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RETOS DE LA NUEVA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO INTERNACIONAL EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS ECONÓMICA

Carlos Cesar Torres Paez



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2.1.4 Reconocer que la autonomía de las economías en desarrollo y transición en el manejo de las cuentas capitales y de política interna, es un principio que no puede ser cuestionado ni violado por ningún organismo internacional.

Cada país tiene por derecho propio autonomía para elaborar con entera libertad las reformas financieras en los términos que considere apropiado para el país y aplicar la liberación financiera en la forma más beneficiosa para su desarrollo e integración, en particular, cuando se trata de mecanismos para incentivar o desincentivar la entrada y salida de capitales, para lo cual se podrían aplicar una gran variedad de políticas con objetivos muy concretos. A los países en desarrollo les asiste el derecho a fijar su propio control de capital y sus políticas de tasas de cambio. No obstante, resulta obvio que las reformas internas no pueden desconocer las normativas y regulaciones que aprueban los organismos internacionales para el manejo de las finanzas externas, las que en todo caso, estamos planteando se elaboren tomando el criterio de los bancos centrales.

2.1.5 Elaborar normas legislativas para suspender el pago del servicio de la deuda en situaciones de crisis y en los casos que se justifique condonar la deuda externa vencida, extendiendo este principio a todos aquellos países que cuenten con un plan de desarrollo integral bien fundamentado, con el fin de eliminar una de las causales más importantes de los desequilibrios macroeconómicos.

Al sistema financiero le es imprescindible elevar el nivel de coordinación entre los acreedores públicos y privados en los procesos de reestructuración de la deuda, con el propósito de valorar los problemas de los deudores y en consonancia con la magnitud de la deuda y posibilidades reales de enfrentarla, tomar las decisiones más visibles para establecer la estabilidad financiera de los deudores y de la economía de su país en su conjunto.

Compartimos la opinión referente a que los organismos financieros internacionales elaboren normativas oficiales, autorizando la suspensión del pago del servicio de la deuda externa en situaciones de crisis a los países pobres y su no capitalización, declarando una moratoria hasta tanto se reprograme la deuda, la cual irá acompañada de ayuda financiera con tasa simbólicas de interés y períodos de gracia prudentes para restablecer el normal funcionamiento de la economía. Lo anterior implica mantener el acceso de los prestatarios a los mercados de capitales, con el fin de conservar el fluyo de recursos y evitar el contagio de la crisis.

Es imprescindible que las decisiones, regulando la suspensión temporal del servicio de la deuda, lleven implícitas medidas concretas para impedir la salida de capitales y se estimule el crecimiento económico, en particular, brindar financiamiento preferenciales para desarrollar la mediana y pequeña empresa. Esta es una razón más para que los bancos centrales dicten reglas concretas para controlar los flujos y reflujos de capitales, tarea que podría ser coordinada entre los bancos de cada región geográfica.

Se valora que la suspensión transitoria del pago del servicio de la deuda contribuirá a evitar la turbulencia de las fugas de capitales tan pronto como aparecen signos graves de liquidez internacional. También es importante resaltar el desconcierto que se forma con la rápida depreciación de los tipos de cambio y el alza de las tasas de interés, coadyuvando q que se haga más compleja la situación para las empresas y bancos nacionales, al enfrentar estos estados de liquidez que, teniendo posibilidades de solución, se transformen en problemas graves de insolvencia, generando el fenómeno de contagio y con ello la crisis, lo cual disminuye o elimina la viabilidad de pagar a los acreedores externos con el consiguiente incremento del costo económico y social del ajuste, al recaer esto último, generalmente, en los sectores pobres de la población, con la agravante de no haber recibido nunca provecho alguno de los flujos de capital. Mientras, paradójicamente, los sectores económicos y financieros dominantes son los menos afectados y a los cuales se trata de no afectar, pues todas las soluciones que hasta ahora se han propuesto para eliminar la crisis apuntan hacia como ayudar a los poseedores de capital para que no pierdan sus riquezas.

En este contexto de injusticias y falsas apreciaciones que es evidente que la crisis no la provocan los desposeídos y marginados del poder económico y financiero, por tanto, entendemos que son los dueños del capital, los explotadores de los trabajadores, los que se apropian de las ganancias en nombre del capital aportado, y los especuladores, los que está obligados a cargar con el peso total del costo de la crisis por su ineficiencia e irresponsabilidad en el manejo de las finanzas y ambiciones de lucro cada vez más desmedidas.

2.1.6 Crear el Fondo Monetario Regional.

Consideramos que lo óptimo y más práctico sería crear esta institución, dotado con recursos propios y capacidad técnica y operativa para actuar conforme a las directivas de carácter universal dictada por el FMI, reformado, el cual funcionará como órgano normativo, regulador y supervisor del cumplimiento estricto de la política financiera orientada a escala de la economía mundial. Esta fórmula daría la posibilidad de establecer una comunicación más directa y dinámica entre el órgano regional y los bancos centrales de cada país y, por tanto, detectar cualquier fenómeno a tiempo y responder en concordancia con la situación y necesidades reales que exija cada caso. Ambas instituciones podrían asumir la función de prestamista de última instancia en momentos de crisis.

El objetivo principal consiste en crear un sistema financiero internacional, organizado en dos niveles de decisión bien diferenciados, mediante una red de instituciones concatenadas por una estrategia común para preservar la economía mundial de la crisis financiera de alta intensidad, frecuencia y de sus efectos destructivos y, consecuentemente, contribuir al desarrollo de las economías atrasadas. El FMI mantendría su papel rector de normar, fiscalizar, controlar y exigir el cumplimiento de las regulaciones y políticas de carácter universal y, por último, garantizar que todo esto conduzca al equilibrio financiero internacional.

Otra opción sería garantizar una red de instituciones regionales y subregionales, con las características antes indicadas, es decir, dotándolas de capacidad técnica y de capital con la finalidad de apoyar el manejo monetario y financiero internacional y contribuir junto con los bancos centrales en la función de prestamista de última instancia.

Resulta vital materializar la idea de formar una red de instituciones financieras regionales y subregionales cuyas funciones especiales sean asesorar técnicamente el manejo de los recursos monetarios en los principios que fundamentan la regulación y supervisión de las finanzas, en los mecanismos para estimular la creación de fondos de reserva para coadyuvar al funcionamiento del desarrollo y ayudar a resolver las dificultades en momentos de crisis.

La formación de un fondo de reserva fuerte, a partir de una participación proporcional de los fondos aportados por los países a las reservas del FMI, a los que podrían añadirse contribuciones especiales de la región, así como la adopción de medidas de control y estimulación para el capital nativo, ayudaría a que este no se fugara convirtiéndose en fuente de financiamiento. En forma semejante pudiera actuarse con la repartición de los capitales.

Otra ventaja importante sería que estas instituciones estarían directamente en contacto con la realidad de estos países, y las respuestas de los organismos financieros serían mucho más dinámicas y eficientes. Lo mismo sería con la observancia de las políticas macroeconómicas y la regulación y supervisión financiera.

En síntesis, contribuiría en alguna medida a obstaculizar operaciones especulativas que irían en detrimento de la estabilidad de la moneda en algunos o todos los países de la región, con la consiguiente repercusión en el comercio y en las relaciones financieras a este nivel y en la estabilidad del sistema financiero mundial. También ayudaría a contrarrestar las relaciones de poder de la globalización neoliberal del capital.


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