BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y TRIBUS URBANAS

Levit Guzmán Soto y otros




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El grafiti: de arte urbano a acción delictiva

Mientras yo vivía el proceso de la redacción de la tesis de doctorado, encerrada en mi estudio, la vida continuaba en la ciudad. El trabajo de campo ya se había detenido, pero el ruido de la calle ingresaba a mi espacio a través del diario que nos entregaban todos los días. Varios conflictos urbanos se desarrollaban en las calles y los espacios públicos. Me llamaban la atención de modo particular, los conflictos entre los comerciantes establecidos, los que poseen locales al interior de los mercados y los ambulantes. Las pugnas entre los actores políticos también estaban presentes en el acontecer diario de esta ciudad. Y la violencia inexplicable de grupos armados vestidos de negro, que secuestraban y mataban, disparando desde camionetas de lujo, por las noches. Grupos a los que la gente ha llamado los comandos negros, y que habían hecho del espacio de la carretera su territorio de operaciones.

Pero un conflicto en particular atrapó poderosamente mi atención, en parte porque me afectaba de manera personal y cercana, pero también me interesé en su desarrollo porque el debate alrededor del mismo me mostraba muy claramente la disputa simbólica por la ciudad. Esta giraba alrededor de la expresión juvenil denominada graffiti, en un contexto de fuerte debate alrededor de la imagen pública de la ciudad. Paralelo al malestar que generaba el creciente uso de las bardas por los jóvenes escritores de graffiti, crecía la represión y la intolerancia hacia éstas y otras maneras en que los jóvenes se hacen presentes en las calles de la ciudad, como el uso de las patinetas o las amplias concentraciones destinadas al encuentro y la charla en ciertos espacios céntricos.

Los principales hostigadores de esta incómoda visibilidad juvenil, eran los comerciantes cuyos locales quedaban en el radio de influencia, especialmente el corredor de la calle Zapata que comunica la Alameda con la plaza central, que como ya mostré, se trata de un área de escuelas y por lo mismo se ha especializado en el comercio destinado a los jóvenes: papelerías, cafeterías, comedores, venta de ropa y calzado y establecimientos de videojuegos. La voz de los inconformes eran dos periódicos en especial que abanderaban su molestia. Y los principales perseguidores eran los policías destacados en el centro, que curiosamente tienen su sede en el Instituto Municipal de la Juventud.

Estos dos procesos que corrían como líneas convergentes, la intolerancia hacia los jóvenes y la radicalización de sus acciones, se encontraron el día 10 de Abril de 2008, cuando un grupo de muchachos realizaban un graffiti en la base de un puente sobre la carretera federal. La policía que llegó con las torretas apagadas para sorprenderlos, los asustó al grado de que los jóvenes en su huida, atravesaron la Autopista sin ninguna precaución y uno de ellos, Carlos Edmundo López Parra Diler, murió al ser impactado por un veloz automóvil que no se detuvo, ni los policías intentaron detener.

El evento propició una amplia expresión de todos los sectores sociales, principalmente cuando los jóvenes decidieron salir a marchar por las principales calles enarbolando las siguiente demandas:

1. Denunciar y exigir que se detenga la acción de la policía municipal que ha iniciado una campaña de hostigamiento y criminalización de los jóvenes de esta ciudad, a los que se detiene en varios casos, ya sea por la práctica del graffiti, el uso de las patinetas o de bicicletas bmx, porque se reúnan en el centro, o por caminar a altas horas de la noche.

2. Reivindicar el nombre de su amigo, que con un tratamiento estigmatizado por parte de algunos medios, se invisibiliza el hecho de que detrás de su afición por el graffiti, había un joven respetuoso, honesto y sano, cuya desaparición física le duele, no solo a su familia y amigos cercanos, sino que ese dolor es compartido por vecinos, maestros y compañeros de escuela. Y consideran que no es justo que haya personas, que a través de la prensa, se atrevan a justificar su muerte solo por sus actividades en la escritura graffiti.

3. Finalmente, exigir espacios permanentes diseñados para jóvenes, donde éstos puedan expresarse libremente, practicar sus actividades artísticas y deportivas, y reunirse sin que la policía, u otros adultos intolerantes, los estén vigilando.

A la movilización se sumaron otros jóvenes que se sentían identificados con las demandas como los que participan en los arrancones, pues ellos también consideraban que deberían tener espacios seguros para sus actividades. El evento reunió a cerca de 500 personas, principalmente jóvenes, pero también se sumaron adultos, familiares de los jóvenes, de organizaciones civiles, universitarios y uno que otro político local.

En el debate que se generó a raíz de las movilizaciones, se incorporaron voces muy diversas, desde las autoridades municipales, el jefe de la policía, los particulares con una diversidad de opiniones, los padres y madres de jóvenes, organizaciones civiles que atienden los derechos humanos de los jóvenes, así como también se les dio la voz al grupo social en que se centraba el conflicto. El foro alcanzó a todos los medios, tanto los periódicos, como los blogs y páginas de Internet y la televisión local.

En estas conclusiones no podría mostrar la trayectoria del conflicto, no obstante la situación tuvo una gran relevancia para mí pues la discusión que se desarrolló a raíz del suceso, puso en el tapete de la discusión tres aspectos que para mi tema eran centrales: el uso de las calles y zonas públicas, la imagen urbana de Chilpancingo y la jurisdicción del Ayuntamiento sobre la carretera federal. Este último caso, era algo que yo no había contemplado cuando analicé la carretera percibida por las autoridades como un límite o frontera.

Entre los argumentos esgrimidos en el debate y que yo usé para mi propio análisis, destaca primordialmente la defensa a ultranza de la propiedad privada y el derecho a usufructuarla como convengan los intereses del propietario, aún por encima de las normas o del bien común. Es decir el uso de las fachadas públicas con fines publicitarios o de propaganda política, la consideración de que la banqueta forma parte de la propiedad y puede apartarse, usarse como extensión del negocio o prohibir el paso de algunos, como es en el caso del uso de patinetas y bicicletas.

Una segunda temática que surgió en el proceso fue la de los elementos destacables en la imagen urbana. Sobre todo, ante la consideración de que la escritura graffiti afeaba la ciudad, surgieron voces que mostraban que había otros muchos elementos que afeaban la imagen de la ciudad como la basura, las líneas de los cables atravesados sin ningún orden, la escasa calidad de banquetas y calles, los malos diseños de fachadas, la publicidad y la propaganda política, etc. Todos son elementos que algunas voces consideraron que empobrecen la imagen de la ciudad, y por tanto, no proporciona un marco para que las personas se sientan satisfechas con la ciudad en que viven.

Finalmente, las bardas sobre la carretera federal que fueron utilizadas por los jóvenes como un spot para sus bombas y tags , fueron definidas por las autoridades como equipamiento urbano. No obstante, el espacio de la carretera de acuerdo con la “Ley de caminos, puentes y autotransporte federal” y el “Reglamento para el aprovechamiento del derecho de vía de las carreteras federales y zonas aledañas”, no es jurisdicción de las autoridades locales, por lo que las discusiones al respecto, resultan ambiguas, al grado de que el Jefe de la Policía durante una entrevista en la televisión, se mostró vulnerable frente al cuestionamiento de la autoridad de la policía en dicho espacio. En la práctica, las acciones también son ambiguas, ya que la publicidad comercial que se instala sobre la carretera, sin permiso federal, no sufre ningún tipo de acoso por parte de las autoridades municipales. A pesar de que no cumple con la normatividad y sería tan ilegal como la escritura de los jóvenes en las paredes.

Estos tres aspectos del debate me develaron algunos de los aspectos que me interesaba mostrar acerca de la disputa que surge de significados diversos sobre la ciudad y sus elementos. El conflicto tiene como telón de fondo, la defensa de los intereses económicos y políticos de algunos grupos en particular.


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