BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

EL LIBRO Y EL BIOS: ALGUNOS MOMENTOS EN SU HISTORIOGRAFÍA. LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO
(VOLUMEN II)

Germán López Noreña



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7.4.2 La Imprenta y El Libro En Córdoba

Dibujo De La Catedral De Córdoba Realizado Por Hermeregido De Eguivar En 1759

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Antes de incursionar en la sección del apartado de este volumen, sobre la imprenta en la ciudad de Córdoba, veamos un poco de su historia.

Anterior a la conquista española, la provincia de Córdoba estaba ocupada por aborígenes entre los que se destacaron los comechingones que habitaban los cordones serranos, los sanavirones el centro y norte de la región y los ranqueles el sur. A pesar de los testimonios de los yacimientos arqueológicos de los Cerros Colorado e Inti Huasi, las abundantes pictografías con representaciones de animales, ceremonias religiosas y otras escenas, poco se sabe de los primitivos habitantes.

El primer español en incursionar las sierras fue Diego de Rojas, él y la mayoría de los 300 hombres que lo acompañaban murieron en manos de los comechingones. En 1571, el virrey del Perú designó al adelantado Jerónimo L. De Cabrera como gobernador de las provincias de Tucumán, Juríes y Diaguitas. El 6 de julio de 1573, a orillas del río Suquía, Cabrera fundó Córdoba de la Nueva Andalucía.

Luego de realizada la fundación, llegaron distintas órdenes religiosas: la jesuita, la franciscana y la mercedaria. Su objetivo era evangelizar y educar a los aborígenes y a los hijos de los conquistadores. Los padres de la orden de la compañía de Jesús construyeron capillas y fundaron centros de colonización en santa Catalina (el establecimiento más importante), Alta Gracia y Jesús María. Pusieron mucho énfasis en el aspecto cultural y en la educación.

En la ciudad de Córdoba, los jesuitas fundaron el colegio Máximo (1610), que dio las bases a la actual Universidad Nacional, y el colegio de Nuestra señora de Monserrat. En el último se instaló, en 1765, la primera imprenta del territorio argentino. Siendo expulsados en 1767, como ya se vio en paginas anteriores

La fundación marcó el comienzo de su rápida evolución, con una población estable y una economía floreciente, se crea la primera Universidad del país, La Universidad Nacional de Córdoba . La presencia de los Jesuitas y el gobierno del Marqués de Sobremonte se destacaron en el período colonial. Pues bien, nos es posible observar como una vez más las demandas educacionales de orden superior dinamizan la implementación del tan preciado instrumento para la socialización del conocimiento: La imprenta. Veamos lo que escribe al respecto Bartolomé Mitre:

Escudo De La Universidad Nacional De Córdoba

Revista De La Federación Nacional De Cardiología

Una idea de progreso literario fue el germen de la introducción de la imprenta en Córdoba. Existía en esta docta ciudad, que era el centro del gobierno de la Compañía de Jesús en los dominios del Río de la Plata, el Colegio Máximo de Monserrat, fundado por el doctor Ignacio Duarte y Quirós en 1685, en que se cursaban estudios mayores, y que fue más tarde el núcleo de su célebre Universidad. Acudían allí a instruirse los jóvenes de las provincias del virreinato y de Chile, adquiriendo con el tiempo tanto crédito, que en el tercer cuarto del siglo XVIII se había convertido en un foco de luces de la colonia. Los jesuitas poseían por ese tiempo, en la pequeña ciudad de Ambato (de la capitanía general de Quito), una imprenta que tenía por objeto la publicación de sus documentos. Los de Córdoba, estimulados por este ejemplo, se propusieron introducirla con el propósito de aprovecharla para dar a la estampa las tablas y conclusiones en los actos literarios, al mismo tiempo que las obras que no se daban a luz (las tesis) "con dispendio de la cultura de la república de las letras", según reza el tenor de la petición en consecuencia de la cual fue otorgada la licencia para establecerla. Pero procedieron de distinta manera que en el Paraguay: fue una importación.

Antes de obtener el permiso real para establecer la imprenta, los directores del Colegio de Monserrat trajeron sus materiales de España, y una vez en posesión de ellos iniciaron sus gestiones para plantearla legalmente. No se tiene noticia exacta de la época en que este hecho tuvo lugar antes del año 1766 en que se inauguró, sabiéndose tan sólo que su costo fue de dos mil pesos fuertes, que fueron abonados en 1767, poco antes de clausurarse.

Para obtener la licencia fue comisionado a Lima el padre Matías Boza, llevando muestras de los tipos traídos de España "a fin de que se reconociese su bondad". El virrey del Perú, previa vista del fiscal, la concedió con fecha 3 de septiembre de 1765, con la condición de que "no se imprimiese libro alguno que tratase de materias de Indias sin especial licencia de Su Majestad y de su Consejo de Indias, ni papel alguno en derecho, sin permiso del tribunal correspondiente, ni menos arte o vocabulario de la lengua de las Indias, si no estuviese primero examinado por el ordinario y visto por la audiencia del distrito, y sin que precediese la censura dispuesta por derecho", condiciones ajustadas a las leyes vigentes, cuyo cumplimiento se echa de menos en las ediciones de la imprenta guaranítica (salvo una), y que, como se va apuntado, probablemente motivó su misteriosa interrupción.

Pues bien, en el marco cultural de una sociedad más democrática en el siglo XVIII, en razón de la no existencia de altos capitales, y el ser en su gran mayoría los grandes potentados encomenderos Del Virreinato del Río De La Plata; emerge a la luz pública el primer libro de la imprenta de Córdoba, dedicado al fundador del Colegio Máximo: y el que lleva por titulo, según Mitre:

CLARISSIMI VIRI / D. D. YGNATI / DUARTIIET / QUIROSII, / COLLETII MONSERRA / TENSIS CORDUBAE YN / AMERICA CONDITORIS, / LAUDATIONES / QUINQUE / QUAS / EIDEM COLLEGIO REGIO / BARNABAS ECHANIQUIUS O. D. I. (una viñeta en cobre) / Cordoboe Tucumanarum Anno MDCCLVI / Typis Collegii R. Monserratensis. (Las cinco Laudatorias del esclarecidísimo varón doctor don Ignacio Duarte y Quirós, Fundador del Real Colegio de Monserrat en Córdoba de América, las que puestas en orden ofrece y dedica (O. D.) al mismo).

Libro del que el mismo Mitre nos dice:

Del libro mismo consta que ésta fue en efecto la primera producción de la imprenta en Córdoba. En la dedicatoria de Bernabé Echanique, que lo ofrece al colegio Monserratense, al hacer el elogio de su abuelo que concurrió a su fundación, dice: "También es causa principal de que quiera editar estas oraciones, el que nuestro Director (Moderator), que es el que promueve únicamente los estudios de nuestro Colegio, ha puesto a disposición de nuestra casa elegantes tipos para estimular a dar a luz algo digno del público. Y, creo, que lo primero que pretendéis se dé a luz por medio de estos tipos son las Laudatorias de Duarte, las cuales, aunque indignas del público por su estilo, recibirán del mismo Duarte y de vuestro nombre la dignidad necesaria".

Por algún tiempo se creyó que Echanique, que ofrecía y dedicaba el libro, era el autor de Laudatorias; pero es cosa averiguada que pertenecen al padre José Manuel-Peramas, autor de Vita et moribus de algunos misioneros del Paraguay, donde se hace mención de esta obra como suya, el que probablemente las escribió en Córdoba, donde residió hasta el tiempo de la expulsión de la orden jesuítica a que pertenecía.

Es ésta la primera y última producción auténtica que de la imprenta primitiva de Córdoba se conoce; pues aun cuando se citan vagamente dos opúsculos como salidos de sus prensas en el mismo año, y entre ellos una tesis del doctor Duarte y Quirós, nadie los ha visto, y deben considerarse como imaginarios mientras no se demuestre su existencia.

Ya visto el prologo y el desarrollo de la imprenta en Córdoba, veamos entonces su épilogo. La vida de la imprenta fue muy corta siendo victima de los vaivenes e intereses políticos del hombre, evento tipificado por Mitre como un golpe de Estado –aunque la historiográfica de esta temática en la Argentina no lo asuma así-, en el que tanto la imprenta como sus gestores, los jesuitas, fue clausurada y expulsados respectivamente. La imprenta fue relegada al ostracismo y al mal cuidado de los Franciscanos. ¡He aquí un verdadero retroceso en la producción del libro para esta zona del Virreinato Del Río De La Plata!


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