BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ECONOMÍA Y TERRITORIO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. DESIGUALDADES Y POLÍTICAS

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C. Disparidades territoriales y cambio económico estructural a corto plazo (1990-2003)

En esta sección se analiza el período más reciente (1990-2003) y, como su rasgo más particular es la tendencia general a la contención de los procesos previos de convergencia, el examen se centra en las características de los territorios situados sobre la diagonal de la divergencia, es decir, los ganadores y los estancados, que son los que más habrían contribuido a explicar la contención de la convergencia. El comportamiento de estos territorios se evaluará mediante el uso de los indicadores de cambio sectorial y grado de especialización y la contribución a la divergencia por parte de cada uno de los grupos (cuadrantes) mencionados.

La tasa media de crecimiento del PIB per cápita nacional (véase la tercera columna del cuadro III.9) muestra que en todos los países –con la única excepción de Chile– los territorios estancados son territorios en estado de receso, o incluso de franco retroceso, con tasas de crecimiento del PIB per cápita cercanas a cero (Bolivia y Colombia) o negativas (la Argentina, México y el Perú).

Los sectores en retroceso y en avance, así como la magnitud del cambio en su participación porcentual en la generación de valor agregado bruto nacional (véase la cuarta columna del cuadro III.9), evidencian que la tendencia predominante es el avance de las actividades del sector terciario, público o privado. En Bolivia, Colombia y México, los sectores con mayor progreso relativo son los servicios: en Colombia los sociales y comunales y en Bolivia y México principalmente los privados (transporte y comunicaciones, finanzas y energía). El progreso de las actividades terciarias se combina en Chile y la Argentina con una actividad primaria como la minería. El Perú es el único país en donde los dos sectores con mayor progreso relativo, minería y agricultura, son primarios. Por consiguiente, los países de la región no presentan una tendencia de cambio común ni uniforme, aunque se registra un predominio de la tercerización combinada con el resurgimiento de algunas actividades primarias. Esta tercerización tampoco es un proceso homogéneo ya que en algunos casos se asocia al incremento de los servicios públicos y sociales y en otros al de los servicios privados.

El análisis comparativo de algunos factores asociados con la contención de los procesos de divergencia permite ver las diferencias entre los países, en cuanto a la importancia de la producción y la población nacional comprometidas en esta contención (véanse las columnas Peso en PIB y Peso en población del cuadro III.9). En Colombia, la población y la producción de estos territorios es cercana a la quinta parte de la nacional, en Chile, México y el Perú las proporciones oscilan entre el 30% y el 40% y en la Argentina llegan a casi un 90%.

Cabe resaltar la magnitud económica y demográfica de las regiones estancadas o deprimidas. En términos de población, la participación oscila entre el 15% en Colombia, el 37% en la Argentina y el 34% en Bolivia y Chile. México (27%) y el Perú (24%) se ubican en una situación intermedia. En cuanto a la producción, los órdenes de magnitud son obviamente inferiores, pues sus ingresos per cápita se sitúan por debajo de los promedios nacionales, aunque con pequeñas variaciones frente a la participación establecida en el aspecto demográfico. Por tanto, el volumen de personas y de riqueza en estas zonas deprimidas no es nada despreciable ya que representa alrededor de la cuarta parte de la población y la quinta parte de la producción nacional. Además, sus tasas de crecimiento del ingreso per cápita evidencian que se trata de territorios en estado de alerta económica; a excepción de Chile, donde la tasa es aceptable (2,7%), en el resto es muy próxima a cero.

En cuatro de los seis países analizados, los territorios ganadores se orientan a la producción minera y tienen estructuras productivas muy especializadas. La Argentina y México son la excepción debido a que sus capitales integran este grupo, con una orientación económica principalmente terciaria en el primer caso y una mezcla de industria y terciario en el segundo (véase la última columna del cuadro III.9). La naturaleza y las características de las fuerzas que contribuyen a la divergencia son, por tanto, diferentes para estos dos tipos de dinámicas en los países.

En el otro extremo del espectro se sitúan los territorios estancados, con grados de especialización económica relativamente bajos y orientados, sobre todo, hacia el sector agrícola. Solo en Chile y el Perú, la industria acompaña a la agricultura como actividad económica propia de estos territorios estancados. La verdadera magnitud y gravedad de esta situación se comprende mejor a partir de la pobreza territorial persistente en América Latina, ya que se trata de territorios que han estado postrados en el atraso por largos períodos de tiempo.

El análisis pone en evidencia la diversidad de condicionantes, pero también las tendencias continentales presentes en el proceso de contención de la convergencia económica territorial en el período 1990-2003. A nivel nacional, se observa un avance generalizado de las actividades terciarias que en ocasiones se acompaña del progreso de algunas primarias, sobre todo de la minería. En coincidencia, los territorios ganadores se asocian a estas mismas actividades. En la mayoría de estos territorios, la minería es la principal fuente de expansión productiva y las estructuras económicas territoriales de apoyo se caracterizan por un alto grado de especialización. Solo en la Argentina y México, los sectores financiero (en el primero) y manufacturero (en el segundo) empujan el dinamismo productivo en el contexto de economías territoriales altamente diversificadas. Este caso particular refuerza la idea de que la contención de la convergencia surge de la combinación de polos regionales de alta especialización (en general primario-exportadores), articulados con las economías de las grandes ciudades y regiones más desarrolladas que son proveedoras de bienes, servicios e insumos y probablemente generan pocos encadenamientos intrarregionales e interregionales.

Las fuentes de divergencia, o de contención de la convergencia, no solo se originan a raíz de las características de los territorios dinámicos, sino también de la prolongación de la pobreza en los territorios estancados. Por tanto, el análisis debe equilibrar el interés por comprender los motivos de la limitación de la difusión y el arrastre del dinamismo territorial de los ganadores y las razones y las formas de la prolongación de la pobreza de los más atrasados. Asimismo, se advierte el dramatismo de la situación de estancamiento, tanto por su extensión histórica como por su profundidad y la cantidad de pobladores comprometidos. En esta situación, la actividad económica predominante es la agricultura pero en los últimos tiempos la industria también ha tenido una participación significativa en países como Chile y el Perú. Podría decirse que junto a la persistencia de la pobreza en los territorios pobres, la aparición de un segmento de nuevos pobres también ha contribuido a la divergencia.

Finalmente, es importante otorgar un significado más preciso a ciertos procesos nacionales de convergencia y divergencia. Durante el período 1976-1990, en el Perú (véase el cuadro III.5) se registró una tendencia a la convergencia económica territorial en medio de un permanente retroceso del ingreso per cápita nacional con un promedio anual superior al 2%. De forma semejante, el ingreso per cápita nacional medio de Chile durante el período 1971-1983 (véase el cuadro III.4) retrocedió cerca del 1% anual, con una tendencia económica a la convergencia territorial. En ninguno de los dos casos se puede afirmar que estas convergencias sean situaciones deseables o progresivas sino que, más bien, son el resultado de una repercusión de la recesión proporcionalmente mayor en los territorios más ricos que en los más pobres. Se trata entonces de convergencias perversas. En el extremo opuesto se sitúa la Argentina, donde en un período de crecimiento económico moderado (1% promedio anual; véase el cuadro III.9), la contención de la convergencia se explica por la expansión más acelerada de Buenos Aires (capital federal + provincia), que ubica en los ganadores al 50% de la población y al 66% del PIB nacional. En este caso, y por las razones expuestas, podría hablarse de una divergencia progresiva.


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