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LA INVERSIÓN Y SU COMPORTAMIENTO EN MÉXICO: 1940-2009

Samuel Ortiz Velasquez




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6.1.2 Composición por Ramas-Destino

El cuadro 6.2 presenta la composición y dinámica de la inversión por destino al interior de la “industria de la transformación”. Para tal propósito agruparemos las diversas ramas que la conforman en tres departamentos: “A” productor de bienes de consumo no duradero, “B” departamento productor de bienes intermedios, “C” departamento productor de bienes de consumo duradero y de capital. Tal información es solo para el periodo 1960-1994 y recalquemos es “parcial” (desafortunadamente se carece de información actualizada).

Durante el periodo 1960-1981 (o fase ISI), el departamento más dinámico es el que produce fundamentalmente “bienes de consumo duradero y de capital”, pues su tasa de crecimiento promedio anual es del 13%. Le sigue el productor típico de “bienes intermedios” con un ritmo de expansión del 8% y finalmente las ramas productoras típicas de “bienes de consumo no duradero” con un ritmo de crecimiento del 7%. Agreguemos que un 54% de la inversión manufacturera se concentra en el departamento “B”, un 31% en el “A” y un 16% en el departamento “C”.

Para el periodo 1982-1994 (o fase neoliberal), las inversiones en los tres departamentos reducen abruptamente sus ritmos de expansión: el departamento “C” se expande a una tasa del 2%. Para los departamentos “B” y “A” se observa incluso tasas de variación negativas. A nivel de su composición sectorial; un 47% de la inversión manufacturera se concentra en el departamento “B”, un 27% en el departamento “A” y un 26% en el departamento “C”.

Una conclusión a remarcar es que durante el patrón neoliberal, se presenta una brutal contracción en los ritmos de expansión de la inversión por departamentos de la industria de la transformación. Combinada con una recomposición en su estructura, a favor de las ramas productoras típicas de “bienes de consumos duradero y de capital”. En efecto, las ramas productoras de “bienes de consumo no duradero” y las productoras de “bienes intermedios” pierden peso relativo, en tanto las ramas de “bienes de consumo duradero y de capital” duplican su peso relativo.

Si nos fijamos en quinquenios, podremos apreciar los periodos críticos en las diversas ramas. El peso relativo de la inversión en el departamento A describe dos comportamientos (véase gráfica en color negro, del cuadro 6.2): i) tendencia a la caída a partir de 1960-1964 (cuando representa el 38%) y ii) estancamiento a partir del quinquenio 1970-1974, el cual se prolonga hasta el último quinquenio considerado.

En tanto, la participación de la inversión en el departamento B describe una trayectoria acampanada (véase grafica roja del cuadro 6.2), la cual inicia a en el quinquenio 1960-1964 (cuando representa el 49%) y culmina en el quinquenio 1985-1989 (cuando representa el 44%), su punto máximo se mantiene por dos quinquenios: 1970-1974 y 1975-1979, cuando representa el 58%. Ello, nos pudiera estar señalando, la presencia de un ciclo largo de la inversión, en aquel departamento. Durante el último quinquenio reporta una incipiente recuperación.

Finalmente, la participación relativa de la inversión en el departamento “C” se incrementa 2 puntos porcentuales entre los dos primeros quinquenios (pasa de 13 a 15%), luego se mantiene en ese nivel durante los siguientes tres quinquenios. A partir del quinquenio 1975-1979 comienza a dibujar una trayectoria al alza, la cual alcanza su punto máximo durante el quinquenio 1985-1989 (cuando representa el 28%). Solo disminuye 2 puntos porcentuales durante el último periodo.

Comparando tasas de crecimiento por periodos quinquenales, se aprecian dos comportamientos muy distintos: i) la inversión que llega a la manufactura presenta ritmos de crecimiento positivos durante los tres primeros quinquenios; ii) a parir del quinquenio 1975-1979 se aprecia una fuerte inestabilidad en los ritmos de expansión de la variable.

Debido al papel tan trascendental de la “industria de la transformación” como motor de crecimiento durante el patrón ISI, y al menguado desempeño en la fase actual, resulta útil describir con mayor detalle su comportamiento.

Así, desde otras aristas podemos desagregar la inversión que llega a los distintos sectores en divisiones de la actividad económica en la manufactura. El cuadro 6.2’ muestra la información.

Considerando el largo plazo, el cuadro previo nos sugiere una clara tendencia a la caída en la participación relativa de la inversión de las industrias “tradicionales”, vis a vis, un incremento en el peso relativo de las llamadas industrias “modernas”. Dividiendo el periodo en las fases que hemos venido manejando, tenemos: i) durante el patrón ISI, un peso relativo de la inversión en industrias tradicionales del 45%, frente a un 55% presente en las modernas; ii) Para el periodo 1982-1994, el peso relativo de la inversión en las industrias tradicionales cae a 38%, en tanto, en las modernas se eleva a 72%.

Si consideramos ritmos de expansión, tenemos: i) durante el patrón ISI, se aprecia un ritmo de expansión del 8% en las industrias “tradicionales” y un ritmo de cerca del 9% en las industrias “modernas”; ii) durante la fase neoliberal, observamos ritmos de expansión incluso negativos en ambas industrias.

Considerando quinquenios, llama la atención que al interior de las industrias modernas, la división de “Productos metálicos, maquinaria y equipo” es la que muestra un peso relativo el cual se eleva a lo largo de los periodos considerados. En efecto, de representar el 12% de la inversión en 1960-1964, su peso se eleva a 25% en 1990-1994. Al interior de dicha división, la industria automotriz, es seguramente la más importante.

Dentro de la división servicios también se han gestado cambios importantes:

a/ Comprende los establecimientos cuya actividad principal está constituida por el arrendamiento o alquiler de bienes inmuebles, tales como: casas-habitación, departamentos, oficinas, locales comerciales y similares, así como los establecimientos de administración de inmuebles y los corredores de bienes raíces. Se excluyen: los servicios de hoteles; departamentos amueblados, casas de huéspedes y similares; y restaurantes. Con el objeto de cuantificar la totalidad, se incluye una estimación correspondiente al valor de los servicios de habitación imputados a las viviendas ocupadas por sus propietarios [INEGI, 2008].

Los diagramas incluidos, muestran la evolución en el tiempo de la composición sectorial de la inversión en los servicios. Fuente: véase cuadro 6.2.

Observamos que los “servicios financieros” han más que triplicado su peso relativo en la inversión que llega a los servicios durante el periodo 1982-1994 (fase neoliberal) con relación al periodo 1960-1981 (fase ISI). Efectivamente de participar con el 26%, incrementan su participación a 72%. Entre tanto, las ramas: “alquiler de inmuebles” y “servicios médicos” han reducido su participación a un poco más de la mitad en la fase actual (véase cuadro 6.3).

Comparando periodos quinquenales tal comportamiento se confirma. En efecto, la inversión en servicios financieros comienza a describir un peso relativo a la alza a partir del quinquenio 1970-1974 (cuando participa con el 14.7%), el punto más alto es logrado en 1985-1989 cuando captan el 76% de la inversión en tal sector, luego su participación cae 8 puntos porcentuales durante el último quinquenio considerado.

La inversión en la rama de “alquiler de inmuebles”, es la segunda en importancia, después de los servicios financieros. Luego de representar el 85.1% en 1960-1964, ha venido cayendo sistemáticamente hasta representar el 22.8% durante 1985-1989. Solo describe una recuperación en el quinquenio 1990-1994 cuando representa el 30.9%. En breve, la actividad de “alquiler de inmuebles” es una actividad netamente “rentista”, por lo cual, la inversión que se realiza en el sector, es simple y llanamente “improductiva”, y solo conforma una parte de la inversión residencial.

La inversión en “servicios médicos” alcanza su punto más alto durante el quinquenio 1970-1974 cuando representa el 8.8%, a partir de ahí, su participación se desploma hasta llegar a representar menos del 1% durante el último periodo considerado.

Finalmente refiriéndonos a la división de “transporte y comunicaciones”. Tenemos que durante el periodo 1960-1981 la inversión en la rama del transporte representa cerca del 89% de la inversión en la división, la inversión en comunicaciones participa con el 11%. Durante el periodo 1982-1994 la inversión en transporte cae a 62.5% mientras en comunicaciones se incrementa a 37.5%. Por lo tanto, el peso relativo de la inversión en comunicaciones se ha triplicado durante el periodo 1982-1994, con relación a la fase ISI.

Pero esa apreciación, encubre otro comportamiento. Efectivamente, si comparamos quinquenios, se observa una clara reducción de la inversión en transporte. Luego de representar cerca del 100% durante los tres primeros quinquenios, experimenta durante el cuarto una fuerte caída de 30 puntos porcentuales y la tendencia continúa, pues en el último periodo su participación se reduce a 56%.

La tendencia ocurre por obvias razones a la inversa en la rama de las comunicaciones.

En términos generales, podríamos concluir que en la fase actual: i) el peso relativo de la inversión en la industria cae a menos de una tercera parte. Lo que se combinada con una fuerte contracción en sus ritmos de expansión; ii) dentro de la industria, se incrementa levemente el peso de la industria de la construcción y se reduce el peso de la minería y de la industria de la transformación. No obstante, esta última concentra algo del 78% de la inversión en el sector industrial; iii) dentro de la industria de la transformación, cae el peso de las ramas de “bienes intermedios”, concentran poco menos de la mitad de la inversión. Cae el peso de las ramas “productoras de bienes de consumo no duradero”, concentran una cuarta parte de la inversión. Mientras, se duplica el peso de las ramas de “bienes de consumo duradero y de capital”. Ello, por supuesto combinado, con una drástica reducción en sus ritmos de expansión, los cuales son incluso negativas para los departamentos “A” y “B”. Por otro lado; iv) se triplica la participación relativa del sector terciario; v) dentro del terciario, se multiplica por siete el peso relativo de los “servicios” y cae el peso de la inversión en “comunicaciones y transportes”; vi) dentro de los servicios, los “servicios financieros” han más que triplicado su participación relativa. Frente a reducciones significativas que reportan las ramas: “alquiles de inmuebles” y “servicios médicos”. Finalmente se observa un, vi) traslado sectorial de la inversión: de la industria a los servicios. Específicamente, de la industria de la transformación a los servicios financieros.

Seguramente la alteración en la composición sectorial de la inversión provoca cambios en los ritmos de expansión de los diferentes sectores. Ello será discutido en el siguiente aparatado.


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