El Movimiento de Renovación Carismática en el Espíritu Santo

El Movimiento de Renovación Carismática en el Espíritu Santo (MRCES) tiene su origen, al interior de la Iglesia Católica, en los Estados Unidos. Se originó en 1967 después del Concilio Vaticano II, arribando al país en 1970. Llega a Villahermosa en el 2003, donde está coordinado desde la diócesis por el presbítero Denis Ochoa Vidal y en el municipio de Tacotalpa, por Lauro y Hugo , coordinador general de pastores y subcoordinador del municipio, respectivamente (los dos viven en Noypac). En la estructura del movimiento, poco tiene que ver el sacerdote de la Iglesia Católica, en su mayoría todo está coordinado desde Villahermosa y en Tacotalpa mediante Lauro.

¿Cómo ingresa esta nueva vertiente del catolicismo a la región chol? Parece ser que mediante una mujer de Cuitlahuac que migra a la ciudad en busca de trabajo y que toma los cursos bíblicos que ofrece el movimiento, posteriormente pide al grupo de organizadores que vayan a evangelizar a su ejido, que dicho sea de paso, es la localidad con el mayor índice de suicidios que ha reportado el municipio y el estado de Tabasco.

Y es precisamente por la asistencia a los diferentes cultos católicos que existen en Noypac que pude percatarme que hay una diferenciación clara de feligreses dentro de esta Iglesia. Por un lado, están los católicos “tradicionalistas” y por el otro los católicos renovados; los primeros sólo van a la misa que ofrece el sacerdote y en ocasiones a las celebraciones de la palabra de Dios; los segundos, además de asistir a las dos anteriores van también a las asambleas de oración y a las evangelizaciones, estudian la biblia y algunos han dejado de ingerir alcohol.

Y es por la preocupación de problemas como el alcoholismo, la violencia, el maltrato familiar y el suicidio que varias de las Asambleas de Oración fueron encaminadas a estos temas y relacionadas directamente con algún versículo de la Biblia. Se piensa entonces, que por medio de las alabanzas a Dios se ayudará a erradicar los conflictos sociales más fuertes que presentan estas comunidades, involucrando al cuerpo en una terapia espiritual alegre mediante aplausos, cantos y música.

Pero lo que pretendo resaltar es que independientemente de si las personas se curan por ser tocados por el Espíritu Santo, por el don de sanación del pastor que los unge o por la fe del enfermo, el momento de las Asambleas y de las Evangelizaciones logran (según las personas) a través de los cantos, el baile, la oración y el carisma del pastor, hacer que se olviden los problemas tanto físicos como sociales, así lo sugieren algunas personas del lugar: “…hace tiempo llevé [a mi mamá], nos fuimos a Tomás Garrido [a la Evangelización], hace como dos años y allí se le olvidó todo, se sintió contenta, y es que allí se te olvida todo, los problemas, la casa, la familia, te sientes contenta, alegre, cantas, oras y te sientes mejor, mi mamá ese día regresó mejor”.

La experiencia religiosa vivida encauza a concebir en otro plano a la enfermedad, ya no sólo como un desorden del cuerpo, sino como producto de “problemas de la vida misma” que tienen que ver con la falta de fe, con el alejamiento de Dios y de su Palabra. Con lo que la religión y las oraciones se observan como una terapia sicológica espiritual capaz de subsanar los problemas sociales y los padecimientos físicos. En este caso, no es que exactamente la Palabra supuestamente sane en el sentido de que sea curativa, sino que difumina las causas de muchas enfermedades (intentando erradicar por ejemplo, la creencia en curanderos y males echados).