BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

LA NUEVA HACIENDA PÚBLICA DISTRIBUTIVA EN MÉXICO, AÑO 2001, RECHAZADA POR EL CONGRESO DE LA UNIÓN

Julio César Rodríguez Valdez




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4.2 . Los Ingresos Tributarios

En México queda claro que es indispensable contar con mayores ingresos tributarios para financiar el gasto público. El problema radica en ¿cómo hacerlo? En México no es necesario decidir entre mayor gasto público o mayores distorsiones, sino que el gasto puede crecer al tiempo que se reducen las distorsiones económicas.

Ramírez Cedillo (2006), en su artículo Crítica a la estructura tributaria actual en México, opina que los ingresos tributarios del país para el periodo 1977-2003 representaron, en promedio, el 10.6 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país, con una variación del 8.9 al 11.6 por ciento del producto interno bruto (PIB) en sus valores mínimos y máximos: Para este periodo el impuesto sobre la renta (ISR) representó, en promedio, el 44 por ciento del total de los impuestos esperados, mientras que el impuesto al valor agregado (IVA) representaba alrededor del 28 por ciento, y el impuesto sobre producción y servicios (IEPS) participaba, en promedio, con el 17 por ciento. Cerca del 89 por ciento representaban estos tres impuestos del total de los ingresos tributarios en ese periodo”, Ramírez (2006, p 115).

El problema de un sistema financiero consiste no sólo de cómo obtienen recursos de los agentes económicos, sino que también se puede tener un efecto inverso si cambia la conducta de dichos agentes. En este sentido, se tienen dos tipos de impuestos: los distorsionadores y aquellos que no lo son. Un impuesto es no distorsionador sólo si los agentes económicos se impiden para alterar las obligaciones fiscales que conlleva dicho impuesto, son denominados impuestos de suma fija; no dependen de la renta, de la riqueza, ni del consumo; por lo tanto, no distorsionan la conducta del individuo.

En nuestra estructura tributaria gran parte de los impuestos son distorsionadores; con ello la economía no puede crecer, pareciera que si no hubiera impuestos al consumo las empresas tenderían más y los ciudadanos comprarían más satisfactores, si las empresas no vieran gravadas sus ganancias implicaría la generación de empleos y un crecimiento sostenible de la economía. La actuación del Estado en materia tributaria debería centrarse en la posibilidad de que recaudando la misma suma de ingresos se pudiera tener un perjuicio menor el crecimiento económico, incluso poder consolidar la estructura tributaria en vías de un crecimiento a largo plazo.

Es por ello que recobra vital importancia la conducta de los individuos en relación con la obtención del ingreso público, porque de ello depende la forma en que el Estado devuelve lo recaudado a través de un acertado estado de bienestar a la sociedad. A la política fiscal o de ingresos le toca el tema de cómo el gobierno federal financia el gasto público. Él tiene tres formas de hacerlo, Ramírez (2006, p 125):

• Recaudación de impuestos.

• Endeudamiento interno y externo.

• Emisión de papel moneda.

En mi opinión, los ingresos tributarios están consignados a financiar los gastos públicos; el país debe obtener recursos de los contribuyentes para atender el financiamiento del gasto.

Los recursos públicos son considerados como la riqueza que teniendo su origen en el sector privado se transfiere al sector público; es decir, se devenga a favor del estado y se acredita, financieramente hablando, como fondos de la Tesorería de la Federación. Estos ingresos tienen como propósito solventar los gastos públicos y provocar algunos efectos en la economía del país; o sea, contribuir a los fines del Estado. Cuando esta concepción pierde importancia en las finanzas públicas se acude al crédito público y a la emisión de papel moneda como mecanismo para proveerse de recursos para afrontar el gasto público. Ramírez (2006).

En opinión de Eduardo Gómez de la O (2004), los ingresos del gobierno federal provienen de cuatro fuentes fundamentales: los ingresos tributarios, los ingresos no tributarios petroleros, los no tributarios no petroleros y los resultados de organismos y empresas. Dentro de los tributarios existen tres fuentes fundamentales: el impuesto sobre la renta (ISR), el impuesto al valor agregado (IVA) y el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS). Las primeras dos fuentes están directamente asociadas con la actividad económica y, por consecuencia, son relativamente estables. En el caso del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) éste tiene un vínculo inverso con el precio del petróleo, que lo hace inestable.

A partir de 1990 estas fuentes de ingreso representaron el 10.7 por ciento del PIB, en promedio. El año en que esta cifra fue menor fue en 1996 y se derivó de la debacle económica de 1995, mientras que el año en que se alcanzó el nivel más alto como porcentaje del PIB fue en 2002, con el 11.8 por ciento. Los ingresos no tributarios no petroleros están integrados, fundamentalmente, por derechos, productos y aprovechamientos.

Esta parte de los ingresos ha permanecido relativamente constante. No obstante, se han presentado importantes variaciones por la desincorporación de diversas entidades públicas, lo cual ha ocasionado años atípicos de ingresos. Los ingresos por resultados de organismos y empresas, sin duda es un rubro que durante la década de los 90 presenta decrecimientos si no se considera Petróleos Mexicanos (PEMEX) y que son derivados de las desincorporaciones mencionadas en el párrafo anterior.

Sin embargo, esta variación ha sido menor en términos relativos. Finalmente, los ingresos no tributarios petroleros y lo correspondiente a la parte de ingresos de organismos aportados por Petróleos Mexicanos (PEMEX), es sin duda la parte más variable de los ingresos. En promedio, los ingresos por estos conceptos han representado el 5.5 por ciento del producto interno bruto (PIB). Gómez (2004, p 29-30).


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