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LA ESFERA AFECTIVO-MOTIVACIONAL COMO PREMISA PSICOLÓGICA EN LA REHABILITACIÓN DE JÓVENES ALCOHÓLICOS

Diosveni García Viamonte




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I.II LA ESFERA MOTIVACIONAL DE LA PERSONALIDAD.

La esfera motivacional constituye un aspecto central de la personalidad. Su estructura se expresa en la jerarquía de las necesidades y motivos, es decir su ordenación de acuerdo con la significación que tienen para la persona. En el nivel más alto de esta jerarquía se encuentran las cuestiones que resultan fundamentales para la orientación del sujeto.

O sea, que la esfera motivacional integra las principales necesidades y motivos de la personalidad de un sujeto y que van a orientar su comportamiento en una dirección u otra en dependencia de la posición que ocupan en la jerarquía y su potencial movilizador. Así, cualquier cambio que se quiera lograr en la conducta de un sujeto debe incluir un diagnóstico adecuado de esta esfera.

La naciente psicología del siglo XIX no dio importancia al estudio de la esfera motivacional y no fue hasta el siglo XX, con el surgimiento de las diferentes escuelas psicológicas contemporáneas, que este tema empieza a llamar la atención de los psicólogos. La razón fundamental de este interés era la intención de superar el mecanicismo existente en el estudio de lo psíquico que prevalecía en el pensamiento psicológico de la época.

El psicoanálisis se interesó por el estudio de esfera motivacional en el hombre; así, Freud concibe una estructura de la personalidad compuesta por tres instancias: el EllO, el YO y el SUPERYO que en constante conflicto e interrelación se convierten en el elemento dinamizador de ésta.

Este autor, a pesar de considerar que la conducta humana va a estar dirigida fundamentalmente a la satisfacción de instintos eróticos y agresivos, es capaz de reconocer el papel de la motivación en el comportamiento humano si bien se refería a la motivación inconsciente. De esta manera sitúa en lo interno la causa del comportamiento humano, cuestión de suma importancia para la comprensión adecuada de la subjetividad humana.

El Humanismo ofreció importantes concepciones para la comprensión del funcionamiento de la personalidad en su conjunto y de la esfera motivacional en particular a partir de posiciones humanistas y existencialistas de comprensión del ser humano.

En este sentido se destaca la concepción de Maslow, con su teoría de la motivación y de las necesidades. Así, considera que: “El individuo es un todo integrado, organizado. En la persona completa es en quien opera la motivación ”. En esta expresión, se manifiesta su concepción de la motivación como un aspecto que influye de forma estructurada en todos los aspectos de la vida del hombre y a partir de esta influencia en su forma de responder ante los estímulos del medio y, por supuesto, de comportarse.

En el marco de su teoría de la motivación y las necesidades, dicho autor, brinda una clasificación de estas últimas. Así, las ubica de forma ascendente, o sea, parte de las más simples e inmediatas hasta llegar a las superiores o de autorrealización que coloca en el nivel más alto de la pirámide. De esta manera su clasificación incluye :

• Nivel de las necesidades fisiológicas: son las necesidades más urgentes en el ser humano, vinculadas íntimamente con su esencia biológica. Su satisfacción compromete la supervivencia del individuo.

• Nivel de necesidades de seguridad: dicen sobre la tendencia a buscar cierta estabilidad frente a las situaciones que pueden ser generadoras de angustia y perturbaciones psíquicas en general.

• Nivel de necesidades de afecto y afiliación: Necesidades asociadas a la búsqueda del establecimiento de relaciones interpersonales armoniosas, lo que alcanza su nivel más pleno en la relación amorosa.

• Nivel de necesidades de estimación: tienen que ver con el deseo individual de percibirse como capaz ante las tareas, y a la vez, de ser reconocido, valorado positivamente por los demás.

• Nivel de las necesidades de autorrealización: relativas al deseo de desplegar al máximo las potencialidades en función del crecimiento personal. Pueden sub-clasificarse según su naturaleza en cognoscitivas y estéticas.

En esta clasificación la transformación de una necesidad inferior a otra inmediata superior ocurre de forma rígida, lo que impide comprender adecuadamente la riqueza de las interacciones que pueden ocurrir entre las necesidades en una personalidad concreta. Además, se obvia el contexto en el que las necesidades existen y se satisfacen; cuestión que implica un reduccionismo psicológico debido a la no consideración de las condiciones sociohistóricas en las que la personalidad se desarrolla. Sin embargo, puede ser útil por brindar una riqueza con relación a los contenidos de cada una de las necesidades en un determinado individuo.

Allport, también hace énfasis en la naturaleza sistémica y dinámica de la personalidad al entenderla como: organización dinámica en el interior del individuo de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta y pensamiento característico .

Considera que la motivación humana no está determinada por contenidos inconscientes y hace énfasis en la importancia de los determinantes conscientes, en la actualidad y autonomía funcional de los motivos; así rompe con las concepciones freudianas de que la motivación está sujeta al pasado del individuo al considerarla como actual.

Además, plantea que en el sí mismo deben existir intereses autónomos hacia diversas esferas de la vida como el trabajo, el estudio y la familia, que constituyen contenidos motivacionales significativos que aportan fuerza emocional; lo que expresa la riqueza de contenidos de la motivación humana.

Carl Roger, considera que el organismo humano actúa en función de lo que experimenta consciente o inconscientemente de la realidad que lo rodea en función de los objetivos, propósitos y esfuerzos que se plantea y realiza, que le otorgan dirección a su comportamiento. Además, estima que el hombre actúa como un todo organizado ante la imagen que se ha creado de la realidad y no hacia ella misma, lo cual resulta un notable acercamiento al carácter único e irrepetible de la subjetividad humana.

El Humanismo presenta una visión dinámica, integradora y holística de la psiquis humana pues no tratan de definir unidades psicológicas aisladas sino estructuras globales, integrales en la regulación del comportamiento individual y las peculiaridades funcionales que implica su formación. Conciben la unidad indisoluble de lo interno y lo externo, lo subjetivo y lo objetivo.

Superan la división entre motivación y pensamiento y consideran que el sujeto es capaz de participar activamente en la planificación de objetivos futuros. Reconocen la variedad de motivos que determinan el comportamiento humano e identifican como los más importantes a los conscientes. Además, ofrecen una visión diferente del ser humano como sujeto autónomo, contrapuesta a la determinación instintiva del psicoanálisis o externa del conductismo.

Aunque, no son capaces de comprender de forma consecuente la complejidad de la personalidad pues absolutizan la noción del “sí mismo”. Su reducción de la motivación humana a la tendencia actualizante impide comprender la complejidad de la subjetividad humana, pues muchas veces el individuo es portador de motivaciones que impiden la explotación de sus potencialidades en diferentes esferas de la vida.

La psicología con enfoque materialista-dialéctico, aportó un conjunto de concepciones de vital importancia para la comprensión de la personalidad a partir de la aplicación consecuente del método de la dialéctica materialista e histórica al estudio de los procesos psíquicos propiamente humanos.

S. L. Vigotsky, aunque no llegó a proponer una definición de personalidad, aportó un conjunto de nociones para su comprensión. Entre estas se destaca su concepto de Situación Social del Desarrollo, entendida por él como: aquella combinación especial de los procesos internos del desarrollo y de las condiciones externas, que es típica en cada etapa y que condiciona la dinámica del desarrollo psíquico durante el correspondiente período evolutivo y las nuevas formaciones psicológicas, cualitativamente peculiares, que surgen hacia el final de dicho período .

Este concepto plantea la unidad existente entre la posición externa del individuo referida a las condiciones histórico-culturales en las que la persona se desenvuelve, las exigencias que el medio le plantea y sus relaciones sociales; y la posición interna referida a la actitud que asume el individuo con respecto a su posición objetiva actual y la que pretende alcanzar de acuerdo a sus experiencias, necesidades, aspiraciones y posibilidades. Así, dicha unidad se convierte en la fuente del desarrollo psicológico individual.

Vigotsky, propone también la categoría vivencia que según su consideración es la unidad de análisis psicológica de la vida psíquica del hombre, en la que se manifiestan los sentimientos y emociones que el sujeto desarrolla de acuerdo a las influencias que recibe del medio en que se desenvuelve y lo que el propio sujeto aporta en función del nivel personológico y caracterológico que ha alcanzado en su personalidad; aunque no es capaz de explicar la naturaleza psicológica de dicha categoría.

L. I. Bozhovich planteó la importancia de lo interno en las nuevas adquisiciones que se producen en cada período del desarrollo y veía la necesidad de un enfoque sistémico de la personalidad que permitiera explicar las regularidades psicológicas para cada período del desarrollo ontogenético.

Fue continuadora de la noción de Vigotsky de Situación Social del Desarrollo. Esta noción la aplicó en la intención de explicar las diferentes etapas del desarrollo de la personalidad, lo que significó un gran paso en la concepción del desarrollo al negar la determinación directa e inmediata de lo social en la subjetividad humana y reconocer la importancia de la mediatización que hace la personalidad de estas influencias.

A partir de la década de los setenta del pasado siglo, los teóricos la psicología materialista-dialéctica, comienzan a desarrollar estudios más profundos de la personalidad y especialmente de la esfera motivacional con el objetivo de lograr una mayor comprensión de las leyes y regularidades que rigen su funcionamiento. Así, desarrollaron distintos enfoques de las categorías necesidades y motivos, lo que permitió un mayor conocimiento sobre su papel en la regulación de la conducta.

Entre estas concepciones se puede mencionar la teoría de la actividad de A. N. Leontiev, quien considera que el motivo es un objeto que responde a una u otra necesidad y que es reflejado bajo una forma u otra por el sujeto que conduce su actividad .

En esta teoría, el motivo es comprendido como un momento de la actividad que tiene su manifestación en la actividad y no en la personalidad, a partir del objeto que satisface la necesidad del sujeto. Esta concepción es válida para las necesidades inferiores en las que se establecen relaciones directas sujeto-objeto, pero en el caso de las necesidades superiores no resulta efectiva pues estas no se satisfacen mediante el objeto sino en el proceso de relación con él.

Además, el motivo alcanza únicamente su expresión estructural en la actividad lo que separa de forma absoluta las categorías personalidad y motivo con sus efectos negativos desde el punto de vista teórico y metodológico.

Así, desarrolló su concepto de necesidad donde se considera al objeto de la actividad como motivo mientras satisfaga la necesidad, lo que no permite diferenciar de forma cualitativa la naturaleza de las necesidades en el hombre y en los animales.

K. Obujovsky, considera que es posible considerar el motivo como la verbalización de los objetivos y el programa, que posibilitan a la personalidad comenzar determinada actividad .

En esta concepción el motivo es considerado como la explicación consciente del individuo sobre su comportamiento, o sea, la definición intelectual que el sujeto elabora sobre la causa de su comportamiento sin depender de su grado de ajuste a la realidad.

Así, este autor al tratar de explicar el significado psicológico de la categoría motivo no es capaz de establecer el vínculo entre el motivo y la necesidad. Además, desde el punto de vista metodológico, no se pueden establecer indicadores precisos entre los motivos con potencial movilizador y los que no lo poseen.

A pesar de esta situación, este concepto al considerar la verbalización consciente como motivo y relacionarlo con las posibilidades cognitivas de la personalidad, logra su colocación en un plano específicamente humano.

Obujovsky, considera que las necesidades superiores o específicamente humanas constituyen una condición esencial para el óptimo funcionamiento de la personalidad, aunque absolutiza las que no todos los individuos tienen la capacidad de alcanzar pues estas dependen de las condiciones histórico-sociales en las que se desenvuelve una persona concreta.

En opinión de L. I Bozhovich: los motivos son un tipo especial de estímulos de la conducta humana. Pueden actuar como motivos los objetos del mundo exterior, imágenes, ideas, sentimientos y emociones. En una palabra todo aquello en que ha encontrado su encarnación la necesidad .

Este concepto no implica de forma necesaria una conducta hacia el objeto gratificador. Así, logra definir los motivos más específicos del comportamiento humano mediante la unidad de lo cognitivo y lo afectivo al no relacionarlos con determinados tipos de conducta sino con las reflexiones, valoraciones e ideas que constituyen el potencial superior de regulación de la esfera motivacional. Además, consideró que la motivación se articula en complejas síntesis mediatizadas por la autoconciencia y que se constituyen en vías para la expresión de múltiples necesidades.

En Cuba, diversos autores han continuado el desarrollo de estudios de la personalidad y la esfera motivacional a partir del enfoque histórico-cultural como vía para el conocimiento psicológico. Entre estos autores se destacan Fernando González Rey, Ovidio D’ Angelo, Albertina Mitjans, Laura Domínguez, Lourdes Fernández Rius, entre otros.

Estos autores consideran que la personalidad es el nivel superior y más complejo de regulación y autorregulación del comportamiento a nivel individual. También señalan que está formada por distintos niveles de regulación que poseen potencialidades reguladoras de diferente nivel de complejidad lo que implica que funcionen por medio de elementos o formaciones psicológicas diferentes.

De todos los autores citados con anterioridad el que más aporta a la comprensión de la esfera motivacional es Fernando González Rey con su teoría de la personalidad, donde centra su interés en la organización y estructura de los motivos y en las leyes y procesos que se derivan de estas configuraciones que, en su conjunto, se convierten en los principales dinamizadores de la personalidad. Por la relevancia de estas concepciones e investigaciones prácticas, la obra de este autor resulta el principal soporte teórico y metodológico para el estudio de la esfera motivacional en la presente.

Fernando González, considera que en los contenidos que integran las configuraciones subjetivas se manifiestan aspectos estructurales y funcionales, o sea, que no sólo evidencia cómo se organizan estos contenidos psicológicos en el ámbito de la personalidad sino también el modo en que perciben, influyen y participan en la regulación del comportamiento.

Así, concibe la personalidad como un sistema compuesto de distintos niveles que se caracterizan por la presencia de un conjunto de contenidos psicológicos y las funciones que cumplen en el marco sistémico al que pertenecen; donde se subordinan funcionalmente al nivel predominante que es el responsable de las particularidades esenciales del sistema. Los niveles en que organizan estos contenidos son los siguientes :

• Unidades psicológicas primarias: son unidades o integraciones relativamente estables, donde se complementan lo cognitivo y lo afectivo y cuya incidencia en el comportamiento es inmediata. En este caso se pueden señalar las necesidades, los motivos, las normas, los valores, las actitudes, etc.

• Formaciones motivacionales o formaciones psicológicas complejas: aunque con una esencia motivacional común, las formaciones presentan una naturaleza más compleja, en tanto su contenido resulta luego de la elaboración personal del sujeto. El contenido de las formaciones complejas parte de la síntesis reflexiva en el marco de una información significativa de la cual dispone, posibilitando una mayor incidencia y efectividad de las mismas en la regulación del comportamiento.

• Síntesis reguladoras: son subsistemas o configuraciones estructuradas sobre la base de relaciones entre las formaciones específicas que se insertan simultáneamente en varios subsistemas y que repercuten en la regulación de la personalidad.

La personalidad es el nivel más complejo de regulación psicológica del comportamiento a nivel individual, pues sólo en ella se encuentran las explicaciones a las conductas más complejas y creativas del hombre. El hombre no actúa solamente por la forma en que comprende un determinado fenómeno sino por la motivación que esta comprensión le provoca, fenómeno que tiene en su base el complejo sistema de necesidades y motivos que se convierten en reguladores de todo comportamiento humano. En esta compleja dinámica se manifiesta la unidad de lo cognitivo y lo afectivo como principio regulador de toda función psíquica superior.

Las necesidades constituyen la diferencia existente entre un estado actual y uno deseado, la cual provoca que el individuo dirija su comportamiento en esta dirección. Las necesidades inferiores no tienen una expresión estable en la personalidad y se gratifican mediante el objeto.

Las necesidades superiores son cualidades estables de la personalidad que poseen un fuerte contenido emocional ya sea positivo o negativo, que se refleja como vivencia y orienta el comportamiento en las esferas más importantes para la vida del sujeto.

Fernando González, define estas últimas como: la cualidad estable de la personalidad, portadora de un contenido emocional constante, que orienta al sujeto en una dirección igualmente estable de su comportamiento, en forma de relación o de realización con objetos o personas, garantizando en este proceso la expresión activa y creadora de la personalidad, que busca de manera activa nuevos niveles cualitativos en esa relación .

Las necesidades superiores actúan sobre la conducta humana en interrelación constante con otras necesidades, lo que no ocurre en el caso de las primarias que su actuación tiene un carácter inmediato y aislado. Su influencia está mediatizada por la jerarquía motivacional y por complejos subsistemas motivacionales que regulados por la autoconciencia permiten su expresión efectiva en la conducta del hombre.

Para lograr el equilibrio psíquico resulta imprescindible que la personalidad asuma, procese y elabore sus diferentes necesidades. La forma en que este proceso se realiza constituye el motivo. Este se define como: la forma en que la personalidad asume sus distintas necesidades, las que elaboradas y procesadas por ella encuentran su expresión en sus distintas manifestaciones concretas, de tipo conductual, reflexivo y valorativo, las cuales le dan sentido, fuerza y dirección a la personalidad .

Los motivos no se manifiestan de igual forma en todos los individuos, así un mismo motivo puede ser elaborado de formas diferentes de acuerdo a las características de personalidad de quien lo asume; por lo que se puede expresar en estrategias y fines diferentes para su satisfacción, así como en niveles diferentes de elaboración consciente.

La existencia de un motivo no quiere decir que este sea capaz de regular de manera efectiva el comportamiento del individuo. Esta regulación depende de la complejidad de su potencial regulador, el cual tiene su base en la unidad de cognición-afecto y depende, también, de las exigencias interactivas de la situación vital en la que está insertada la personalidad. Así, existen diferentes tipos de motivos :

• Motivos de carácter objetal: en estos se encuentran los objetos que encarnan una necesidad y llegan a devenir motivo del comportamiento en este proceso, su satisfacción tiene un carácter inmediato a través del objeto.

• Motivos presentes frente a situaciones actuantes sobre el sujeto: solo actúan en determinadas condiciones. Orientan el comportamiento sin una previa elaboración intelectual, por lo que no poseen fuerza para manifestarse de manera autónoma en la personalidad.

• Motivos orientadores de la actividad y de las relaciones del hombre: regulan espontáneamente el comportamiento con carácter que puede ser estable o inestable. Actúan esencialmente en la situación específica que enfrenta la personalidad. Su expresión no requiere la participación activa y consciente, pues se manifiestan de manera automatizada.

• Motivos orientadores de sentido: regulan el comportamiento presente; pero estimulan la reflexión acerca del sentido de la vida.

• Tendencias orientadoras de la personalidad: constituyen el nivel superior de la jerarquía motivacional de la personalidad y contienen aquellos motivos que orientan a la persona hacia el logro de los objetivos esenciales de la vida.

En la motivación superior humana, la expresión efectiva de un motivo en la regulación de la conducta no va estar determinado por la propia existencia del motivo como se manifiesta en el caso de las necesidades primarias; así para el estudio de la motivación humana es preciso no sólo determinar y describir los motivos de la personalidad sino también lograr un conocimiento de las regularidades psicológicas que provoca su expresión efectiva y su potencial movilizador en la orientación de la conducta consciente del sujeto.

La personalidad consta de diferentes niveles de jerarquía y complejidad de los motivos que la integran, aunque todos los motivos se integran en ésta con un determinado nivel de organización. El potencial movilizador de los motivos está determinado por sus formas de expresión y por el lugar que ocupan en la jerarquía motivacional.

Cuando un motivo se integra en la esfera consciente de la personalidad, se expresa en el enriquecimiento de su contenido y en el planteamiento de objetivos conscientes; se puede decir que es expresión del nivel más elevado del desarrollo de la motivación humana.

Los motivos superiores de la personalidad se caracterizan por estar integrados en complejos subsistemas conscientes de regulación motivacional, como la autovaloración, los ideales, las intenciones profesionales y la concepción del mundo; que se convierten en los principales reguladores de la conducta actual y futura del individuo.

La existencia de una jerarquía estable de motivos en la personalidad de un sujeto no quiere decir que predomine de manera absoluta un motivo sobre los restantes. En dicha jerarquía es posible la existencia de diferentes tipos de motivos con un carácter rector pero, generalmente o ante determinada situación, algunos pueden tener más potencial regulador que otros.

Así, es necesario plantear la existencia de la categoría tendencia orientadora de la personalidad que es representativa del nivel superior de la jerarquía motivacional y expresa los motivos más estables y dominantes de esta jerarquía, no sólo por los contenidos involucrados, sino por la especificidad funcional de su manifestación.

Fernando González, define esta categoría como: el nivel superior de la jerarquía motivacional de la personalidad, formado por los motivos que la orientan hacia sus objetivos esenciales en la vida, lo cual presupone una estrecha relación de la fuerza dinámica de los motivos con la elaboración consciente de sus contenidos realizada por el sujeto. Estas tendencias representan, por tanto, el nivel superior de la relación entre lo cognitivo y lo afectivo en la personalidad .

La tendencia orientadora de la personalidad no constituye la jerarquía de los motivos de la personalidad, pero expresa las direcciones fundamentales hacia las cuales esta se orienta de acuerdo con la implicación consciente y planificada del individuo y al valor afectivo-motivacional del que es portadora.

Esta instancia está integrada por tendencias motivacionales que deben caracterizarse por la participación activa y consciente del sujeto en la mediatización de su gratificación, pues como la temporalidad de su gratificación es distante en el tiempo el sujeto se ve continuamente expuesto a estímulos inmediatos que lo pueden apartar de los propósitos que se ha planteado.

Las tendencias orientadoras constituyen tendencias motivacionales muy bien definidas hacia diversos aspectos del medio en que desenvuelve el individuo, de los sujetos que interactúan con él y de su propia persona; las cuales son llevadas al plano consciente como un sólido motivo dirigido hacia cualquiera de estas áreas. Además, integran diversas necesidades y motivos que alcanzan sentido y se gratifican en su seno.

En cada tendencia orientadora de la personalidad no sólo se manifiesta el motivo específico que la caracteriza, sino también un conjunto de necesidades generales de la personalidad entre las que se pueden mencionar las necesidades de afecto, realización, valoración social, autoestimación, entre otras; que logran su gratificación en la medida en que el individuo realiza de forma consecuente sus tendencias orientadoras. Esto permite comprender las tendencias orientadoras como verdaderas síntesis integradoras de la esfera motivacional, las cuales juegan un papel importante en el equilibrio psíquico del sujeto pues le posibilitan la obtención de altos niveles de gratificación a través de su expresión constructiva en diversas áreas de la vida.

En relación con el funcionamiento de la personalidad existen un conjunto de indicadores que permiten conocer la forma en que los contenidos psicológicos funcionan y regulan el comportamiento del individuo en una temporalidad actual y proyectada hacia el futuro. Estos indicadores son los siguientes :

• Rigidez-flexibilidad: es la presencia o no de una tendencia a la flexibilidad para reconceptualizar sus contenidos subjetivos en función de las exigencias cambiantes del medio.

• Estructuración temporal de un contenido psicológico: se refiere a la capacidad del sujeto para realizar una proyección futura coherente, estructurada y realizable en función de los recursos personológicos que se poseen.

• Mediatización de las operaciones cognitivas en las funciones reguladoras: como su nombre lo indica se refiere a la capacidad de la persona para utilizar las operaciones cognitivas efectivamente en la regulación personológica.

• Capacidad de estructurar el campo de acción: capacidad para buscar nuevas alternativas ante los cambios en la vida del sujeto y establecer los ajustes necesarios con el fin de afrontarlos y solucionarlos, favoreciendo la adaptación activa y saludable.

• Estructuración consciente activa de la función reguladora de la personalidad: Movilización volitiva, estable y consciente asociada a la determinación de los principales contenidos y tendencias de la personalidad y sus modos de expresión.

La autovaloración es un subsistema de la esfera motivacional que integra un concepto de sí mismo, o sea, la imagen que tiene el individuo sobre sus cualidades, intereses, capacidades, motivos, entre otros aspectos sobre su persona; la cual asume un carácter preciso, generalizado, dinámico y relativamente estable en el logro de las aspiraciones más significativas para la vida del sujeto por lo que constituye un poderoso regulador de la conducta individual.

Esta formación motivacional alcanza diversos grados de desarrollo en función de las condiciones de vida y educación en las cuales se haya formado la personalidad del sujeto. Así, la autovaloración es estructurada, adecuada, efectiva cuando existe un conocimiento profundo de sí mismo expresado en reflexiones acerca de sí ricas, variadas, profundas, coherentes y previsión adecuada de los niveles de realización que se pueden alcanzar. Los contenidos se expresan con vínculo afectivo, elaboración personal, flexibilidad o capacidad de asumir elementos disonantes con la propia identidad personal e integridad o capacidad de asimilar elementos contradictorios o resultados de la actividad no acordes al nivel de aspiración sin que se desarticule la autovaloración, conservándose la estabilidad .

A su vez, la autovaloración puede ser inestructurada, formal, no adecuada. Esto se evidencia cuando existe pobreza en el autoconocimiento de manera que el sujeto se conoce insuficientemente o distorsionadamente. Existe una tendencia a describir comportamientos más que a reflexionar coherentemente acerca de sí mismo, de modo que, los elementos que integran la propia autovaloración no se encuentran elaborados reflexivamente. La flexibilidad en la expresión de la autovaloración tiende a estar ausente y más bien se encuentra una rigidez e intolerancia a entrar en contacto con elementos disonantes con la imagen que de sí mismo se tiene. Esto es muy típico de la inadecuación por sobrevaloración. Mientras que en la inadecuación por subvaloración es más frecuente la carencia de integridad, es decir, la pobreza autovalorativa, de tal forma que ante elementos disonantes con la autoimagen lo que aparece es la desarticulación de la propia personalidad, su desestabilización.

Los contenidos de la autovaloración se encuentran comprometidos con las motivaciones de autoafirmación y autoestimación, debido a su directa relación con el éxito o fracaso del individuo en actividades muy significativas para el funcionamiento de su personalidad y que se encuentran determinadas por sus motivos esenciales.

En este subsistema de regulación motivacional se integran solamente aquellos motivos que tienen una mayor relevancia en la orientación de la personalidad, es decir, que definen la forma en que esta se va a orientar de forma consciente en relación con los diferentes aspectos de la realidad. En otras palabras, en la autovaloración sólo se integran aquellos motivos que forman parte de la tendencia orientadora de la personalidad.

En la juventud la autovaloración adquiere una vital importancia en la regulación comportamental, pues los motivos que comienzan a tener una mayor relevancia como los morales, los orientados a la profesión, entre otros, exigen una estabilidad y constante análisis consciente por parte del sujeto; pues este puede verse sometido a estimulaciones gratificantes inmediatas que lo pueden desviar del logro de sus objetivos futuros.


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