BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

GASTO PÚBLICO Y SECTOR PARAESTATAL EN MÉXICO

Hilario Barcelata Chávez




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CAPITULO 1 FUNDAMENTOS TEÓRICOS DEL INTERVENCIONISMO ESTATAL

1.2. El Estado, el Pacto de Dominación y el Intervencionismo Estatal.

Elemento central para comprender la conducta y la naturaleza del Estado mexicano del período posterior a la revolución de 1910, es la relación que se establece entre las distintas clases sociales que intervienen en la lucha armada. Clases enfrentadas y en permanente conflicto debido a sus objetivos e intereses diferenciados y contrarios entre sí. Clases que, sin embargo, van encontrar en la negociación, el consenso y la concesión los instrumentos mediante los cuales garantizar la sobrevivencia misma del sistema económico y su sobrevivencia como clase. De este modo encuentran un factor de estabilidad social y económica que poco a poco irá sustituyendo el uso de las armas y la represión como mecanismo para conservar el poder y defender los intereses de clase, sin que estos instrumentos sean abandonados.

El consenso está basado en una relación de dominación entendida como la capacidad de un individuo o grupo de individuos, de imponer a otros una determinada conducta , con probabilidad de encontrar obediencia en ellos para toda clase de mandatos, lo que significa que se sustenta en un mínimo de voluntad, de interés por obedecer, cosa que es esencial en cualquier relación auténtica de autoridad . Por eso, esta relación de dominación puede sustituir a otras formas violentas de dominio y se reproduce a sí misma, garantizando la limitación y anulación de la capacidad de los dominados de modificar, por cualquier medio posible, su condición de subordinación, no así su capacidad para negociar las condiciones de dicha subordinación. Esta es la raíz de la naturaleza del Estado postrevolucionario, porque lo define en cuanto a su forma de operar, las instituciones que lo conforman, los objetivos que persigue y los mecanismos que deberá utilizar para distribuir ingreso y riqueza y para mantener sin violentar el sistema, a cada clase sujeta a un rol específicamente determinado por parte de quien ejerce el dominio.

Esta nueva organización política se fundamenta en el reconocimiento de las profundas desigualdades e inequidades económicas y sociales entre clases, grupos e individuos. Implica la reformulación del Estado capitalista liberal clásico que bajo la forma del Estado intervencionista, intentará resolver los problemas a los que conllevan los resultados adversos derivados del funcionamiento del capitalismo.

El Estado intervencionista postrevolucionario, como forma particular del Estado capitalista, es una fórmula que surge, de modo histórico, derivado del consenso social respecto a que un sistema económico cuyo funcionamiento se basa de modo exclusivo en el libre mercado, no ofrece, ni condiciones de participación igualitarias para todos los miembros de la sociedad, ni propicia resultados socialmente aceptables y conduce a un estado de atraso y crisis recurrentes. De este modo, entonces, el Estado intervencionista se constituye en mecanismo mediante el cual el capitalismo se propone superar el atraso en el desarrollo económico, la inequidad y la injusticia social.

1.1.1 El Estado liberal y las transformaciones sociales.

La concepción liberal clásica considera que existe un estado de naturaleza anterior a la vida civil de los hombres, en el que estos gozan de absoluta libertad y en el que existen ciertos derechos naturales, (es decir, anteriores al Estado) el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Para garantizar el respeto a esos derechos naturales, los hombres, libre y voluntariamente crean, la sociedad civil, el Estado capitalista, que constituye la posibilidad de preservar los derechos naturales y garantizar que todos los individuos permanezcan libres e iguales por siempre.

Este Estado se constituye, por hombres libres e iguales que se reconocen entre sí como propietarios privados. Gracias a ello, establecen relaciones de intercambio, porque la propiedad privada de medios de producción les permite producir mercancías para el intercambio. Esta relación jurídica, cuya forma es el contrato -legalmente formulado o no- es una relación entre voluntades en la que se refleja la relación económica . Relación que expresa un interés privado, que es, a fin de cuentas, la fuerza que pone en contacto a los individuos posibilitando dicha relación . Las relaciones de cambio tienen como base un conjunto de relaciones voluntarias, lo que supone y requiere un individuo libre e igual desde el punto de vista jurídico y político que pueda ejercer esa voluntad libremente. Esas relaciones de cambio son, el punto de partida para la organización política del capitalismo y aparecen, como el resultado de un acuerdo libre de voluntades de individuos que organizan la sociedad y el Estado, en función a su voluntad e interés y sobre la base de las formas de producción de la vida material. El Estado capitalista moderno se presenta, así, a nuestros ojos, como un Estado formado por individuos iguales y libres y, como tales, individuos libres e iguales para ejercer el derecho de propiedad. Porque este Estado iguala a todos los individuos de manera que puedan actuar como poseedores de medios de producción y de mercancías y, de ésta manera, establecer relaciones de cambio. Es por ello que el Estado adquiere autoridad y autonomía delegada voluntariamente por los hombres libres en tanto que es expresión de su interés, como afirma Córdoba, ...la igualdad de oportunidades de los propietarios requería la igualdad formal y abstracta de los ciudadanos ante la ley. En este intercambio, la función del Estado se reduce a garantizar esa igualdad formal.

El Estado capitalista se presenta, entonces, como un poder separado de la sociedad, que se identifica consigo mismo como poder general de la sociedad. El interés del Estado deja de ser (como era en las sociedades precapitalistas) directamente el interés de un grupo o de un individuo, y se constituye en el interés de toda la sociedad . Es un Estado de propietarios privados, que, por tanto, va a garantizar la reproducción de las condiciones en las cuales se dan las relaciones de propiedad, la libertad y la igualdad jurídica para todos los individuos, identificando esto como un interés general para toda la sociedad. Sin embargo, contrario a lo que piensa el liberalismo, las relaciones que establecen los individuos no son puramente voluntarias. Son producto de una determinación externa a la voluntad del individuo, es decir, se le imponen independientemente de su voluntad. De este modo, en tanto no hay forma de elección, los individuos deben aceptar las reglas establecidas, es decir, deben subordinarse a ellas para insertarse en ese marco de relaciones. Por eso, es posible afirmar, (contradiciendo el espíritu del pensamiento liberal) que las condiciones en las cuales ha sido creada la sociedad capitalista y su forma de funcionar, propician un proceso de diferenciación económica y social entres sus miembros. Esta diferenciación se deriva, precisamente de la existencia de la propiedad privada, que implica la posibilidad de que todos puedan ser propietarios de medios de producción, pero propicia una situación en la que sólo algunos conservan ese estatus, en tanto que muchos otros dejan de serlo. Esto trae como consecuencia que la sociedad se divida en clases sociales según que los individuos que las conforman sean propietarios o no.

No obstante que se presenta esta división social, el Estado, no cambia su contenido. Sin embargo el cambio social mencionado convierte al Estado en la expresión de la voluntad y el interés de sólo una parte de los individuos que conforman esa sociedad: los que permanecen como propietarios, es decir de las clases propietarias. La voluntad dominante someterá a toda la sociedad a su ley y, por tanto, necesariamente, privilegiará a unos cuantos y no a todos los miembros de esa sociedad. El Estado se convierte entonces, en un Estado de clase porque, aunque sigue respondiendo a la misma voluntad e interés que lo creó, esa voluntad e interés ya no está generalizado como en el principio. El Estado aparece, entonces, respondiendo a los intereses de las clases propietarias, que en lo económico son ya clases dominantes. Pero ello no se debe a que el Estado se haya transformado en algo distinto a lo que era en un principio. Lo que se transforma es la sociedad, como resultado de la acción del mercado y del derecho de propiedad. No es, pues, la clase propietaria la que impone su voluntad al Estado y lo transforma en un instrumento de dominio, porque el Estado no es producto de esa voluntad dominante, sino que, adopta la forma de una voluntad dominante al ser el resultado del modo de vida material de los individuos.

No es la voluntad de la clase dominante la que se esconde detrás del poder político: Es la misma constitución de la sociedad la que determina que el Estado no pueda servir a la sociedad sino como Estado de clase, como Estado de los propietarios privados. (...) Al poner como fundamento del derecho en general el derecho de propiedad y todos los derechos derivados que le son inherentes, el Estado no tiene necesidad de "interpretar" la "voluntad de la clase " dominante"

Pero una vez que la forma de existencia del Estado capitalista basado en la libertad irrestricta y el derecho de propiedad privada ha propiciado desigualdades, éstas se agudizan al extremo de que se vuelven socialmente intolerables y se convierten en amenaza para la existencia del propio capitalismo. Esto llevará, necesariamente, a la reformulación del Estado, para que mediante su intervención activa en lo social y en lo económico, actúe como mecanismo de combate a esas desigualdades entre individuos que componen una sociedad capitalista. Individuos que ante la ley son iguales para ejercer con plena libertad el derecho de apropiarse del excedente económico, para llevar a cabo procesos de acumulación privada de capital, para ejercer la propiedad privada. Sin embargo, en la práctica, estos individuos no se encuentran en igualdad de condiciones para ejercer tal derecho, es decir hay una igualdad formal, pero no una igualdad material. Ello se debe a que la existencia de esa amplia diferenciación económica y social ya mencionada, propicia para cada uno, una diferente forma de inserción en el sistema económico, lo que determina su capacidad para participar en la apropiación del excedente económico y en los procesos de acumulación de capital. Esta diferenciación tiene un doble origen:

a) La existencia de desiguales capacidades entre los individuos al momento en que alcanzan su igualdad jurídica (desigualdad de oportunidades)

b) El hecho de que en el capitalismo el mercado es el mecanismo que distribuye el ingreso y la riqueza, pero lo hace de modo tal que favorece de modo permanente a los propietarios de los medios de producción a costa de los que no lo son, por lo que le es intrínseca la generación de desigualdades (desigualdad en los resultados) La fortaleza económica así creada, crea a su vez un poder político que permitirá mantener y perpetuar esta situación.

El mercado, pues, genera resultados adversos para un gran número de individuos, aunque estos tengan iguales derechos para participar en el mercado. Esto se debe a que el mercado opera con base en la competencia y produce, por tanto, ganadores y perdedores. Pero los perdedores no solo pierden participación en la riqueza que contribuyen a crear, también se vuelven, por esa razón, económicamente débiles y, por ello, pierden, igualdad de condiciones para seguir participando en la competencia. Esta debilidad económica de los perdedores (que es relativa a la fortaleza económica que adquieren los ganadores) se convierte en impedimento perpetuo para que puedan ejercer su derecho de propiedad. Es decir, bajo esta nueva circunstancia de poco sirve la igualdad jurídica.

Los que ganan, por su parte, estarán en una posición superior a los perdedores, a tal grado que ya no se les puede considerar iguales porque ya no lo son. No existe ya igualdad de oportunidades para competir, para el disfrute de la libertad de empresa y para acceder a satisfactores sociales Es decir, la desigualdad económica entorpece o disminuye el principio de igualdad jurídica. La desigualdad de oportunidades genera resultados desiguales, los cuales amplían la desigualdad de oportunidades.

Esta argumentación conduce a rechazar la teoría igualitaria que sostiene que la justicia es igualdad de los individuos ante la ley o isonomía, pues, como se ve, ello puede ser generador de injusticias. De hecho este rechazo no significa ninguna novedad. Platón consideraba esta situación de la misma manera: El tratamiento igual de los desiguales debe engendrar iniquidad. Y Aristóteles decía: Igualdad para los iguales, desigualdad para los desiguales. El mismo Platón advierte, en su República, sobre la paradoja de la libertad postulando que: …la libertad en el sentido de ausencia de todo control restrictivo, debe conducir a una severísima coerción, ya que deja a los poderosos en libertad para esclavizar a los débiles .

La alternativa es considerar la justicia desde la perspectiva de la igualación de resultados y no, exclusivamente, desde la igualdad jurídica. Sin embargo esta noción es incompatible con las concepciones liberales, en tanto que este principio de equidad se contrapone a su concepto de libertad, porque sólo sería posible igualar resultados mediante restricciones a la absoluta libertad que los individuos requieren en el mercado para hacer uso de su derecho a la propiedad. Es decir, si se quisiera hacer justicia mediante procesos de redistribución, para mejorar la situación de los que menos tienen con parte de la riqueza de los que tienen más, se obtendría igualdad pero a costa de renunciar a parte o a toda la libertad del mercado. Por ello, Friedman afirma al referirse al análisis de la desigualdad económica: ...la igualdad entra en grave conflicto con la libertad. No puede ser uno al mismo tiempo igualitario, en este sentido, y liberal . Pero si hay que salvaguardar el principio de la igualdad, tal como es el propósito que fundamenta la existencia del Estado, entonces el Estado deberá proveer los medios para nivelar o compensar las diferencias sociales y redistribuir los resultados de dicha diferenciación. De un modo tal que la sociedad alcance los niveles de igualdad que se ha propuesto o, al menos, mantenga esa desigualdad dentro de los límites socialmente aceptables . La cuestión es que la libertad irrestricta promueve una diferenciación social de tal magnitud que destruye los fundamentos del propio Estado y condena a la sociedad a vivir en una situación de permanente desigualdad e injusticia, porque, como afirma Popper …la libertad económica ilimitada puede resultar tan injusta como la libertad física ilimitada, pudiendo llegar a ser el poderío económico casi tan peligroso como la violencia física . Por ello es necesario crear instituciones sociales, impuestas por el poder del estado, para proteger a los económicamente débiles de los económicamente fuertes , lo cual implica, necesariamente que:

el principio de la no-intervención, del sistema económico sin trabas, debe ser abandonado; si queremos la libertad de ser salvaguardados, entonces deberemos exigir que la política de la libertad económica ilimitada sea sustituida por la intervención económica reguladora del estado. Deberemos exigir que el capitalismo sin trabas dé lugar al intervencionismo económico.

Es decir, la implementación de un Estado que regula las desigualdades sociales e interviene en lo económico, deviene indispensable e inevitable. Desde luego, bajo la consideración de que las restricciones a la libertad de los individuos para alcanzar la igualdad, no deberán anular esa libertad, que en todo caso, también debe ser salvaguardada. Por eso la tesis de la posibilidad de la transformación del capitalismo por métodos graduales y pacíficos se contrapone a la tesis marxista de la inutilidad de la reforma del capitalismo para alcanzar la justicia social y la necesidad de una transformación destructora del Estado capitalista. Desde la óptica marxista, el intervencionismo estatal sirve para consolidar el poderío burgués y profundizar y perpetuar la explotación capitalista. Desde luego, esta conclusión se deriva del hecho de que para el marxismo, todo gobierno (dentro del capitalismo) es una dictadura de la clase gobernante sobre la gobernada. En el capitalismo, el Estado capitalista es una dictadura de la burguesía, instrumento para reprimir y mantener las condiciones propicias para la explotación del proletariado. Y esto vale, tanto para un gobierno totalitario como para una democracia.

Esto parece tener su explicación y es congruente con el hecho de que el capitalismo que vive Marx (capitalismo sin trabas, de libre mercado) constituye una etapa del capitalismo en el que, efectivamente el Estado no era la expresión de una voluntad social, sino el de una clase en particular. Etapa en el que la democracia no era un instrumento que sirviera para distribuir y equilibrar el poder político capaz de permitir que el Estado adquiriera un contenido distinto al que le imponía la clase dominante de manera absolutamente unilateral. Pero el capitalismo del siglo XX es un capitalismo distinto en el que las luchas sociales y la democracia abren un camino para que, al interior del Estado, se expresen los intereses y la voluntad de las clases subordinadas (que ni en lo político ni en lo económico tienen que dejar de serlo para que esto suceda)

De acuerdo con Popper, para Marx es vana la esperanza de lograr algún cambio importante mediante el solo uso de recursos jurídicos o políticos . Esto es así porque considera que existe una cadena causal de dependencia que nos liga con el sistema social y no a la inversa. Pero, aunque no es posible modificar a voluntad el sistema, la sociedad esta obligada a contribuir a su transformación y a la liberación definitiva de sus redes . Según Popper, para Marx:

la política es impotente. Ella sola no puede alterar en forma decisiva la realidad económica; (…) los desarrollos políticos, o bien son superficiales, no condicionados por la realidad más profunda del sistema social, en cuyo caso están condenados a pasar sin dejar huella alguna y sin poder aspirar a contribuir realmente en favor de los oprimidos y explotados, o bien constituyen la expresión de un cambio en el fondo económico y en la situación de clase, en cuyo caso adquieren el carácter de las erupciones volcánicas, de las revoluciones totales susceptibles de ser previstas, puesto que surgen del sistema social, y cuya violencia puede moderarse abriendo las puertas a las fuerzas eruptivas, cuyo avance jamás podrían detener las trabas ideadas por la acción política.

De acuerdo a su propia teoría según Marx …no podemos modificar la realidad económica a voluntad, por ejemplo, mediante reformas legales . El verdadero poder reside, para él, en la revolución violenta que como una necesidad histórica se deriva de las contradicciones del capitalismo y es el único instrumento capaz de llevar a cabo la transformación institucional y destruir la explotación y la tiranía de la burguesía. De aquí que Marx prohíba, prácticamente, toda tecnología social entendida como aquélla herramienta que nos permite construir los medios y las formas para crear instituciones sociales . Así, Marx, estaría planteando un desprecio hacia la construcción de las instituciones sociales producto de la razón y la voluntad humana como parte de una realidad susceptible de ser planificada racionalmente. Sin embargo, Popper argumenta que el poder político es fundamental y puede controlar al poder económico(…) …podemos, por ejemplo, desarrollar un programa político racional para la protección de los económicamente débiles (restringir la explotación, reducir la jornada de trabajo, ofrecer seguridad contra la incapacidad, la desocupación y la vejez) (...) garantizar por ley un nivel de vida digno a todos aquellos que estén dispuestos a trabajar . En una palabra hacer imposible la existencia de formas de explotación basadas en la desvalida posición económica de un trabajador. El hecho que Marx no pudo tomar en cuenta, es que no toda forma de gobierno dentro del Estado capitalista constituye una tiranía de clase. Un Estado capitalista puede llegar a la revolución social, mediante reformas. Entendiendo por revolución un conjunto de transformaciones institucionales radicales y profundas , y por reformas un proceso prolongado de cambios graduales que conducen a revolucionar un eje social por la vía pacífica. El Estado mismo puede propiciar la revolución cuando se vuelve expresión de los intereses de toda la sociedad, aún si lo hace de modo conflictivo, inequitativamente y mediante procedimientos autoritarios. Por esta vía es posible crear instituciones sociales. Así el Estado interviene para salvar las contradicciones propias del capitalismo, reformarlo y darle continuidad y viabilidad, propiciando el mejoramiento productivo, en el bienestar social y la disminución, hasta la cancelación, de la explotación. Por ello la intervención del Estado es fundamental para la vida del capitalismo y lo único que podría decirse con certeza es que más que la revolución violenta, es la intervención propiciada por el reformismo lo que se impone como una necesidad histórica producto del desarrollo de las contradicciones del capitalismo. Lo cual no es negar la necesidad de una revolución social, sino precisar los mejores medios para llevarla a cabo.

Esta concepción del intervencionismo estatal implica una combinación de los valores y principios del liberalismo con los del socialismo, ya que por una parte se plantea la vigencia del capitalismo que se sustenta en la libertad de los mercados y en la libertad del individuo. Pero se sostiene la necesidad de la mediación del Estado como fórmula que permita alcanzar la justicia social.

El intervencionismo económico, entonces, se ubicaría, en terreno común que comparten el liberalismo y el socialismo. Es decir, a la libertad irrestricta del mercado debe establecérsele límites en virtud de sus nocivos efectos sobre la justicia y la equidad. Desde luego debe reconocerse que todo intervencionismo conduce al aumento del poder estatal y la burocracia y que ese es su mayor riesgo, porque un intervencionismo excesivo puede cancelar las libertades y atentar contra la justicia y la equidad. Es decir, el intervencionismo debe tener limites perfectamente establecidos, constituirse en una herramienta de tecnología social de carácter democrático, en un instrumento de contenido democrático, creador de instituciones sociales democráticas. De modo que, como afirma Popper planifiquemos no sólo …para la seguridad, sino también para la libertad; si no por otra razón, porque la libertad es lo único que puede asegurar la seguridad. De modo que el Estado es necesario para impedir el abuso de la libertad, pero, a la vez, es necesaria la libertad para impedir que el Estado abuse de su poder . Y es necesaria la democracia para reformar al Estado y librar a la sociedad de malos gobiernos sin derramamiento de sangre, es decir, sin revoluciones violentas, porque la democracia...es el conjunto de instituciones dirigidas a defenderse de la dictadura, que no permite una acumulación del poder, sino limita el poder estatal .

La planificación intervencionista puede llevar a la pérdida de la libertad (la formal y la material) Porque si se planifica en exceso, si se le otorga excesivo poder al Estado, ello conduce a la pérdida de la libertad, que por ser la base de la democracia y ésta de la planificación, lleva a la ruina nuestra planificación. Porque, como pregunta acertadamente Popper, ¿por qué habrán de llevarse a cabo los planes para el bienestar del pueblo si el pueblo carece de facultades para hacerlos cumplir?.

Debe quedar claro, como ya se afirmó antes, que la libertad formal (en el sentido liberal) no es suficiente para crear una sociedad justa porque no asegura una igualdad de oportunidades o, mas bien, porque lo asegura formalmente pero no materialmente. Es decir porque las oportunidades se ofrecen de igual manera para todos, desde el punto de vista jurídico, y no todos tiene la capacidad para acceder a ellas porque los menos capaces, los desplazados del reparto de la riqueza, los perdedores de la competencia en el mercado (en cualquier mercado) no tienen la misma posibilidad que los otros y lo que se requiere es que exista un mecanismo nivelador para equilibrar las desigualdades. De aquí puede decirse que la justicia no es que todos tengan la misma libertad de acceso a lo mismo. No es que todos sean iguales, porque una desigualdad a favor de los menos capaces puede ser mas justa. De igual modo tampoco se trata de que exista un igualitarismo tal que nadie puede tener mas que otros. Mas bien se trata de que garantizar una situación tal que ofrece una base mínima de posibilidades de mejoramiento permanente para los más débiles . Al mismo tiempo, se trata de que las diferencias entre la capacidad de estos y la de los más poderosos no sea tal que cancele las posibilidades de mejoramiento de aquellos y la reducción de la desigualdad.


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