BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

CIUDAD Y GLOBALIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA: ESTADO DEL ARTE

Luis Mauricio Cuervo González




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C. La caracterización general y particular de los cambios experimentados por la ciudad y el territorio

Las vías o los medios a través de los cuales la reestructuración y las tendencias globalizantes incidieron sobre la estructura metropolitana de Buenos Aires son, como se vio más arriba, claramente establecidos por los autores revisados; además, el papel de éstos en la conformación de la estructura urbana es también indiscutible, además de que su intensidad y ritmo parecen haber sido muy significativos. Quedan por despejar al menos dos grandes interrogantes, primero, si los cambios urbanos propiciados por estos elementos son realmente nuevos y propios de esta época y, en segundo lugar, si logran o no crear una nueva configuración metropolitana. Se puede ver a continuación, como se resuelven los interrogantes mencionados.

En la caracterización general del cambio metropolitano se da una coincidencia en las apreciaciones de los diferentes autores, aunque, como se vio, cada uno aporta un análisis detallado de algún aspecto específico.

Ciccolella (1998), elabora su argumento de manera coherente y progresiva. El nuevo capitalismo flexible tendría las regiones metropolitanas como su escenario principal de acción. En ellas operarían nuevos factores dominantes más asociados al consumo que a la producción. Éstos tendrían consecuencias metropolitanas de aumento en la fragmentación territorial y ruptura de los lazos de solidaridad social:

“Las grandes regiones metropolitanas, tienden a constituirse en la forma central de la organización territorial del capitalismo flexible, donde se concentra crecientemente la información —factor clave del nuevo régimen de acumulación— las decisiones, las inversiones, los denominados servicios avanzados” (Fernández Durán, 1993, citado por Ciccollela, 1998, p.3).

Para Ciccolella (1998, p.1), se produjo un cambio en los sectores y factores motrices de la economía urbana y, por tanto, de su configuración y tendencias de cambio: “Dichas mutaciones mostrarían así el reemplazo de una geografía de la producción forjada por el capitalismo cuasi fordista —característico de la industrialización periférica— por una geografía del consumo, basada en nuevas formas de articulación espacial derivadas del ascenso y reorganización de las actividades comerciales y recreativas”.

Uno de los impactos más visibles de esta tendencia sobre la configuración urbana se daría a nivel de su estructura social y territorial: “El nuevo patrón de metropolización parece acentuar los fenómenos de exclusión social y fragmentación territorial en función de un comportamiento sumamente selectivo, en términos territoriales del proceso de inversión/desinversión por parte de los sectores público y privado” (Ciccolella, 1998, p.7).

Los mecanismos específicos a través de los cuales se producen estos cambios metropolitanos generales son desglosados y explicados por Ciccolella (1998, p.7; los subrayados son nuestros), de la siguiente manera. En términos generales, la asociación de estos nuevos componentes urbanos con la reestructuración y la globalización es presentada de la siguiente manera: “Un aspecto particular del proceso bajo estudio, está referido al fortalecimiento de tendencias globalizantes y la generación de vastos espacios que desdibujan las identidades y referencias de los lugares, en términos de objetos urbanos, estilos arquitectónicos, hábitos culturales, estructura y morfologías urbanas que podrían pertenecer por igual a cualquier lugar del mundo, sin mayores referencias locales: Podemos hablar así de nuevos objetos urbanos: shopping centers, hipermercados, parques de ocio y espectáculo, barrios privados, edificios inteligentes, accesos y autopistas metropolitanas, nuevas aglomeraciones industriales, etc.”.

La conexión de cada uno de estos NOU con la metropolización es entendida así:

(i) La dinámica inmobiliaria y las nuevas formas de producción del espacio residencial: En los años 1990 se produjo una bonanza del mercado inmobiliario como producto de la incorporación al mercado inmobiliario de tierras e inmuebles del Estado, y de la flexibilización de las normas urbanísticas (Mignaqui, 1998, p.2). Esta flexibilización hace parte de nuevos conceptos acerca del papel del Estado en la producción de ciudad: “con la crisis del Estado de Bienestar y del sistema económico mundial, entra en crisis no sólo un modelo de desarrollo sino también las formas de producir la ciudad. La preocupación central de planificadores y urbanistas ya no será controlar y regular el crecimiento de la metrópolis sino renovar y recuperar áreas (rentables y bien localizadas) de la estructura urbana existente” (Fernández Durán, 1993, citado por Mignaqui, 1998, p.10). “De políticas de planificación urbana y ordenamiento territorial explícitas (planes reguladores, de desarrollo, esquemas directores) se pasa a políticas implícitas (leyes, decretos, ordenanzas) y preferentemente sectoriales, donde ya no importa la ciudad sino sólo un fragmento” (Mignaqui, 1998, p.10). Como resultado de este proceso, la estructura global de la ciudad estaría cambiando y entrando en crisis algunas de sus características más tradicionales: “La ausencia de marcos regulatorios del mercado inmobiliario, de un mercado de tierras público y la flexibilización de normas urbanísticas y de ordenamiento territorial a nivel local, ponen en crisis una de las características de la ciudad de Buenos Aires, su alta homogeneidad socio-espacial” (Mignaqui, 1998, p.12). Los componentes y piezas más específicas de la transformación del espacio residencial son descritos por Ciccolella así: “En la periferia metropolitana estos NOU parecen convertirse en ejes y factores de nuevas urbanizaciones (…) En tanto en las áreas centrales, se constituyen en factor disparador de procesos de renovación (…) Las torres o complejos de torres residenciales de alto patrón (…) y los nuevos barrios privados, countries y marinas en los bordes externos del Gran Buenos Aires, (…) están generando fuertes impactos sobre el paisaje y la trama urbana de la RMBA, poniendo en crisis la concepción clásica de la unidad funcional del tejido urbano” (Ciccolella, 1998, p.8; los subrayados son nuestros).

(ii) “Otro fenómeno interesante, es la consolidación, reorganización territorial, modernización de los llamados ‘distritos de comando’ o de sedes corporativas y empresariales (…) a partir de la veloz y fuerte expansión del comercio internacional, en particular con el MERCOSUR, (…) se está dando también una fuerte expansión en la capacidad instalada en hotelería internacional (…) fortaleciendo en general, el fenómeno histórico de la centralidad en la configuración del espacio metropolitano, pero con una concepción expandida o derramada del clásico distrito central de negocios (CBD). Pero también pueden observarse algunas tendencias incipientes al policentrismo” (Ciccolella, 1998, p.8-9). (Acá no se aclara su posible impacto de fragmentación espacial). El cambio en la centralidad estaría regido por la combinación de tres tendencias concomitantes: “Densificación del distrito central histórico (…) Derrame o extensión de esa área hacia el este y el sudeste (…) Aparición de subcentros en la periferia de la aglomeración (…) el hecho singular es que los equipamientos excéntricos pasan de significar menos del 10% del parque en 1995, alrededor del 28% en 1999” (Ciccolella, 1999, p.12).

(iii) “Sucesivas reestructuraciones del sector industrial (…) El reciclaje o abandono de infraestructuras y equipamientos industriales de fragmentos urbanos (…) muestra un cuadro de desarticulación y deterioro espacial y social: En tanto, los bordes de la RMBA se están revitalizando” (Ciccolella, 1998, p.9).

(iv) “Los nuevos espacios de producción, consumo y residencia demandan mejoras sustanciales sobre la red de accesos y autopistas de la RMBA (…) a partir del sistema de concesión y peaje (…) Resulta obvio que la alteración de las redes de circulación metropolitana marcha en función de la expansión del nivel de motorización y de los medios de transporte individual y privado, que virtualmente se ha duplicado en la RMBA, desde 1991” (Ciccolella, 1998, p.9-10).

(v) En 1997 existían a nivel nacional 35 shoppings. No obstante, este surgimiento fue tardío “La participación de los centros comerciales en el total de vetas en comercios minoristas apenas alcanza el 10% de lo que se deduce que el escenario de expansión de este tipo de emprendimientos será exponencial. Los shoppings implican una modificación en la cultura del consumo que aún no ha alcanzado los niveles de otros países latinoamericanos. (…) Los grandes centros fueron instalados en muchos casos en zonas densamente pobladas o de afluencia natural de personas, lo que vendrá es una tendencia a desarrollar áreas vírgenes” (Ciccolella, 1998, p.16).

Algo semejante se produjo con los hipermercados cuya inserción también puede considerarse tardía: “Conviene recordar que hacia mediados de los años sesenta hubo un intento de instalación de varias cadenas de grandes supermercados (…) Estas cadenas experimentaron rápidamente un fracaso absoluto, no habiendo quedado un solo establecimiento al cabo de 10 años de experiencia (…) Hubo que esperar hasta bien entrada la década de los ochenta y el cambio de pautas culturales para reintentar la experiencia de instalación de grandes equipamientos de consumo” (Ciccolella, 1998, p.17). “Como decíamos en el párrafo anterior, desde 1991, la expansión de los hipermercados fue explosiva y hasta mediados de los años ochenta, un fenómeno casi exclusivo de la Región Metropolitana de Buenos Aires” (Ciccolella, 1998, p.19). “Aún no existen estadísticas fiables, pero el impacto sobre el pequeño comercio barrial (…) es más que considerable, especialmente en los barrios modestos de la Capital Federal y sobretodo en la zona sur y oeste del Gran Buenos Aires, donde se han producido cierres masivos de comercios de un día para otro luego de la aparición de un hipermercado” (Ciccolella, 1998, p.21). “Está claro que no se trata del único factor, pero asociados al rediseño y ampliación de la red de autopistas y accesos metropolitanos, extraordinariamente extendido en los últimos años, los hipermercados están dando un gran impulso, y factibilidad a los barrios privados o cerrados” (Ciccolella, 1998, p.23).

(vi) Al lado de los NOU mencionados por Ciccolella, habría que agregar las grandes infraestructuras regionales que cambian la posición y las funciones de Buenos Aires al interior del MERCOSUR y contribuyen a explicar parte de su revitalización metropolitana. “Para viabilizar las políticas económicas de integración entre los países del Cono Sur de América Latina, (…), desde la dimensión espacial se están creando y proyectando —aunque no coordinadamente— en los países del MERCOSUR grandes corredores de transporte de cargas que se articulan con los puertos de ultramar. Éstos toman la forma de Corredores Biocéanicos Atlántico-Pacífico: Norte, Centro y Sur” (Etulain y López, 1999, p.15). La integración de la RMBA a estos corredores implica la construcción de algunos puentes y autopistas que tendrán impacto sobre la configuración urbana y las tendencias futuras de cambio en la ciudad. “La decisión de construir el puente Colonia-Punta Lara, demanda la ejecución de importantes obras viales con el fin de optimizar la estructura de funcionamiento macro y micro territorial y a la vez posicionar a Buenos Aires como el centro de intercambio de servicios del MERCOSUR. Para complementar la obra se ha redefinido la estructura vial de la RMBA, a partir de la conformación de dos tramas circulatorias principales una de tipo anular y otra radial” (Etulain y López, 1999, p.15).

Como conclusión general a este panorama, se estima que el modelo y concepción de ciudad se ha transformado radicalmente en Buenos Aires, pasando de una referencia principalmente europea de ciudad compacta y homogénea, hacia una de ciudad americana, extendida, discontinua y social y espacialmente fragmentada. “Como ha sucedido en otras etapas de auge de la inversión en la Argentina, la mayor parte de las mismas han tendido a concentrarse en la RMBA, desencadenando procesos de transformación a priori comparables a los de otras metrópolis latinoamericanas y del primer mundo, entrañando tendencias homogeneizantes respecto de modelos más cercanos a los patrones norteamericanos de metropolización (en términos de estructura, morfología y paisaje urbanos) ya distintivos de muchas grandes metrópolis latinoamericanas como Caracas, México, Santiago, Sao Paulo, Río de Janeiro, etc. que a los clásicos patrones más bien europeos de metropolización predominantes hasta hace pocos años en Buenos Aires” (Ciccolella, 1998, p.5).

No obstante, la conclusión definitiva respecto al cambio de modelo urbano queda matizada y puesta en valor relativo, teniendo en cuenta el impacto general sobre la ciudad: “El tejido urbano sigue estructurándose sobre la base de manzanas que tienden a la compactación. La ciudad americana o las experiencias de barrios planificados, con tejidos de otra naturaleza o morfología son raros o excepcionales” (Ciccolella, 1998, p.22). Este mismo matiz lo proponen Etulain y López (1999, p.1): “La mayoría de la población sigue localizada y viviendo en los patrones de asentamiento tradicionales (…) No obstante, hoy viven 1.500.000 habitantes en countries y barrios privados, de una población total de 13.000.000 que posee la región”.

De este matiz son extraídos dos tipos de conclusión diferentes. Para Ciccolella (1999, p.17), queda planteada en términos de interrogación, “Existe oposición o contradicción entre procesos de globalización de la RMBA y su contra-cara, la dualización del espacio metropolitano?. Buenos Aires tiende a ser una ciudad global o una ciudad dual? Y, finalmente, la dualización de las ciudades, es decir la coexistencia creciente entre riqueza y pobreza, atraso y modernidad, constituye una contradicción o una característica esencial del nuevo espacio metropolitano postfordista-postmoderno y postindustrial tanto de las ciudades globales de Sassen como de las megaciudades periféricas?”. En cambio, para Etulain y López (1999, p.25-26), es evidencia de la heterogénea conformación y dinámica propia de la ciudad: “En forma genérica el crecimiento actual, sigue leyes y parámetros que responden a dos tipos de modelos que se manifiestan en forma yuxtapuesta sobre el territorio. Existe la ciudad tradicional (…) Sobre ella coexiste y se yuxtapone una ciudad difusa, fragmentada, virtual y móvil que cuestiona la naturaleza de la centralidad (…) En gran medida, este tipo de ciudad ya modela y casi consolida el área norte de la RMBA y se vislumbra como modelo factible para el área sur. No obstante se entiende que éste necesita del anterior, fundamentalmente en los aspectos relacionales que involucran los sistemas de movimientos, la centralidad, el espacio público y la seguridad para su atravesamiento (…) Pareciera improbable la exclusión de uno u otro modelo; en todo caso, deberían definirse con precisión las zonas y condiciones en que se ha de desarrollar cada modalidad de asentamiento”.


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