BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

PENSAR EL TERRITORIO: LOS CONCEPTOS DE CIUDAD-GLOBAL Y REGIÓN EN SUS ORÍGENES Y EVOLUCIÓN

Luis Mauricio Cuervo González




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E. El fin de siglo y las nuevas búsquedas de la geografía

La reformulación y replanteamiento de lo regional en la economía y en la geografía estará, en el futuro más inmediato, influenciado por búsquedas epistemológicas y sociopolíticas más generales. Sin tener aún claridad sobre su posible repercusión e impacto sobre la discusión que nos ocupa, no está de sobra, para finalizar, dejar planteado el sentido dominante de estas búsquedas contemporáneas.

Para Johnston (1991, p. 383), la última década del siglo XX se caracterizó por su turbulencia. Hacia los años noventa la disciplina estaba sustancialmente fragmentada, no solamente en su visión del mundo y sus matrices disciplinarias sino también en sus intereses más substantivos. En este proceso y de acuerdo con Johnston (1991), Buttimer (1993) identifica cuatro metáforas elementales, o visiones del mundo, que dan fundamento a la práctica de la geografía: (i) el mundo como un mosaico de patrones y formas (chorological tradition), (ii) el mundo como un mecanismo de sistemas interactivos integrados, (iii) el mundo como organismo unitario conjugando unidad en la diversidad, (iv) el mundo como arena en la cual eventos espontáneos y únicos pueden ocurrir (Johnston, 1991, p. 387). En cada caso se trata de diferentes metáforas que dan cuenta del tipo de interacción entre los elementos y de la naturaleza del conjunto conformado. En este sentido es de esperar que cada una de ellas de lugar a diferentes formas de comprender la unidad y la diferencia, a distintas maneras de comprender la diferencia misma y, en este sentido, a distintas acepciones de la cuestión regional, si es que el término sobrevive en su forma actual.

1. Heterogeneidad

“Al nacimiento del siglo XXI, el campo de la geografía económica revive con argumentos intelectuales acerca de temas de profunda relevancia contemporánea” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 3).

En medio de este movimiento, ciertas búsquedas dominan el panorama y son clasificadas alrededor de tres grandes temas:

“Diferencia, diferenciación, y heterogeneidad caracterizan el escenario económico, y son parte de la agenda intelectual que motiva el campo de la geografía económica” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 4).

“La diferencia se refiere a los distintos patrones geográficos del rendimiento económico, medidos por indicadores como empleo, desempleo e ingresos” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 4).

Se trata de la clásica búsqueda por medir y explicar las diferencias en términos de éxito, fracaso y formas de evolución de economías locales, regionales y nacionales, en una perspectiva comparativa. No obstante, como marca de la época, la noción adquiere un significado adicional:

“Pero la diferencia también se puede referir a las divisiones categóricas sociales y culturales de la economía, incorporando género, raza, y significadores relacionados a la identidad y las localizaciones” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 4).

Esta acepción marca una distinción clara con la visión de una sociedad uniforme y homogénea más propia del fordismo que de los principios del siglo XXI.

“En los años recientes, el reconocimiento de la diferencia se ha unido a una apreciación renovada del proceso de diferenciación —la convicción de que la diferencia es realmente el producto de procesos económicos en marcha que explican las variaciones espaciales de largo plazo” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 4).

La diferencia es entonces un fenómeno permanente y sostenido por procesos que la alimentan y que no la entienden como una perturbación temporal y pasajera, al modo cómo lo hacía el paradigma del equilibrio espacial y locacional:

“La diferencia persistente, producida y reproducida en el tiempo, pareciera estar al desencuentro de las nociones neoclásicas convencionales de convergencia a equilibrio” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 4).

La noción de heterogeneidad alude a la necesidad de introducir no solamente distinciones de cantidad, tendencia y ritmo, sino también de naturaleza o carácter mismo de los fenómenos.

“Mientras que algunas disciplinas tales como la antropología se disputan esta práctica, concerniente con documentar la existencia de diferentes sistemas de significado e instituciones relacionadas, los geógrafos han tendido a asumir que la diferencia y la diferenciación son los límites de su tarea” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 5).

Esta perspectiva permitiría comprender el núcleo mismo de la transformación social contemporánea pues:

“la diferencia dentro de los límites falla en reconocer la transformación de las economías modernas de productoras de mercancías en economías dependientes del conocimiento” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 5).

Así, la geografía económica tiende a comprometerse con reflexiones previamente entendidas como fuera de sus límites:

“la geografía económica está ahora en la búsqueda de las variables culturales e institucionales previamente vistas como irrelevantes a la innovación y rendimiento del mercado” (Clark, Feldman y Gertler, 2000, p. 5).

2. Nuevos planos: subjetividad e intersubjetividad

Durante este mismo período surgieron enfoques subjetivistas construidos a través de nociones como la del espacio vivido. La geografía clásica considera la región como un objeto en sí, un conjunto de paisajes, ciudades, pueblos y personas conformando un todo objetivo, absolutamente independiente de la percepción de quien lo observa o de quien lo vive. De acuerdo con Frémont (1980), Jean Gallais introdujo otras perspectivas: sobre un mismo espacio objetivo constató la existencia de distintos espacios vividos por los diferentes grupos étnicos que lo habitaban. En la misma ciudad, o en ciudades de un mismo tipo, el espacio vivido de un artesano en un barrio antiguo a principios del siglo se revela totalmente diferente del de un obrero contemporáneo que vive en un gran conjunto de edificios. Entre el espacio del joven obrero contemporáneo y el del viejo artesano, ni las redes de frecuentación ni los valores sicológicos asignados a los lugares frecuentados son semejantes (Frémont, 1980, p. 48):

Se llamó Espacio de Vida al conjunto de lugares frecuentados por una persona o por un grupo social.

Espacio Social es el conjunto de lugares frecuentados por una persona o por el grupo, al cual se le agregan el conjunto de interrelaciones sociales que ellos soportan, sean éstas de parentela, funcionales, etc.

Finalmente, se entiende por Espacio Vivido al conjunto de lugares del espacio de vida y del espacio social al cual se le agregan los valores sicológicos asignados a los lugares, creadores de lazos inmateriales entre los hombres y los lugares (Frémont, 1980, p. 49).

Según Frémont (1980, p. 49), se descubre así una nueva geografía de las relaciones entre los hombres y los lugares y por consecuencia las regiones en donde viven. Esta aproximación ha sido también desarrollada por John K. Wright con su geography of mind y el término geosophy por él propuesto, o David Lowenthal.

En este sentido, el estudio de las relaciones del hombre con el espacio conduce a considerar la región como una entidad relativa, dependiente de los modos de producción (que determinan los lugares frecuentados y por tanto el espacio de vida), las estructuras sociales (que subtienden los espacios sociales) y las ideologías (que condicionan los valores sicológicos asignados a los lugares) (Frémont, 1980, p. 54).


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