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LA CADENA DE SUMINISTROS EN BOVINOS PRODUCTORES DE CARNES: UN ENFOQUE SOCIOPECUARIO

Francisco Bijarro Hernández y otros



 

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2.9 Balanza comercial

Con la puesta en marcha del TLCAN México se convirtió en el tercer socio comercial de Estados Unidos para los productos alimenticios y de la agricultura. Antes de la entrada en vigor del TLCAN, ya se notaba una creciente participación de los productos pecuarios en general de importación en la oferta nacional. La aplicación de aranceles en noviembre de 1992 por el gobierno mexicano a las importaciones de ganado en pie y de carne bovina, con la finalidad de proteger a los productores nacionales, las frenó aunque esto sólo fue temporalmente (SAGARPA, 2002b).

El resultado neto de la puesta en marcha del TLCAN a partir del 1º de enero de 1994, ha sido un marcado aumento en el déficit de la balanza comercial de los productos de la industria de carne bovina (Carrera et al., 2003). Durante el primer año del TLCAN las importaciones de carne procedentes de Estados Unidos se incrementaron 47% en volumen y 71.5% en valor. Las importaciones decrecieron durante 1995 debido a la crisis económica del país, pero se incrementaron más de 70% durante 1996, el incremento ha sido permanente a partir de entonces.

Se espera que México continúe con las importaciones de carne de ganado finalizado en corral para satisfacer la creciente demanda de los sectores turístico y restaurantera, así como de los supermercados, particularmente en áreas urbanas. Se espera que los altos volúmenes de importaciones continúen por el menor precio, aunque se enfrentará con la creciente demanda por carne de pollo. De acuerdo con datos de (Palacio et al. 2002) el rubro para el cual existe un balance comercial positivo para el país es animales vivos, en el 2000 el balance fue de 183 millones de pesos favorable a México. Sin embargo, de acuerdo con estos autores, de las ramas del sector agropecuario que se encuentran en peores desventajas competitivas está la carne fresca, refrigerada y congelada de animales. Esto es porque de estas fracciones arancelarias son los mayores volúmenes de importación, mientras que los volúmenes que México exporta son muy reducidos (Cuadros 3 y 4).

Cavallotti (2001) señala que debido al incremento en las importaciones sin un aumento en las exportaciones de productos bovinos, el balance del comercio exterior de estos productos es crecientemente negativo. Esta autora indica que para el 2000 el déficit alcanzó 599 millones de dólares, cifra superior en 192% a la de 1994.

Estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos señalan que las importaciones mexicanas para el 2011 de carne de res serán aproximadamente 821 mil ton, seis veces el volumen importado en 1993.

El índice de dependencia de las importaciones se calcula como el porcentaje del Consumo Nacional Aparente cubierto por las importaciones. Como se puede apreciar en el Cuadro 6, el índice de dependencia ha aumentado de 13.5% en 1993 a 38.5% en 2002. En 1995 fue cuando se tuvo el menor valor para este índice, determinado básicamente por la crisis económica que sufrió el país por la devaluación de peso, hecho que frenó temporalmente las importaciones de carne de bovino. Considerando el total de carnes de importación, se predice que para el 2010 el índice de dependencia alimentaria será de 49% (Carrera et al., 2003).

Estimaciones del USDA estiman que las importaciones de carne bovina para el 2004 incluirán el 90% de carne empacada y 10% de carne en canal. La mayoría de las importaciones serán piernas y espaldillas (70%). Los cortes de alta calidad representarán el 30%.

La cadena productiva está generalmente desarticulada, la distribución de la carne de origen nacional (ya sea en medias canales o cortes primarios) se efectúa principalmente por tablajeros que adquieren su mercancía en rastros municipales (o en rastros clandestinos) o, en menor proporción, a través de las cadenas de tiendas de autoservicio que son abastecidas por plantas TIF.

Los beneficios económicos generados por la cadena de producción de carne de bovino se distribuyen entre los distintos eslabones de la cadena de comercialización (en ocasiones comprendiendo un mínimo de tres agentes intermediarios). En el caso de las importaciones de carne, éstas se distribuyen a través de las cadenas de tiendas de autoservicio, así como a través de las cadenas de restaurantes de lujo, para un mercado exclusivo (al cual vende cortes caros) o del tipo popular (en el caso de los cortes baratos y los despojos comestibles) (Cavallotti, 2001: 98)

Los productos importados están ocupando mercados que tradicionalmente eran abastecidos por la producción nacional, particularmente por su menor precio. Los volúmenes de carne distribuidos y vendidos al consumidor final a través de las tiendas de autoservicio son cada vez mayores, especialmente en las grandes ciudades. Existe un diferencial de precio entre la carne comercializada en las tiendas de autoservicio y las carnicerías, generalmente el precio es menor en las carnicerías especialmente en los cortes populares (Cavallotti y Palacio, 1999).

De acuerdo con estadísticas de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas, el CNA se incrementó de 1.023 en 1993 a 1.32 millones de ton en el 2002, un aumento del 29%. Sin embargo, este crecimiento incluye una proporción cada vez mayor de la carne de importación, ya que para el mismo período la producción de carne de res pasó de 885 a 814 mil ton, que corresponden a una reducción del 8%. La diferencia entre los volúmenes producido y consumido se ha cubierto con importaciones.

Según información de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (2003a), el consumo per cápita de carne de bovino se ha mantenido relativamente constante de 1993 a 2002. En 1993 el consumo per cápita de carne bovina fue 11.8 kg, mientras que para 2002 fue de 13.1 Kg. Aunque la oferta nacional de carne de res se ha reducido, el aumento en las importaciones ha permitido el mantenimiento de los niveles de consumo por persona de carne bovina (Bravo-Pérez et al., 2002).

El desmesurado incremento de las importaciones sin un adecuado control sanitario, potencia los riesgos tanto en salud animal como en la salud de los consumidores con un impacto social y económico de una gran magnitud. La Fiebre Aftosa y la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB, “mal de las vacas locas”) constituyen verdaderas amenazas que pueden tener graves consecuencias para la ganadería nacional.

Actualmente, no existe la infraestructura necesaria en las aduanas, la normatividad es insuficiente y las medidas sanitarias que se están tomando, como el tapete sanitario en los aeropuertos, por donde ingresan menos del 1% de las importaciones, ofrecen una limitada garantía. La normatividad existe , el problema es que no se cumple a plenitud.

Los programas de apoyo para la ganadería bovina de carne tienen como objetivo promover la productividad de los diferentes sistemas de producción. Los programas operan a nivel federal, estatal y de asociación de productores. Sin embargo, los recursos que se destinan no alcanzan a cubrir las demandas de la ganadería bovina para carne del país, lo que ha contribuido, por lo menos parcialmente, al cierre de un número importante de empresas pequeñas y medianas. Para 1995 los recursos de la banca de desarrollo hacia la agricultura se redujeron en términos reales: los de FIRA en 14% y los de Banrural en 27.3%. La cartera vencida del sector agropecuario aumentó en 65% con respecto a 1994, alcanzándose los 13,064 millones de pesos (Cavalllotti y Palacio, 1999).

Los productores primarios, las empresas procesadoras de granos y alimentos y las empacadoras de Estados Unidos, reciben indirectamente subsidios de parte del gobierno federal. Éstos se canalizan a través de los recursos que se destinan a los cultivos forrajeros a través de leyes específicas como el Farm Bill (Cavallotti, 2002).

El presupuesto asignado a la Alianza para el Campo para el 2002 ascendió a 6,596 millones de pesos, de los cuáles el 64.6% correspondieron a los programas de desarrollo rural, el 18.3% a los de fomento agrícola, el 12.0% a los de fomento ganadero y el resto a otros programas (SAGARPA, 2002a).

Los programas de fomento a la ganadería bovina de carne a través de la Alianza para el Campo consideran apoyos para el mejoramiento genético, desarrollo de proyectos agropecuarios integrales y recuperación de tierras de pastoreo.

El programa de Mejoramiento Genético, pretende mejorar la calidad genética y la productividad de los hatos ganaderos. El programa incluye apoyos federales y de los gobiernos de los estados para la adquisición de sementales, vaquillas de reemplazo, transferencia de embriones e inseminación artificial. Se requiere tener 30 vientres para recibir apoyo para la compra de un semental; para la compra de vaquillas de 320 kg o gestantes y de 240 kg se apoya con $1500.00 y $1000.00, respectivamente; para la inseminación artificial apoya con $100.00 en dos aplicaciones y hasta 50 vientres. En todos los casos es necesario contar con recursos e infraestructura para el manejo y alimentación de los animales, participar en los programas de asistencia técnica y campañas sanitarias, comprometerse a mantener el ganado en explotación, pagar en efectivo el complemento para los apoyos y proporcionar la información para la evaluación del programa.

Con un programa especial se beneficiaron en el 2002 a 21 Asociaciones de Productores de Ganado de Registro y a 8 Asociaciones Ganaderas Regionales o Locales (SAGARPA, 2002a). Este programa estuvo orientado al fortalecimiento de las evaluaciones genéticas en ganado de registro. Este programa está apoyado además por instituciones de enseñanza superior y el INIFAP. A la fecha se han publicado varios resúmenes de estas evaluaciones.

Programa de estímulos a la producción ganadera (PROGAN), con el objetivo de fomentar la productividad de la ganadería bovina extensiva, se emitió en mayo de 2003 el Programa de Estímulos a la Producción Ganadera (PROGAN), que estará vigente del 2003 al 2006. Los estímulos contemplados en este programa de cobertura nacional, se estima beneficien a 200 mil unidades de producción (15.6% de los 1.275 millones de ranchos) y 4.5 millones de vientres bovinos en edad reproductiva (37.5% del hato nacional). Se apoyará con $300.00, $400.00, $500.00 y $600.00 por vientre hasta un total de 300, en edad reproductiva del año 1 (2003) al 4 (2006).

Este programa cuenta con 1,500 millones de pesos de presupuesto para 2003. El programa excluye las engordas, el repasto, el ganado estabulado, las superficies de las unidades de producción que reciban apoyos de Procampo y aquellas que carezcan de cerco para el control del ganado.

El comercio internacional de carne bovina está limitado por medidas de bioseguridad. El ingreso a un país libre de ciertos productos procedentes de países con prevalencia de enfermedades como la Encefalopatía Espongiforme Bovina (“vacas locas”) y Fiebre Aftosa no se permite. Con la finalidad de controlar y erradicar algunas enfermedades de la ganadería bovina el gobierno federal ha implementado campañas sanitarias. La situación que guardan se describe a continuación.

El 8 de marzo de 1996 se publicó la norma NOM-031-ZOO-1995, de la Campaña Nacional contra la Tuberculosis Bovina. Los estados de Coahuila Chihuahua, Nuevo León, Quintana Roo, Sonora, Tamaulipas y Yucatán están en fase de erradicación (prevalencia menor a 2%), el resto del país está en fase de control (prevalencia desconocida o mayor de 2%); cuando se observan cinco años sin casos registrados se declaran estados libres.

El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América, reconoce 18 regiones de baja prevalencia en tuberculosis bovina, de ellas 12 pueden exportar con una sola prueba de tuberculina del lote, 5 regiones con prueba de hato y de lote y una región (centro-norte de Sonora) que no requiere pruebas de tuberculina para exportar ganado castrado a los Estados Unidos (SENASICA, 2003). Para la venta y movilidad del ganado dentro del país se requiere del certificado de hato e individuo libres de la enfermedad.

La norma NOM-041-ZOO-1995, para la Campaña Nacional contra la Brucelosis de los Animales, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 20 de agosto de 1996. En la actualidad sólo Sonora y Yucatán se encuentran en fase de erradicación, los demás estados se encuentran en fase de control (SENASICA, 2003).

La norma NOM-019-ZOO-1994, de la Campaña Nacional contra la Garrapata Boophilus spp., se publicó el 19 de mayo de 1995. Aguascalientes, el Distrito Federal, Sonora, Tlaxcala y la mayor parte de Baja California Sur y Chihuahua se encuentran libres de la garrapata, los demás estados se encuentran en fase de control.

La norma NOM-011-SSA2-1993, para la prevención y control de la rabia paralítica bovina se publicó el 25 de enero de 1995. El centro y norte del país están libres de manera natural, las regiones costeras del país están en fase de control.

El objetivo es apoyar acciones que permitan incrementar la disponibilidad de forraje en tierras de pastoreo de modo sostenible, con plantas forrajeras, así como la tecnificación y modernización de la infraestructura productiva para un mejor manejo de la unidad de producción.

Los apoyos que se otorgan son semilla, infraestructura y equipamiento de unidades de producción, necesarios para el establecimiento, la rehabilitación y conservación de pastizales y agostaderos, así como elaboración de proyectos.


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