BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESNIVELES CULTURALES / DEMOLOGÍA EN LA HISTORIA

David Charles Wright Carr y otros




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La cartografía de tierras: una herencia mesoamericana

En la actualidad, los campesinos, como herederos del conocimiento cartográfico Mesoamericano también realizan mapas, que conservan algunos rasgos característicos de los mapas prehispánicos: como la orientación cardinal no convencional, la denominación de parajes y la percepción subjetiva del paisaje; pero lo más interesante es que son autenticas historias cartográficas; lo cual los diferencia de los mapas técnicos y les proporciona características específicas. Como consecuencia, resulta evidente que se tienen dos visiones de la realidad, la del campesino y la del académico. Ambas categorías se yuxtaponen, son inconmensurables y es obligado que coexistan. Debido a que cada enfoque parte de percepciones y abstracciones diferentes, y transmitidas a través de dos conceptos quizá poco entendidos; los campesinos hablan de tierras, los académicos de suelos (Pájaro, 2010), porque cada individuo de una determinada sociedad codifica la realidad experimentada a través del uso de un lenguaje específico, y también por una conducta que ha sido moldeada por su cultura (Lee, 1977).

Dos visiones contrastantes del recurso suelo

Los argumentos de Gutiérrez, (1997) son suficientes para entender el porque se tienen dos visiones de una misma realidad: la de los intelectuales, aprendida por medio de la escuela, la tradición y el método, y la del hombre común a través de la vida cotidiana (figura 1).

Gutiérrez (1997) dice que cada integrante de la comunidad humana tiene sus propias ideas y su propia visión de las cosas, que pueden no coincidir. La diversidad de opiniones puede ser el resultado tanto de su inteligencia y la medida en que la hayan podido ejercitar, como de multitud de influencias a que han estado sometidas durante su vida. En el caso de los intelectuales, la asistencia a la escuela formal y en el de los campesinos, a través de su experiencia diaria.

El contraste más profundo e interesante entre la visión ingenua y la visión científica del mundo no consiste primordialmente en una diferencia de opiniones, sino en algo bastante distinto y más fundamental: una diferencia de conceptos básicos, es decir, de lenguaje. Antes de tener ciencia, los hombres han vivido separados en mundos diferentes, de acuerdo con sus lenguajes, y que la única posibilidad de comunicación entre los hombres, antes y ahora, estriba en su capacidad para dominar esos lenguajes diversos. A la posibilidad o capacidad de dominar varios lenguajes puede denominarse con una palabra del lenguaje filosófico: POLISEMIA; que para traducirlo al lenguaje del hombre común, solo significa pluralidad de lenguajes.

El científico (cartógrafo) y el hombre común (campesino) no hablan ni remotamente el mismo lenguaje. La diferencia de lenguajes hace a estos dos tipos de hombre, el común y el científico, habitar mundos completamente diferentes, poblados también por seres completamente diferentes: ¡los campesinos hablan de tierras y los cartógrafos de suelos!

Sin embargo, el contraste entre la visión del hombre común y la visión del científico no es fundamentalmente un contraste de opiniones, sino una diferencia de conceptualización, una diferencia en el conjunto de categorías que ambos usan para interpretar la realidad. Adoptando un juego o paquete de conceptos, aprendiendo un lenguaje, ciertas consecuencias de descripción del mundo se siguen necesariamente, otras son posibles, y otras no pueden ni siquiera formularse.

Una vez que se ha aprendido un cierto juego de categorías, puede ya ser muy tarde para negarse a captar un determinado conjunto de premisas sobre cómo es el mundo. Cuando el niño crece va adoptando cierto conjunto de conceptos estructuralmente sistematizados: el juego de categorías de sus padres, maestros o tutores en el nivel escolar básico, profesional y posprofesional, y en general de la cultura en que vive. Entonces, el cartógrafo trabaja con un juego de categorías o lenguaje que posibilita una determinada visión geográfica del mundo, quien solo observa a un área del paisaje, distinta de la del campesino; pero el campesino también trabaja con un determinado juego de categorías, quien observa además de un área del paisaje, a un conjunto de relaciones con los objetos que sobre él existen; quizá más o menos abstractas que las del científico, pero igualmente idiosincrásicas. Cada grupo humano posee un lenguaje propio, que determina su visión del mundo y constituye su cultura. Y cada uno de estos humanos tendrá su cultura, su esquema de conceptos, su marco lingüístico, su realidad.

Si el especialista en suelos está interesado en aprender acerca del conocimiento campesino de este recurso, tendrá necesariamente que entrar al mundo de los campesinos, aprender su lenguaje y entender sus categorías y conceptos.

La cartografía de tierras en contraste con la cartografía convencional

La descripción etnográfica de las tierras, en diferentes partes de México, realizada en los últimos veinte años, con el auxilio de otras áreas del conocimiento, tales como el arte, la antropología, la arqueología, la psicología cognitiva, la topología y la cartografía crítica han permitido evidenciar que existe conocimiento suficiente que apoya las conjeturas en torno a la cartografía de tierras y que permite contrastar la siguiente hipótesis: “El mapa de tierras es herencia cartográfica mesoamericana, que transmite el conocimiento ambiental de los campesinos y toma forma a través de un mapa cognitivo”.

Los mapas de tierras conservan algunos rasgos característicos de los mapas prehispánicos: como la orientación cardinal no convencional, la denominación de parajes y la percepción subjetiva del paisaje; pero lo relevante es que son autenticas historias cartográficas; que los diferencia de los mapas técnicos y les proporciona características específicas, lo cual es evidencia suficiente para mostrar que se elaboran a partir de dos modos de pensamiento, dos epistemologías.

Los mapas de tierras, como los mapas mesoamericanos, no están basados en proyecciones geométricas o euclidianas. Están basados en una proyección humanística o social. La realidad espacial en estos mapas es definida y estructurada por las relaciones sociales. Así, un mapa de tierras representa a una comunidad que muestra su territorio e historia, y no solo a un área, como en los mapas técnicos. En los mapas de tierras la presencia humana es la que define el espacio, tanto por la asignación de nombres como por el movimiento explicito, al reconocer clases de tierras y describir características distintivas o identificar problemas específicos que atañen a la tierra per se o sobre la superficie de ella, y que no es otra cosa que presencia humana en un espacio determinado. Es posible decir que un mapa de tierras es una “proyección comunicéntrica”, de la “percepción egocentrica” del campesino. En estos mapas se integran el conocimiento y la experiencia individual del campesino acerca del terreno para establecer un esquema de puntos de referencia para la orientación topográfica. Dichos puntos, una vez que son conocidos sirven como una guía para la acción y pueden manipularse y organizarse en forma de “mapas cognitivos”, y por lo tanto el esquema espacial implícito en ellos podrá ser comunicado y dibujado. En consecuencia, se define a un mapa de tierras como la proyección en forma de símbolos gráficos, de las relaciones espaciales abstraídas a partir del conocimiento ya disponible en estos mapas cognitivos, antes que ser el resultado de técnicas sofisticadas, como las usadas en los levantamientos de suelos o de percepción remota.

Por tanto, se tienen dos visiones de la realidad plasmados en sendos tipos de mapas, la del campesino y la del académico. Ambas categorías se yuxtaponen, son inconmensurables y es obligado que coexistan. Los campesinos hablan de tierras, los académicos, de suelos; pero con el mapa de tierras se tiene una visión del ambiente más cercana a la percepción campesina; evidentemente dos enfoques epistemológicos contrastantes (Pájaro, 2010)

Algunas respuestas en el ámbito filosófico-cognitivo

Sin embargo, subyace la pregunta básica en torno a la cartografía de tierras: ¿Porque el campesino habla de tierras y el académico habla de suelos?

De acuerdo con lo anterior, la respuesta se puede vislumbrar desde dos perspectivas:

Desde la perspectiva filosófica

Porque entre el académico y el campesino existe una diferencia de conceptualización. Una diferencia en el conjunto de categorías que ambos usan para interpretar la realidad en torno al recurso suelo. Porque el académico trabaja con un conjunto de categorías que posibilita una determinada interpretación del mundo, distinto a la del campesino; pero el campesino también trabaja con un determinado conjunto de categorías, quizá menos abstractas que las que usa el académico pero igualmente idiosincrásicas.

Desde la perspectiva cognitiva: es posible dar tres respuestas

• Porque la gente de culturas diferentes pueden pensar de forma completamente diferente. El campesino pertenece a una cultura y el cartógrafo a otra.

• Porque los antecedentes culturales del campesino y del cartógrafo dan forma a la manera en que perciben y piensan acerca del recurso suelo.

• Porque entre el campesino y el cartógrafo existen diferencias cualitativas en los procesos básicos de percepción, atención y memoria; así como en procesos cognitivos de alto nivel como la atribución, la categorización y el razonamiento.

Reflexiones en torno a la cartografía de tierras

En el ámbito académico Fukuyama (1992) menciona que el mundo sucumbirá a la occidentalización, mientras que Huntington (1996) dice que las escuelas de pensamiento Occidental y Oriental seguirán divergiendo, en tanto que Nisbett (2004) argumenta que habrá una convergencia de estilos de pensamiento. Si consideramos en conjunto a estas argumentaciones, es posible decir que podremos tener una nueva cartografía, tomando como base los conocimientos y esquema de pensamiento de los campesinos y combinándolos con los de los académicos.


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