BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ECONOMÍA Y TERRITORIO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. DESIGUALDADES Y POLÍTICAS

ILPES-CEPAL




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F. Regiones características y algunas conclusiones

Del análisis realizado se concluye que los territorios que están creciendo en América Latina, aunque no necesariamente desarrollándose, son los que han logrado una buena inserción en la economía mundial, ya sea por medio de recursos naturales, renovables o no renovables, de procesos exportadores asociados a la industrialización manufacturera mayormente liviana o de alguna industria más sofisticada –sobre todo en los casos del brasil y México– o de centros metropolitanos articulados con la economía mundial mediante la provisión de servicios financieros, comerciales y turísticos.

En la mayor parte de estas situaciones ha primado la política de inserción internacional que cada país ha delineado y que ha constituido un marco de referencia objetivo para cada territorio. Esta política ha favorecido mucho a algunos territorios, al menos en cuanto al crecimiento, y ha afectado desfavorablemente a otros, según sus capacidades de inserción internacional. Las desviaciones a esta norma se explican por esfuerzos de gestión pública (local y territorial, según el caso), como en los territorios declinantes con buenos indicadores sociales, o por defectos, como en los territorios ganadores con malos resultados sociales.

Con el ánimo de resaltar la heterogeneidad de situaciones y de entender la importancia de identificar políticas diferenciadas, según las distintas características de los territorios, se puede realizar la siguiente tipificación de las distintas regiones:

Territorios ganadores con recursos naturales exportables. Son regiones mineras con características de economías de enclave y dudosa capacidad de articulación local y regiones agroexportadoras que han modernizado mucho una parte de su sector agrícola. Aquí se incluyen territorios que han potenciado recursos locales latentes, por lo general primarios, como el salmón, las flores y el turismo. En los territorios mineros, y también en los agroexportadores, continúa vigente la inquietud sobre la posibilidad de los distintos territorios y sectores de generar sinergias positivas (encadenamientos) con el resto del tejido económico local.

Territorios ganadores que han dinamizado de manera notoria el sector manufacturero, en particular la producción sobre la base de la maquila en México (Coahuila, Guanajuato) y el brasil (Amazonas).

Territorios ganadores que albergan áreas metropolitanas, capitales financieras y de servicios (buenos Aires, brasilia).

Territorios perdedore de sólida base agropecuaria que han perdido o disminuido su capacidad competitiva (Risaralda, Colombia, con una fuerte base cafetera) y requieren de un nuevo impulso.

Territorios perdedores con una marcada desindustrialización (bío-bío, Chile, San Luis, Argentina, bogotá, Colombia) que, a causa de la apertura, no han logrado reconvertir sus economías. La deslocalización industrial que se observa en São Paulo representa una variante de este tipo de territorios.

Territorios perdedores que han reducido su capacidad competitiva debido al incremento de la inseguridad social, al deterioro ambiental y al surgimiento de polos alternativos (La Paz, bolivia, Guerrero, México).

Territorios perdedores con economías rurales de baja productividad y tradicionalmente pobres (Chocó, Colombia, Chiapas, México, Araucanía, Chile, beni, bolivia). Aquí, la cuestión esencial es el tipo de políticas, normalmente de carácter compensatorio, que se podrían identificar para producir algún efecto multiplicador sobre estos territorios excluidos con economías rezagadas. Probablemente se trate de medidas que comiencen por el fortalecimiento del capital humano y de la infraestructura.

Esta tipificación muestra la mayor complejidad y, por tanto, la dificultad que supone la identificación de políticas regionales diferenciadas para distintas situaciones, ya sea para mantener una determinada posición competitiva alcanzada o para incentivar procesos de crecimiento y desarrollo allí donde no han ocurrido.

En general, en ninguno de los casos de crecimiento exitoso se advierte una política explícita y deliberada de desarrollo regional orientada desde el Estado. Los territorios con crecimiento destacado no deben esta condición al fomento de políticas de desarrollo regional por parte del Estado. Tampoco parecen existir políticas explícitas de corrección de disparidades, de corte compensatorio territorial, que atiendan o se preocupen de las regiones más deprimidas. Por tanto, una conclusión central, que no deja de producir cierto grado de frustración, es que en las dos últimas décadas no parece haber en América Latina y el Caribe políticas explícitas de desarrollo regional promovidas desde los países.

Lo anterior no significa que no hayan existido políticas de crecimiento que promovieran la integración de ciertos territorios a la economía mundial y nacional, lo que explica el surgimiento de algunos grandes polos primario-exportadores como resultado de políticas regulatorias, financieras, comerciales y de inversión en infraestructura de corte nacional.


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