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INTEGRACIÓN. TEORÍA Y PROCESOS. BOLIVIA Y LA INTEGRACIÓN

Alberto Solares Gaite




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5.5. Régimen Institucional

La estructura institucional que se conforma por el Tratado es simple, inicialmente contaba con los siguientes niveles:

- La Conferencia, constituida por los representantes plenipotenciarios de los países. Es el órgano superior de decisión y conducción del proceso

- Consejo Ministerial, constituido por los ministros sectoriales de acuerdo al tema a ser tratado.

- La Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), como órgano técnico administrativo que gestiona el desarrollo del proceso integrador.

5.6. Resultados

El MCCA tuvo éxitos notables en materia de liberación comercial y promoción del intercambio. En 1955 el comercio intraregional llegaba apenas a los 3 millones de dólares, en 1962 llegó a los 50 millones y para 1968 alcanzó los 200 millones. Por estos excelentes logros en el campo comercial se consideró a la integración centroamericana como un modelo de rapidéz y eficacia en el proceso de formación del mercado ampliado.

Gracias al incremento del comercio regional, Centromérica gozó hasta la década de los años 70 de un crecimiento económico relativamente importante, marcado por la sustitución de importaciones y por el creciente intercambio interregional, ambiente favorable para el establecimiento de una serie de industrias livianas amparadas por leyes de fomento y zonas francas. Se llegó a considerar su posible adhesión a la ALALC como un solo PMDER.

Sin embargo, pese al crecimiento económico logrado en este tiempo y que muchos lo asimilaron al incremento del comercio regional y al proceso de integración, la región se halló enfrentada a otros factores internos y externos que, en conjunto, estaban llamados a servir como obstáculos al proceso continuado de integración.

Uno de estos factores, por ejemplo, lo constituyó la migración y establecimiento de una numerosa población salvadoreña en el territorio contiguo de Honduras, situación que en forma paulatina fue provocando conflictos, violaciones a los derechos humanos y dio pie a una situación tensa que culminó, en julio de 1969, en un enfrentamiento armado entre los dos países, una serie de escaramuzas y batallas que desembocaron en la ocupación por parte de El Salvador de una parte del territorio de Honduras, en lo que se ha dado en llamar “la guerra del futbol” o de “las cién horas”. Aunque el episodio bélico fue rapidamente superado, gracias a la intervención de la comunidad internacional, las relaciones y el intercambio entre ambos países quedaron interrupidos, afectando además la continuidad de los organismos integracionistas, algunos de los cuales desaparecieron o replegaron. Es decir que el mayor impacto de este lamentable hecho se tradujo, en realidad, en el virtual estancamiento de todo el proceso de integración.

Fue recién en 1980, cuando honduras y El Salvador firmaron la paz y se dio lugar a un nuevo acercamiento regional, solo que enmarcado en un contexto político de tirantéz y violencia que condujeron a las guerras internas en El Salvador, Nicaragua y Guatemala, con un gran fondo de contradicciones ideológicas, procesos que convulsionaron la región y ocasionaron grandes cantidades de muertos, desaparecidos y desplazados.

En este marco de violencia y enfrentamientos, que abarcó gran parte de la década de los años 80, fue dificil sino imposible la continuidad del proceso de integración al cual, sin extinguirlo formalmente, se lo estancó, quedó en suspenso y con una aplicación residual.

Un proceso que fuera saludado por sus logros y eficiencia, con notables r4ealizaciones en el intercambio recíproco, fue drásticamente interrumpido por la violencia y las contradicciones ideológicas y políticas, demostrando una véz más la vulnerabilidad de la integración frente a contradicciones de esta naturaleza y a la ausencia de una base común de objetivos e intereses conjuntos. Sin embargo, la motivación integracionista siempre estuvo latente en diversos sectores de la región, manifestada en varios intentos de de reestructuración (Protocolo de San José, Comité de Alto Nivel, 1972).

No obstante, tuvo que pasar una década más para que, ya en los años 90, se reivindicara la necesidad de paz y unidad y se pudiera concretar el relanzamiento del proceso integrador centroaméricano.


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