BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ADOLESCENTES DE SECUNDARIA URBANA CON BAJA PERCEPCIÓN DEL RIESGO DE ITS. PERFIL SOCIOPSICOLÓGICO - SEXUAL MOA 2009

Sandris Batista Anache



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1.2-Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y adolescencia.

Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) antes conocidas con los nombres de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) y Enfermedades Venéreas son un conjunto de enfermedades infecciosas agrupadas por tener en común la misma vía de transmisión de persona a persona a través de las relaciones sexuales.

Por otra parte las ITS son un conjunto de infecciones que se transmiten fundamentalmente a través de las relaciones sexuales, algunas de las cuales pueden transmitirse a través del contacto con la sangre o de la madre infectada a su hijo. Son muy comunes en todo el mundo como causa de morbilidad, complicaciones y secuelas, como es el caso de la enfermedad pélvica inflamatoria en la mujer (EPI), estrechez uretral en el hombre, infertilidad en ambos sexos, cáncer cervical y cáncer del pene. (Colectivo de autores, 2004).

Las ITS no solo aumentan las probabilidades de contraer el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), sino que son en sí mismas un grave problema de salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que las ITS, incluyendo el VIH/SIDA, constituyen a escala mundial la causa de enfermedad más importante entre hombres de 15-44 años y la segunda más importante (después de las causas maternas) en mujeres de países en vías de desarrollo. (Colectivo de autores, 2004).

Los y las adolescentes constituyen un grupo vulnerable de contraer algunas de estas infecciones, ya que en esta etapa del desarrollo es donde el individuo comienza a mostrar interés por las relaciones sexuales; pero aún le falta madurez psíquica, entendida esta como la capacidad para mantener uniones estables. (Brückner, 1981).

Investigaciones realizadas muestran que la existencia y ascenso de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) están muy ligados a diferentes factores entre los que se destacan el cambio en el comportamiento sexual y social debido a la urbanización, industrialización, tendencias al cambio frecuente de parejas sexuales unido a las relaciones sexuales cada vez más tempranas, entre otros. (Colectivo de autores, 2006).

Este cambio frecuente de pareja sexual unido al comienzo temprano de las relaciones sexuales coitales es característico en la adolescencia, pues en esta etapa comienza a gestarse el ejercicio de la sexualidad desde el punto de vista biológico, psicológico y social, que al no ser asumido responsablemente favorece la infección con alguna ITS, debido a la inmadurez que caracteriza también a esta etapa del desarrollo.

Cálculos recientes muestran que cada año se reportan en todo el mundo más de 340 millones de casos de ITS curables (que incluyen sólo aquellas infecciones bacterianas, fúngicas y parasitarias susceptibles de tratamientos efectivos) y que por lo menos un millón de contagios ocurren cada día. Solamente para Latinoamérica y el Caribe se estimaron entre 35 y 40 millones de casos de este grupo de ITS con más de cien mil infecciones promedio por día. (Colectivo de autores, 2004).

Si bien en nuestro país se ha logrado una prevalencia baja de ITS como el VIH/SIDA, en comparación con el resto del mundo, situada por debajo del 0.1%, hasta octubre del 2008 había 7.379 portadores de Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) , y estas cifras continúan creciendo año tras año.

En una entrevista concedida por la doctora Rosaida Ochoa, directora del Centro Nacional de Prevención de ITS/VIH/SIDA a la revista Bohemia, la misma expresó: “estamos haciendo una alerta porque no podemos conformarnos. En los últimos cinco años en todo el mundo ha habido un crecimiento de la epidemia y Cuba no está aislada del mundo, aunque tenga las cifras más bajas de infección de la región”.

A la luz del 2009 las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) continúan considerándose un problema de salud por los daños asociados a estas, que pueden causar incluso la muerte a la persona infectada. Resulta paradójico que a pesar de conocer las principales vías de contagio y prevención de muchas de estas infecciones, la cantidad de personas que enferman aumenta cada año.

El impacto que las ITS y el VIH/SIDA tienen sobre la población de adolescentes es muy importante y tiene que ver principalmente con aspectos biológicos, sociales, culturales, y sobre todo con la información preventiva, que no se centra en las características individuales y específicas del grupo poblacional a quien va dirigida, favoreciendo que este se convierta en un ente pasivo receptor de la información al no sentirse identificado. Desde mi punto de vista este es el factor principal que debemos fortalecer como sociedad, para brindarles a los y las adolescentes una importante arma para que puedan conocer y saber prevenir dichas enfermedades, para lo cual es importante unir esfuerzos de manera individual, familiar, educativa, institucional, y en general como sociedad para continuar con la prevención de las ITS y el VIH/SIDA.

1.2.1-Percepción del riesgo a las ITS y adolescencia.

La percepción del riesgo es entendida como la vulnerabilidad percibida por la persona de considerarse en riesgo o no de enfermarse. (Colectivo de autores, 2003).

Los comportamientos de riesgo suponen casi siempre y de forma inmediata una consecución de placer o liberación de tensión. En cambio, las consecuencias negativas de estos comportamientos son poco probables y además a largo plazo. Sobre esta base las personas escogen la estimulación del placer a pesar de las graves consecuencias que en un futuro puedan derivarse de su conducta. (Colectivo de autores, 2003).

Esto se explica claramente al analizar los comportamientos que exhiben los adolescentes en determinados contextos de intercambio e interacción social como las discotecas –que actualmente están muy de moda-, zonas recreativas como campismos populares, pistas de baile, etc., donde afloran pensamientos y expresiones pocos reflexivos como, “cuando uno sale por las noches a las fiesta lo único que piensa es en empatarse y tener relaciones sexuales” o “uno siempre tiene que aprovechar el momento” condicionados en parte por el aumento de la libido, la inmadurez y la necesidad cada vez mayor de mostrarse independientes.

Por otra parte el ciudadano común no conocedor de cómo actúan algunos virus va a presuponer que ante comportamientos de riesgo aparecerán de manera inmediata síntomas si se ha infectado; continuará asumiendo esos riesgos al no poder constatar dolencias como resultado de su actuación. Esta situación lleva a habituarse al riesgo, conduciéndolo a pensar, en un exceso de confianza, “a mi no me pasa nada” o “eso no me pasará a mi” (Colectivo de autores, 2003).

Debido a los conceptos culturales de la masculinidad que exista en Cuba, fomentados bajo la influencia de una sociedad patriarcal, los hombres tienen una baja percepción del riesgo: cambian frecuentemente de pareja, son más reacios a usar el condón y a las mujeres les resulta difícil pedirles que lo usen, pues consideran que al hacerlo sus parejas pueden pensar que ellas son mujeres “fáciles, que tienen una vida sexual muy activa e inestable”, entre otros que lejos de acercarlos, los distancia del objetivo real que es protegerse.

Los y las adolescentes se muestran más vulnerables a involucrarse en situaciones riesgosas, durante este período, por ser esta una etapa caracterizada por la búsqueda de la identidad, de probar distintas cosas y donde empiezan a explorarse nuevas experiencias exponiéndose a situaciones más peligrosas, donde la impulsividad los lleva a actuar sin medir las consecuencias, quedando más expuestos a situaciones de riesgo para su salud y las de los que los rodean, con todos los daños físicos, sociales y psicológicos que puede traer aparejado el contagio con alguna Infección de Transmisión Sexual (ITS), más aún si durante esta etapa los adultos que les rodean no han propiciado el desarrollo de una personalidad fuerte y saludable, sino que por el contrario han dado lugar a un adolescente tímido y retraído que no se acepta a sí mismo, por lo que al no quererse a sí mismo no negocia, no exige ni defiende su protección. Por eso este tema debe trabajarse con la persona, pero también con la familia y la sociedad para promover una sexualidad responsable. Solo así podrá lograrse un cambio favorable en nuestros adolescentes.

La salud sexual constituye un derecho; y para disfrutarlo, los y las adolescentes necesitan conocer las medidas y los medios para prevenir ITS u otras que pudieran afectarlos, por esta razón es preciso brindarles toda la preparación necesaria para que puedan vivir su sexualidad de una forma plena y responsable, que conozcan la variedad de métodos anticonceptivos a los que pueden recurrir y que dispongan de informaciones adecuadas sobre los riesgos de un embarazo no deseado o el contagio con alguna ITS. Pienso que debemos unir esfuerzos y centrar nuestra atención en la prevención, en cómo mejorarla, en cómo lograr que a quienes van dirigidos los programas preventivos se sientan identificados y más receptivos. Nuestro municipio cuenta con numerosos especialistas calificados y bien preparados que, desde la psicología, la sociología, etc., pueden contribuir mucho para lograr que nuestros adolescentes comprendan y aprehendan el por qué deben protegerse para no contraer alguna ITS o los riesgos asociados a un embarazo precoz, y hacerlo extensivo a la familia y la sociedad en general, en aras de fomentar una sexualidad desprejuiciada, más sana y responsable.


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