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RETOS DE LA NUEVA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO INTERNACIONAL EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS ECONÓMICA

Carlos Cesar Torres Paez



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Capítulo 2: Ideas para una Nueva Arquitectura Financiera Internacional a partir del rol que deben desempeñar las instituciones de Bretton Woods.

Epígrafe 2.1: Ideas para una nueva arquitectura financiera internacional

Como es fácil observar, aunque el campo de acción de las instituciones financieras internacionales fue en su momento amplio, en la actualidad, resulta, por un lado, insuficiente su organización, estructura, objetivos, métodos e instrumentos de dirección y, por otro, ineficiente sus políticas financieras, de supervisión y control para dar solución a las complejidades que impone la globalización de la economía mundial y las exigencias del desarrollo de los países atrasados.

La creciente depauperación de la economía a escala universal evidencia que las Instituciones y el sistema Financiero actual, tanto internacional, como nacional, han demostrado que no disponen de organización, instrumentos, mecanismos, normativas oficiales y suficiente poder para enfrentar las exigencias de la globalización del capital y preservar a la economía mundial de las sistemáticas y cada vez más intensas y destructoras crisis financieras, que no solo afectan a los países en vías de desarrollo, sino también a las naciones industrializadas, vislumbrándose un potencial riesgo de generalización de la crisis a todas las economías con la consiguiente depauperación de los ritmos de crecimientos económicos y una agudización de las consecuencias perniciosas sobre la línea de la pobreza.

Consideramos que sobran los argumentos para realizar con urgencia un cambio profundo en la concepción y forma de operar de las instituciones financieras internacionales, así por ejemplo, se revela con fuerza la tendencia de los mercados financieros a manifestar ciclos de auge y colapsos financieros estrechamente vinculados a la insuficiente profesionalidad con que prestatarios y prestamistas valoran los riesgos prevalecientes, cuando se realizan operaciones de financiamientos sin un análisis exhaustivo que sustente su recuperación y rendimientos para un período determinado; tampoco se examinan con profundidad cuando la deuda crece desmesuradamente, apreciando la gravedad del fenómeno sólo al presentar las caídas de liquidez y ante la presencia del pánico.

Hoy se acepta que la economía mundial manifiesta una peligrosa desaceleración, pudiendo desencadenarse una recesión de incalculables consecuencias si los países industrializados no asumen un papel protagónico para contrarrestarla a escala de toda la economía, incluyendo los países en vías de desarrollo para los cuales significaría una catástrofe que, según algunos críticos, superaría el costo social de las últimas dos guerras mundiales juntas, y conduciría a una violenta explosión social incontrolable, poniendo en peligro la pervivencia en los estados del Tercer Mundo, mientras que los países industrializados podrían provocar un guerra espantosa, con el fin de realizar un nuevo reparto de las esferas de influencia económica y de los mercados mundiales.

Se ha generalizado el criterio consistente en que las instituciones nacionales e internacionales financieras no están preparadas para resolver las implicaciones propias de la globalización del capital, en particular, para ejercer influencia estabilizadora en las políticas macroeconómicas, en el control de la liquidez y en la supervisión y regulación financiera a escala mundial. Tal situación amenaza con futuras crisis o, en su defecto, atenuar el costo económico y social de éstas. Una medida de tal naturaleza permitiría promover mayor confianza en las perspectivas económicas-sociales a escala de toda la sociedad.

A la consecución del objetivo antes mencionado pudiera contribuir la propuesta del Comité Ejecutivo de Asuntos Económicos de las Naciones Unidas con su convocatoria para crear una Nueva Arquitectura Financiera Internacional, ya que esta plantea, entre otros temas, dar solución al financiamiento del desarrollo y a los problemas del endeudamiento externo. A continuación presentamos un enfoque renovado de dicho proyecto, tomando como punto de partida los buenos propósitos señalados ahí y la convicción que de verdad pretendemos realizar una reforma consecuente con los intereses de toda la sociedad para que perdure con el tiempo:

2.1.1 Dar fundamentación científica a las políticas macroeconómicas en el ámbito global.

Consideramos que el FMI y el BM deben coordinar la elaboración y ejecución de sus estrategias de políticas financieras. De igual forma, la política macroeconómica de los países industrializados tiene que conciliarse con los programas de desarrollo económico de los países del Tercer Mundo, con el objetivo de que estos reciban el apoyo necesario de todos los factores para alcanzar sus planes y contrarrestar los ciclos recesivos y crisis financieras.

A estos efectos es preciso lograr coherencia entre las diferentes políticas nacionales e internacionales y anular las decisiones únicas de los organismos financieros internacionales para tratar problemas diferentes, ya que las presiones promovidas por las crisis económicas y financieras, por lo regular, tienen diferentes orígenes en cada país. Lo anterior implica que el FMI u otras instituciones que se elijan y los organismos regionales ejerzan una supervisión más activa y sistemática de las políticas financieras, en particular, del uso de las asignaciones de recursos para el desarrollo, evaluando y publicando los resultados de la gestión de tales instituciones y la de los países participantes.

Los encargados de elaborar las políticas monetarias los analistas de las finanzas internacionales deben examinar con mayor profundidad y sistematicidad la racionalidad y efectividad de los movimientos de capitales, tanto de los países emisores, como receptores, en ara de contribuir en alguna medida a una distribución más equitativa de los flujos de capitales entre los países receptores más necesitados.

El órgano financiero internacional que se elija debe poseer suficiente poder y capacidad técnica para organizar el trabajo metodológico, las normativas e instrumentos de regulación, así como orientar y hacer cumplir la política financiera que se adopte a escala mundial. Las decisiones de políticas para ser aprobadas deben contar con el consenso de los bancos centrales de los países miembros del organismo internacional y contemplará en su programa de trabajo el perfeccionamiento periódico de los principios y normativas instituidas. Además, velará por el equilibrio financiero internacional e instrumentará las medidas que resulten oportunas de carácter general y, en caso de contingencias, de manera casuística.


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