BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ESTUDIOS CUBANOS SOBRE VICTIMOLOGÍA (COMPILACIÓN)

Dager Aguilar Avilés




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PROCESO DE SOCIALIZACIÓN DE LAS SANCIONADAS Y EL GRADO DE VICTIMIZACIÓN PREVIA.

Desarrollo de la niñez

La búsqueda de información referente al desarrollo de la etapa de la niñez de

las entrevistadas aportó el resultado siguiente:

La niñez de 9 de las entrevistas transcurre con la presencia de ambos padres, en familias no disfuncionales. El testimonio de la entrevistada 004 es muestra de ello: “... mi niñez se desarrolló de forma estable, mi padre era militar y siempre nos inculcaba ideas buenas, fue una niñez feliz ...”

También la entrevistada 006 se pronunció en igual sentido: “... recibí una educación muy buena , mis padres trabajaban y tanto mi hermana como yo alcanzamos niveles universitarios.

A pesar de la falta de la figura paterna 5 de éstas mujeres refirieron haber recibido todo género de atención y cariño.

La falta de la figura paterna durante el desarrollo de la niñez de 5 de las 8 que se criaron sin ellos, no fue óbice para que recibieran todo género de atención y afecto; al respecto la entrevistada 003 expresó: “... fui criada por mi madre y mi abuela, pues mis padres se divorciaron desde que era pequeña, recibí todo género de atenciones y mimos”.

Solamente 3 expresaron que a pesar del divorcio recibían atención del padre, en las restantes la atención fue nula.

Con carencia de figura materna encontramos 3 de estas mujeres. La entrevistada 015 refirió: “... no conocí a mi madre ni supe de ella, mi padre me castigaba con frecuencia ...”

La 017 comentó: “... mi madre nos abandonó desde que tenía dos meses de nacida, me crié sola como mi padre quien nunca me quiso poner madrastra, recibí una buena educación con su afecto y comprensión ...”

Con marcado disfuncionalidad familiar encontramos dos de las entrevistadas, la 001 que es hija de padre desconocido, madre psiquiátrica, carente de hogar, deambulante. Pernoctaba en parque y portales hasta que fue internada en un hogar para niños sin amparo filial y la 002 quien refirió: “... mi casa era un desastre, no había orden ni obediencia, era una perdición no puede hablarse de hogar. Me crié en la calle, los adultos me golpeaban y tenía que realizar cosas desagradables de las que no deseo hablar ...”

La comunicación de estas mujeres con sus padres era limitada, solamente en 5 casos refirieron tener una amplia comunicación tanto con la madre como con el padre.

Las que se criaron con ambos padres no tienen recuerdos desagradables de los castigos, los catalogaron como mesurados y en correspondencia con la falta cometida, mientras que las del grupo de padres divorciados una refirió que era castigada por su padre con bastante frecuencia y lo hacía de diferentes formas, algunas veces la ponían de rodillas sobre chapas de refresco, otras le pegaba con una correa de cuero.

Resulta curioso que sólo dos de estas mujeres refirieron haber recibido castigos desproporcionados y coinciden con las que carecieron de la presencia de la madre, salvo que por su baja autoestima hallan catalogado de proporcionado lo que quizás fue todo un maltrato.

Ninguna refirió haber pertenecido a un hogar en el que el padre maltratara a la madre, sólo en un caso se habla de discusiones entre ellos y asociado a la ingestión de bebidas alcohólicas.

En cuanto a la violencia en el hogar con otros miembros de la familia sólo la 002 se refirió a la existencia de peleas entre sus familiares en las que vencía el más fuerte.

Con estos datos se evidencia que la mayoría no fueron socializadas en la violencia aunque sí en un medio donde el respeto y orden era impuesto por el padre.

Con respecto a quien era el jefe de la familia en la casa de origen en todos los casos donde se contó con la presencia del padre, éste ejercía el poder, tomaba las decisiones y establecía las prohibiciones y normas en el hogar. Tres de las entrevistadas contestaron que las decisiones las discutía o analizaba con la madre, pero era él quien las tomaba.

En los núcleos donde no contaban con la figura paterna, la madre era la que determinaba y tomaba las decisiones concernientes al resto de la familia.

Los grupos donde existían padre y madre se repartían las labores del hogar de acuerdo a los roles tradicionales, los varones realizaban los mandados y las hembras fregaban, lavaban y desempeñaban las tareas que tradicionalmente estaban destinadas para las mujeres. Solo la entrevistada 012 refirió: “... en mi casa mi padre y mi madre decían que todos sus hijos tenían que saber realizar indistintamente cualquier tarea sin distinción de sexo ...” En igual sentido se pronunciaron las entrevistadas 004 y 006.

Las que se criaron solamente con la madre y tenían hermanos varones las tareas la realizaban indistintamente con excepción de la entrevistada 010 que dijo: “... en mi casa las labores del hogar las realizábamos las mujeres y los hombres las de la calle ...”

Como se observa en el proceso de socialización de estas mujeres hay una marcada tendencia a la diferenciación de roles y estereotipos de acuerdo al género que van produciendo patrones culturales los cuales llevan a verdaderas diferencias psicológicas, y a formas diversas de reacción social.

Tanto el varón como la mujer, en lo que se refiere a comportamiento, son exactamente iguales cuando nacen. La portadora del arquetipo es en primer lugar la madre, ya que al comienzo de la vida el niño vive en participación e identificación casi exclusiva e inconsciente con ella. Así es su preocupación física y psíquica hasta desarrollar la idea de su propia identidad. Y es la madre quien ya en el transcurso de los primeros meses de vida, le da al infante un trato distinto, de acuerdo con su sexo; y estas pequeñas diferencias iniciales gestarán después las grande diferencias que se exigen culturalmente.

Por eso afirma Lolita Aniyar de Castro: “Al asignar a la mujer roles diferentes a los hombres se logra poner a un lado de un solo golpe, prácticamente a la mitad de la población del mundo”. (Aniyar de Castro Lolita, 1977 p.36)

En cuanto a la forma en que se desarrolló la adolescencia de las entrevistadas encontramos que en 13 casos se desarrolló con un control adecuado, les permitían salir con las amigas con la condición de llegar a determinada hora preconveniada, tenían confianza en ellas y la comunicación era fluida.

Con rigidez y prohibiciones se desarrolló la adolescencia de tres de las entrevistadas, la 015 expresó: “... no me permitían salir con jóvenes de mi edad ni asistir a fiestas ni a ningún tipo de actividades recreativas, eso determinó que a los 16 años decidiera abandonar mi hogar ...”

Sin ningún control ni patrones de conducta se desarrolló la adolescencia de una de las entrevistadas y 3 de ellas comenzaron una vida sexual activa desde la pubertad. La entrevistada 003 relató que comenzó sus relaciones sexuales a los 13 años con un hombre de 25 años, maltratador, con el cual se fue a vivir, la unión sólo duró 7 días ...”

Desde la adolescencia dos de estas mujeres comenzaron a ingerir bebidas alcohólicas convirtiéndose en dependientes, según sus declaraciones lo aprendieron en su hogar de origen.

Resulta interesante que una de ellas, que fue criada por su padre con total ausencia de la figura materna confesó que desde su juventud era homosexual.

A pesar de que la mayoría tuvo una adolescencia que puede ser catalogada como normal, hay otras en que esta importante etapa de la vida de una persona, estuvo marcada por eventos desfavorables que repercutieron en su vida posterior. Las dos que relataron su adicción a la ingestión de bebidas alcohólicas, el día en que los hechos ocurren, se encontraban en estado de embriaguez.

Los rígidos cánones asociados a conductas sexuales estereotipadas en los que fue educada la entrevistada 007, definieron e influenciaron enormemente en su posterior orientación, conducta y desarrollo vital, según su dicho tuvo en algo que ver con el delito cometido, refirió: “... fui criada por mi madre la que era de origen campesino, con ella nunca pude hablar de cuestiones del sexo, era un tabú, me casé señorita y no lograba un pleno disfrute del sexo todo ello me llevó a cambiar de pareja en tres ocasiones, pues era objeto de burla y desprecio. El día de los hechos mi esposo después de ofenderme diciéndome que era fría, acostado desde la cama me mostró sus partes y me dijo: “... esto es lo que tú necesitas, no pude sostener ese insulto ...”

Con las experiencias familiares a temprana edad el varón aprende a disminuir y denigrar a la figura femenina y a mantener un nivel personal de autoestima relativamente alto, asimilando un papel sexual estereotipado generador de violencia física.

Los parámetros futuros del comportamiento del hombre y de la mujer y la transmisión del argumento de vida se conforman a través de conductas parentales, ya sea positiva o negativa esto significa que son los padres los que a través de los mandatos impulsores envían a sus hijos mensajes para que éstos vayan ajustando su conducta a cierto prototipo femenino o masculino si posteriormente los padres tratan de utilizar mandatos impulsores como contrargumento para contrarrestar las consecuencias provocadas por sus conductas negativas y reiteradas, es difícil que el menor capte estos nuevos mensajes, ya que los que inicialmente gravaron resultan ser para ellos los fundamentales.

Si a la mujer se le enseñó a no tener autoestima, a ser sumisa, a no buscar un desarrollo en su vida intelectual, es difícil que posteriormente pueda cambiar hacia un nuevo modelo, aún a pesar de los esfuerzos de su madre.

Durante la niñez el hombre y la mujer reciben caricias físicas y psicológicas como señal de reconocimiento, son por lo general caricias condicionadas, es decir, merecidas por el niño o niña que cumple con un papel femenino o masculino, pero las caricias no condicionadas son espontáneamente motivadas por afecto, duraderas y muy positivas en cualquier gente, de modo que las primeras son comúnmente empleadas como un instrumento consciente o inconsciente, para fijar el estereotipo. Así por ejemplo si el hombre es dominante recibe una palmada en el hombro, no así la mujer, ya que la mujer dominante va en contra de los parámetro fijados por la sociedad.

Esto tiene gran importancia en el análisis de la criminalidad femenina, puesto que algunos de los criterios que se han utilizado o se utilizan para castigarla, además de estigmatizarla, culparla, o castigarla como desviada, tienen una correlación con esos parámetros fijados previamente por la sociedad, tanto para el papel de hombre como para el papel de mujer.

Estas ideas también nos permitirán comprender porqué son tan bajos los índices de criminalidad femenina.

Con respecto a las relaciones con sus novios el 80% de las entrevistas respondieron que estuvieron fundadas en el amor y el respeto. La 007 expresó: “... esa etapa constituyó una de las que recuerdo con más alegría, fue muy bonito, salíamos a pasear y caminábamos durante largo rato por el muro del malecón fue muy respetuoso conmigo y nunca empleó violencia ni malos tratos ...”

Por otra parte la entrevistada 012 dijo: “... el que resultare occiso fue mi único novio y marido, pero de novio las cosas fueron muy distintas, fue una relación hermosa ...”

Relaciones de noviazgo en las que estuvo presente la violencia la encontramos en 4 de las entrevistadas, una de ella la 017 dijo: “... un día antes de la boda él me agredió, como tengo conocimiento de defensa personal respondí a la agresión, le hice una llave que le fracturó un brazo, acudió a la ceremonia con el brazo enyesado ...”

Otra de las entrevistadas, la 013 refirió: “... tuve un novio que en una ocasión se molestó porque salí a la calle con una ropa ligera, por esa razón me partió un disco en la cabeza yo respondí a la agresión lanzándole un poco de alcohol y un fósforo encendido, le ocasioné lesiones leves, por suerte no me denunció. Al mes decidí terminar la relación por temor a que estuviera preparando una venganza ...”

También refirió relaciones violentas durante el noviazgo la entrevistada 009 quien expresó: “... me casé obligada, el quería hacerlo para obtener el cake y las cervezas y venderlos posteriormente, era una práctica muy usual en aquella época, me llevó a la fuerza hasta la notaría, me casé en contra de mi voluntad ...”

Resulta curioso que estas mujeres que contrajeron matrimonio con novios maltratadores y que respondieron a la violencia con violencia, terminaron asesinando a sus esposos. Desde su condición de novias se sintieron atrapadas en la violencia, obligadas a realizar lo que no deseaban o impedidas de hacer lo que deseaban, lo que confirma nuestra hipótesis pues fueron objeto de violencia y respondieron de igual forma.

Relaciones entre sancionadas y sus víctimas.

Los resultados de las variables que reflejan la relación entre la víctima y su victimaria representan en primer lugar el vínculo matrimonial o no, existente entre ellos:

Como se observa el 85% de estas mujeres mantenían con la persona que resultó dañada una relación íntima de pareja con independencia de que el matrimonio estuviera estado formalizado o no.

Es significativo que las rupturas que se producían en estas uniones no era vertical, pues en repetidas ocasiones, la relación después de terminada, se reiniciaba.

El vínculo entre la víctima y la victimaria tiene una gran peso, pues el atentar contra su pareja con independencia del medio empleado, las circunstancia del hecho, etc. tipifica el delito de asesinato y no el de homicidio.

Es decir que solamente tres de estas mujeres pudieron, de no haber existido agravamiento en la comisión del delito, haber sido comisora de un hecho de homicidio y no el de asesinato.

La integración familiar como resultado de la relación de pareja arrojó los siguientes resultados:

Propietario de la Vivienda


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