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PENSAR EL TERRITORIO: LOS CONCEPTOS DE CIUDAD-GLOBAL Y REGIÓN EN SUS ORÍGENES Y EVOLUCIÓN

Luis Mauricio Cuervo González




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E. Comentarios finales

El análisis presentado en el capítulo que termina requiere de más desarrollo para que su utilidad en los campos de la teoría y la política urbana y territorial sea plena. En particular, lo más deseable sería proseguir con una investigación acerca de la forma como estos conceptos ha ido permeando la política urbana en las ciudades latinoamericanas, identificar a cuál de los usos corresponde y cuáles han podido ser las consecuencias económicas, políticas y sociales de ese uso en particular. Como paso intermedio en este proceso de investigación, en otro número de esta serie se presenta un análisis detallado de la forma en que el concepto de ciudad-global ha permeado la investigación y el debate académico entre los latinoamericanos estudiosos de estos temas.

No obstante lo anterior, el ejercicio propone algunas conclusiones preliminares e hipótesis de trabajo que resulta de interés presentar, la una de naturaleza principalmente teórica y la otra del orden de la política urbana. Como se verá, a pesar de la especificidad y diferencias de cada uno de estos dos tipos de conclusiones, ellas se encuentran íntimamente relacionadas. Con relación a la discusión teórica, este análisis pone de presente las dificultades de la abstracción y de la generalización en un campo como éste de la investigación urbana y de la teoría económica urbana. Con respecto al uso político de estos términos, es necesario alertar acerca de los peligros de los diferentes usos y recomendar el último de ellos, es decir la ciudad-global como argumento.

El uso del concepto de ciudad-global plantea problemas relacionados con su cobertura de validez y con la extensión de su uso. Estos problemas derivan en parte de la manera cómo el término está planteado, utilizando para Nueva York, Londres y Tokio la fórmula de ejemplos líderes, y en parte del uso posterior que se le ha dado. El uso del término de ejemplos líderes en Sassen (1991) no se dota de una definición que permita comprender a cabalidad su significado y queda, por tanto apenas sugerido, dejándolo sujeto a muchas interpretaciones. En este estudio particular se han propuesto dos posibilidades que suelen ser las más utilizadas en este tipo de análisis, o bien el ejemplo líder alude a un sentido de cambio objetivamente determinado, o bien normativa y subjetivamente deseado. Estas ciudades pueden ser entendidas como la prefiguración de las demás, que aún no habrían alcanzado ese estado de desarrollo, o alternativamente, como el molde o modelo a seguir, como el deber ser, la imagen orientadora de los esfuerzos de política urbana en aquellas ciudades que aún no se asemejen a los ejemplos líderes.

Esta situación reproduce lo que Cuervo y González (1997) anunciaban de manera más general como problema inherente a la teoría e investigación urbana:

“La comprensión de las leyes sociales se hace usualmente usando como referencia, implícita o explícita, a los países desarrollados o dominantes; muchas de las características consideradas universales resultan ser válidas en determinados países, mas no en todos, ni siquiera en la mayoría. Su elevación a la categoría de leyes generales deriva, entonces, de consideraciones de diverso orden: o se piensa en modelos teleológicos en los que el estudio de las sociedades más avanzadas indican en la dirección hacia la cual se mueven obligatoriamente las más atrasadas, o se justifica por razones de poderío y peso, argumentando que son las tendencias dominantes de las que ninguna sociedad escapa” (Cuervo y González, 1997, p. 67).

De acuerdo con lo anterior, el problema radica en determinar si estas extensiones del concepto son o no legítimas y cuáles podrían o deberían ser las reglas de uso de ellas. El uso incorrecto de las reglas de la extensión, de la generalización y de la abstracción darían lugar a la crítica propuesta por MacNeill de americano-centrismo.

La extensión del uso llamado objetivo del concepto de ciudad-global está sometida a las limitaciones impuestas por la arquitectura de los sistemas urbanos, sean estos nacionales o globales pues en este caso esa distinción es indiferente. Estos sistemas, entendidos como conjuntos de elementos, integrados e interconectados a través de los flujos y de las transacciones, ha supuesto históricamente la diferenciación de los elementos de acuerdo con tendencias: a la concentración espacial de las actividades y de las funciones, a la especialización de las unidades (algo así como la adquisición de una identidad funcional), y a la agrupación de los elementos en conjuntos de semejanza llamados niveles de jerarquía. En otras palabras, lo que la experiencia y los antecedentes indican acerca de las leyes geográficas inherentes al funcionamiento de los sistemas urbanos es que la pertenencia al conjunto (en este caso el sistema urbano) implica no la semejanza sino la diferencia entre los elementos que lo componen, en este caso las ciudades individuales. Igualmente, como se sugiere arriba, la semejanza está sometida a ciertas leyes y restricciones que, en particular, hacen posible la convergencia de unidades que o bien pertenecen al mismo escalón jerárquico, o bien poseen orientaciones semejantes en términos de especialización o identidad funcional, como se ha denominado. Estas leyes de semejanza y diferenciación propias de los sistemas urbanos podrían llegar a transformarse en la medida en que su arquitectura cambiase y su tipo de unidad sistémica se transformase. No obstante, hasta que esta transformación no se compruebe, se sostiene la validez de las reglas acá propuestas.

La extensión del concepto de ciudad-global en el uso llamado normativo no parece estar sometida al juego de leyes tan precisas y estrictas como las anteriores. Una sociedad o grupo humano determinado hará uso de imágenes del futuro deseado, de manera relativamente amplia y flexible, sin que existan restricciones de coherencia, racionalidad y experiencia histórica tan estrictas como las anteriores. La discusión en este caso pasa por tanto al plano de la conveniencia, la pertinencia y la eficacia-eficiencia social del uso de determinados referentes o modelos. Aunque se trate de un campo más cualitativo, interpretativo y haya más lugar a la imprecisión, vale igualmente la pena hacer algunas recomendaciones y sugerencias.

Como se dejó planteado en la introducción de este trabajo, las ideas de ciudad adoptadas por una sociedad o grupo humano determinado pueden ser una de las más poderosas, o también perversas y estériles, herramientas para la conducción de los procesos de acción colectiva necesarios para enfrentar las crisis o simplemente la modificación de las condiciones del entorno. En este sentido, las reglas de extensión del uso normativo del término dependerá de las condiciones específicas en las que se le aplique y de las repercusiones socioeconómicas y espaciales que provoque. Para avanzar en este debate, vale la pena considerar, primero, cuáles son las condiciones de transmisión de las ideas de ciudad en el mundo contemporáneo y, segundo, en qué circunstancias locales puede mejorar la expectativa de un positivo impacto derivado de la adopción de una determinada idea o modelo.

Con relación a lo primero, vale la pena tener en cuenta que la motivación que impulsa la circulación mundial de las ideas de ciudad es el deseo de tener éxito, de progresar, de obtener buenos resultados en términos de las condiciones de vida y trabajo de la población de las ciudades. En estas circunstancias, los gobernantes, los grupos sociales y económicos organizados de las ciudades están ávidos del conocimiento de experiencias exitosas que puedan dar ideas acerca de cómo conducir una ciudad en un momento determinado. Estas experiencias exitosas se dan a conocer a través de los más diversos medios y canales, a velocidades alarmantes, siguiendo muy diversas reglas de asimilación y comunicación. Estas ideas de ciudad circulan a través de medios como la televisión, la prensa, la radio, pero igualmente a través de la multiplicidad de sistemas y ejercicios de comparación de información sobre el desempeño urbano.

Adicionalmente, una parte importante de este proceso se desenvuelve en medios académicos y técnicos, como es el caso de los informes producidos por los bancos y agencias multilaterales, las agencias de asistencia técnica internacional, las compañías de consultoría y los artículos académicos y de investigación puestos en circulación a través de publicaciones como libros y artículos en revistas especializadas.

Estos diferentes discursos y representaciones de los casos exitosos, del futuro urbano, de las nuevas imágenes del deber ser, permean las sociedades locales a través de las más distintas formas, lenguajes y mensajes. Este complejo proceso, que merece ser conocido e investigado con el fin de mejorar su impacto, parece producir mejores o peores resultados en las sociedades que los aplican, dependiendo de la capacidad de apropiación que estas sociedades tengan. Apropiación entendida, en este caso, como capacidad de adaptación del concepto original a las circunstancias particulares del contexto y de los propósitos de modificación y transformación social que lo orientan. Estas capacidades de apropiación son muy variables y parecen obedecer a la diferencial presencia de la fórmula de las cuatro A: Autoconocimiento, Autoestima, Apertura y Acción colectiva:

(i) Autoconocimiento: en la medida en que las sociedades que mejor se conocen a sí mismas, tienen mayor conciencia de sus posibilidades y limitaciones de cambio, de los errores y aciertos conseguidos en el pasado y de aquello que puede adaptarse mejor a las circunstancias específicas de tiempo y lugar.

(ii) Autoestima: porque se necesita una alta dosis de esperanza y de fe en la capacidad de cambiar, de obtener logros, de sobreponerse a las dificultades.

(iii) Apertura: entendida como amplitud de espíritu, capacidad de reconocimiento de los avances logrados por los otros, los diferentes e interés de asimilación de estas enseñanzas.

(iv) Acción colectiva: entendida como la conjugación de todos los anteriores elementos en capacidad para organizarse y movilizar todos los recursos a disposición con el fin de acordar y obtener metas colectivas.

Si el proceso de imitación social es sometido a las anteriores consideraciones tendrá mayores posibilidades de obtener lo que se propone. La investigación es uno de varios agentes sociales que puede contribuir a la obtención y mantenimiento de las condiciones anteriormente mencionadas. Para el caso específico de la adopción de las ideas de ciudad puede contribuir aportando un conocimiento acerca de los límites, los riesgos, los alcances y las posibles implicaciones de las metas propuestas. En un caso específico como el que estamos examinando, el de ciudad-global, su modesto aporte será el de poner en evidencia cuáles son las reglas de extensión de su uso objetivo, pero también las mejores condiciones de apropiación social del mismo: poner el conocimiento que se tiene de una sociedad local determinada en función del cambio necesario, reconociendo y distinguiendo por razones de viabilidad y de conveniencia.

Las anteriores consideraciones sugieren entonces el uso del concepto de ciudad-global como argumento, es decir, un uso que entienda y comprenda el contexto específico en el que es producido, las limitaciones a la extensión de su validez, y a las adaptaciones que requiere en función de la cultura, las instituciones, y la economía local.


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