BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL: CIUDADANÍA, POLÍTICA Y DERECHO

María Teresa Ayllon Trujillo y otros




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Introducción

Los problemas (vivienda, salud, contaminación, abuso, discriminación, desempleo, convivencia, educación, etcétera) como exigencia y como conocimiento emergen picando los ojos e incomodando a la conciencia.

El estudio de las relaciones que se da entre “personas” como agentes sociales dentro de un marco histórico, plantea diversos niveles de análisis, tanto institucional, en contextos de organizaciones, grupos, identidades culturales, etcétera, donde el eje está mediado socialmente por las relaciones de poder político, económico, sociocultural. Ocupando distintos lugares, como ejemplo, en la relación al parentesco, de propiedad, de “derecho”, de género, por ello, la discusión amplia se da en torno a la ciudadanía (con la vertiente y capacidad de transformar las cosas en la acción social), para redefinir las distintas problemáticas en el sistema mundial.

En consecuencia, el reconocimiento de la sociedad a la diversidad cultural es uno de los puntos de partida para comprender y transformar. Pero en el reconocimiento condicionado de una política del reconocimiento político, se puede perpetuar la injusticia y todas las asimetrías sociales en el discurso de la diferencia.

Por ello, andemos con cautela, pero no tibiamente.

En cuanto a las posiciones ante la diversidad encontramos, el debate se da entre reformistas, conservadores, transformistas graduales y radicales.

En los hechos, se ve en la manifestación de las distintas identidades culturales que demandan reconocimiento y mejores distribuciones: legal, de respeto a su cultura, lugar en la historia, servicios, trato digno, salarios... Es decir, es un movimiento que se gesta de abajo hacia arriba.

Los reformistas plantean la capacidad del Estado para atender y prever ciertas “demandas” provenientes de las diversas identidades culturales. Esto es, se trata de un movimiento de arriba hacia abajo en el que el grupo dominante elabora determinadas políticas sobre los grupos subalternos. El ejemplo es planteado por otros autores al incluir una reforma civil y política “instituida”, donde se reconozcan ciertos derechos colectivos e individuales en el marco del orden actual, participando distintas identidades culturales y con responsabilidades limitadas del Estado. Por tanto, se trata de un enfoque instrumental de gestión, tal como lo plantea Zapata-Barrero (2004: 249) al considerar que: “… la multiculturalidad no es un ideal a alcanzar, sino una realidad a gestionar”.

El multiculturalismo “asimétrico” se puede entender la visión cruda del proceso inserto de diversidades culturales en un Estado socio histórico determinado, en el que se desarrollan las diferencias y desigualdades en el contexto del sistema mundial y en un campo de fuerzas y tensiones (macro – micro sociales) que agrupan o reagrupan a diversas identidades culturales de acuerdo a las condiciones, acciones y procesos sociales.

También existe una visión utópica (es decir, de aspiraciones), donde se manifiesta la posibilidad del interculturalismo desarrollado a partir de procesos dialécticos que permitan crear nuevos órdenes sociales – civiles – culturales – políticos y económicos más democráticos y participativos.

La investigación estudia, trata de entender lo que sucede, al parecer la acción social se orienta a transformaciones profundas.

Ricardo Contreras Soto, 15 de mayo de 2010, Foro Internacional sobre Multiculturalidad.


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