BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ECONOMÍA Y TERRITORIO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. DESIGUALDADES Y POLÍTICAS

ILPES-CEPAL




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2. Las disparidades económicas territoriales: un asunto de eficiencia y estabilidad

La expresión más evidente de desigualdad territorial es la concentración urbana. Henderson (2000) estima que el costo económico provocado por el exceso (o la falta) de concentración urbana, con niveles por encima (o por debajo) de un patrón histórico, puede suponer pérdidas de hasta 1,5 puntos porcentuales del pib per cápita a mediano plazo (véase la sección I.B.2). Las cifras registradas en América Latina y el Caribe ubican a la región en una posición particularmente desfavorable ya que de un total de 72 países examinados, 30 presentan niveles satisfactorios de concentración urbana, 24 muestran niveles excesivos, 16 cuentan con niveles demasiado bajos y 2 no exhiben un patrón identificable (Henderson, 2000, pág. 19). La distribución de los países latinoamericanos en los diferentes grupos es muy particular: de un total de 14, solo 3 (Bolivia, Colombia y el Ecuador) presentan un nivel de concentración satisfactorio, 11 (la Argentina, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, el Paraguay, el Perú, la República Dominicana y el Uruguay) exhiben una concentración excesiva y ninguno muestra una concentración muy baja (Henderson, 2000, pág. 36).

Por otra parte, es necesario mencionar la importancia que tiene para América Latina y el Caribe la relación entre las disparidades territoriales y la estabilidad del crecimiento. En la región existe más dispersión que entre los países desarrollados porque en estos los ciclos económicos son menos volátiles (CEPAL, 2002; Cerro y Pineda, 2002, pág. 91). Lo que resta precisar es cómo se establecen las relaciones de causalidad entre estas dos variables ya que la estabilidad opera en algunos casos como causa de las disparidades territoriales y en otros como consecuencia. Según Gaviria

Por su parte, Montenegro (1996) propone que la mayor estabilidad macroeconómica relativa de Colombia se explica, en parte, por la diversidad regional, por un mayor equilibrio relativo en la distribución territorial de la población y por un nivel más elevado de desconcentración espacial de la actividad económica. Además, establece una relación estadística inversa entre volatilidad económica y descentralización espacial de la población.

3. Balance

El interés por las disparidades económicas territoriales se funda en la búsqueda de la igualdad y la libertad, propia del humanismo moderno. A estos derechos universales se han sumado otras aspiraciones colectivas: al medio ambiente sano, a la información y las telecomunicaciones y a la ciudad. Además, las sociedades y los pueblos latinoamericanos se reconocen cada día más como pluriétnicos y multiculturales y, junto a las aspiraciones de igualdad, reivindican con creciente firmeza el derecho a la diferencia. Igualdad en la diferencia parece ser la consigna latinoamericana contemporánea, en un tiempo en que la homogeneidad y la uniformidad dejan de ser el requisito previo e indispensable de la unidad. La forma en que las disparidades repercuten en las posibilidades individuales de acceso a los derechos básicos tiene alcances generales pero no reglas universales y depende de las condiciones específicas de funcionamiento de las instituciones y de la economía de cada país, así como de la manera de entender la relación entre derechos individuales y colectivos. La particular combinación del derecho a la igualdad y el derecho a la diferencia deriva de decisiones libres y soberanas adoptadas por cada nación y cada Estado.

Si bien las disparidades se conciben habitualmente como una limitación a las aspiraciones sociales de equidad, justicia y solidaridad, también se asocian con finalidades y aspiraciones económicas básicas, como el crecimiento y la estabilidad.

B. Territorios en movimiento: socioeconomía de las disparidades

El interés por comprender y explicar las diferencias de desempeño y dinamismo entre países, regiones y ciudades, y por identificar los medios y las formas de intervención pública, surge a raíz de la falta de uniformidad y de los constantes cambios en la distribución de la población, la producción y la riqueza en el espacio físico. La teoría y la política conceptualizan las heterogeneidades de formas y dinamismos como desigualdades económicas territoriales.

Los factores que explican estas desigualdades varían en función del horizonte de tiempo que interese observar: grandes épocas y civilizaciones, períodos económicos pertenecientes a una época determinada, cortos lapsos o coyunturas específicas dentro de cierto período, momentos de crisis y transición. Fernand Braudel (1985) distingue varias escalas que, de períodos más cortos a otros más largos, pasan por el evento, el ciclo y los interciclos, extendiéndose hasta las tendencias seculares.

Existen diversas unidades de observación y análisis de estos cambios. La ciudad, la red urbana y los procesos de urbanización han sido considerados con especial atención como fenómenos catalizadores del cambio territorial y reveladores de sus principales formas de evolución en términos de ciclos, tendencias y grandes épocas. “Del año 0 al 1300 de la era cristiana, el número de citadinos en el mundo, a lo máximo, dobló (…) De 1300 a 1800 (…) la tasa de urbanización permaneció estable, aunque también se dobló el número de citadinos, habida cuenta de que la población total del mundo dobló. Pero, en menos de dos siglos –de 1800 a 1980- el número de citadinos se multiplicó por veinte y la tasa de urbanización pasó de 9% a 38%” (Bairoch, 1985, pág. 643).


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