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INTEGRACIÓN. TEORÍA Y PROCESOS. BOLIVIA Y LA INTEGRACIÓN

Alberto Solares Gaite




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CAPÍTULO X. INTEGRACIÓN LATINOAMÉRICA

PRIMERA ETAPA (AÑOS 60 )

Antecedentes.- Contexto inmediato.- Primeros procesos.- Asociación Latinoamericana de Libre Comercio.- Mercado Común Centroamericano.- Tratado de la Cuenca del Plata.-

1. ANTECEDENTES

Fue, sin duda, el Libertador Simón Bolívar quien avisoró con mayor profundidad e insistencia la necesidad de la unidad latinoamericana, mediante la formación de lo que él denominaba una gran Nación de Repúblicas, así como los riesgos de no concretar este propósito. Como lo señala Andrés Townsend Ezcurra, citado por Juan Mario Vacchino (23), “ninguna idea más longeva en el vasto arsenal doctrinario del Libertador que la idea de la unidad americana…. La idea de una Latinoamérica unida, aún teniendo en cuenta el ilustre precedente mirandino, es de privativo cuño bolivariano y de vigente y notoria actualidad. Lo es también el encuadre de esta Latinoamérica unida en el escenario mundial. Con visión anticipada de nuestra época, en la cual los grandes espacios políticamente asociados son aquellos que predominan en el mundo, Bolívar instó, predicó y presiono en mil formas, a lo largo de su espectacular y heroica carrera, porque de nuestra independencia no pasáramos a la insignificancia o retrocediéramos a lo que el mismo llamó un nuevo coloniaje”.

Su optimismo vital y excelso respecto del impacto que produciría la asociación de los estados latinoamericanos, se trasunta transparente en un mensaje a Bernardo O’Higgins, Director Supremo de Chile, cuando manifiesta “Quién resistirá a la América reunida de corazón, sumisa a una ley y guiada por la antorcha de la libertad? ”.

Sin embargo, como dice Vacchino, las ideas y proyectos del Libertador, que tuvieron en el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 uno de sus momentos culminantes y más esperanzadores, no se pudieron realizar por más de un siglo y medio. En la región primaron, durante decenios, los antagonismos derivados de la época post independentista y todos los intentos de unidad fracasaron. Es recién a finales de la década de los años 50 cuando la idea de la unidad latinoamericana readquiere vigencia a través de los proyectos de integración económica que empiezan a ser concebidos en diferentes ámbitos. Sólo las penurias económicas de los países latinoamericanos, las limitaciones del estilo de crecimiento adoptado y una desfavorable inserción en el sistema internacional, los indujeron a pensar en la idea de la integración económica, de ahí que los procesos regionales se concibieran bajo un sesgo economicista y, tal vez, con un carácter exclusivamente comercialista.

2. CONTEXTO INMEDIATO

Los países de América Latino no estuvieron exentos de las influencias de los grandes eventos económicos y políticos que se sucedieron en la primera mitad del siglo XX. Al contrario, por las características de sus economías y sus sistemas productivos primario-exportadores, siempre estuvieron supeditados a los cambios, alteraciones o circunstancias que se generaban en el mercado internacional, especialmente de las materias primas. Por ejemplo, los efectos de la Gran Depresión les determinaron graves problemas económicos por la contracción de la demanda de productos básicos y la considerable baja de los precios internacionales para los mismos, como posteriormente se originó el efecto contrapuesto por los efectos de la Segunda Guerra Mundial, que motivaron el aumento de la demanda y compras significativas de materias primas, particularmente de aquellas que, como los minerales, tenían carácter estratégico.

A pesar que los precios pagados a los países productores por las potencias aliadas en la guerra fueron muy inferiores a su valor real, por cuanto se consideró que este debía ser el aporte de los países productores de materias primas al esfuerzo bélico. No obstante, en el caso especial de la región, los países productores pudieron acumular un importante volumen de reservas monetarias que sirvió, una vez concluido el conflicto bélico, como un soporte a las economías regionales, ante la caída vertiginosa de la demanda y los precios de las materias primas, a lo que contribuyeron, paradójicamente, los stocks de recursos básicos y minerales acumulados durante la guerra por las potencias triunfantes, estableciéndose en torno a estas reservas los convenios y mecanismos de regulación del mercado internacional y de los precios de varios productos básicos.

Para la utilización de sus reservas nacionales, se presentaban a los países de la región dos vías alternativas, la primera utilizarlas hasta su agotamiento en la importación de bienes de consumo, o la segunda plantearse la posibilidad de la producción local de esos bienes. Esta segunda alternativa, fue la que dio pie a las políticas de industrialización o de “crecimiento hacia adentro”, basadas en la propuesta de la CEPAL de la industrialización a través de la sustitución de las importaciones. Si los modelos económicos de los países de la región estuvieron centrados en el modelo exportador primario o sea del crecimiento “hacia afuera”, era el momento de pensar en un desarrollo auto sostenido por la producción nacional de los bienes e insumos que se importaban.

En 1949 la CEPAL, en su famoso “Manifiesto”, destacó el tamaño reducido de los mercados nacionales como principal obstáculo para el crecimiento industrial y preconizó la combinación de esfuerzos con vistas a lograr la ampliación de mercados. No se hablaba aún de integración, pero es evidente que hubieron antecedentes de estudios realizados para una Unión Aduanera y de Pagos. Sin embargo, toda la primera mitad de los años de los 50, se reforzaron las tendencias autárquicas, cada país aspiraba a contar con industrias propias, lo que llevó a situaciones de fuerte proteccionismo, como sustento de los procesos de sustitución de importaciones.

No obstante, son conocidas las distorsiones que este modelo originó en poco tiempo, como la imposibilidad de lograr un desarrollo industrial basado en la transformación de los propios recursos naturales, determinando en las estructuras que se fueron generaron una fuerte dependencia de los factores importados. Se dejó, en algunos rubros industriales, de importar productos terminados, pero se mantuvo intacta la dependencia de los factores externos como el capital, los insumos industriales y la tecnología, lo que determinó a nuestros países, en mayor o menor grado, en mayor o menor tiempo, un proceso de industrialización liviana altamente dependiente y desarticulada de los factores nacionales de producción. Al ser dependientes de factores externos, la región se lanzó a una carrera de incentivos para atraer capital extranjero, en el mejor de los casos inversión extranjera directa asociada a tecnología, cuya transferencia resultó siendo cara e ineficáz.

De esta manera, los procesos industriales de los países latinoamericanos basados en las políticas sustitutivas de importaciones se fueron agotando, limitándose a desarrollar industrias livianas, con algunas excepciones en los países grandes de la región, pero en general con un alto costo de dependencia tecnológica y financiera, siendo esta última la causa durecta de los graves procesos de endeudamiento externo de la región.

En un marco de autarquías nacionales, tampoco se logró incentivar el intercambio intralatinoamericano, manteniéndose las exportaciones en los sectores primarios y la sustitución de importaciones con alta protección arancelaria.

En 1958, la CEPAL crea el “Grupo de Trabajo del Mercado Regional Latinoamericano”, que realiza estudios base para la integración continental.

Estos estudios no se aprovechan para el proyecto continental, pero son decisivos, así como la participación directa de la CEPAL, en la formación de uno de los primeros proyectos de integración en América Latina, el centroamericano..

Por otra parte, las políticas de proteccionismo especialmente hacia los productos básicos exportados desde América Latina por parte de los países europeos, ya agrupados en la Comunidad Económica Europea, es otro factor inductor muy importante de los primeros procesos de nuestra región, los que quisieron replicar la exitosa experiencia europea a través de un propio mercado regional no discriminatorio.

Por último, también coincidió la necesidad de renovar viejos tratados comerciales o acuerdos preferenciales suscritos entre varios países de la región, determinando a su véz la necesidad de buscar formulas compatibles con las disciplinas que empezaban a regular el comercio multilateral en el ámbito del GATT, particularmente en lo relativo a la posibilidad permitida por el Artículo XXIV del Acuerdo General. Esta situación, si bien no directamente por cuanto los países adheridos formalmente al GATT eran todavía pocos, actúo también como inductor en la conformación de zonas de libre comercio, como medio de ampliación de los mercados nacionales.

En resumen, los tres grandes factores motivantes e instrumentales de la integración latinoamericana en su primera etapa, fueron la CEPAL, la CEE y el GATT.

En todo caso, se puede decir que los procesos de integración en América Latina - y también los de otras regiones del mundo en desarrollo - responden a motivaciones y circunstancias diferentes a las que gestaron la integración europea. Surgen como una respuesta a la situación desfavorecida y dependiente de estos países en la organización económica mundial y por la toma de conciencia que en forma aislada es improbable superar el drama común del subdesarrollo. Por tanto, la integración – para estos países - es concebida como un medio para lograr el desarrollo económico y social y una mejor y más equitativa inserción en el sistema internacional. Esta concepción, que se refleja en el desarrollo de los procesos de integración latinoamericana, cuyos objetivos se ajustan a las características particulares de la realidad económica y política vigente en la región, no es un óbice para que se considere al proceso europeo de integración como modelo y como fuente de orientación en todo aquello que la experiencia europea sea válida y pueda ser aprovechada en América Latina.


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