BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESNIVELES CULTURALES / DEMOLOGÍA EN LA HISTORIA

David Charles Wright Carr y otros




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La cartografía de tierras: un contraste epistemológico

David Pájaro Huertas

Colegio de Postgraduados, Montecillo, México

dpajaroh @colpos.mx

Resumen

Los mapas de tierras, como los mapas prehispánicos mesoamericanos, no usan proyecciones euclidianas, están basados en una proyección humanística o social. La realidad espacial en estos mapas es definida y estructurada por las relaciones sociales. Un mapa de tierras representa a una comunidad que muestra su territorio e historia, y no solo a un área, como en los mapas técnicos convencionales. Un mapa de tierras es una “proyección comunicéntrica”, de la “percepción egocéntrica” del campesino; por lo que puede definirse como la proyección en forma de símbolos gráficos, de las relaciones espaciales abstraídas a partir del conocimiento disponible en mapas cognitivos de los ambientes que el campesino conoce, antes que ser el resultado de técnicas sofisticadas, como las usadas en los levantamientos de suelos o de percepción remota. Por tanto, se tienen dos visiones de la realidad, derivados de dos esquemas de pensamiento diferente y plasmados en sendos tipos de mapas, la del campesino y la del académico. Ambas categorías se yuxtaponen, son inconmensurables y es obligado que coexistan. Los campesinos hablan de tierras, los académicos de suelos; pero con el mapa de tierras se tiene una visión del ambiente más cercana a la percepción campesina; evidentemente dos enfoques epistemológicos contrastantes.

Palabras clave: inconmensurable, coexistencia, yuxtaponer.

El pensamiento occidental

Suele postularse que el desarrollo de los rasgos distintivos del pensamiento occidental se remonta a las radicales innovaciones de los filósofos presocráticos del siglo VI a. C. Para la época en que murió Aristóteles, en el año 322 a. C., la mayor parte de las categorías en el campo de la filosofía, las ciencias naturales, el lenguaje y la literatura ya habían sido delineadas. Con Aristóteles, los métodos y las distinciones claves en el mundo del conocimiento quedaron totalmente establecidas, y en su mayor parte de modo permanente. De él heredamos la lógica, que usa a las proposiciones y que se expresan mediante oraciones o enunciados declarativos (Popper, 1972).

Los principios básicos a partir de los cuales se inicia la tradición científica occidental y con los cuales la mayoría de los científicos han convivido y han estado de acuerdo durante mucho tiempo, aceptándolos como únicos e inamovibles, son: 1. En cualquier parte del mundo, todas las personas procesan la información de la misma manera, desde los cazadores –recolectores hasta los altos ejecutivos, 2. Las diferencias culturales surgen por la exposición a diferentes experiencias del mundo y no por procesos cognitivos diferentes, 3. Las reglas formales de la lógica se aplican al razonamiento de “orden superior”; por ejemplo, algunas cosas no pueden ser igualmente verdaderas y falsas al mismo tiempo, y 4. El razonamiento no está unido en forma inextricable a la cosa sobre la que se razona; ya que se puede pensar acerca de varias cosas utilizando el mismo proceso y, a la inversa, uno puede pensar sobre una cosa en particular de diferentes maneras (Nisbett, 2004) ¿Pero qué pasa cuando existen otros modos de pensamiento? Cuando la herencia cultural es no –occidental, al estilo del pensamiento Mesoamericano, que en gran medida es equiparable al pensamiento Oriental (Chino); entonces se debe enfrentar otra manera de ver las cosas. Quizá el testimonio más elocuente del fin de la soberanía occidental haya sido el de Paul Ricoeur cuando escribió que “…el descubriendo de la pluralidad de culturas nunca es una experiencia inocua,…cuando descubrimos que hay varias culturas en vez de una sola y, en consecuencia, en el momento que reconocemos el fin de una especie de monopolio cultural, sea este ilusorio o real, estamos amenazados con la destrucción de nuestro propio descubrimiento. De súbito resulta posible que haya otros, que nosotros mismos seamos un “otro” entre otros, por lo que nadie puede decir lo que será de nuestra civilización cuando haya conocido realmente diferentes civilizaciones por medios distintos a la conmoción de la conquista y la dominación. Pero hemos de admitir que este encuentro aún no ha tenido lugar en el auténtico diálogo. Esta es la razón de que nos encontremos en una especie de intervalo o interregno en el que ya no podemos practicar el dogmatismo de una sola verdad y el que no somos todavía capaces de conquistar el escepticismo en el que nos hemos metido…” (Ricoeur, 1965, p: 276-278).

Fregoso (1988; p: 414 - 420) deja claro que son tres las herencias directas de la civilización occidental cuando de la vida Universitaria se trata: Escuela, Tradición y Método; y que marcan al individuo que está expuesto a esa herencia: “La adquisición de hábitos que le dan especial control sobre sus emociones, su cuerpo y su actitud hacia el contorno. Lo que solemos llamar “profesionalidad” que, extralimitado, cae en lo que calificamos de deformación profesional. Este hábito y control que diferencian tan profundamente a un médico, un filósofo, un ingeniero, de un ser común.”

El pensamiento no-occidental

El proceso de aprendizaje humano o cognición, no es el mismo en todas las culturas; no es universal. A partir de esta declaración, Nisbeth (2004, p. xvii) analiza la manera en que las diferentes culturas organizan su conocimiento del mundo, ya que también influye en la forma en que cada una de ellas realiza inferencias. Los orientales se dejan llevar por la plausibilidad. En tanto que los occidentales aplican rutinariamente reglas de lógica a los eventos cotidianos y son capaces de descartar la plausibilidad de la conclusión de argumentos lógicamente válidos.

En el ámbito de las contradicciones, Peng y Nisbett (1999) siguiendo las propuestas de varios filósofos tanto del Este como del Oeste, argumentan que existe una tradición en la filosofía oriental que es opuesta a la tradición de la lógica formal, a la que denominan “El enfoque dialéctico”, y que en términos sencillos llaman “dialectismo”; un tanto parecido a la dialéctica de Hegel y Marx, ya que a veces incluye la creación de una síntesis a partir de la tesis y antítesis. Tres principios ponen en evidencia el porqué parece que los orientales toleran la contradicción con menos dificultad que los occidentales:

1. El principio de cambio: el pensamiento oriental gira en torno del estado constante de cambio. La realidad cambia permanentemente, haciendo que los conceptos que reflejan la realidad sean subjetivos y fluidos

2. El principio de contradicción: porque el mundo está cambiando, las oposiciones, las anomalías y las paradojas surgen continuamente. Así, lo viejo y lo nuevo, lo bueno y lo malo, existen en el mismo objeto o evento, y dependen uno del otro para su existencia

3. El Principio de relación u holismo: debido al cambio y a la oposición constantes, todo se conecta a todo lo demás; nada existe en aislamiento.

Estos tres principios son fundamentales para encontrar “el camino medio” entre dos extremos, que es un precepto importante del pensamiento oriental.

Por otra parte, los occidentales confían en la ley de identidad que declara: “una cosa es lo que es y no puede ser otra cosa”, y la ley de no contradicción que declara: “una proposición no puede ser verdadera y falsa al mismo tiempo”. Entonces resulta claro que estas dos maneras fundamentalmente diferentes de tratar con la contradicción producen patrones de razonamiento diversos, que a su vez tienen impacto en varias facetas de las interacciones humanas. En el cuadro 1, es posible observar una síntesis de los valores que dentro de cada estilo de pensamiento se observan. Mientras que en el cuadro 2 se presentan las tendencias que cada estilo tiene. Podemos decir que el pensamiento oriental pregona la armonía humano-naturaleza, humano-humano y la vía o el camino para coexistir con la naturaleza y el prójimo (Nisbett et al., 2001). Complementariamente a estas características, el pensamiento mesoamericano considera a la familia y a la tierra agrícola, como entidades ligadas estrechamente a su vida cotidiana (Pájaro, 2006).

Scribner y Cole (1973 y 1981) formulan la tesis de que la escuela representa un grupo especializado de experiencias educacionales que rompen con la continuidad de aquellas generadas en la vida real, lo cual requiere y promueve vías de aprendizaje y pensamiento que generalmente van en contra de aquellas gestadas en la vida diaria. El análisis de Scribner y Cole establece que todas las culturas no- occidentales, que ellos estudiaron, confirman los hallazgos antropológicos acerca de la universalidad de las capacidades cognitivas básicas para recordar, generalizar, formar conceptos, operar con abstracciones y razonar lógicamente, dejando claro que no existe diferencia cuando el individuo no ha sido expuesto a la educación formal, por lo que la escuela lo lleva hacia otro esquema de pensamiento. Un breve resumen de las diferencias intelectuales promovidas por la escuela y el aprendizaje práctico de la vida se presentan en el cuadro 3.

Si consideramos que como intelectuales, somos herederos de la civilización occidental y pensamos de esa forma, mientras que los campesinos piensan como mesoamericanos y cuyo modo de pensamiento es parecido al pensamiento Oriental, entonces resulta evidente que los patrones de razonamiento de los intelectuales y los campesinos serán diferentes.

De acuerdo con lo anterior podemos afirmar lo siguiente: 1. La tradición cartográfica basada en preceptos euclidianos es una herencia de la civilización occidental; declaración que permite entender que la cartografía, como parte de la ciencia occidental, es responsable de que los cartógrafos podamos elaborar mapas sencillos o sofisticados; y 2. Los mapas de tierras son una herencia de la civilización mesoamericana. Proposición que permite entender que los mesoamericanos no tenían un procedimiento equivalente al término cartografía, sin embargo también elaboraron dibujos o representaciones que son y pueden denominarse mapas.


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