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ECONOMÍA Y TERRITORIO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. DESIGUALDADES Y POLÍTICAS

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B. Medición y balance de la evolución reciente

Para analizar la evolución reciente de las disparidades económicas territoriales se utiliza la información disponible desde 1990. El año de inicio se escogió por representar una fecha alrededor de la cual se produjo un quiebre muy importante en la orientación de la política económica de los países, caracterizado por la introducción de reformas de apertura y liberalización en unos casos y por la intensificación de estas reformas en otros. No obstante, esta determinación no debe llevar a pensar que estas reformas tuvieron la misma intensidad y amplitud en todos los países.

El PIB per cápita territorial es el indicador más utilizado en los estudios sobre el tema. Para realizar algunos cálculos se trabajó con el primer y el último año de cada período, pero en otras ocasiones fue pertinente subdividir los períodos de acuerdo con los cambios en la trayectoria del desarrollo económico: crecimiento, estancamiento o recesión.

Contrariamente al hábito impuesto por la costumbre de emplear solo uno o unos pocos indicadores, varias consideraciones teóricas justifican el uso de un amplio conjunto dividido en dos grandes grupos: indicadores de estado e indicadores de dinámica36. Los indicadores de estado muestran algunas características de la configuración territorial en un momento dado. Debido a que en cortos períodos de tiempo como los que se analizan en este trabajo (15 años en promedio) no es esperable que se registren cambios significativos en estos indicadores, el balance se enfoca en identificar los cambios producidos, como testimonio de los rasgos propios de cada país, que definen un punto de partida diferente y singular, y un sistema geográfico con distintas propiedades de asimilación y respuesta a las influencias externas. Los indicadores de dinámica dan cuenta del sentido y la intensidad de las modificaciones del sistema, constituyen una imagen de su movimiento en un corto lapso de tiempo, complementan la visión de estado y permiten verificar si su sentido coincide con los rasgos de la estructura configurada desde el punto de vista histórico.

Aunque el PIB per cápita es un indicador de desarrollo y bienestar ampliamente aceptado y utilizado, para cerrar este balance se analizó específicamente la convergencia territorial de los indicadores sociales. Además, se trabajó el índice de necesidades básicas insatisfechas para el mismo período y universo geográfico y se lo contrastó con los indicadores de desempeño económico territorial.

1. Concentración económica territorial

Para analizar las configuraciones económicas territoriales se utiliza la distribución rango-tamaño (véanse el recuadro II.1 y el anexo 1) que se emplea habitualmente para examinar el comportamiento demográfico de los sistemas urbanos. Aunque ha sido muy poco utilizada para el análisis territorial, esta distribución posee algunas características que hacen que se adapte y sea apropiada para examinar las disparidades. Principalmente, se utilizará para caracterizar la composición de la cabeza urbana e identificar si consta de un solo componente (primacía), de dos (bipolaridad) o de varios (multipolaridad).

Índice de concentración económica territorial, índice de primacía económica (sobre la base del análisis de rango-tamaño), distribuciones de frecuencias (por territorios y ponderadas por población), índices de convergencia (coeficientes beta y sigma) e índice de superación de la pobreza.

A Auerbach (1913) se atribuye el descubrimiento, y a Zipf (1941) la más amplia divulgación, de una regularidad empírica en la distribución del tamaño demográfico de las ciudades: la talla poblacional de una ciudad determinada (P) varía en función directa del tamaño de la ciudad mayor del sistema al que pertenece (a) e inversa del logaritmo de su rango (R), o número de orden, en escala descendente entre todas las ciudades ordenadas de la más grande a la más pequeña:

Log P = a – q Log R [1]

La pendiente de esta función (q) es negativa y su valor absoluto expresa el mayor o menor grado de concentración de la población urbana del sistema. Uno de los principales puntos fuertes de este indicador de concentración es que parte de una regularidad empírica largamente verificada, que pone de manifiesto la existencia de un patrón o norma de carácter estadístico, útil como punto de referencia para el estudio de distribuciones concretas y específicas. Este patrón indica que la desigualdad y la concentración son la norma en fenómenos como el urbano y permite centrar la atención en la medición específica de esa concentración y no en la discusión acerca de su existencia. En nuestro caso, la unidad de referencia no será la ciudad sino la jurisdicción territorial intermedia de cada país, y lo que se comparará no es el volumen de población de cada una de ellas, sino el valor de su PIB. Además, se utilizará la curva de tendencia, es decir, los valores estimados por la regresión simple, para determinar si las configuraciones económicas territoriales de los países son primaciales (centradas en una sola ciudad mayor) o no y, en este segundo caso, identificar cuántas unidades territoriales conforman esta cabeza –dos (bipolar), tres (tripolar) o cuatro (cuadripolar)– y cuáles son esas unidades. Las distribuciones rango-tamaño permiten lograr una caracterización de la estructura y evolución de las disparidades económicas territoriales de los países, centrándose en sus segmentos superiores. No se consideran apropiadas para un análisis de conjunto, desechando por tanto el análisis del coeficiente q y de su evolución, debido a su elevada sensibilidad al tamaño del universo (número de territorios). De este modo, resulta muy difícil comparar la configuración de Bolivia (9 componentes) con la de Argentina (24) o la de México (32).

Fuente: Elaboración propia.

En América Latina existen por lo menos dos grandes tipos de configuraciones económicas territoriales (véase el cuadro II.2). La primera, a la que pertenecen la Argentina, Chile y el Perú, se denomina primacial y se caracteriza por la existencia de una jurisdicción territorial económicamente preponderante en términos del valor del PIB y por ubicarse por encima de la curva estimada mediante la distribución rango

tamaño. Las unidades preponderantes, que coinciden con las capitales políticas de los países, son: la capital más la provincia de Buenos Aires en la Argentina, la región metropolitana de Santiago en Chile y Lima en el Perú. Mientras que Buenos Aires coincide con la función portuaria, las otras dos están muy próximas a los puertos mayores: Lima se encuentra casi adyacente y Santiago está a 150 km de Valparaíso y de San Antonio. En una segunda configuración (multipolar), las distribuciones rangotamaño muestran que la concentración económica gira en torno a varias jurisdicciones territoriales: tres en Bolivia (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz), el Brasil (Minas Gerais, Río de Janeiro y São Paulo) y Colombia (Antioquia, Bogotá y Valle), y cuatro en México (Distrito Federal, Jalisco, México y Nuevo León). En ninguno de estos cuatro casos la jurisdicción territorial económicamente preponderante es puerto marítimo y solo en dos de ellos coincide con la capital política del país.

Para los países con primacía, la evolución de la cabeza económica territorial (primacial o multipolar) durante los últimos 15 años solo utiliza una medición que consiste en comparar la participación porcentual del territorio preponderante en la generación del PIB nacional al final y al principio del período. Cinco de los siete países presentan una tendencia a la reducción de la primacía económica territorial (véase el cuadro II.4). En el caso de los países con configuración multipolar, esta medición se complementa con una muy semejante que registra la evolución de

Los dos puntos superiores que aparecen en el cuadro II.3 corresponden a la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires que se interpretaron como parte de una misma unidad económica territorial debido a la extensión del área metropolitana bonaerense.

la participación porcentual del peso económico del grupo territorial dominante en el total nacional, comparándose el final con el principio del período. De este modo, se confirma la tendencia a la desconcentración económica territorial pues en tres de los cuatro países disminuye el peso relativo del grupo territorial preponderante.

Bolivia, el Brasil y México merecen un comentario aparte pues son países en los que el descenso relativo del PIB del primer territorio es más pronunciado y superior al del grupo territorial preponderante. También hay que destacar los procesos de cambio dentro de los grupos territoriales preponderantes: en Bolivia, La Paz dejó de ser el territorio con mayor PIB (retrocedió 3,3 puntos porcentuales entre 1990 y 2003) y esa posición fue asumida por Santa Cruz (ascendió 4,1 puntos porcentuales); en el Brasil continuó la tendencia a la desconcentración de São Paulo (descendió 4,5 puntos porcentuales entre 1990 y 2002), mientras que Río de Janeiro mostró una revitalización interesante (aumentó 1,8 puntos porcentuales); en México también continuó el descenso relativo del Distrito Federal (con un retroceso de 2,5 puntos porcentuales entre 1993 y 2003), al tiempo que Nuevo León consolidó su importancia (con un incremento de 0,8 puntos porcentuales). En estos tres casos han surgido nuevos polos territoriales, cuyo tamaño ya era considerable al inicio del período, que reconfiguran la cabeza económica territorial de los respectivos países y probablemente contribuyan al descenso relativo de los territorios mayores. El único caso con un patrón claramente opuesto es la Argentina, donde además de que la cabeza económica territorial ganó importancia, su composición interior ha favorecido a la ciudad capital (ganó 2 puntos porcentuales entre 1990 y 2001) y desfavorecido a la provincia de Buenos Aires (perdió 0,5 puntos porcentuales).

De estos resultados se puede concluir que las principales características de la configuración territorial latinoamericana son la alta concentración del peso económico en la primera unidad territorial, aunque ocurra sobre la base de diferentes estructuras y de distintas tendencias a mediano y corto plazo, y el predominio de la tendencia al debilitamiento de esta concentración durante el período que va desde 1990 hasta hoy .

En medio de estas dos características comunes, el comportamiento específico de cada país se ve afectado por los rasgos históricos de su geografía humana y económica. En primer lugar, la desconcentración urbana es menos frecuente e intensa en los países primaciales que en los multipolares. La anatomía territorial propia de cada nación contribuye a explicar la asimilación de los procesos de cambio más globales de manera muy particular y característica en cada país. Asimismo, se confirma un patrón de estrecha asociación entre primacía y acumulación de funciones estratégicas en una sola ciudad, como ser la capital política y el principal puerto marítimo del país.


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