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PENSAR EL TERRITORIO: LOS CONCEPTOS DE CIUDAD-GLOBAL Y REGIÓN EN SUS ORÍGENES Y EVOLUCIÓN

Luis Mauricio Cuervo González




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B. La geografía como pionera del pensamiento regional contemporáneo: el tiempo de las escuelas nacionales (1890-1950)

De acuerdo con Johnston (1991), James (1972) sitúa el nacimiento de la geografía en 1874, tomando como principal criterio la institucionalización de su enseñanza en Alemania. Este nacimiento se produce cerca de un siglo después de lo que los historiadores de la ciencia económica han establecido como su origen, marcado por la publicación de “La investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” de Adam Smith en 1776. Como se afirmó más arriba, el final del siglo XIX posee significados muy diferentes para cada una de las dos disciplinas puesto que, mientras la economía inicia su tránsito hacia el marginalismo, el abandono de la economía política y la inauguración de una ciencia abstracta y universal, para la geografía se asocia con el predominio de la descripción y la investigación corográfica.

Según Claval (1995), tres concepciones de la disciplina concurren hacia los años 1890:

1. Muchos permanecen fieles al objetivo tradicional de la geografía como estudio de la diferenciación regional de la tierra. Por ejemplo, en el caso de Vidal de la Blache, uno de los precursores de la geografía en Francia:

“La geografía tiene como finalidad explicar la repartición desigual de los hombres en la superficie de la Tierra, y de dar cuenta, para retomar la expresión de Levasseur que la hizo suya, de las formaciones de densidad” (Claval, 1995, p. 81).

2. Otros centran su atención en las relaciones de los grupos humanos con el medio ambiente. De acuerdo con Johnston (1991), las corrientes del determinismo y del posibilismo ambiental constituyen otro intento de definición general de la disciplina:

“Los geógrafos buscaron una explicación de los patrones de la ocupación humana en la superficie de la Tierra. Su principal fuente inicial de explicación es el ambiente físico y la posición teórica fue establecida en la creencia que la naturaleza de la actividad humana estaba controlada por los parámetros del mundo físico en la que estaba inserta.” (Johnston, 1991, p. 42).

2 Para evitar la división de la disciplina se propone una definición unitaria que entiende la geografía como el estudio de los paisajes. La geografía moderna, desde su origen mismo, emplea el concepto de región para dar cuenta de las diferencias y heterogeneidad del territorio, entendido tanto en el sentido físico, como fruto de la confrontación con la sociedad humana. El paisaje surge como principal testimonio de esta confrontación y se eleva así al rango de categoría central del pensamiento geográfico seminal.

En lo metodológico, la síntesis como procedimiento de caracterización de unidades singulares predomina y se sobrepone al análisis como posible enfoque o aproximación metodológica alternativa. La región aparece así como unidad singular, escenario de una muy particular conjugación de factores físicos y humanos expresados a través del paisaje.

“Las regiones están caracterizadas por su homogeneidad en las características prescritas, seleccionadas por su prominencia en destacar las diferencias por áreas. Se identificaron dos formas: la región formal (o uniforme) en la cual toda el área es homogénea con respecto al fenómeno bajo revisión, y la región nodal (o funcional) en la cual la unidad está impartida por la organización alrededor de un nodo común” (Johnston, 1991, p. 46).

En esta época la geografía reviste su forma clásica de ciencia natural de los paisajes y las sociedades (Claval, 1995, p. 68). De otro lado, Claval pone en evidencia el impacto de los contextos nacionales sobre los énfasis teóricos y las formas de aproximación predominantes. Entre 1890 y 1950 se afirman las escuelas nacionales. No obstante, no todos los países pueden contar con una orientación específica, lo cual no significa necesariamente una desventaja.

“Los investigadores de países pequeños hacen el esfuerzo de informarse de lo que se hace en todas partes: esto es lo que explica la fecundidad de las escuelas holandesa, escandinava, báltica o portuguesa en esas décadas” (Claval, 1995, p. 70).

En países de mayor tamaño como Francia o Alemania, se desarrollan enfoques específicos, muy marcados por el contexto particular de construcción de sociedades y estados nacionales, aún incipiente en algunos casos. En el caso alemán, Wihelm Riel por ejemplo, para evitar que la juventud olvide sus tradiciones artesanales o rurales, envía a los adolescentes a recorrer el país con el morral a las espaldas:

“También les recomienda enseñar la geografía colocando el acento en la pertenencia a un territorio o país: es por eso que la disciplina se presenta a menudo como Heitmaskunde, la disciplina du chez soi” (Claval, 1997, p. 74).11

Se destaca esta afirmación porque puede ser aplicable al caso latinoamericano, por lo menos potencialmente. Aunque no se ve muy reflejada en la comunidad latinoamericana que tiende a interesarse por una escuela o un enfoque particular, más que sacar provecho de la distancia y beneficiarse de la diversidad.

Los alemanes tienen un profundo sentimiento de identidad, pero el problema se plantea en términos de saber a cuál territorio corresponde su país. En estas condiciones, no se interesan por el individuo sino en el pueblo:

“En un país cuya unidad es tardía, la pregunta que uno se hace y que continúa haciéndose incluso después de la proclamación del II Reich en Versalles en 1871, es simple: ¿dónde debe detenerse el territorio devuelto a los alemanes? Para dar una respuesta creíble, es importante apoyarse en métodos que escapan toda crítica: los geógrafos se pretenden naturalistas para parecer más serios” (Claval, 1995, p. 74).12

Para el caso francés, Claval plantea una interpretación bien diferente aunque un poco cuestionable.

“El gran problema que tenía la inteligencia francesa era en efecto muy diferente al que tenían los alemanes. Nadie soñaba, para la Francia, con otros límites diferentes de los que se conocían antes de 1870. Pero en ese territorio, la diversidad de gente era grande, la lengua francesa todavía no se había impuesto en todos los lugares. La cuestión no era entonces delimitar el territorio que debía entregarse a la gente, sino comprender cómo la unidad podía surgir de la diversidad de medios naturales y de poblamiento de origen” (Claval, 1995, p. 82).13


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