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PENSAR EL TERRITORIO: LOS CONCEPTOS DE CIUDAD-GLOBAL Y REGIÓN EN SUS ORÍGENES Y EVOLUCIÓN

Luis Mauricio Cuervo González




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I. El concepto de ciudad-global

Aunque a Sassen (1991) no se le puede atribuir la paternidad del concepto de ciudad-global, es indiscutible que su trabajo ha tenido tal repercusión y resonancia que se ha convertido en un referente conceptual obligado. Por esta razón vale la pena presentar brevemente las peculiaridades del concepto propuesto por Sassen para posteriormente tratar de entender las diferentes trayectorias de evolución adoptadas.

A. El ámbito de validez del concepto

Una primera característica del concepto se relaciona con su ámbito de validez y aplicabilidad. Sassen pretende caracterizar una nueva era urbana surgida de las transformaciones sociales, económicas y del espacio urbano en tres ciudades específicas, Nueva York, Londres y Tokio, cabezas de la red urbana mundial, ejemplo líder de nuevas condiciones del despliegue de la relación entre economía mundial y vida urbana:

“Por consiguiente, un nuevo tipo de ciudad ha aparecido. Es la ciudad-global. Ejemplos líderes son Nueva York, Londres y Tokio. Estas tres ciudades son el énfasis de este trabajo” (Sassen, 1991, p. 4).

“Durante siglos, la economía mundial ha moldeado la vida de las ciudades. Este libro es acerca de esta relación en el mundo de hoy” (Sassen, 1991, p. 3).

Se plantea así una primera dualidad del concepto. La argumentación desarrollada en el libro es claramente aplicada a las tres grandes ciudades mundiales mencionadas. Más aún, Sassen se esfuerza por demostrar la especificidad de la economía de estas grandes urbes por la magnitud, jerarquía e importancia relativa del empleo financiero y de servicios a las empresas allí generado.

“La evidencia sugiere que hay una diferencia pronunciada entre Nueva York, Londres y Tokio que cuentan con una muy alta concentración de servicios a la producción y una fuerte orientación hacia el mercado global, y otras ciudades” (Sassen, 1991, p. 164).

Más aún, el conjunto de estas tres ciudades conformaría un sistema en sí mismo, diferente del resto del sistema urbano mundial.

“Estas interacciones entre Nueva York, Londres y Tokio, particularmente en términos financieros y de inversiones, sugieren la posibilidad de que ellas constituyan un sistema. Estas ciudades no simplemente compiten entre sí por el mismo tipo de negocios. Se trata de un sistema económico soportado en los tres tipos de localizaciones que estas ciudades representan” (Sassen, 1991, pp. 168-169).

Al mismo tiempo, y de forma ambivalente, queda sugerido que estas ciudades son un “ejemplo líder”. Es decir, su situación sería muestra mayúscula de lo que sucede o tenderá a suceder en otras ciudades, sin quedar en claro la magnitud de este proceso de difusión. Esta dificultad para definir el significado de este término se muestra en la siguiente afirmación, donde se sugiere claramente la existencia de un proceso mundial y estructural:

“A través de las finanzas más que por medio de cualquier otro flujo internacional, ha emergido una jerarquía global de ciudades, con Nueva York, Londres y Tokio no solamente como las ciudades líder, sino también como aquellas que cumplen las funciones de coordinación y operan como los mercados de venta y compra de capital y conocimiento” (Sassen, 1991, p. 327).

1. Las peculiaridades de la ciudad-global: su territorialidad:

Al mismo tiempo que las ciudades globales han integrado su funcionamiento y configurado un subsistema específico, han generado discontinuidades y rupturas con sus propios sistemas urbanos nacionales y regionales.

“La evidencia discutida en este capítulo indica que el crecimiento inducido por una orientación hacia el mercado global genera una discontinuidad en la jerarquía urbana” (Sassen, 1991, p. 165).

Esta discontinuidad se expresa en la persistente concentración espacial de las funciones terciarias superiores en los centros globales y en el creciente distanciamiento con respecto a antiguas ciudades industriales prósperas y prominentes.

“Las ciudades mayores tienden a tener una sobre representación en las principales actividades de servicios a la producción: consultoría, banca y finanzas, servicios legales. No obstante, las ciudades que en una época fueron los centros industriales mayores y están ahora en severo declive, notablemente en los Estados Unidos y en el Reino Unido, frecuentemente tienen una sub-representación en estos servicios” (Sassen, 1991, p. 166).

La estabilidad del proceso de crecientes discontinuidades en las jerarquías urbanas nacionales y regionales y su extensión a otros casos nacionales quedan planteados más a modo de interrogantes que de afirmaciones.

“La magnitud y composición de esta concentración de las transacciones y los mercados en Nueva York, Londres y Tokio es en gran medida un evento de los años ochenta. Es también, en cierta medida, sustentada en la deuda y la especulación, lo cual genera la interrogante acerca de la durabilidad de esta forma de crecimiento” (Sassen, 1991, pp. 190-191).

“En este capítulo observamos que Nueva York, Londres y Tokio se han distanciado de otras ciudades en sus sistemas urbanos nacionales. ¿Qué ha sucedido con las ciudades mayores de otros países? (…) No podemos responder todas estas preguntas en este lugar” (Sassen, 1991, pp. 166-167).

2. Las peculiaridades de la ciudad-global: su estructura social:

Las características de las nuevas industrias líderes, sumadas a las transformaciones sociales y

políticas de los Estados nacionales de los países desarrollados, han llevado a la conformación de

una estructura social urbana polarizada y desigual.

“Además, el nuevo complejo industrial ha contribuido a la transformación en la estructura social de las principales ciudades donde se ha concentrado. Esta transformación toma la forma de una gran polarización social y económica. (...) La creciente desigualdad en el poder de compra de las firmas ha significado que una gran gama de firmas productoras de bienes y servicios que indirecta o directamente ofrecen servicios a las firmas en el nuevo centro industrial hayan tenido dificultad para sobrevivir en estas ciudades. Éstas deben buscar diversos mecanismos para reducir los costos de producción —con subcontratos, empleando inmigrantes indocumentados con niveles de sueldos más bajos que el promedio y en condiciones de trabajo bajo el estándar (...). Finalmente, la creciente desigualdad en el poder de pago de espacio, vivienda y servicios de consumo significa que la creciente fuerza de trabajo mal remunerada que es empleada directa e indirectamente por el sector principal tiene mayor dificultad en vivir en estas ciudades” (Sassen, 1991, p. 329).

Adicionalmente, el comportamiento de los nuevos sectores de altos ingresos es diferente al de las

clases medias de la era fordista e implica cambios notables a nivel tanto de los patrones de consumo,

como de la ciudad misma y los significados y componentes de sus principales componentes o piezas.

“Los nuevos trabajadores de altos ingresos son los portadores de unas nuevas capacidades y opciones de consumo que los distinguen de la clase media tradicional de las décadas de 1950 y 1960. (...) Estos nuevos perceptores de ingreso emergen como primeros candidatos para un Nuevo tipo de inversión intermedia: obras de arte, antigüedades, y artículos de lujo. Esta conjunción de excesivas ganancias y la cultura de un trabajo cosmopolita crea la necesidad de espacio para un nuevo estilo de vida y nuevas actividades económicas” (Sassen, 1991, p. 335).

Este nuevo estilo de vida incluye el consumo de servicios personales previamente fuera del alcance de las clases medias de las eras económicas previas. Estos servicios atraen poblaciones de bajos ingresos contratadas en condiciones precarias y alojadas por la ciudad en entornos altamente deteriorados y empobrecidos. Se produce así una gentrificación4 urbana ambivalente y polarizada:

“Está surgiendo una nueva clase, y las ciudades globales han emergido como uno de los principales escenarios de este desarrollo: ellas contienen tanto los sectores económicos más fuertes, como una aguda polarización de ingresos. La expresión concreta de esta nueva alineación de clase en las estructuras de la vida diaria está bien capturada en la masiva expansión de un nuevo estrato de altos ingresos —junto con la creciente pobreza urbana”. (Sassen, 1991, p. 337).

Se utiliza este término para aludir a un proceso de retorno a los centros de las ciudades, de clases medias y altas, especialmente vinculadas al sector terciario y al trabajo cultural.

3. Las peculiaridades de la ciudad-global: las industrias líderes

Sassen (1991), muestra e ilustra de forma abundante la transformación económica global detrás de las transformaciones urbanas recién señaladas. Los cambios en la organización económica, en la competencia mundial y en los patrones de desarrollo tecnológico han implicado la aparición de nuevos sectores líderes, el financiero y los servicios a la producción, y nuevas fuentes de crecimiento de los mercados urbanos, las exportaciones. Estas transformaciones sectoriales y económicas han sido conceptualizadas por Sassen a través del término nuevo complejo industrial, donde industria, en su significado inglés, se asocia en general a actividad económica, no solamente la manufacturera.

La ciudad-global aparece, en este sentido, como el lugar privilegiado en donde se concentra la ejecución de actividades económicas novedosas y dinámicas cuya naturaleza difiere de la de épocas precedentes.

“Para entender la estructura de una ciudad-global, tenemos que entenderla como un lugar donde cierto tipo de trabajo puede ser hecho, es decir, hay que ir más allá de la dicotomía entre manufactura y servicios. Las cosas que una ciudad-global proporciona son servicios y bienes financieros” (Sassen, 1991, p. 5).

La preponderancia de estas ciudades en la ejecución de estas nuevas actividades económicas exige ser explicada en términos de las ventajas ofrecidas por la ciudad-global para su instalación y desarrollo. Desde este punto de vista, las ventajas de la ciudad-global se asocian más a su carácter de complejo productivo que al hecho de concentrar un amplio y diverso mercado de compradores. La localización de estos servicios no depende de la cercanía a los compradores sino principalmente de las condiciones de su producción:

“Los servicios avanzados son en su mayoría servicios para productores; a diferencia de otro tipo de servicios, no dependen de la proximidad a los consumidores. Por el contrario, estas firmas especializadas se benefician de y necesitan ubicarse cerca a otras firmas que producen insumos claves o cuya proximidad hace posible una producción conjunta de ciertos servicios ofrecidos” (Sassen, 1991, p. 11).

La principal materia prima elaborada por la gran ciudad no es ya material sino inmaterial pues toma cuerpo en la información.

“Las tendencias de las firmas a tener sucursales o divisiones altamente diversificadas, a un creciente tamaño, y poseer varias localizaciones, han diversificado y aumentado los componentes de la información necesitada por las oficinas matrices, lo mismo que la importancia y precisión de dicha información. La ubicación adquirió una nueva importancia, pues algunos lugares proporcionan mejor acceso a la información que otros. (...) También adquiere nueva importancia el mercado (...) Algunas ciudades emergen como mercados específicos para una clientela global.” (Sassen, 1991, p. 110).

Esta nueva estructura de la producción global urbana pone de presente el gran interrogante de las relaciones entre sectores secundario y terciario y la posible aparición de una nueva economía de servicios. En este sentido Sassen prefiere destacar las articulaciones entre la evolución y el crecimiento de estos dos sectores, más que entenderlos como procesos separados y contradictorios. En términos de su significado social, por ejemplo, interpreta estos cambios como la continuación de un proceso de profundización de la sociedad de consumo de masas, cuyas modalidades asumen ahora formas específicas.

“Tal vez sería más apropiado pensar en el crecimiento de los servicios de consumo no como un cambio hacia una economía de consumo sino más bien como una fase del desarrollo económico basada en la centralidad de la producción y el consumo masivo” (Sassen, 1991, p. 166).

Desde el punto de vista de la estructura productiva, esta articulación se pone de manifiesto en el hecho de que la centralidad adquirida por la producción terciaria no es independiente sino está íntimamente asociada a la evolución organizacional y geográfica de la producción propiamente manufacturera. De este proceso también hace parte la transformación de los servicios en una industria de consumo masivo.

“Esto significa que la globalización de la actividad manufacturera y de las industrias de servicios claves han sido un factor crucial en el crecimiento del nuevo complejo industrial dominado por los servicios productivos y financieros” (Sassen, 1991, p. 328).

4. Lo que queda en términos de preguntas e interrogantes

La estructura de la argumentación propuesta por Sassen (1991), y sus principales conclusiones son retomadas por la literatura académica, por la consultoría y por los responsables políticos de las ciudades de las más diversas y variadas formas. En términos de preguntas e inquietudes de investigación quedan planteados interrogantes centrales como los siguientes:

¿El concepto de ciudad-global es aplicable a cualquier tipo de ciudad o debe restringirse a un pequeño grupo de ellas con condiciones particulares?

¿La discontinuidad territorial aludida por Sassen (1991), entre las ciudades globales y su entorno inmediato, es un rasgo específico de los sistemas urbanos de estas tres ciudades o es un rasgo extensible a cualquier ciudad contemporánea?

¿La gentrificación urbana y sus nuevos símbolos sociales, arquitecturales y urbanos son fenómenos generales o también peculiares a cierto tipo de ciudad?

¿El fenómeno de polarización social es generalizable a todas las ciudades en esta época o debe restringirse a las llamadas ciudades globales?

¿El nuevo complejo industrial, característica de la estructura económica de la ciudad¬global, debe ser entendido como el futuro previsible y/o deseable de la ciudad contemporánea?

Estas interrogaciones centrales han sido retomadas de muy diferente forma, implicando una multiplicación de los sentidos otorgados al término de globalización, lo mismo que a su articulación específica a la ciudad. En lo que sigue de este capítulo se intentará una primera interpretación de este recorrido que podría ayudar a comprender las formas específicas de su aplicación a la ciudad latinoamericana en general.


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