involucrar otras.

En los sujetos receptores, se destaca en el servicio la comunidad como destinataria y la ausencia de roles pasivos, que son comunes en los otros dos casos.

En lo que respecta al contenido, es dable observar cómo la actividad va adquiriendo complejidad, ampliándose en el servicio, el espectro de acciones involucradas.

La caridad y la beneficencia se manifiestan preferentemente sensibles a las carencias inmediatas, a los auxilios de emergencia; ello sin perjuicio de recordar los enfoques de interés público de la moderna filantropía.

El servicio, al influjo del concepto del bienestar social, enfoca actuaciones a largo plazo, orientadas a la investigación, erradicación de causas, prevención y promoción social. Ello no descarta intervenciones de asistencia, tratando que ésta sea lo más tecnificada posible.

En los rubros organizativos, los agentes individuales no los requieren necesariamente. Las instituciones de servicio, muestran un carácter abierto que propicia la interacción con la comunidad.

Las pautas operativas, que pueden estar o no presentes en las otras actividades, constituyen en el servicio, un sistema que cubre las diferentes etapas de preparación, ejecución y evaluación de la acción.

Por último, la función social se revela como contingente en la caridad y beneficencia, cuyas actividades pueden ser ocasionales, alcanzando repercusiones personales o colectivas, siempre al influjo de actuaciones no necesariamente sistemáticas.

Pueden en tales casos existir efectos sociales reflejos, de promoción de la solidaridad y el altruismo, pero también se han señalado repercusiones nocivas para quienes reciben dádivas y auxilios, en forma habitual.

El servicio, en el marco de todas sus connotaciones sociales, favorece claramente la integración comunitaria, propicia la coparticipación ciudadana y enriquece el patrimonio común, con aportaciones novedosas y trascendentes.

Son detectables, como efectos secundarios inherentes, positivas repercusiones personales tanto en los agentes como en receptores (preferentemente cuando participan en la acción), así como un saludable mejoramiento del sentir colectivo, al influjo de la gestión y culminación de empresas comunes.

Como último comentario señalaremos que una apreciación general, hace evidente cómo en cada instrumento de análisis, es posible detectar una progresiva complejidad al pasar de la caridad a la beneficencia y de ésta al servicio.

La actividad comunitaria aparece entonces enriquecida en todos los rubros analizados, tomando en algunos casos elementos de las anteriores, pero presentando rasgos propios, lo que produce sustanciales cambios cualitativos en las intervenciones y en los objetivos propuestos.

La comparación realizada no aspira a formular ningún juicio de valor que califique las respectivas acciones, pero a nuestro entender, muestra cómo el servicio comunitario, de aparición y desarrollo más reciente, ha sido capaz de extraer de los conceptos anteriores sus rasgos más positivos, integrándolos en una nueva forma de actuación social, propicia para el logro de las metas más ambiciosas.


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