BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

CIUDAD Y GLOBALIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA: ESTADO DEL ARTE

Luis Mauricio Cuervo González




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III. México: Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Querétaro y Noreste

Sobre la base de la lectura de los trabajos de Villarreal (2001) para Monterrey, Rodríguez y Cota (2001) para Guadalajara, Osorio (2001) para Querétaro, Trujeque (1999) para las ciudades del Noreste mexicano, y para Ciudad de México: Hiernaux y Hoyos (1998), y Hiernaux (1999), se analizarán los siguientes aspectos:

El concepto o los conceptos de globalización utilizados.

El tipo de relaciones establecidas entre globalización y territorio y globalización y ciudad.

La caracterización general y particular de los cambios experimentados por la ciudad y el territorio.

De forma semejante a lo realizado para Buenos Aires, antes del análisis detallado se presentarán una serie de comentarios generales que recogen una impresión de conjunto formada después de las lecturas realizadas y ya señaladas.

A. Comentarios y aclaraciones generales

Teniendo en cuenta la cantidad de ponencias presentadas en los encuentros de la red, un análisis de conjunto de los investigadores por país sólo puede ser realizado para Argentina, Brasil y México.

Así como en los casos de Argentina y México se encontraron con claridad enfoques predominantes, en el caso Mexicano no se puede hablar de una convergencia semejante. Con respecto a los grupos de Argentina y Brasil hay algunas continuidades, como son la comprensión de la globalización como una época específica del capitalismo y la derivación de las consecuencias territoriales, en tanto que procedimiento explicativo básico.

Una segunda continuidad encontrada, en este caso con respecto al grupo brasilero más no al mexicano, es la importancia otorgada al contexto nacional como instancia mediadora entre lo local y lo global, en especial cuando se hace el tratamiento de ciudades diferentes de la capital, es decir de Ciudad de México. En otras palabras, tanto en los casos de México como de Brasil hay un tratamiento no solamente urbano de la problemática, sino igualmente territorial, en el sentido de incorporar lo nacional como parte de las dimensiones de análisis. Obviamente que no se le toma como nivel de determinación ni de explicación central, pero sí se le considera explícitamente y se le hace intervenir en el juego de las consideraciones y de los factores explicativos. Esta semejanza entre los casos de México y Brasil se refleja igualmente en que la participación de investigadores de regiones distintas a la central (San Pablo en el caso brasilero y Ciudad, Buenos Aires en el argentino y Ciudad de México en el mexicano), es mucho más significativa en los grupos de Brasil y México que en el de Argentina.

Finalmente, como se mencionó en el encabezado del párrafo, no se encuentra entre los investigadores mexicanos un enfoque teórico común con referencias tan semejantes como fue el caso de los grupos argentino y brasileño, con las características que se explicaron en los capítulos respectivos. Sin embargo hay algo nuevo (con respecto a los capítulos anteriores) y característico en buena parte de los textos mexicanos como es, primero, el reconocimiento de que el proceso de globalización de la ciudad latinoamericana tiene algo de específico y, segundo, un intento y algunas propuestas para definir y caracterizar esta especificidad, acudiendo a algunos términos que pretenden recoger esta personalidad propia.

B. Los conceptos de globalización utilizados

En términos generales se puede afirmar que en el común de los autores analizados en este capítulo no hay una preocupación ni un esfuerzo particularmente importante por definir el concepto de globalización ni las interrogaciones que pueda suscitar. Hay, eso sí, escogencia de enfoques y tomas de posición, expuestas y explicadas a lo largo de los textos.

Una primera y más representativa vertiente asocia los términos de globalización y reestructuración económica, de forma semejante a lo encontrado en los casos argentino y brasilero. Para Hiernaux (1999, p.2), por ejemplo, “Los cambios en la economía mexicana ocurridos durante los quince últimos años, han tenido profundas repercusiones en la organización del territorio a escala nacional y regional”.

Al interior de este largo período, Hiernaux (1998), reconoce la existencia de distintos momentos con características propias. Para comenzar, este proceso venía gestándose desde antes pero fue aplazado como resultado del abultado crecimiento de los ingresos petroleros durante los años setenta: “La crisis del modelo de acumulación empezó a hacerse sentir desde fines de los setenta. Mas sin embargo, la tentativa de instaurar un modelo de ‘desarrollo compartido’ en el echeverrismo y, posteriormente, la disponibilidad de renta petrolera, contribuyeron a dilatar la llegada de una crisis anunciada” (Hiernaux y Hoyos, 1998, p.3). En un segundo momento, “A partir de 1982, México ha sido forzado en seguir una política de ajuste estructural impuesto por los organismos financieros internacionales” (Hiernaux, 1999, p.3; los subrayados son nuestros). Más tarde, “La apertura económica se ubica en torno a 1986 (…) —generando— un verdadero shock para numerosos sectores” (Hiernaux y Hoyos, 1998, p.5).

Esta reestructuración está asociada a cambios de fondo en el patrón tecnológico global pues “Actualmente hemos pasado de un industrialismo donde sus principales aportes acotados a cada una de sus revoluciones fueron, la máquina de vapor y la energía eléctrica, al informacionalismo, donde el producto devengado de la industria por si mismo no tiene relevancia” (Osorio, 2001, p.1). Con este punto de partida general, Osorio (2001, p.7-8) coincide con Hiernaux (1998)en el punto de partida del período de reestructuración: “En el marco de los años ochenta y tras el agotamiento del modelo d sustitución de importaciones, comenzó un nuevo modelo económico basado en el libre comercio y en la apertura a los capitales extranjeros”.

Sin alejarse de esta línea de interpretación que toma el concepto de reestructuración como estratégico, en algunos casos se hace el esfuerzo por delimitar la globalización y distinguirla de la internacionalización aspecto crucial en el debate teórico en este campo: “Para entender el proceso de globalización es necesario diferenciarlo de la internacionalización de la economía, la cual se refiere simplemente a una creciente extensión geográfica de las actividades económicas a través de las fronteras nacionales; en cambio la globalización es un proceso diferente el cual se refiere a las nuevas formas de organización espacial y temporal de los procesos sociales y económicos, es decir, el espacio y el tiempo son reconstruidos en las categorías teóricas y sociales con las que tradicionalmente se ha pensado y organizado el mundo actual (Canales, 1999), los cuales afecta, sino a todo el globo, si a una buena parte, aunque solo faltará tiempo para que sea mundial este proceso (Castells, 1997)” (Rodríguez y Cota, 2001, p.2).

Esta reconstrucción de formas y categorías se expresaría a través de la puesta en vigencia de “nuevos patrones de transferencia internacional de productos, servicios e información. En esta óptica se pueden encontrar tres aspectos que caracterizan este proceso: (a) las nuevas tendencias en la composición del comercio internacional; (b) una creciente diversificación geográfica expresada en una mayor dispersión de los procesos productivos mediante la incorporación de nuevas áreas de producción y comercio internacional; (c) cambios en el patrón previo de transacción entre las firmas” (Rodríguez y Cota, 2001, p.4).

Esta caracterización no se distancia de la posición que entiende la reestructuración económica como el proceso central, aunque si adopta una periodización distinta de la de los autores arriba analizados: “Sin embargo, este cambio de funciones se vincula ampliamente con las nuevas formas de relaciones comerciales, económicas y de producción que se iniciaron a principios de los setenta y que todavía están en proceso de adaptación por algunas regiones y países. Denominado como Reestructuración y Globalización Económica” (Rodríguez y Cota, 2001, p.1).

En términos de enfoque y preocupaciones, estas posiciones coinciden con lo encontrado en los grupos de investigadores argentinos y brasileros. Por una parte, la globalización se entiende como sistema, es decir como una globalidad determinante cuyo proceso de formación y movimiento no es objeto de pregunta ni de análisis, sino simplemente como punto de partida que ha de permitir la comprensión de los procesos particulares nacionales, regionales o metropolitanos, como se verá en las secciones anteriores. Por otro lado, se coincide también en el poco énfasis dado al debate acerca del término mismo, los problemas que propone, los vacíos, las alternativas de entenderlo y se adopta más bien la vía de sentar una definición que sirva de soporte para el resto del análisis. La originalidad más interesante encontrada en este grupo de autores es, tal vez, el esfuerzo por distinguir las variadas fases y momentos de la globalización, con sus probablemente distintas implicaciones y repercusiones socio territoriales.


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