BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ECONOMÍA Y TERRITORIO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. DESIGUALDADES Y POLÍTICAS

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3. El cruce sectorial-territorial

Para cada uno de los cuadrantes se ha identificado el sector económico predominante (véanse los cuadros III.6 a III.8), precisándose si en esas actividades la especialización territorial es alta o baja y si entre el año inicial y final de cada período esta especialización es estable, creciente o descendente. En la medida en que son los principales generadores de desigualdad y se asocian al cambio de la tendencia general de contención de la convergencia, la atención se concentra en los cuadrantes de territorios ganadores y estancados. Posteriormente, se analizan los cuadrantes situados sobre la diagonal de la convergencia. Esta exploración del cambio estructural arroja resultados positivos.

En Colombia (véase el cuadro III.6), mientras que la condición de ganador en los dos primeros períodos estuvo asociada a la actividad industrial y su nivel de especialización tendió a descender, en el período más reciente se asocia a la actividad minera con una especialización alta y creciente. La condición de estancado se asoció a la actividad agrícola en los dos primeros períodos y a la ausencia de especialización en el tercero.

En Chile (véase el cuadro III.7) sucedió algo semejante en el caso de los ganadores: durante los dos primeros períodos se trataba de territorios principalmente industriales que se reemplazan con otros de alta especialización en minería. En estos dos primeros períodos, los estancados se asociaron principalmente a actividades agropecuarias a las que en el tercero se sumaron las actividades industriales.

En el Perú (véase el cuadro III.8), en ambos períodos los ganadores fueron territorios altamente especializados en minería. La novedad es la aparición de la agricultura como actividad característica de este grupo durante el segundo y el último período. Con los estancados sucedió algo semejante a lo de Chile, puesto que en ambos períodos se trató de territorios agrícolas a los que se sumó la industria en la segunda y la última etapa.

Como tendencia general, la agricultura aparece asociada a territorios en retroceso económico y la industria, que se presenta como menos general pero significativa pues se da en dos de los tres países, ingresa al grupo de actividades asociadas con el estancamiento económico territorial. Además, como tendencia relevante se observa que la minería adquirió una conexión con los territorios ganadores mientras que la industria la perdió. Por consiguiente, el principal rasgo o síntoma de cambio estructural asociado con el período que va desde los años noventa hasta hoy se relaciona con el cambio del papel dinámico de la industria manufacturera y la estrecha asociación entre minería y territorios ganadores.

No obstante, el análisis no puede dejar de lado los territorios convergentes y declinantes. En Chile, Colombia y el Perú, los territorios convergentes están principalmente orientados a la agricultura, sumándose la minería en el caso de los dos últimos. Tanto en los convergentes como en los declinantes, la presencia de la agricultura pone de manifiesto la ambivalencia económica y geográfica de esta actividad. Hay que tener en cuenta que en los países latinoamericanos coexisten segmentos territoriales dedicados a actividades agrícolas poco generadoras de riqueza con otros de alto dinamismo. Sin embargo, dicho dinamismo no es lo suficientemente estable ni duradero como para que estos territorios pasen de la franja de perdedores a la de ganadores.

Los territorios convergentes tienen un patrón semejante en los tres países ya que combinan industria con servicios financieros en Chile y Colombia y comercio con otros servicios en el Perú. Estos rasgos muestran que las mayores aglomeraciones urbanas de estos tres países se ubican en la categoría de convergentes, con su orientación propia y característica de proveedores de manufacturas, acompañadas de servicios de muy variada gama. La novedad del período reciente es que la industria adquiere un carácter ambivalente que antes no poseía: ya no es propia ni exclusiva de los territorios ganadores, sino que también se hace presente en el segmento de los perdedores. Esta transformación pone en evidencia la conjugación de dos procesos territoriales diferentes: la existencia de regiones de industrialización tradicional, que no lograron una reconversión económica satisfactoria y, por tanto, no pudieron escapar al retroceso económico prolongado, y la aparición de nuevas regiones industriales pobres en donde se aprovecha el bajo costo del trabajo para ubicar las instalaciones, sin que esto genere efectos de empuje y arrastre del conjunto de la economía regional de que se trate.

Estas observaciones y conclusiones permiten elaborar indicaciones para explorar las causas generadoras de la contención de la convergencia en América Latina durante los años noventa. Es necesario profundizar en el conocimiento concreto y específico de los territorios emblemáticos para entender por qué la riqueza que generan no se irriga a todo el territorio, sino que tiende a incrementar la polarización y la estratificación territorial. También resulta interesante profundizar el análisis sobre si el surgimiento de estos nuevos territorios se acompaña de nuevas reglas de juego que rompen relaciones previas de difusión y arrastre económico territorial.

Las conclusiones pueden resumirse del siguiente modo: los polos regionales exportadores contribuyen de manera notoria a la contención de las tendencias convergentes de períodos previos porque no generan encadenamientos territoriales de difusión y arrastre hacia otras regiones, a excepción de una estrecha conexión con los centros económicos mayores que proveen los servicios económicos, públicos y financieros indispensables para su cabal operación. La contribución de estos centros económicos mayores es menos clara e intensa puesto que han debido transitar por un ciclo de reconversión determinado por el debilitamiento del papel de la industria como generadora de riqueza y la necesaria búsqueda de actividades económicas de reemplazo vinculadas, sobre todo, a servicios modernos, con características económicas y tecnológicas novedosas e innovadoras, que las habrían vuelto dependientes de estos medios urbanos de mayor desarrollo, aunque también con pocos encadenamientos territoriales de difusión y arrastre. A estas tendencias habría que sumar la eterna presencia de territorios pobres, con una tendencia muy marcada hacia actividades primarias poco dinámicas. También se registra la aparición de un grupo de territorios perdedores (nuevos pobres), regiones de industrialización tradicional que no han logrado generar nuevas actividades económicas dinámicas.


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