BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ESTUDIOS CUBANOS SOBRE VICTIMOLOGÍA (COMPILACIÓN)

Dager Aguilar Avilés




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TIPO DE FAMILIA

En el grupo de las familias extendidas la convivencia se efectuaba con el padre o madre de la familia de la mujer y las casas eran propiedad de dichos familiares.

En 8 casos la vivienda era propiedad de la mujer, por haberla adquirido antes de la unión y sólo en 4, por igual motivo, del hombre. En 3 casos ambos miembros de la pareja ostentaban la condición de copropietarios.

A pesar de que en la mayoría de los casos los hombres no eran los propietarios de las viviendas, cuando las mujeres decidieron terminar la relación, se negaron a abandonar el inmueble, permaneciendo en él, en contra de la voluntad de sus moradoras.

Los dilatados y complejos trámites administrativos establecidos para poder extraer de la vivienda a una persona con la que se desea terminar la convivencia, determinó que estas mujeres tuvieran que continuar compartiendo la casa con los hombres, a pesar de haber decidido terminar la relación.

En los casos en que el derecho estaba dado exclusivamente al hombre por ser el propietario de la vivienda, existían hijos y las mujeres refirieron no tener ningún otro lugar para donde ir y por eso extendieron la relación a pesar de desear terminarla por los constantes maltratos de que eran objeto, tal es el caso de la entrevistada 006 quien apuntó: “... la casa era de él, y mi hija y yo habíamos venido a vivir allí yo no podía regresar para mi lugar de origen, pues al fallecer mi madre, mi padre introdujo una mujer joven en la casa y nos impedía volver ...”

En los casos en que el derecho era de ambos cónyuges, también los hombres habían hecho resistencia a abandonar el hogar o buscar otras alternativas que propiciara la posibilidad de una separación pacífica.

En ese sentido se pronuncia la entrevistada 004 la que expresó” “... llevábamos tres años de divorciados, la casa era de ambos, él se negaba a permutarla por dos a realizar una división lógica y equitativa, el día de los hechos de forma arbitraria él colocó una división que me impedía pasar a la cocina, pues quedaba en su parte, sin embargo si tenía acceso a la mía, pues era donde quedaba el baño, yo la quité y por esa razón fui agredida bestialmente, eso motivó que me defendiera de la única forma posible: quemándolo ...”

Para la entrevistada 007 lo único que hubiera podido evitar la comisión del hecho delictivo hubiera sido el pronunciamiento de alguna autoridad que obligara a su cónyuge a abandonar el domicilio o a permutar por dos pues la convivencia era insoportable.

Resulta curioso que en 4 de los casos, los hombres en el momento en que el hecho ocurre no se encontraban viviendo en la misma casa. La entrevistada 002 nos dijo: “... ya estábamos separados ocupábamos cuartos colindantes de una misma ciudadela pero los problemas continuaban, pues teníamos una sola libreta de abastecimiento y ello era un pretexto para las constantes discusiones ...”

Los conflictos originados por la vivienda históricamente han sido un factor desencadenante de la violencia en el hogar, no sólo en los casos en que el hombre es el único propietario sino hasta en los casos en que no posee sobre ella ningún derecho. El paternalismo y dilación con que son tratado, los casos en que se carece de derecho ha ocasionado graves perjuicios psíquicos a los miembros más jóvenes de la familia y sobre todo a la mujer. La inexistencia de mecanismos estatales que conminen a los maltratados a abandonar la casa cuando sean requeridos por sus moradores principales, o a dividirlas o permutarlas por dos cuando el derecho sea de ambos o existan hijos menores comunes, es una demanda no sólo realizada por las mujeres que han relacionado el delito con estos inconvenientes, sino de expertos y la población en general por la frecuencia con que han observado fenómenos de esta índole.

De estas mujeres 16 respondieron que estuvieron sometidas a acciones violentas desde el principio de la relación, tres refirieron que los tratos violentos comenzaron pasados los dos años de la unión y sólo una refirió que nunca hubo violencia, solamente el día en que los hechos ocurren.

Resulta interesante que en uno de estos casos, la violencia se inicia después que comienzan a vivir solos, pues anteriormente lo hacían en la casa de los padres de la mujer.

Se evidencia que durante el transcurso de estos años de convivencia violenta muchas de estas mujeres se fueron eventualmente del hogar pero finalmente terminaron regresando o reiniciando la relación. Solamente 3 de estas mujeres habían roto definitivamente los vínculos de pareja con el agresor, cuando los hechos ocurrieron.

Algunas relacionaron el comienzo con la aparición de determinados eventos como por ejemplo el hecho de mudarse y vivir solos, lo que es lógico pues la presencia de familiares puede ser un elemento de contención para la realización de actos que se consideran muy privados y propios. La entrevistada 006 refirió: “... después de la muerte de mi madre yo enfermé y me vi precisada a permanecer más tiempo en la casa, entonces se iniciaron los malos tratos, fue entonces que conocí su verdadera personalidad...”

En otros casos relacionaron su inicio con la llegada de los hijos en tal sentido se pronunciaron las entrevistadas 003 y 012, lo que tiene cierta explicación por el hecho de que la maternidad desvía la atención y mimos que se tiene sobre el marido para volcarlos en los hijos, lo que muchas veces ocurre, la mujer cuenta con menos tiempos y quizás puede hasta descuidar su aspecto personal, sin embargo no debiera ser así, pues la decisión de traer al mundo un nuevo ser obliga a ambos a la reflexión y el análisis.

Una sola entrevistada la 018 lo relacionó con la actitud celosa de ella con su marido al respecto nos dijo: “... llevábamos muchos años de casados, él me era infiel y yo no quería aceptar esa situación, le reclamaba con fuerza porque dejaba de dormir en la casa, y él respondía con un trato agresivo e irrespetuoso ...”

Por último la entrevistada 001 marcó el inicio de la violencia a partir de la salida de su esposo de la prisión después de haber extinguido una sanción privativa de libertad, al respecto dijo: “... al inicio estábamos bien, él tuvo que ir a cumplir una sanción, durante todo el tiempo que estuvo preso yo lo atendí, le llevaba su jaba e iba a los pabellones, cuando salió de la prisión se le olvidó todo lo que hice por él , entonces comenzaron los malos tratos y las golpizas ...”

En cuanto al respecto de la individualidad de estas mujeres por sus parejas , 17 relataron que estos hombres no respetaban su individualidad, eran celosos y les imponían forma de vestirse y de comportarse, eran criticadas constantemente por las formas en que se comportaban y la mayoría de las veces las críticas eran destructivas. La entrevistada 002 expresó: “... él que resultó occiso era el padre de mi hija y llevábamos 20 años de unión, él creía que yo era una cosa no un ser humano ...”. Por su parte la entrevistada 012 expresó: “... él no respetaba mi individualidad, no estaba de acuerdo con mi carácter porque me consideraba muy seria, tenía un nivel de escolaridad más bajo que el mío, no le importaba nada y vivía acomplejado porque yo era enfermera. Me rompía con una tijera la ropa en el cuerpo ...” También a la entrevistada 010 en una ocasión por ponerse una saya que no le gustaba a su esposo, éste con una cuchilla de afeitar se la picó en el cuerpo en tiritas.

Las tres mujeres que expresaron que sus parejas respetaban su individualidad coincidieron también en que no eran celosos ni le imponían formas de vestirse ni conducirse. La entrevistada 013 refirió: “... él me daba muestras de cariño y respeto, a pesar de que era excluible no me imponían nada, yo vestía como quería, salíamos y disfrutábamos mucho, ingeríamos bebidas alcohólicas. Lo conocí en el mismo bar donde ocurrieron los hechos ...” Por su parte la entrevistada 015 dijo: “... él respetaba mi individualidad, ambos hacíamos lo que queríamos así lo habíamos conveniado desde el inicio de la relación ...” La entrevistada 007 expresó “... puedo decir que el que resultó occiso sí respetaba mi individualidad, era celoso, pero no imponía formas de vestir, no criticaba mi forma de ser, ni era posesivo tampoco me obligaba sexualmente a hacer lo que yo no deseaba ...”

El irrespeto de la individualidad de que fueron objeto estas mujeres durante las relaciones mantenidas con los que posteriormente resultaron víctimas puede ser considerado como una forma previa de victimización que antecedió al delito y que contribuyó a que las que originariamente eran víctimas se convirtieran posteriormente en victimarias, lo que corrobora nuestra hipótesis.

La mujer victimizada acumula agresividad reprimida temporalmente, lentamente vertida como una venganza consciente o inconsciente que posiblemente la induzca a la criminalidad.

Debido a la subestima que ahoga el potencial femenino y a la falta de creencia en su propia capacidad, se engendra un proceso discriminatorio y marginalizador de la sociedad hacia la mujer. La minimización y descalificación social engendra un mecanismo victimizador que va desde las relaciones asimétricas que se viven en el hogar cotidianamente, hasta las agresiones físicas que constituyen delitos.

Con respecto a las manifestaciones de violencia de los maridos contra estas mujeres, 17 emplearon contra ellas violencia física, en 17 casos se explicó la existencia de violencia psicológica, sexual en 7 y la económica solamente en 5.

No resulta posible totalizar esta tabla porque nos hemos referido a los tipos de violencia por separado; en la tabla posterior, en que se combinan las diferentes manifestaciones de violencia si se puede encontrar el ciento por ciento

Pero los actos violentos no aparecieron solamente en una única manifestación sino de forma conjugada por ello nos encontramos que la combinación:

Violencia física, psicológica, sexual y económica aparece solamente en el caso de la entrevistada 017 la que refirió: “... el que resultó occiso aplicó conmigo todos los tipos de violencia conocidas, me golpeaba diariamente y lo hacia de forma brutal, era adicto a las drogas y al alcohol, me tenía amenazada con que le pegaría candela a la casa con los niños dentro, pues él no vivía con nosotros, entraba a mi casa y se apropiaba del dinero que obtenía como resultado del trabajo, se apropiaba de mis ropas y la de los niños para venderlas y además me obligaba a hacer el amor en contra de mi voluntad ...”

En 4 de estas mujeres aparecen rasgos que caracterizan la existencia de violencia física, psíquica y sexual elementos testimoniales relevantes, así lo reflejan uno de ellos el de la entrevistada 012 es muestra de ello, refirió: “... la primera vez que me dio fue después del nacimiento de mi hija, estábamos en la mesa y como yo no quería comer me dio una galleta que vi las estrellas, yo le lancé un vaso, a partir de ese momento comenzó el maltrato, casi asociado a la ingestión de bebidas alcohólicas, se repetían con frecuencia los golpes y me daba con lo que encontrara, me llegó hasta a quemar con fósforos, yo era su cenicero pues me pegaba las colillas de cigarro encendido para quemarme. Era un sádico, con las puntas dobladas de un tenedor me pinchaba y amenazaba para obligarme a hacer el amor, me dejaba mis partes destrozadas y cuando terminaba tenía que colocarme delante del ventilador con las piernas abiertas para aliviarme el dolor y la ardentía. Algunas veces me decía, esta noche tu no vas a dormir y se pasaba la noche pinchándome con el tenedor y mostrándome diferentes tipos de armas blancas que colocaba debajo de la almohada. Durante meses me impedía dormir en la cama, y cuando me ponía ropas para no hacer el amor me las cortaba con una tijera ...”

La 005 explicó las acciones violentas se producían constantemente: me pegaba hasta con un palo. En una oportunidad me lanzó un cuchillo en presencia de uno de mis hijos, lo que provocó que el niño enfermara gravemente pues era epiléptico, era adicto a la ingestión de bebidas alcohólicas y como era administrador de una cafetería podía obtenerla con facilidad, me impidió que continuara trabajando y me obligaba a realizar el amor en contra de mi voluntad ...”

Durante la entrevista, la 010 refirió: “... le tenía mucho miedo, pues cada día empleaba más violencia contra mí, me golpeaba con lo que encontrara hasta con los puños, tengo una cicatriz en la frente de una de las golpizas, si mi madre no interviene me hubiera matado, por cualquier motivo se iniciaban los golpes y me obligaba a realizar el acto sexual en contra mi voluntad.

La mayor combinación de formas de violencia la encontramos cuando se conjugan solamente la física y la psíquica con seis casos tal es el caso de la entrevistada 001 la que refirió: “... se encontraba en estado de embriaguez y a pesar de ello me golpeaba de forma sistemática con los puños, con los palos y hasta con un sartén me amenazaba con un cuchillo, le tenía mucho miedo ...” La entrevistada 005 refirió me pegaba hasta con un palo, en una oportunidad me lanzó un cuchillo, fui objeto de vejaciones, prohibiciones, maltrato de palabras y celos ...” Otra de las entrevistadas la 016 explicó : “... recibía golpes de manera sistemática, en una ocasión me lanzó por la escalera con la niña pequeña en brazos, utilizaba mis hijos como chantaje para conseguir lo que quería ...”

La combinación de la violencia psíquica y sexual la encontramos en un solo caso: En el de la entrevistada 008 quien refirió: “... es cierto que realicé un acto extremadamente grave y que en él involucré a mi hija de solo 17 años estudiante de preuniversitario, fue un asesinato muy connotado donde al azar hizo que fuera descuartizado el que fuere mi esposo, pero este hombre ejercía sobre mí una violencia psíquica extrema, era preferible que me hubiera pegado, pero nunca lo hizo, me hacía sentir como una cucaracha aplastada, me decía que yo no valía nada, que era un guiñapo humano, me mantenía amenazada, tensionada, vigilaba cada uno de mis actos, no era alcohólica tenía cambios bruscos de personalidad. Era un sádico sexual tener relaciones sexuales con él, era como tirarse del quinto piso del Habana Libre”.

Violencia física, psíquica y económica fue ejercida por los hombres contra estas mujeres en tres casos. Los testimonios de las entrevistadas 003, 004 y 017 quienes coinciden en que no solamente eran golpeadas y amenazada sino que además los hombres no aportaban ningún dinero para los gastos del hogar y que arbitrariamente se apropiaban del dinero que ellas obtenían como resultado de su trabajo sus testimonios, así lo avalan.

Le entrevistada 011 constituye la única de las entrevistadas en que se conjugan la violencia psíquica, económica y sexual al respecto refirió: “... a los tres meses del comienzo de la relación se negó a trabajar, yo laboraba como médico de familia y lo había conocido en una consulta pues era mi paciente, él pretendía vivir del producto de mi trabajo sin aportar nada al hogar. También ejercía sobre mi presiones y chantaje. Me ofendía sexualmente, me quería obligar a realizar actos sexuales brutales como la penetración por la vagina y el ano de objetos disímiles ...”

Violencia solamente física encontramos en tres casos y solamente psíquica en un único caso.

Los casos donde solo hubo violencia física se corresponden con las entrevistadas 002, 013 y 015. En el caso de la 013 refirió que solamente el día del hecho su pareja empleó violencia contra ella, expresó: "… nos llevábamos muy bien , creo que ningún hombre lo podría superar, salíamos de un bar donde ambos habíamos ingerido bebidas alcohólicas, él me dio una galleta que hizo que los espejuelos que yo llevaba se me cayeran al igual que el monedero que tenía en las manos ...”

En la entrevista a la 002 refirió: “... llevé con el que resultare occiso 20 años de unión y durante todo ese tiempo recibí golpes que yo también ripostaba, soy alcohólica y ambos ingeríamos desordenadamente bebidas alcohólicas ...” Coincidente con ésta la entrevistada 015 también refirió que el único tipo de violencia de la que fue objeto fue desde el punto de vista físico explicó: “... soy alcohólica y cuando ambos estábamos en estado de embriaguez nos íbamos a las manos y nos golpeábamos...”

Por último, solamente nos encontramos un caso en el que aparece aisladamente sin otra combinación la violencia psíquica, se trata del caso de la entrevistada 020, que refirió: “... el que resultó dañado nunca ejerció contra mi violencia física, sólo me abochornaba me agredía con frases ofensivas en presencia de otras personas ...”

En cuanto a la frecuencia de la violencia física de las 17 mujeres que la padecieron 11 refirieron que era diariamente, 3 expresaron que era cada dos o tres días, dos de forma esporádica y una en una sola ocasión.

Esto corrobora la hipótesis pues estas mujeres se encontraban victimizadas antes de que llegaran a acometer contra su agresor el hecho delictivo y confirmar la tesis doctrinal que vincula fuertemente la victimidad con la criminalidad: ciertas formas de victimización dan como consecuencia conductas agresivas:

En cuanto a la intensidad de la violencia en 13 de los casos fue mayor que la anterior y en las restantes con la misma intensidad. En cuanto a la magnitud de la violencia nos encontramos casos significativos como el de la entrevistada 009 quien refirió: “... me golpeaba salvajemente en una ocasión me efectuó un disparo entre las piernas, de las que conservo secuela como resultado de las quemaduras por roce del proyectil ...”

La entrevistada 004 quien refirió que al final de la relación le llegó a dar hasta patadas. Otras muestras de aumento en la dimensión de la violencia fue el testimoniado dado por la entrevistada 008 quien dijo: “... me daba fuertes golpes recibí hasta patadas, e incluso me llegó a escupir la cara ...”

Uno de los testimonios más aseverativos de la inmensa dimensión que tomó la violencia lo constituye la declaración de la entrevistada 010 quien explicó: “...él ya no vivía en mi casa, la relación hacía meses había terminado, el jefe de sector le había prohibido ir a la vivienda, entonces lo hacía por la madrugada. Esa noche después de fracturar la puerta de la casa y penetrar en ella me sacó para la calle a golpes y amenazada con un pico de botella, a la fuerza me llevó para el domicilio donde estaba viviendo allí continuó golpeándome hasta el punto que a pesar de yo haberlo quemado como única defensa, me hospitalizaron por las lesiones que me causó ...”

La violencia psíquica también en la medida en que se aplicaba aumentaba su intensidad, ya hemos referido el testimonio de una de las entrevistadas que refirió que se mantuvo durante meses durmiendo en el piso y amenazada con cuchillos y machetes que colocaba debajo de la almohada. Al respecto la entrevistada 009 dijo: “... a pesar de que el refrigerador estaba lleno de productos cárnicos me impedía cocinar y me hacía pasar hambre no podía cocinar hasta que realizara con él, el acto sexual ...”

En cuanto a la violencia sexual en los casos en fue ejercida, se caracterizó fundamentalmente por la realización de actos sexuales en contra de la voluntad de las mujeres, realizaciones de prácticas sexuales y violentas que dejaban dañada a sus compañeras y prácticas atípicas como la introducción de objetos extraños por la vagina y el ano.

La violencia económica fundamentalmente estuvo dada por la falta de contribución económica de los hombres a la economía familiar, la apropiación de éstos del dinero de la mujer obtenido como resultado de su trabajo y la venta de objetos de la casa y de prendas personales tanto de ellas como de los hijos.

En relación con la reacción de las entrevistadas cuando eran objeto de violencia resulta significativo , ya que 12 de estas mujeres respondían a la agresión y se enfrentaban a sus maridos, pero por la superioridad física lograban reducirlas a la obediencia, el testimonio de 013, así lo avala: “... yo le daba con lo que encontraba, pero me dí cuenta que él disfrutaba cuando yo reaccionaba y me decía: así fájate ... por eso no seguí respondiendo con violencia ...” La entrevistada 009 dijo: “... a veces respondía la agresión pero su fuerza era superior desde el punto de vista física. Su hermano me decía que hiciera lo que él quisiera que no me le enfrentara. Nunca me sentí culpable, me di cuenta que era muy injusto ...”

También la entrevistada 008 afirmó:“... yo respondía a su agresión. El golpe revirado toca a menos, nunca me sentí culpable de lo que estaba sucediendo. Yo llené a mi hijo de mucho amor ...”

Las que enfrentaban los golpes refirieron igualmente que nunca se sintieron culpable pues esas agresiones eran injustas e inmerecidas.

Resulta curioso que dos de las entrevistadas sí se sentían culpables pero este sentido de culpa lo relacionaban con la decisión de ellas de mantener la relación a pesar del maltrato. Una sola de las entrevistadas la 015, refirió que ambos eran culpables de lo que estaba sucediendo.

Las mujeres que padecen malos tratos de forma habitual y continuada bien sean éstos físicos o psíquicos, o ambos a la vez que son los más frecuentes, viven en un ambiente familiar cerrado y sin apenas contacto con la realidad social. Después de soportar prolongadamente insultos y malos tratos físicos acaban perdiendo la autoestima y seguridad en sí misma (se creen los insultos y menos precios de que son víctimas), acaban justificando los malos tratos recibidos porque los consideran lógicos y los asimilan a muestras extrañas de amor que les tiene la persona con la que vivan, a la larga acaban justificando al agresor y sus malos tratos.

Al indagar si habían tomado la decisión de terminar la relación y si lo habían logrado solamente tres de estas mujeres contestaron que pudieron culminar completamente la relación, incluso una de ellas hacia tres años que se había divorciado, pero permanecían ambos en la misma casa.

Otras tres también compartían la casa a pesar del divorcio.

La mayoría había tenido la intensión y el deseo de dejar a estos hombres pero nunca pudieron hacerlo, bien porque se encontraban amenazadas, bien porque no tenían un lugar donde ir con sus hijos, los testimonios siguientes así lo confirman:

Entrevistada 016 “... mi vida corría peligro, varias veces abandoné la vivienda y me iba para casa de mi familia en compañía de mis tres hijos ... él me iba a buscar y me amenazaba para que volviera, así se mantuve durante años ...”

Entrevistada 003 “... eso iba acabar así, uno de los dos iba a poner el muerto .... yo me iba para Holguín y él me buscaba allí me hacia regresar en contra de mi voluntad ...”

Entrevistada 011 “... cuando nos dejábamos él me perseguía, me iba a buscar al hospital, al policlínica y volvía con él ...”

Entrevistada 014 “... decidí romper la relación y me marché para Florida hacia allá fue a buscarme y volví ...”

Existen 3 de estas mujeres que nunca pudieron romper la relación; y ni siquiera lo intentaron. La entrevistada 009 al respecto nos informó: “... él era de los hombres que no se podían dejar, nunca lo permitiría por eso nunca pude dejarlo ...” La entrevistada 008 igualmente dijo: “... era un hombre extremadamente violento, le tenía terror un ser así no se puede dejar ...”

Resulta curioso el testimonio de la entrevistada 015 la que a pesar de haber estado sometida a la violencia refirió que nunca decidió romper la relación porque lo quería. Otras tres relataron que después de terminada la relación decidían volver esperanzadas de que cambiarían. Los testimonios de ellas así lo evidencian 012 “... llevábamos más de dos años separados, él había cumplido una sanción privativa de libertad por querer asesinarme, yo pensé que quizás teniendo un hijo de otro hombre cuando saliera de la prisión me dejaría tranquila y así lo hice. Comencé una segunda relación que no me fue bien porque era un muchacho muy joven, al salir de la prisión me dijo no te voy a molestar más, yo estaba embarazada, el niño nació y como él venía a ver a su hijo se fue encariñando con el otro niño y un día me dijo: “... no me voy más y se quedó, ni mi familia ni mis vecinos entendían esa decisión y me criticaron, pero yo pensé que había cambiado ...”

En todas se evidencia que son víctimas de una violencia instalada al ciclo a lo que los victimológos denominan dinámica victimizadora, en el síndrome de la mujer golpeaba que pasa por varias etapas, que conforman un verdadero círculo en el comportamiento del agresor, distribuido en períodos más o menos precisos: primero cuando se construye la tensión ; segundo cuando se produce la explosión del incidente agresivo y tercero cuando aparece un período amoroso o de calma, hasta que nuevamente comienza el ciclo.

De las mujeres objeto de la investigación, 10 tenía hijos con el que resultó dañado, en 7 casos sólo existían hijos de la mujer y en uno, los hijos eran del hombre y vivían con la pareja. Solamente dos de estas parejas no habían procreado hijos ni dentro ni fuera de la relación.

En cuanto a la trascendencia de la violencia, la investigación arrojó que en todos los casos donde existían hijos tanto comunes como no, éstos reiteradamente presenciaban los actos violentos cometidos contra sus madres o madrastras.

También la violencia trascendió a otros familiares como padres y hermanos, cuñados, etc. La entrevistada 012 refirió que en una ocasión en que marchó para Oriente huyendo de los golpes y las amenazas, su pareja se dirigió a ese lugar y repartió golpes a todos sus familiares.

De la misma forma la entrevistada 009 dijo: “... una de las veces que me agredió, mi madre trató de impedirlo, y ella también resultó dañada ...”

Algunas de estas mujeres inicialmente trataron de evitar que sus familiares conocieran lo que les estaba sucediendo por temor a que contra ellos también se dirigieran las acciones violentas o simplemente por considerar que la solución tenían que encontrarla ellas mismas.

Los vecinos conocieron las situaciones violentas que se suscitaban en 16 de los casos, así fue corroborado por las entrevistadas. Una de ellas la 005 expresó: “... en una ocasión la golpiza recibida fue de tal magnitud que los vecinos rompieron la puerta y penetraron a mi casa para impedir que me matara. Hubo una vecina que por esa razón permutó ...”

La entrevistada 010 refirió: “... el día que me extrajo de la vivienda a la fuerza, los vecinos que conocían de la forma violenta en que generalmente se conducía pensaron que la muerta iba a ser yo, nadie podía pensar que terminaría mantándolo ...”

La entrevistada 009 explicó: “... no se limitaba a pegarme y que nadie se enterara de lo que hacía, el día de los hechos se llevó el televisor para casa de un vecino para que yo no lo viera, regresó y comenzó a golpearme todos los que por allí se encontraban oyeron mis gritos ... pero nadie intervino, dicen que entre marido y mujer nadie se debe meter ...”

Por su parte la entrevistada 010 expresó: “... la violencia fuí presenciada por personas desconocidas el día en que los hechos ocurren, fue sacada a la fuerza de mi casa, con un pico de botella me amenazó y me condujo hasta la vivienda de su primo que era donde él estaba viviendo .... varias personas lo vieron pero nadie hizo nada para impedirlo ...”

Con estas referencias podemos apreciar que a pesar del grado de sensibilidad humana que caracteriza a nuestro pueblo, no es usual que intervenga en los conflictos violentos que se suscitan en las parejas y sobre todo cuando estas riñas ocurren con frecuencia. La violencia doméstica históricamente ha sido considerada como algo privado en cuya solución no debe haber intervención más que la de los propios miembros de la familia.

El problema de la violencia intrafamiliar es una realidad común a muchos países, cuya erradicación compete a la sociedad en su conjunto, incluyendo a las autoridades y a los medios de comunicación.

Los supuestos y las prácticas que rigen las vidas personales y cotidianas de hombres y mujeres, no pueden seguirse tratando como cuestiones alejadas de la vida pública.

La disminución de la dicotomía existente entre lo privado y lo público no es prioritario para el siguiente análisis. Cabe señalar sin embargo, que la falta de una visión amplia e integral de la violencia ha impedido su discusión y reconocimiento en cuanto a su incidencia en el ámbito privado y por tanto, se manifiesta la necesidad de un análisis multidisciplinario. Se requiere una visión que identifique los problemas que ocurren en el ámbito privado, no sólo como hechos que incidan en la justicia, las políticas públicas y los profesionales de la salud y la educación, sino que requieren replantear la dicotomía u oposición privado-público.

Los hijos no estaban ajenos a la situación violenta que se estaba generando en el seno de la familia, no sólo las presenciaban, sino que eran también objeto de violencia esto ocurrió en 9 de los casos, los que recibieron golpes de diversas magnitudes y en 13 la violencia ejercida sobre ellos era psíquica.

Elementos testimoniales relevantes, así lo constatan, en tal sentido la entrevistada 014 relató: “... el día en que los hechos ocurren golpeó a la niña de forma tal que le hizo perder el conocimiento ... ese fue el día en que le lancé el combustible y lo quemé, a mi y a la niña nos llevaron para el hospital donde ella quedó hospitalizada ...”

La entrevistada 005 explicó: “... a los niños les pegaba y los empujaba también ejercía sobre ellos violencia psíquica ...”

Por su parte la entrevistada 004 explicó: “... las hijas presenciaban los actos violentos y también los recibían yo había abandonado a la vivienda y ellas indistintamente estaban conmigo o con él, les pegaba con la finalidad de que yo fuera a preguntarle por qué lo había hecho, quería tener un pretexto para que yo volviera a la casa ...”

La entrevistada 017 en una ocasión le fracturó un brazo a su pareja porque empleó violencia física contra su hijo dijo: “... mientras que los golpes eran contra mi los permitía pero contra mi hijo no lo podía soportar...”

La violencia psíquica que recibían los menores tenían diferentes matices que iba desde presenciar los golpes que le ocasionaban a sus madres hasta ser utilizados como vía de chantaje para lograr determinados fines. La entrevistada 008 expresó: “... cuando el niño se fajaba con algún otro niño de su edad, le daba un cuchillo para que se defendiera, le enseñaba la violencia ... lo ponía a limpiar una pistola que ilícitamente portaba ...utilizó con frecuencia al niño para amenazarme, cuando me pegaba y el niño lloraba me decía si no lo callas también le doy a él ...”

La entrevistada 010 explicó: “... mi hijo tenía sólo 6 años y padecía de ataques de epilepsia. Le tenía mucho miedo a él y éste procuraba que el menor estuviera presente para que presenciara las agresiones, por eso considero que fue también objeto de violencia psíquica ... después de que se produjera el asesinato la salud del niño mejoró considerablemente, ya no tendría que presenciar ese tipo de acciones violentas ...”

En el caso de la entrevistada 006, ésta manifestó: “... mi hija vino a vivir con nosotros, desde el mismo momento en que ella llegó él comenzó a acosarla sexualmente, era una jovencita de a penas 17 años y estudiaba en el pre, ella no podía resistir esas insinuaciones y se lo comunicó a su padre, es por ello que éste se involucra en el delito y entre todos le ocasionamos la muerte a mi esposo ...”

Con estas ideas podemos apreciar que la victimización a la que estaban sometidas estas mujeres se extendían a los infantes fueren hijos comunes o no y a través de diversas y variadas formas de manifestarse con la aparición de secuelas inestimables como el caso de las entrevistadas cuyos hijos devinieron en epiléptico y se agravaron como consecuencia de las presiones y alteraciones a que estuvieron expuestos.

Estos menores que, presenciaban los actos violentos ocurridos en el hogar a su vez estaban aprendían a ser violentos. Los efectos de la violencia son más graves cuando ésta se dirige a personas que están en situaciones de desventaja frente al agresor, es decir víctimas vulnerables.

La violencia afecta negativamente la calidad de vida de las personas en tanto genera miedo, desarticula las estructuras familiares, coarta la autonomía de los individuos, limita la libertad de acción y desalienta la solidaridad interpersonal.

El daño que genera cualquier tipo de violencia se agrava cuando el abuso proviene de quienes deben velar por su bienestar, salud, alimentación y seguridad, es decir cuando existe un vínculo de parentesco entre el abusador y la víctima. Esta gravedad está determinada no solo por la “estafa” moral y afectiva que implica ser agredido por un miembro del grupo familiar, en este caso los padres y/o padrastro, sino también por la extensión del daño y el peligro que debe afrontar la víctima, ya que la agresión se prolonga en el tiempo, hacia una continua situación de victimización por el aprovechamiento del autor de la falta de acción por parte de la víctima. Este fenómeno responde a que en general no se denuncian estas situaciones por diferentes factores: en primer lugar por el tipo de vínculo con el agresor, otras veces por la falta de credibilidad en que será una solución definitiva e incluso porque no existe una clara conciencia de que se está siendo víctima de un delito.

Los actos violentos a los que estuvieron sometidos los menores estaban destruyendo uno de los soportes de la personalidad de estos niños, produciendo desde ya un desajuste en el concepto de familia, desactivando la función normativa dentro del hogar, que repercutirá tanto en las relaciones intrafamiliares como extrafamiliares de la persona del niño para el futuro.

Los hechos posteriores que desencadenaron con la comisión del asesinato ha causado un salto en la historia personal de los niños cuyo pronóstico, a no dudarlo, creará inseguridades y desviaciones en la conducta, emociones y afecto de los niños. Los efectos de una infancia brutalizada o privada de afectos, conducen a una pauta de vida desorganizada.

Presencia del factor alcohol durante la relación

Relacionaron la ocurrencia de estos hechos violentos con el factor de riesgo del alcoholismo 13 de las entrevistadas, para un 65%. Estas mujeres refirieron que sus parejas eran adictas a la ingestión de bebidas alcohólicas, las consumían con frecuencia y en cantidades que iban cada vez más en aumento. Reconocieron su adicción al alcohol dos de las entrevistadas y admitieron que las discusiones y otros actos violentos eran indistintamente provocado por alguno de ellos dos.

La entrevistada 005 refirió: “... llevé con él más de 10 años de relación, al principio no había problemas, pero en la misma medida en que comenzó su adicción por el alcohol, comenzaron los malos tratos ... él administraba una cafetería, lo que influyó en el aumento cada vez creciente de ingestión de ron y cerveza hasta llegar a la dependencia ... nos golpeaba a mí y a los niños ... al otro día no se acordaba de nada de lo que había hecho y lloraba como un niño ...” Por su parte la entrevistada 014 dijo: “... tomaba mucho y cuando llegaba a la casa acababa, era muy violento, entraba repartiendo golpes sin nosotros comprender por qué lo hacía ... En igual sentido se pronunció la entrevistada 012 quien afirmó: “... las agresiones que recibía eran provocadas por la ingestión de bebidas alcohólicas, cuando no bebía era una magnifica persona y no se atrevía a levantarme la mano, pero un solo trago era suficiente para convertirlo en una persona violenta. Nunca logré que se pusiera un plan para dejar de beber ...”

Dos de las entrevistadas la 008 y la 017, añaden al factor alcohol el consumo de drogas, sus testimonios, así lo demuestran. (008) “... él ingería drogas y después me golpeaba con más fuerza, se pasó toda su vida privado de libertad y la prisión le dejó secuelas muy desagradables. La entrevistada 017 dijo: “... el que resultó occiso era adicto a las drogas y a la ingestión de bebidas alcohólicas y cuando las consumía empleaba la violencia ...”

Resulta interesante el testimonio de la entrevistada 003 quien buscó una explicación de la violencia en las características de los familiares de su esposo dijo: “... él procedía de una familia donde todas las personas del género masculino eran homosexuales, excepto él, por eso creo que me pegaba, tenía necesidad de demostrar su hombría y lo hacía de la forma más cruel y aberrante. El medio en que se desarrolló sin lugar a dudas le hizo mucho daño ...”

La entrevistada 004 relaciona la violencia de la que fue objeto en los celos infundados de su marido quien se sentía en una posición de inferioridad con relación a ella. Al respecto dijo: “... él era mecánico y yo dirigía un círculo infantil, con gran sacrificio logré alcanzar el nivel de Licenciada en Educación, él se sentía muy inferior a mí, y demostraba esa inferioridad humillándome, andaba constantemente en los carros que reparaba y no era capaz de llevarme al trabajo. Era diabético y esa enfermedad le provocó impotencia sexual a partir de ahí se acomplejó aún más ...”

Cuatro de estos hombres por diferentes causas habían extinguido sanciones privativas de libertad según refirieron las entrevistadas, el testimonio de la entrevistada 012 habla del aprendizaje de la violencia en el hogar de origen de sus parejas: “Expresó en su casa se suscitaban discusiones violentas pues su papá era alcohólico y golpeaba a su madre y hermanas, eso fue lo que aprendió desde niño, eso fue lo que hizo cuando se convirtió en adulto ...” En igual sentido se pronunció la entrevistada 017 la que dijo: “... él era un hombre violento porque eso fue lo que vio en su casa desde pequeño ...”

Se observa claramente que el alcohol constituyó un factor desencadenante de la violencia lo que unido a la socialización de estos hombres en ella y la marcada disfuncionalidad familiar en algunos, pueden ser consideradas las causas que originaron la agresión.

Acerca de la valoración que tuvieron estas mujeres, de ellas mismas encontramos en la mayoría de los testimonios frases que denotan dañado su autoestima: La entrevistada 006 expresó: “... yo estaba atravesando una situación muy difícil y me valoraba como un ser insignificante, mi ego estaba por el piso ... yo no sabía que hacer, no tenía para donde ir ni a quien acudir ...” También los testimonios de las entrevistadas: 012, 016, 011 y 010 entre otros, así lo reflejan: 012 “... yo no sabía que hacer, no tenía una decisión propia, lo sentía más fuerte que yo ... le llegué a coger mucho miedo ...” La entrevistada 016 quien dijo: “... no tengo palabras para valorarme, me dolía verme en ese estado después de los sacrificios de mis padres por educarme ...” Por su parte la entrevistada 011explicó: “pienso que acabó con mi vida, me destruyó, él está muerto, pero yo también lo estoy, acabó conmigo ... y la entrevistada 010 que apuntó: “... yo me valoraba como una infeliz, insignificante y vejada ...”

En cuanto al criterio que ellas tenían de sus parejas solamente en un caso el testimonio fue positivo se trata de la entrevistada 013 la que expresó: “... tengo de él los mejores criterios, pienso que no hay hombre que lo pueda superar. Yo sé que está muerto pero lo sigo amando. Mi madre no quería esa relación porque decía que él tenía mucha mente. Era el hombre que yo quería y que escogí. No tuve con él una vida estable por falta de vivienda ... nunca me maltrató, el hecho ocurrió por azar, sólo empleó violencia el día en que los hechos ocurrieron ...”

En los restantes casos las entrevistadas valoraron a su parejas como maltratadores, violentos, machistas y causantes del hecho que se desencadenó.

Testimonios relevantes lo constituye el de la entrevistada 006 quien afirmó: “... de él pienso que era un psicópata con doble personalidad que desgració la vida mía y la de mi hija de 17 años de edad ...” La de la entrevistada 016 quien dijo: “... pienso que dejó de ser humano para convertirse en un animal, ni siquiera me agradecía que le estuviera criando a sus hijas ...” y la de la entrevistada 009 quien expresó: “... pienso que era un loco, un aberrado que sentía placer con los golpes que me daba, yo le tenía mucho miedo porque sabía que él era capaz de hacer cualquier cosa ...”

Al indagar si habían efectuado denuncia ante las autoridades competentes por las acciones violentas de sus parejas, 10 del total de las entrevistadas respondieron que no. La mayoría de ellas no lo hicieron porque consideraron que la solución de su problema no estaba en una actuación judicial, otras por temor a la toma de represalia que hiciera más dramática la situación, ejemplo de ello lo constituye el testimonio de la entrevistada 007 quien expresó: “nunca lo denuncié porque le tenia mucho miedo y sabía que si lo hacía empeoraba mi situación ...” y la entrevistada 008 quien refirió: “... nunca le denuncié porque sabía que no le iba a pasar nada a él, lo detenían con frecuencia por diversos motivos y siempre lo ponían en libertad ...”

Un segundo grupo sí acudieron a la Unidad de la PNR, efectuaron denuncia sin que conocieran sus resultados. Al respecto la entrevistada 007 explicó: “... cuando efectuó el disparo contra mí en presencia de mi madre, una de mis hermanas lo denunció, nunca hubo juicio. Por su parte la entrevistada 017 explicó: “... dos veces lo denuncié por las constantes amenazas y ni siquiera lo citaron ...” La entrevistada 001 dijo: “... en la PNR nunca me aceptaron ni denuncia ni certificados ... con un tono irónico me decían”... qué tú le habrás hecho a ese hombre que no te quiere dejar ...”

Y un tercer grupo está formado por las que efectuaron denuncia y sí hubo acciones posteriores, en él se agrupan sólo tres mujeres. La entrevistada 016 refirió: “... como resultado de la denuncia efectuada se celebró juicio pero el tribunal sólo le impuso una multa de $100.00 ... después fue peor se sentía respaldo, al no tener mayores consecuencias para él ...” La entrevistada 012 quien expresó: “... yo lo denuncié en cuatro ocasiones, es cierto que en una de ellas lo defendí, no obstante lo sancionaron y tuvo que pagar una multa. En otra lo sancionaron a un año de privación de libertad pues quiso matarme con un destornillador ... La entrevistada 010 refirió que como resultado de su denuncia lo advirtieron oficialmente.

Significativo resulta que de las que se acercaron a la PNR, solamente dos recibieron apoyo sistemático del jefe del sector, al respecto la entrevistada 010 explicó: “... el Jefe de Sector había prohibido que fuera a mi casa, pues cada vez que iba me golpeaba ... lo hacía de madrugada para que no lo vieran ..” y la entrevistada 012 quien afirmó: “... hubo un jefe de sector que me brindó un gran apoyo, después lo cambiaron y el posterior no fue igual ...”

Dos de estas parejas fueron conducidos a la Unidad de la PNR en varias ocasiones por alteraciones del orden y ambos, tanto la mujer como el hombre resultaban multados.

Estos resultados demuestran que el número de mujeres que denunciaron las agresiones de que fueron objeto fue muy ínfimo sólo el 50%. Pero más bajo aún fue el % de las que encontraron la aceptación de sus denuncias (25%).

Estos resultados demuestran que las denuncias formuladas por estas mujeres fueron trivializadas, si hechos como esos hubiesen ocurrido en un ámbito no familiar seguramente hubiesen sido castigados severamente.

Las que denuncian los malos tratos por segunda o más veces se desaniman a seguir denunciando y persiguiendo a su agresor, ya que la situación que se plantea, cuando en casos anteriores sus compañeros han sido absueltos o no se tomó contra ellos ninguna medida, es más humillante y de mayor desprotección. En estos casos desconfían de la administración de justicia como instrumento eficaz para resolver su situación y tramitar justamente sus denuncias.

El hecho de que no se le aceptara a estas mujeres las denuncias que no se le diera curso legal constituye una forma de victimización secundaria a la que también estuvieron sometidas.

Del actual de la policía al entrar en relación con las víctimas de violencia intrafamiliar dependerá mucho la imagen que estas se formen de la institución y de la confianza que depositen en su gestión, además de ser un factor muy importante en la prevención y atención de éstos delitos.

Solicitaron ayuda:

Sus familiares 8 45%

Familiares del esposo 3 15%

Al pastor 1 5%

A otros 0 0

A nadie 7 35%

Se indagó para saber ante quien se dirigía para solicitar ayuda cuando se producían las agresiones y 9 de ellas o sea el 45% respondieron que fundamentalmente se acercaban a su familiares más allegados tales como madres y hermanas, 3 buscaban apoyo en los familiares de que sus esposos y 7 no se acercaban a nadie pues consideraban que era un asunto muy personal y privado en el que nadie debía inmiscuirse. En tal sentido se produce el testimonio de la entrevistada 002: “... nunca recurrí a nadie para pedir ningún consejo, no tenía a quien hacerlo ni deseaba hacerlo, era mi problema en igual sentido: “... nunca le pedí ayuda a nadie ni siquiera a mi familia ese problema era mío y tenía que resolver yo ...”

Resulta interesante el testimonio de la entrevistada 008 quién expresó: “... buscaba ayuda en el pastor de la iglesia y me decía ten fe que él va a cambiar. Veía que era un problema muy mío y nunca me acerqué a ningún familiar ni a las instituciones comunitarias. Desconocía que la FMC tiene un grupo de apoyo contra la violencia familiar ...”

Sobre la percepción que tenían estas mujeres de la existencia de mecanismos estatales o no gubernamentales para brindarles apoyo o asesoramiento la abrumadora mayoría no conocía la existencia de las casa de atención a la mujer y la familia, ni la existencia de más ningún mecanismo o institución que pudieran haber tomado medidas concretas en evitación de la violencia intrafamiliar.

Al respecto las entrevistadas se pronunciaron por la necesidad que tuvieron de obtener desde los primeros momentos de la agresión, algún tipo de ayuda o asesoramiento que fuera desde la explicación de sus derechos sobre la vivienda hasta la protección o auxilio emergente. Los testimonios de las entrevistadas son prueba de ello. Entrevistada 002 “... cómo es posible que no exista un mecanismo que permita que en caso de divorcio, si los cónyuges ocupan habitaciones separadas de una misma ciudadela se les entregue a cada uno de ellos una libreta de abastecimiento pues en mi caso las discusiones violentas se producían porque existía una única libreta para ambos ... con esa solución quizás tan simple se hubiera evitado el delito ...” Entrevistada 012: “... si hubiese existido alguna institución que lo obligara a abandonar la casa y lo hubiera hecho desde que se agudizaron los problemas ni mis hijos ni yo hubiéramos sufrido tanto y hasta quizás hoy él estuviera vivo y yo no tendría que estar aquí ...” Por su parte la entrevistada 008 explicó: “... el caso de violencia que él cometió conmigo y con el niño fue extrema, iba más allá de lo que un ser humano puede resistir, él no abandonaba la casa a la cual no tenia ningún derecho, pues era de mi padre y sin embargo nunca pude sacarlo, a quién me iba dirigir ... yo necesité ayuda de psicólogos, de alguna institución, pero a dónde me iba a dirigir, por eso creo que no es suficiente la existencia de una casa de atención a la mujer y la familia sino de instituciones estatales con determinada potestad para resolver con inmediatez los problemas tan graves como el mío ...” La entrevistada 006 dijo: “... sin saber a quien podía dirigirme ni a quien pedir ayuda, acudí al bufete colectivo de mi municipio y allí fui atendida ...” Esta es la única entrevistada que reconoce haber acudido a alguna institución oficial.

Resulta interesante el testimonio de la entrevistada 002 quien explicó: “... yo fui a la delegada de la FMC de mi cuadra, fui al CDR y nadie me ayudó ... al contrario ellos sabían cómo habían ocurrido las cosas desde el principio. Cuando el hecho ocurrió y se hicieron las indagaciones no dieron un criterio justo y exacto de lo acontecido por eso, me es muy difícil confiar en ellos ...”

Los testimonios reflejan la necesidad de divulgar las acciones que se realizan en torno a la prevención y atención de la violencia intrafamiliar, así como la necesidad de articular y coordinar las diferencias acciones que se realicen hasta tanto existan condiciones para la formulación de una legislación que recoja esta problemática.

Es necesario contar con instrumentos legales que agilicen y prioricen el conocimiento de los conflictos violentos en el hogar y la creación de tribunales de familia especializados que respondan cabalmente a las especialidades de este fenómeno, pues este tipo de violencia ha dejado de pertenecer al ámbito privado: repercute en el ámbito público.


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