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DESNIVELES CULTURALES / DEMOLOGÍA EN LA HISTORIA

David Charles Wright Carr y otros




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Las fuentes

Hacia 1971 Paul Gerhard publica en español una guía de fuentes que él había considerado útiles para la geografía histórica, la ubicación de datos en cartografía contemporánea con lo de asentamientos del siglo XVI; así nos dio la propuesta de una cartografía analítica, en proceso de perfeccionamiento. Siendo nuestro interés la región centro oriental del estado de Guanajuato, comenzamos con las fuentes a que recurrió Gerhard en su breve descripción de Celaya, Acámbaro y Yuriria hacia 1580.

Artículos breves que describen algunos puntos de la región hacia 1548 Papeles de Nueva España publicados de orden y con fondos del gobierno mexicano por Francisco del Paso y Troncoso, Director en misión del Museo Nacional, 2ª serie, Geografía y Estadística. 7 vols. Madrid, 1905-1906

“En la serie de Ovando de c. 1570 hay un informe detallado (el manuscrito está desdichadamente mutilado) de Yuriri(h)apúndaro, y una descripción más breve de Acámbaro” Archivo General de Indias, Indiferente, 1529, también véase Miranda Godínez, Francisco. El real colegio de San Nicolás de Pátzcuaro. Cuernavaca, 1967, 9/40-4/41

García Pimentel, Luis, Descripción del arzobispado de México hecha en 1570 y otros documentos. México, 1897;

Relación de los obispados de Tlaxcala, Michoacán, Oaxaca y otros lugares en el siglo XVI…, México/París/Madrid, 1904, p. 35, 44

El Alcalde Mayor envió una relación con mapas en 1580 Real Academia de Historia (Madrid), 9-25-4: 4663-x; publicada en Relaciones geográficas de la diócesis de Michoacán – 1579-1580, 2 vols. Guadalajara, 1958, ii, p. 50-70

Ponce describe la región hacia 1586-1587 Ciudad Real, Antonio de, Tratado curioso y docto… I, p. 526, II, p. 134

Sobre las congregaciones de indios de 1593-1604 Archivo General de la Nación, Congregaciones, fol. 5v, 122; Indios, 6, 1ª parte, fol. 181, 190v, 206; 2ª parte, fol. 242.

Relaciones de 1619 y 1639 Biblioteca del Palacio Real (Madrid), ms. 2579. Newberry Library, Ayer 1106 C, 3 [El Obispado de Michoacán en el siglo XVII de Rubén López de Lara]

Relaciones de 1649 Newberry Library, Ayer 1106 A.

Tributarios y encomiendas para la segunda mitad del siglo xvi Archivo General de la Nación, Reales Cédulas (duplicados), 24 41-2

Son de este cuerpo de documentos que tomo las relaciones geográficas, como suele distinguirse, para destacar la utilidad que aún pueden darnos, tratándose de nuevas tradiciones de estudios, como son lo que aquí tratamos, los que darán cuenta de la integración social desde la diversidad de integrantes en el proceso histórico. Como menciona en su estudio a las relaciones geográficas, Acuña, respondieron las Instrucciones y Memorias hacia 1580, en lengua chichimeca, español, mazahua, otomí y tarasca, con lo que y sin entrar en aclaraciones pertinentes por lo demás tenemos la visión de una sociedad multicultural tan sólo por las lenguas, como hoy se ha distinguido a las naciones originarias.

Habremos de regresar a las otras fuentes que traslado del aparato crítico de Gerhard en posteriores ocasiones, y muy en particular buscaremos las que nos faltan para completar esta aproximación al territorio histórico de Guanajuato; las relaciones geográficas que no han sido localizadas, estudiadas ni preparadas para su presentación, aquellas que correspondió llenar a las autoridades, escribanos, y testimoniantes de las Alcaldías Mayores de Guanajuato, de León, y de San Felipe y San Miguel. Tenemos el mapa de ésta última mas no las respuestas a las Instrucciones y Memoria, de las demás no hay aún noticia. Acaso estén entre los fondos de la Real Académica de Historia en Madrid con una clasificación distinta.

En el mismo volumen donde transcribe, anota y comenta Acuña, la de Celaya, está el mapa de San Felipe y San Miguel, en el Camino Real de Tierra Adentro, sólo que lo acompaña con una carta de fray Guillermo de Santa María, agustino que se estableció en Pénjamo primero, en San Felipe después, y que explica en síntesis a los grupos que llamaban chichimecas, distintas naciones de lengua propia. Es por ello que en la relación de Celaya, Acámbaro y Yuriria no tendremos la seguridad de identificar, con la sola palabra chichimeca a la nación que habría dado información. La carta de Guillermo de Santa María es una síntesis de otro documento muy extenso del cual es autor, con todo y que ha sido atribuido a otros varios personajes: “la relación de la guerra contra los chichimecas”.

Esta es nuestra fuente primaria del centro norte de México ya que describe a las naciones originarias que la habitaron, y de las cuales tan sólo permanece en San Luis de la Paz, ocupando su extensión territorial que les ha quedado, los chichimeca jonaces, como se nombran, pero que debieron haber sido antes de que por escrito así se les identificara algunos de los varios: guachichiles, guamares, guaxabanes y pames. La misma fuente describe también el paisaje que habitaban los aguerridos defensores de su suelo.

El dato ya estaba en las Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán, editado por René Acuña, quien establece en nota a pie de página: “la carta, autógrafa, de fray Guillermo de Santa María, empieza en el folio 22r del manuscrito”. Es al final de la relación de Tiripetío donde integraron la carta lo cual dio ocasión para que Acuña ubicara con ella el mapa de San Felipe y San Miguel, del que no ha sido localizadas las respuestas a las Instrucciones y Memorias. Vale la pena la siguiente información que nos da:

… poblarlos en tierra llana, doctrinarlos en la ley de Dios, darles quien les enseñe a cultivar la tierra y [los] oficios mecánicos, como en Epenxemu y Sichu, y otras partes, y hacer, para esto, dos o tres poblaciones grandes donde [las autoridades] compelan a vivir [a] los menos culpados, en sus mismas tierras, y que sirvan de frontera para la Florida y acompañen, como suelen, a los soldados en la guerra; que, mexicanos ni tarascos, sirven casi de nada en esta guerra.

Menciona enseguida Santa María que con tal orden fueron pacificados y congregados para establecer pueblos en Epenxemu (Pénjamo) y Sichu (Xichú de Indios, hoy Victoria), en compañía del Capitán de Frontera Gonzalo de las Casas. Es inquietante el calificativo que hace de que en la guerra de conquista “cien leguas de chichimecas, que ésta es la llave de toda la Chichimeca” no sirven más que los chichimecas del actual territorio de Guanajuato, ni mexicanos ni tarascos.

No conozco los cuatro volúmenes de la Historia de la ciudad de Celaya publicados por Luis Velasco y Mendoza (México, 1947-1949). Siendo obra tan compendiosa y notable, me reservo la ocasión de conocerla para confrontar el manejo de las fuentes del siglo XVI, y ampliarme hacia las propuestas que vengo haciendo, y a algunas reflexiones para el marco conceptual de este primer Foro Internacional de Multiculturalidad ya que, desde mi trayectoria de historiador, todo nuevo paradigma se consolida con la vuelta a las fuentes. Las que aquí “veremos” son de esta característica, fuentes a las que hay que volver para nuevas reflexiones, es lo que vengo a proponer.

Entre 1577-1580 la Corona Española dispuso reunir información descriptiva de los territorios conquistados por lo que en 1577 fueron distribuidos cuestionarios. Funcionarios, escribanos, cartógrafos y testimoniantes integraron la información y, en varios casos, representaron en mapas, o en croquis el paisaje del territorio materia de la descripción. Las de Nueva España han sido reunidas y publicadas por René Acuña en la versión más completa, aunque ya desde el siglo XIX fueron publicados en partes. En siglos posteriores volvieron autoridades de la Corona a requerir este mismo tipo de información por lo que, hoy en día, se cuenta con una serie documental que ha sido utilizada con distintas propuestas. Existe en archivos históricos más documentación que puede “cruzarse” con los datos de las “relaciones geográficas”. Tuve necesidad de aplicar este proceso anteriormente, para intentar ver hacia el pasado en los escuetos datos que hay en estas relaciones, lo publicó la Universidad de Guanajuato: “El hombre en el paisaje prehispánico de Guanajuato” y “Fuentes para la historia prehispánica de Guanajuato: ruta de poblamiento otomí”. Veo factible volver a aquellas propuestas para otra discusión que podrá suceder a partir de este Foro.

Ahora es posible aprovechar la información gráfica en las pinturas, o mapas, como también son conocidos, de la Alcaldía Mayor de Celaya: al pueblo de Yuriria y su contorno lacustre, y la villa de Celaya y el pueblo de Acámbaro en la confluencia de los ríos Lerma y Laja. Los pueblos tienen origen precolombino, no así la villa de españoles de Nuestra Señora de la Concepción de Celaya, ya que sirvió para la captación de impuestos entre las estancias, haciendas y asentamientos como fueron surgiendo, a la vez de mediar entre las relaciones sociales.

Hay que mostrar parte de las preguntas que se incluyeron en las Instrucciones, para dar con el potencial que de fuente multicultural tienen estas relaciones:

Y, en los pueblos y ciudades donde los gobernadores o corregidores y personas de gobierno residieren, harán las relaciones de ellos, o encargarlas han a personas inteligentes de las cosas de la tierra, [para] que las hagan según el tenor de las dichas memorias.

Las personas a quienes se diere cargo en los pueblos de hacer la relación particular de cada uno dellos, responderán a los capítulos de la memoria que se sigue, por la orden y forma siguiente.

Primeramente, en los pueblos de españoles, se diga el nombre de la comarca o provincia en que están, y qué quiere decir el dicho nombre en lengua de los indios y por qué se llama así. La villa de Celaya está en términos del pueblo de Acámbaro.

Quién fue el descubierto y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente se pudiera saber.

Y, generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia o comarca, si es muy fría o caliente, o húmeda o seca, de muchas aguas o pocas, y cuando son, más o menos, y los vientos que corren en ella qué tan violentos y de qué parte son, y en que tiempos del año. Su temperamento es templado, que algo toca más en caliente que no en frío; es tierra seca y no de muchas aguas, y son más desde junio, julio y agosto y septiembre; y reina el viento brisa más que otro ninguno, y no es tempestuoso, y reina la mayor parte del año.

Si es tierra llana o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o falta de agua, fértil o falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y de mantenimientos. Es tierra llana y montuosa de unos árboles que se llaman mezquites; está asentada en un rincón que hace la junta de dos ríos: uno, que viene de la villa que dicen de San Miguel, corre [de] norte [a] sur, y entra en otro río que llaman de Apatzeo, que corre [de] leste [a] oeste. Y destos dos ríos se aprovechan los vecinos de la d[ic]ha villa, en tal manera que, con el riego dellos, cogerán diecisiete o dieciocho mil fanegas de trigo. Es [tierra] abundosa de pastos para ganados y fértil de frutos de España, como son duraznos, membrillos, granados, uvas, higos y otros frutales. Danse todas las semillas de legumbres; es abundosa de mantenimientos, ansí de trigo como de maíz.

De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otros tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren; y si los que hay, están o no están poblados en pueblos formados y permanentes; y el talle y suerte de sus entendimientos, inclinaciones y manera de vivir; y si hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna generalmente en que hablen todos. Tiene, alrededor de sí, poblaciones de indios a una legua, y a dos y a tres, sujetos de la cabecera de Acámbaro, y las leguas son razonables y, [los] caminos, llanos.

Ítem, lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho pueblo de indios y por qué se llama así, si hubiere qué saber en ello, y cómo se llama la lengua que los indios del dicho pueblo hablan. Quiere decir, el nombre de Acámbaro, “lugar de maguey”, que es un árbol de mucho provecho para los indios; y hablan [las] lenguas tarasca, otomí, chichimeca y mazahua. La lengua tarasca es la general.

Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos tenían sus señores y lo que tributaban, y las adoraciones, ritos y costumbres, buenas o malas, que tenían.

[Dicen] que eran, al tiempo q[ue e]l Marqués del Valle vino a esta tierra, de un s[eño]r llamado El Cazonci, que señoreaba toda la provincia de Mechoacan, al cual la nación tarasca deste d[ic]hop u[eblo]o, en reconocimiento de vasallaje, le hacían algunas sementeras de maíz y otras semillas, con las c[ua]les le acudían para regalo y servicio de su casa, y ansimismo, de en cuando en cuando, le daban algunas mantas, no en mucha cantidad; y en los otomíes y chichimecas no le servían de otra cosa más que de estar en frontera de los enemigos, y ansí, [si] en los recunetros ganaban algún despojo de mantas o prisione[ro]s, acudían con todo ello al d[ic]ho s[eño]r. y [dicen] que adoraban ídolos de piedras y madera, a los c[ua]les ofrecían comidas y, si en las guerras prendía [a] alguna persona, los sacrificaban delante dellos y le rogaban les diese victoria contra sus enemigos; y que los chichimecas adoraban en el Sol. Y que, en el d[ic]ho tiempo, se ocupaban en labrar sus sementeras y en llevar cargas de leña a Patrzcuaro y a Zinzonza, donde residía el s[eñ]or, y, al que veían que era holgazán y vagamundo, lo mandaban matar.

Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban, y el hábito y traje que traían y el que ahora traen, y los mantenimientos de que antes usaban y ahora usan, y si han vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y la causa que dello se entendiere. [Dicen] que, como d[ic]ho está, eran sujetos al s[eñ]or de Mechoacan, y éste enviaba persona que viniese a gobernar la parte de los tarascos, porque, la de los otomíes y chichimecas, ellos eran gobernados por los señores q[ue] legítimamente eran de su nación. Y, en muriendo uno destos, el que había de suceder iba al d[ic]ho s[eñ]or a [pedir] q[ue] le diese licencia para gobernar su parcialidad; y, cuando algún gobernador que gobernaba [a] los dichos tarascos no hacía el deber en su oficio, no lo privaban ni suspendían, sino que moría por ello. Y [dicen] que traían guerra con los indios de Xocotitlan, que son en su frontera, y con los q[ue] de Méx[ic]o venían, y que esto era por la banda del oriente; y que, al poniente, el d[ich]o s[eñ]or tenía guerra con los de Jalisco, y la gente deste pu[ebl]o le iban [a] ayudar. Y peleaban con arcos y flechas y porras, y con nos palos a forma de espadas, con muchas navajas por los cantos. Y que el hábito que siempre traían era tan solamente una chamarillas de herbaje q[ue] les llegaban a medio muslo, y no más hábito; y, el que ahora usan en general, es camisas y zaragüelles y mantas, todo de algodón, y sus sombreros de fieltro; y muchos deste pu[ebl]o, usan capas y sayos de paño, y zaragüelles de lo mismo, y zapatos a nuestro modo. Y solían usar, para sus mantenimientos, lo mismo que ahora, que es maíz y otras semillas. Y [dicen] que, antiguamente vivían muy sanos y morían de viejos, porque, los que ahora hay, se acuerdan que, entonces, veían grandísima cantidad de viejos, y ahora son pocos los que hay. Y que acuden, de en cuando en cuando, pestilencias por ellos, q[ue] los van acabando, y no saben qué sea la causa desto, más de remitirlo al ordenamiento divino.

Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medicinales o venenosas de ellas.

los animales y aves, bravos o domésticos, de la tierra, y los que de España se han llevado, y cómo se crían y multiplican en ella. (Celaya) Hay lobos y zorros grandes, que llaman acá coyotes, que son dañosos para los ganados. (Acámbaro) Los animales que hay, son leones y coyotes y lobos y venados, y liebres y conejos en mucha cantidad; hay gallinas de la tierra, y codornices y gallinas de Castilla.

Las minas de oro y plata, y otros mineros de metales, y otras cosas señaladas y de estima que asimismo hubiere. (Acam.) Hay la yerba con que se hace el añil.

… y así hasta hacer 50 cuestiones. En nuestro caso las pinturas o mapas dan buena cuenta de la mayoría de éstas.

Siendo la guerra el motor original del poblamiento del centro norte de México, la vemos en el mapa de Yuriria: están los chichimecas en líneas el ataque a Yuriria. En la edición de Acuña no se aprecian pero en la publicación que hizo Alicia Pérez Luque resalta más, me parece que la técnica del pintor dejaba al último el color de las figuras humanas, a diferencia del mapa de Celaya, El gran grupo social, nación originaria, los chichimecas de que tratan las historias que comienzan en el siglo XVI, los describen como semisedentario, cazadores, recolectores, acaso comerciantes de materias primas. Al menos los llamados chichimecas de Acámbaro, acaso pames, están descritos como los guerreros que sólo hacían la defensa o el ataque que El Cazonci les pedía.

El otro mapa muestra la confluencia de los ríos Querétaro-Apaseo, Laja, y Lerma, y entre ellos representaciones arquitectónicas, dentro de varias caracterizaciones. En los mapas quedó consignada la presencia de otomíes, tarascos, mexicanos y otros grupos diferenciados por la lengua, incluso es notorio en los topónimos que fueron consignados en las relaciones, naciones originarias participantes en el establecimiento de pueblos, villas y ciudades.

Es el caso se los otomíes, según la historiografía, iniciaron los poblados de indios, o congregaciones, para apoyo de mano de obra en las estancia agrícolas y ganadera, mas en Acámbaro ya se encontraban antes de la conquista de la región. Los otomíes participaron en la conquista del centro y norte de México, así probaban méritos para solicitar el otorgamiento de tierras. Para cuando se levanta testimoniales que van en las relaciones ya había sucedido el poblamiento, como lo vemos en el célebre trabajo de Wigberto Jiménez Moreno que utiliza los mapas de las relaciones para su mapa analítico y descriptivo.

El olvido había pasado por la memoria histórica incluso de los mismos habitantes del territorio. Luego está el dato de “pueblos precoloniales” que utilizó Jiménez Moreno en su mapa de la colonización, donde nos da a suponer que habría habido presencia de, otomíes, en tierras de chichimecas, sin especificar si se trató de sitios defensivos, avanzada de frontera de guerra, o asentamientos, como se ha dicho que lo fueron Acámbaro, Apaseo, Yuriria.

Estos puntos próximos al río Lerma, además de que fueron conocidos con nombre en lengua puréhpecha, dan idea de que el trayecto del rio Lerma era la demarcación de frontera con los chichimeca, que llegaban por los afluentes de las serranías que ocupaban desde la junta del Lerma, entonces llamado Grande o de Toluca, y por los cauces de los ríos Verde, Turbio, Guanajuato, Temazcatío, Laja; atravesando lo que hoy llamamos el Bajío; aquellos cauces habrían sido caminos.

Entre la conquista armada y la invasión sucedieron los primeros asentamientos, sin esperar a las fundaciones oficiales, como se dice sucedió en Acámbaro, poblamiento de otomíes, tarascos, y chichimecas: fortaleza contra las invasiones de chichimecas norteños, y de mexica del oriente. En su origen, entonces, la región de Celaya es multicultural y, de manera notable.

La consolidación de poblamiento en Acámbaro junto al curso del río Lerma entre el cerro del Chivo y el cerro del Toro, nos parece que tiene que ver con el olvido de anteriores asentamientos sobre los que se encontraron en el siglo XVI. Cerca, ocultos bajo el suelo las tumbas de la llamada cultura de la cerámica de Chupícuaro debieron esperar al siglo XX para mostrar testimonios de sociedades agrícolas, que es la historia pendiente de entender de un sitio y de toda la región del Bajío queretano, michoacano y guanajuatense; a partir de ahí hacia las sierras norteñas, siguiendo los cauces de los ríos mencionados, por los que continúan apareciendo evidencias de arquitectura arqueológica. Sólo que esta memoria no habría estado entre los purehpechas, con todo y que su cerámica deja ver filiaciones de diseño y temas con la más antigua de Chupícuaro. A los puréhpechas se les ubica como migrantes contemporáneos a los tlaxcaltecas, azteca-mexica, y demás de la Tira de la Peregrinación.

Hemos propuesto en otro trabajo que la conquista y colonización del centro-norte de México propició la recuperación de sitios importantes, acaso por rituales desconocidos aún, acaso en la memoria oral de sociedades antiguas, si pensamos en las concentraciones que se dieron en santuarios; San Juan de los Lagos, Plateros, Charcas, o aún cuando menores pero importantes en el antiguo Xichú de Indios, hoy Victoria, en el antiguo Chamacuero, hoy Comonfort, en El Llanito de Dolores Hidalgo, en San Felipe. Podríamos procurar en estas relaciones geográficas la caminería y la colonización por la recuperación de sitios importantes en la memoria oral, que luego fueron espacios sagrados en el sincretismo de la catolicidad con el pensamiento religioso de las naciones originarias.

También podríamos entender la elección del espacio para los asentamientos, bajo pautas de relaciones económicas europeas, entonces vigentes: trazas urbanas surgidas en la confluencia de los ríos, como en el Laja y el Apaseo para Celaya, o en la construcción del embalse para la laguna de Yuriria, y la realización del acueducto desde el manantial de Tócuaro para el pueblo de Acámbaro.

Y así podríamos continuar en busca de más reflexiones y propuestas para justificar que sean estas fuentes las primeras, cuando de etnografía y de etnohistoria se trata. Mas es tiempo de acotar la vía hacia la Interculturalidad.


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