BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ECONOMÍA Y TERRITORIO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. DESIGUALDADES Y POLÍTICAS

ILPES-CEPAL




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3. Configuraciones territoriales nacionales

El análisis conjunto de las tres distribuciones estudiadas ofrece la posibilidad de realizar una caracterización general a partir de sus rasgos dominantes. Se identifican dos grandes grupos de países: primacialespolarizados (PP) y multipolares-estratificados (ME). El Brasil es un caso complejo y mixto ya que se trata de un país multipolar-polarizado (MP) (véase el cuadro II.8).

El primer componente de la caracterización (primacial o multipolar) tiene que ver con los rasgos del sistema económico territorial en función de la distribución espacial de los volúmenes brutos de la producción económica de cada país, que traduce y presenta un aspecto tan importante de las disparidades como la distribución territorial del poder económico, social y político. Su valor e importancia va más allá del mero interés académico y tiene inmensa trascendencia política. Esta distribución de los volúmenes de riqueza deja al descubierto la pirámide de toma de decisiones de cada país. Esta dimensión confirma un rasgo muy particular de América Latina como los altos niveles de concentración espacial del poder económico y muestra que, en contra de lo esperado, las cabezas económicas territoriales (primaciales

o multipolares) de estos países están retrocediendo en términos relativos. Además, ratifica un concepto al que a veces no se da la suficiente importancia y que se refiere a que estos rasgos cambian a ritmo lento porque son el resultado de una acumulación histórica a largo plazo y no necesariamente son consecuencia de un tipo único de fuerzas e influencias, como las económicas, sino de procesos más amplios y complejos que involucran las más variadas dimensiones de la vida social. Finalmente, estas tendencias y configuraciones son muy semejantes a lo constatado a nivel demográfico.

El segundo componente de la caracterización (normal, estratificada o polarizada) apunta a la comparación de los niveles de riqueza de los distintos territorios y de la distribución de la población entre ellos, relacionándose directamente con la aspiración de igualdad y equidad propias de los valores contemporáneos e intentando identificar sus características estructurales y tendencias de cambio. La función normal, tomada como representación estadística de estas aspiraciones, está lejos de ser el punto de referencia en torno al que se mueven, o hacia el que apuntan, las distribuciones de los territorios por niveles de riqueza y las distribuciones de la población de los territorios por niveles de riqueza. Cuando se toman los territorios como unidad de observación (DTR), se destaca el predominio del modelo de estructura estratificada, mientras que cuando la ponderación se hace sobre la base de la población (DPR), vuelve a emerger una doble caracterización: unos países se aproximan al modelo de estructura polarizada y otros se asemejan al de estructura estratificada. Durante el período analizado no se registra una tendencia a la normalización de estas estructuras, sino a la consolidación de su carácter polarizado o al estrechamiento de su estructura estratificada.

La intensidad y el ritmo de las disparidades territoriales surgen con especial claridad y contundencia por medio de las distribuciones de la población de los territorios por niveles de riqueza. No obstante, las diferencias significativas de evolución y estructura entre las distribuciones de los territorios por niveles de riqueza y las distribuciones de la población de los territorios por niveles de riqueza dejan al descubierto la importancia de abordar un dilema de política económica de gran importancia y relativamente descuidado en América Latina y el Caribe: ¿la política económica territorial tiene como objetivo disminuir las brechas de riqueza entre los territorios, entre los pobladores de los territorios o en comparación con otros, o entre las magnitudes absolutas de producción económica?

4. Convergencia y divergencia económica territorial

En esta sección se revisan los indicadores más convencionales de las disparidades económicas territoriales, incluidos en la más reciente discusión académica sobre si en los últimos tiempos ha habido convergencia o divergencia económica territorial en América Latina y el Caribe.

El foco de estos indicadores se pone en la dispersión de los niveles de ingreso per cápita territorial: el coeficiente sigma (DS) es la desviación estándar de los logaritmos del pib per cápita territorial, el coeficiente de variación (CV) divide el sigma por el promedio y el coeficiente de variación ponderado (CVP) asigna un peso relativo a cada territorio de acuerdo con el porcentaje de la población nacional que en él habita. Aunque el sigma ha sido uno de los coeficientes más empleados en las últimas investigaciones, tiene la limitación de presentar un valor absoluto sin ofrecer ningún criterio para saber si dicho valor es alto, medio o bajo. El coeficiente de variación corrige esa deficiencia ya que expresa la desviación estándar en función del promedio, obteniéndose así un valor normalizado que facilita la comparación intertemporal e interespacial. El coeficiente de variación ponderado agrega la dimensión demográfica y pondera el peso de cada territorio en función de su participación en la población nacional. Por tanto, la comparación entre CV y CVP permite apreciar las diferencias entre las disparidades tomando en cuenta solo los territorios y la población. A los valores correspondientes a cada uno de los indicadores se agregan dos informaciones adicionales: tres cortes temporales y el rango, construido de forma semejante a los cuadros anteriores. Los cortes temporales son el año inicial y final del período analizado y un año intermedio en que se haya registrado un quiebre de tendencia (en algunos casos es el mínimo de la serie y en otros el máximo) (véase el cuadro II.9).

El orden de los valores de acuerdo con su rango guarda gran consistencia entre los tres indicadores analizados, así como con las distribuciones estudiadas: los países primaciales tienden a ocupar los rangos superiores (mayor dispersión) y los multipolares las posiciones intermedias e inferiores. En el Brasil y Chile vuelven a aparecer situaciones atípicas. A pesar de su carácter primacial, la distribución territorial de los niveles de riqueza en Chile es estable y compacta. En el extremo opuesto se ubica el Brasil, donde la distribución es muy dispersa a pesar de su naturaleza multipolar.

La estabilidad de los valores del coeficiente de variación y el coeficiente de variación ponderado es elevada al principio y al final del período de análisis, sin una tendencia de cambio clara ni marcada43. La excepción es la Argentina, que muestra un incremento acentuado del valor de sus disparidades económicas territoriales. En los demás países los cambios son menores y carecen de un sentido uniforme: pequeños ascensos en Bolivia, Chile y México y leves descensos en el Brasil y Colombia. Este análisis comparativo del coeficiente de variación y el coeficiente de variación ponderado muestra la pertinencia de combinar las dos medidas, pues en algunos países la perspectiva cambia totalmente cuando se pasa de una mirada a otra. En la Argentina, al principio del período las disparidades entre los territorios eran mucho más acentuadas que entre sus poblaciones y lo mismo sucede en Bolivia a lo largo de todo el período. En México, por el contrario, las disparidades entre los territorios son mucho menores que entre sus poblaciones.

Estos resultados confirman que, con la única y evidente excepción de la Argentina, no se han registrado tendencias claramente convergentes

o divergentes, aunque sí se observan tendencias de leve aumento de las disparidades en Bolivia, Chile y México y de reducida disminución en el Brasil y Colombia.

La comparación entre el coeficiente de variación y el coeficiente sigma pone de manifiesto la necesidad de preferir el uso del primero al segundo pues así se pueden comparar directamente los valores entre países y los de un mismo país a lo largo del tiempo. Bolivia (del 7º al 4º), el Brasil (del 1º al 3º) y Chile (del 5º al 7º) presentan cambios de posición (R) debido a la falta de un punto de referencia adecuado, que en este caso es el promedio introducido en el coeficiente de variación.

Los índices de convergencia beta ratifican la primera de estas conclusiones (véase el cuadro II.10). Las hipótesis de convergencia y divergencia para el período completo solo son estadísticamente aceptables en el caso de Colombia.

Cuando se discrimina por períodos seleccionados en cada país de acuerdo con las características de su ciclo económico (véase el cuadro II.11), los casos con resultados significativos siguen siendo pocos: para el primer período se acepta la hipótesis de convergencia en el Brasil y el Perú, mientras que para el segundo esta hipótesis solo es aceptable en Colombia.


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