BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

PLURICULTURALIDAD Y EDUCACIÓN. Tomo II

Gunther Dietz y otros




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Educación, Cultura y Sociedad

La cuestión educativa de los pueblos indígenas está significativamente vinculada con su problemática económica, política, ambiental y cultural. Afectados por el conjunto de dificultades que hoy agobian a todo el país, pobreza, desempleo e inseguridad, por mencionar sólo algunas, las peculiaridades de los pueblos originarios hacen que éstos se expresen en sus territorios, de una manera muy especial que requiere ser comprendida. Los pueblos indígenas en Michoacán, viven una problemática educativa muy relacionada con las principales actividades económicas que se desarrollan en la región, con su problemática demográfica, perfilada, en gran medida, por un alto índice de marginación y pobreza, por altas tasas de crecimiento poblacional y por una muy específica problemática ambiental. (Alarcón-Cháires: 2006)

La situación de la educación en los espacios que ocupan los pueblos originarios, podemos decir que está permeada por la problemática que para todo el estado, e incluso el país, guarda la educación, aunque de forma agravada por la discriminación a la que diariamente están expuestos: rezago educativo, no sólo cuantitativo, sino cualitativo; altos índices de deserción escolar; bajas tasas de absorción entre niveles; sistema escolar desintegrado; devaluación premeditada de la imagen del maestro; infraestructura educativa insuficiente y en condiciones no aptas para los procesos educativos; situación salarial que no corresponde con la función social del docente, entre otros rasgos.

Aunque no es del todo correcto evaluar la situación de la educación agregando todos estos componentes en un solo indicador, el que nos muestra la situación de la escolaridad es muy representativo.

La escolaridad media para el país en 2005 era de 8.1 grados, con un comportamiento diferencial entre hombres y mujeres de 8.4 y 7.9, respectivamente. Para el estado de Michoacán y, para el mismo año, la escolaridad promedio era de 6.9 grados, siendo de 7 para los hombres y de 6.8 para las mujeres. Sin embargo, para la población de los pueblos originarios, este mismo indicador apenas si alcanza una media de 4.5 grados con una distribución entre hombres y mujeres de 5.1 y 3.9 respectivamente.

Por otra parte, considerando la educación superior, tenemos que el rezago educativo, la deserción, la reprobación y el bajo índice de eficiencia terminal profesional, considerado en menos del 10 por ciento del total de jóvenes indígenas que optan por una carrera profesional, son problemáticas que perfilan la realidad educativa de los pueblos indígenas de Michoacán.

Es evidente, pues, que toda estrategia o propuesta social que busque superar los rezagos sociales que hoy mantienen los bajos niveles de bienestar de la gran mayoría de la población mexicana y, particularmente, que busque la atención de los problemas que hoy aquejan de forma más aguda a la población originaria, deberán poner el acento en dos cuestiones: diseñar y realizar una educación a la altura de nuestros requerimientos y diseñar y operar una política de desarrollo regional. Desarrollo regional es crecimiento económico y satisfacción de necesidades básicas, y juntos, estos dos elementos, configuran el desarrollo social.

El crecimiento sin satisfacción de necesidades básicas, sin la humanización de los pueblos indígenas, es decir, sin redistribución, sin participación, sin sustentabilidad ambiental, sólo fomenta la desigualdad, la desigualdad solo fomenta el conflicto social, el conflicto social solo fomenta la respuesta violenta del estado, la represión, y ésta solo fomenta más respuesta social, más conflicto político. Es un imperativo, sobre todo de frente a los problemas que hoy enfrentan las comunidades indígenas, romper este círculo vicioso.

Por otra parte, la satisfacción de necesidades no puede darse sin que la sociedad o sus núcleos o grupos más activos, incrementen la producción de riqueza que posibilite o que sustente la solución a las demandas de satisfactores.

El desarrollo regional, siguiendo a Freire, debe de venir de adentro, de las propias comunidades y de sus actores. Por eso, estimular a los agentes concretos en cada espacio local es una de las respuestas que nos da justamente el desarrollo regional.

Las actividades agrícolas, pesqueras, artesanales y comerciales, aunque éstas últimas, y en la mayoría de los casos, en escalas de poca significación, constituyen las principales actividades económicas de los pueblos y comunidades indígenas. Y precisamente por sus características productivas, en aras de avanzar hacia una sociedad multicultural, debieran ser consideradas y promover su participación bajo un régimen especial en el sistema económico.

Históricamente, los pueblos originarios han estado subordinados a los regímenes políticos y a las estructuras socioeconómicas que han impuesto los grupos regionales dominantes, generalmente enemigos de su cultura. Los pueblos indígenas de Michoacán, fundamentalmente los purépechas, a diferencia de otros pueblos en el país, que han sido relegados a regiones áridas y poco productivas, se han asentado en la región lacustre del Lago de Pátzcuaro, un territorio abundante en recursos naturales, lo que ha provocado que, constantemente, hayan sido objeto del despojo de sus recursos naturales o bien de sobreexplotación; esta situación, ha determinado que, en los hechos, los pueblos originarios asuman una doble responsabilidad con relación a mantener y proteger su patrimonio cultural, social y natural, por un lado, han desplegado una intensa actividad política encaminada a preservar y desarrollar su cultura, al mismo tiempo que luchan por incrementar y mejorar sus niveles de bienestar o de vida, acercando y haciendo compatibles con sus formas de producir, distribuir y consumir, los desarrollos tecnológicos de nuestros tiempos y, por otra, asumir la responsabilidad de luchar por el cuidado, preservación y desarrollo de su riqueza natural. En los últimos años la voz de los pueblos indígenas de diferentes partes del mundo hace más evidente la necesidad de reconocer los derechos sobre su tierra, su territorio y sobre el usufructo de los recursos naturales ahí presentes e indispensables para la continuación de su cultura. (Alarcón-Cháires, 2006: 79)

Por tanto un aspecto de suma importancia para el desarrollo de la cultura de las comunidades y pueblos indígenas es el tipo de educación que se requiere, considerando lo señalado más arriba, deberá ser una educación cuyos temas y métodos de enseñanza se relacionen, de la manera más estrecha, con las necesidades y problemas de los pueblos y comunidades de los que provenga el núcleo estudiantil y docente, de tal forma que pueda lograrse el proceso de concientización que plantea Freire.

Asimismo, y con la intención clara de promover no sólo el respeto a su cultura, sino promover su desarrollo, y hay que decir que no se trata de cualquier desarrollo sino de aquel que permita el desarrollo humano. Por ello, los contenidos curriculares deberán tener, en los diferentes campos disciplinarios, en primer lugar el contexto local en relación a cualquier otro, así como un componente plurilingüe, de tal manera que todos los auxiliares didácticos refuercen la lectura y la escritura de las lenguas de los pueblos originarios. “Las lenguas y las culturas de los pueblos indígenas deberán ser en sí mismas una parte importante de los planes y programas de estudio de todas las carreras” (OCE, 2006), sin demérito del aprendizaje de otras lenguas.

Conclusión

La educación universitaria, con los grupos originarios del estado de Michoacán, sólo tendrá sentido si logra formar profesionistas que, mostrando un alto orgullo por su patrimonio cultural, social y natural, generen un alto y significativo reconocimiento de su comunidad en el marco de las diversas culturas con base en una pedagogía intercultural, de diálogo y si logra, al mismo tiempo, hacer que cada egresado del nivel superior se asuma como actor en todos los espacios, incluso productivos, de su comunidad, contribuyendo, así a mejorar las condiciones materiales de vida y a darle a las relaciones sociales, en el marco de la globalización contemporánea un mayor contenido humano. Este será el mejor aporte de cada comunidad al desarrollo regional y al desarrollo del país.

Bibliografía

Alarcón-Cháires, Pablo (2006) “Derechos indígenas, naturaleza y cultura.”, Ethos educativo 36-37, Mayo-Diciembre, pp.79-91

De Sousa, Joao Francisco (2006) “¿Es posible construir una sociedad multicultural?”, Ethos educativo 36-37, Mayo-diciembre, pp.93-116

Freire, Paulo (2008) Pedagogía del Oprimido, Siglo XXI, 58 edición, México

Freire, Paulo (2007) La educación como práctica de la libertad, Siglo XXI Editores, México

Freire, Paulo, (1992) Pedagogía de la esperanza, Paz y Tierra, Río de Janeiro

Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE) (2006), “IX Educación Intercultural Bilingüe”, Plataforma Educativa, 2006, Cuadernos de trabajo para Foros Regionales


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