BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESNIVELES CULTURALES / DEMOLOGÍA EN LA HISTORIA

David Charles Wright Carr y otros




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La división étnica de trabajo y el castigo

La división de trabajo social se daba entre las identidades culturales los pobres indígenas al trabajo arduo, los blancos españoles a beneficiarse de esos trabajos:

Mire la gente no hacía nada solo trabajaba como un burro, iban al cerro a traer leña, desde el cerro la traían, porque en ese tiempo no había casi burros, ya cuando empezó haber burros, fue cuando ya ahí los cargábamos.

Yo por ejemplo fui leñero, me iba al cerro y traía de esa leña, y la traía a venderla me pagaban a 50 centavos la carga de leña, como estaría de barata la leña por eso le digo, pero en ese entonces 50 centavos si rendían, bueno si rendían pero también para ganar 35 centavos era en 2 días desde que salía el sol hasta que se metía, porque los ricos tenían amagados a toda la gente, un rico si lo contrataba era ahí en su hacienda a 10 personas, pero si esas 10 personas con uno que un día no fueran, al otro día desocupaba la gente, porque esos eran españoles, ellos lo que administraban todos eran de ellos, ¿las haciendas donde estaban? por ejemplo, estaba una ahí en donde yo vivo en un rancho de Santanita, esta Santanita y al otro lado esta otra que se llama la granja de San Isidro, y más adelante estaba otra que se llamaba la maquina, y en esa máquina había puros ricos que a los pobres no los veían como pobres si no que los veían como cualquier animal, y ya le digo porque una vez un señor me mando a traer unos becerros aquí ha Celaya y porque se me regreso uno me dio unos leñazos, y no era ni mi padre, pero dije yo al rato nos vemos, cuando ya crecí un día se soltó un caballo, y me quiso dar otra leñiza le dije, pos ahora si ya puedo con este pelón, no puedo a fuerzas, pero agarre una piedra se lo avente por aquí (pecho) luego corrí y le di unas patadas esto es lo que querías. (Entrevista 78) (Luís Otelo Mendoza, 72 años, primaria).

En el relato, los actores de este episodio eran: un hombre blanco que daba trabajo y lo quitaba a su arbitrio (propio en su posición estructural), ese mismo daba o mandaba a dar las lecciones ejemplares (en el sistema disciplinario) a los que no cumplían la exigencia del trabajo, por otro lado estaban los animales – humanos: indios/campesinos pobres que como bestias trabajaban y que no entendían y que supuestamente era necesario hacerlos entender (a palazos o leñazos) y por último estaba un animal (burro, becerro, caballo, etcétera). Los animales-humanos no eran semidioses (como los griegos), eran infrahumanos que en la historia de las injusticias están sepultados. En este relato el desquite se hizo presente como resistencia inmediata al abuso, la violencia (ante la ley de la desventaja), fue necesaria y justa. Paradójico, ¿No?

Circuitos de clase

En la historia cultural de Celaya, hemos encontrado desigualdades económicas, sociales y culturales. Los testimonios señalan algunos antagonismos sociales de la vida cotidiana en diversos momentos históricos, hacemos referencia en este apartado a los espacios geográficos diferenciados que se dan entre las clases sociales como circuitos de consumos, recreación, de vida laboral, de estudio y formación, etcétera.

Espacios y diferencias

Desde la época de la colonia las diferencias sociales se matizan en la misma ciudad es el ejemplo del año 1777, en el espacio sagrado de lo religioso, nos cuentan el siguiente evento:

Visita la región el investigador español Antonio de Ulloa, quien al llegar a Celaya observa que su vecindario “es bastante crecido, pero de gente humilde y de pocas conveniencias. Mucha parte se compone de indios: por esta causa la parroquia está dividida en dos iglesias, una para los españoles y otra para indios, aunque servidas por un mismo cura, con el auxilio de tres curas tenientes”. (AdU, 52-59)”. (Citado por José Antonio Martínez Álvarez suplemento viento armado, del Sol del Bajío 4-11-2007: 15).

La diversidad cultural coexistió (pero no en términos de igualdad y similitud), aún en la casa del dios cristiano donde supuestamente todos los hombres son iguales ante sus ojos, no fue así. La arquitectura de las diferencias demarcadas en las parroquias dadas por los espacios exclusivos y los masivos, ya señalados los circuitos desde las puertas y los lugares reservados, esta distancia en ese espacio marca dos mundos: los recién convertidos a la religión (indios) y los españoles, (por cierto en la época había un debate sobre el estatuto humano que tenía el indígena: si era más hombre o más animal), la discriminación nunca ha sido solo una idea, es un conjunto de prácticas en las relaciones sociales que se instituyen y objetivan en las estructuras arquitectónicas. Desde la colonia, la hacienda, hasta los VIP en la actualidad, señalan las diferencias del ejercicio del poder materializadas en los espacios públicos y privados: el balcón, la puerta, la puerta de la servidumbre (ahora llamada de servicios), el palco, plateas, gayola, luneta general, la entrada principal, acceso restringido, la cadenita del derecho de admisión, etcétera.

Espacios públicos y demarcación

Los espacios públicos son abiertos y fueron diseñados con ideas de convivencia civilita, en ellos también había demarcaciones no tanto por la estructura, sino por la tradición de la diferenciación en las distancias sociales:

Muy bonitas las tradiciones por decir los domingos se acostumbraba que las personas se puede decir que acomodadas que tenían más centavitos que las muchachas, los domingos y jueves daban la vuelta en lo que es el centro y uno de pobre daba la vuelta en los portales, eso era la tradición de Celaya… (Entrevista 13) (Josefina García Palma, 69 años, femenino, 5º primaria, empleada doméstica, Celaya, Gto.).

La Alameda, el jardín, los pobres daban la vuelta en el portal y los ricos en el jardín, uno mismo se apartaba, uno daba la vuelta con su novio. (Aproximadamente 1946). (Entrevista 16) (Eva Montoya Hernández, 75 años, Celaya, Gto.).

Y en el jardín la gente de la baja sociedad, los de segunda clase en el portal daban toda la vuelta así las mujeres al contrario… (Entrevista 57, José González Valadez, 74 años, primaria, artesano y hojalatero).

Si antes también íbamos al jardín a dar la vuelta en Celaya, se tenía la costumbre de dar la vuelta en el jardín, por arriba las personas que tenían dinero que eran ricas, y por los portales las dan las gentes que estaban más pobrecitas y eso es todo. (Entrevista 51) (Rubén Galván Miranda, 60 años, masculino, contador público).

El jardín y la Alameda eran los espacios públicos por excelencia, donde la gente de la ciudad socializaba: veía a la novia o al novio, a los amigos, a los compañeros de trabajo fuera de él, a los vecinos en plan recreativo, las familias paseaban. El espacio público era ese punto de encuentro común, sin embargo el reconocimiento en ese espacio era selectivo, el circuito del paseo o del recorrido estaba segmentado en clases sociales, los del centro (la plaza: jardín) eran los ricos, los del recorrido de los portales eran las otras clases subalternas. ¿Qué mecanismos utilizaban para mantener ese apartheid blando?, el reconocimiento/desconocimiento dadas por la mueca, la burla, el gesto del desprecio para edificar la frontera simbólica que separa a unos de otros. Las familias de los ricos se auto reconocen son pocas, son de piel blanca en general (herencia colonial), tienen apellidos extranjerizantes o conocidos distinguidos, bien vestidos (como anteriormente ya lo señalamos), con capitales culturales que los diferencian de los “incultos”, con un lenguaje y el manejo de él que los posesiona con recursos en un mercado lingüístico de diferencias.

Lugares de la distinción

Si, Celaya era una ciudad pequeña muy pequeña, tranquila muy amable su gente, la mayoría se conocían, hacían grupos de personas y así algunas veces los hacían por los estatus económicos que había, este los que tenían más dinero no se juntaban con los que no tenían, pero aun así hablaban nada más. (Entrevista 51) (Rubén Galván Miranda, 60 años, masculino, contador público).

El acto de encontrarse con las demás clases y disgregarse en un espacio exclusivo enclasante dota de distinción social. Los domingos días de descanso, después de misa, reuniéndose en un sistema de solidaridades (cívicas y religiosas), pero distinguiéndose y diferenciándose en sistemas de estratificación social (dice paradójicamente una canción popular: primero muerta que sencilla). El desprecio de los ricos a los pobres ha sido motivo de muchas novelas, el desprecio de los pobres a los pobres es un fenómeno en parte de encubierto por la auto discriminación ideológica y por dispositivos externos. El desprecio entre los ricos como regla es cuidarse de no juntarse (como amigos, como compañeros) con los pobres es una regla de oro, es una regla, que de vez en cuando se rompe, pero que demuestra una autoafirmación de “dones de piedad” condescendiente a reafirmar el estatus humano “noble” que los distingue.

Recuerdo todo, pero principalmente que existía un café llamado el cisne al cual asistía la gente de una posición económica acomodada, y la armonía que había en toda la sociedad, ya que era muy pequeña en comparación con la actualidad. (Entrevista 49) (José de Jesús Ávila Martínez, 57 años, maestro universitario).

¿Aspiraban algo mientras trabajaban?

Era más que nada la necesidad, lo que pagaban era una miseria, si uno quería vestir bien, había que trabajar más… (Entrevista 95) (José Irene Almaguer, 73 años, Masculino, Celaya), (Carlos García Solórzano, 75 Años, Masculino, 4to de Primaria) y (Raúl Guerrero Romero, 82 Años, Masculino, 2do de Primaria, Celaya).

Espacios de consumo como lugares de diferenciación

Los espacios de consumo (restaurantes, tiendas, clubes, lugares para bailar, lugares para vacacionar, lugares para estudiar, etcétera), todas ellas requieren membresía y van a ser las fronteras de acceso “natural” entre los que tienen dinero y los que no lo tienen. Estos espacios van secularizando la vida cultural y social de la ciudad, en conjunto van haciéndose circuitos de presencia y participación. Dos mundos en las mismas ciudades. Recorridos, estancias, convivencias, espacios de resocialización.

Que se marcaban mucho las clases sociales y mucha gente no convivían con las personas más pobres. Tampoco me gustaba que batallábamos más para tener algunos servicios como la luz y pues no se tenían tantas facilidades como ahora. (Entrevista 48) (Guadalupe Rodríguez Patiño 81 años, mujer, comerciante).

No había pavimento solo en las zonas de gente con dinero. (Entrevista 64) (Maria Elena Cruz Sánchez, 67 años, femenino, tercero de primaria, comerciante).

El lugar donde habitan o ejercen actividades los ricos tiene la mayoría de los servicios públicos disponibles, agua, luz, teléfono, drenaje, pavimento, más otros servicios del sector privado: bancos, tiendas, restaurantes, (a propósito, la historia de vida de muchos negocios en Celaya es mantener a la “gente bonita” y a los aspirantes de estas clases de manera cautiva, pero es la clientela más difícil de mantener y más inestable [junto con sus comparsas], podríamos señalar muchos negocios que han muerto efímeramente: restaurantes, gimnasios, plazas, boliches, albercas, centros comerciales, discotecas, lugares de recreación, etcétera). En contraste las colonias y barrios pobres carecen mucho de los servicios básicos.


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