BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL: CIUDADANÍA, POLÍTICA Y DERECHO

María Teresa Ayllon Trujillo y otros




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El Estado Ampliado, La Acción Colectiva y la Reivindicación étnico-cultural

Del clientelismo a la autodeterminación

Ana Lilia Salazar,

Licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma del Estado de México-UAEMex

Maestrante de Estudios Latinoamericanos Universidad Nacional Autónoma de México-UNAM

Resumen

La ponencia muestra que la lógica de dominación del gobierno en el Estado de México suma las características del Estado ampliado, pero que los grupos originarios se han servido del discurso de éste para legitimar sus acciones en pro del cumplimiento de sus demandas. El objetivo es conocer cómo es que a partir de la construcción de tal Estado ampliado y de sus mecanismos de dominación, los indígenas mexiquenses han logrado un reconocimiento cultural, logrando a su vez la posibilidad de potencializar su acción colectiva con mayor contundencia y comenzar a exigir el derecho a sus derechos, la reivindicación étnico-cultural, el reconcomiendo de su capacidad de autodeterminación y lograr, quizás, hasta la misma autonomía, todo ello en el marco de lo legal y legitimo puesto que se ha ido operando desde lo institucional.

Palabras clave Indígenas, Estado ampliado, reivindicación, reconocimiento, étnico-cultural

Introducción

En los siguientes párrafos se analizará la lucha por el reconocimiento cultural y la reivindicación étnica de los pueblos originarios latinoamericanos, haciendo énfasis y aunando en el caso mexicano, principalmente en el del Estado de México; y cómo los logros de estas luchas tienen un origen en la conformación del Estado ampliado, han permitido la concientización y autovalorización del indígena para consigo como individuo y como comunidad.

Esto ha potencializado la acción colectiva del indio, y le ha permitido así obtener el reconocimiento cultural por parte de los mestizos, de lo no indio, seguido ello de la reivindicación étnica, que derivó, en algunos casos y quizá derivará en algunos otros, en autonomía y autodeterminación. En cualquier caso, lo importante del estudio es dejar claro que la potencialidad de la acción colectiva en los pueblos originarios es un elemento contenido y contraído, que por diversas razones en algunos lugares y grupos étnicos no sea expandido.

Lo que no indica que la causa sea la alienación del capitalismo que haya tocado lo más profundo de la raíz indígena, o que el Estado con su aparato burocrático autoritario haya cooptado a las comunidades, sometiéndolas a la simple y llana práctica clientelar sin desacuerdo alguno. Quizá, lo que ha hecho falta es una clara conciencia de la comunidad ante sí misma y, sobretodo, ante el Estado, el poder y la dominación ejercida sobre ellos por parte de éste.

De aquí la importancia del Estado ampliado como espacio de revalorización y auntoconciencia, que al ser meramente una estrategia de control social y legitimación de la depredación natural y humana del capitalismo se vio obligado a generar recursos que permitieran la inclusión e integración a las que hace alusión por sí mismo.

La ampliación del Estado es un recurso al que se deriva después de la crisis del Estado de competencia con el fin de generar la estabilidad social que el gran capital requiere para su reproducción, al inicio está práctica se cree calculada y controlada, sin embargo, -a su pesar y al contrario de las expectativas del gran capital- al pasar de los años, esta forma de gobierno ha constituido una sociedad civil que en algunos espacios y estratos contiene una conciencia política que se activa en nuevas formas de acción colectiva y cuya muestra son los actuales movimientos sociales.

Uno de los alcances con mayor impacto en la actualidad latinoamericana, es la del movimiento étnico, que en sus diversas y vastas manifestaciones nos dan muestra de las múltiples formas en las que una sociedad puede reaccionar a los embates del capitalismo injusto y atroz y a la hegemonía impositiva.

El caso mexicano en el que se hace mayor hincapié, es el del Estado de México, pues la lógica de dominación de dicha entidad, contiene todas las características del Estado ampliado, pero lo interesante y lo que se quiere mostrar, es la idea de cómo los grupos originarios se han servido del discurso de éste para legitimar sus acciones en pro del cumplimiento de sus demandas, y cómo es que a partir de la construcción del Estado ampliado y de sus mecanismos de dominación, los indígenas mexiquenses han logrado un reconocimiento cultural, logrando a su vez la posibilidad de potencializar su acción colectiva con mayor contundencia y comenzar a exigir el derecho a sus derechos, la reivindicación étnico-cultural, el reconcomiendo de su capacidad de autodeterminación y lograr, quizás, hasta la misma autonomía, todo ello en el marco de lo legal y legitimo puesto que se ha ido operando desde lo institucional.

Lo anterior suena un tanto utópico, por las características violentas del Estado mismo en todas sus etapas y por la legitimidad del uso de ésta, pero también es esperanzador, pues se abre la posibilidad de cambiar las condiciones de vida a las que han sido sometidos los pueblos étnicos mexiquenses.

Desarrollo

El Estado de competencia, la fragmentación social y la alienación humana

Con los análisis neomarxista de autores como Joachim Hirsch, se abre una vereda al estudio del poder, la dominación y, por ende, de las resistencias a una forma de organización social, política y cultural sujeta impositivamente a lo económico, desde la perspectiva del Estado.

Es decir, que para dilucidar la resistencia de algunos sujetos sociales en la actualidad puede comenzarse por hacer un vasto y profundo análisis del Estado, una especie de Arqueología del mismo, que en palabras de Foucault no es más que la genealogía del poder que se materializa en el Estado como único y ‘legítimo’ poseedor de la capacidad de uso de la violencia, de la dominación y, por lo tanto, el único practicante legal del poder.

Hirsch plantea que dicha institución ha dejado ejecutar su papel fundacional que de acuerdo la teoría política clásica es la de organizador social, es decir, ha dejado de fungir como “aparato de poder centralizado, autónoma frente a la sociedad, separando ‘política’ y ‘economía [ y que] crea la posibilidad de que estas contradicciones puedan ser controladas, equilibradas mediante la aplicación de las fuerzas o la conciliación” (Hirsch, 2001; 67) función que a lo largo de la historia había ejercido pero que al subordinarlas al gran capital, se ha convertido, en casi únicamente, un espacio de organización comercial, deviniendo en un Estado de Competencia (Hirsch, 2001).

Es a partir de la introducción del Fordismo como forma de producción que se propicia la transformación del Estado y su función como proveedor del orden social, y se genera una nueva concepción ontológica del hombre; volviéndose el Fordismo un constructor social y reconfigurador de la humanidad misma.

Luego entonces, el Fordismo es causal de una resignificación de la nación, de la sociedad y del hombre; la introducción de la producción en serie y uniformidad de la ropa del trabajador (homogenización) y de las jornadas laborales y el reloj (control del tiempo) conformaron las herramientas de éste fenómeno para convertirlo en la máxima expresión del capitalismo y en el inicio de reificación del hombre, puesto que, comenzó su camino por el umbral de la enajenación cuyo fin no es más que el de la alienación.

Con lo anterior comienza a aislarse al hombre de la comunalidad, la individualización fue el futuro y es el presente, las relaciones sociales se vuelven débiles y aparente pues ello conviene al capitalismo y, por ende, al Estado que ante la alienación no tiene mayor función que la de proveer al gran capital de una sociedad estructurada de tal forma que sea convertida en una sociedad consumista, apolítica, antinacionalista y anticomunitarista con una prospectiva de sólo escenarios de derrumbe (Hirsch, 2001), ya que, toda relación se basa en la utilidad y no en la solidaridad de personas que comparten el mismo espacio y tiempo, generándose una nula identidad, es decir, sociedades sometidas al capitalismo (Hirsch, 2002: 108; Oliver, 2009: 23)

Siendo esto el resultado de la vacuidad de poder generada a partir del Estado de competencia por el hecho de que su función está comprometida con el gran capital y no con la sociedad, conllevado así a un vacio social, puesto que la cohesión de ésta se encuentra depositada en la unidad económica y no en la otredad, es decir, la alteridad es únicamente un discurso que lleva a otro, como lo es el de la democracia. Y así, tanto el Estado como la comunidad (sociedad) se convierten en ilusiones del sistema.

Ahora bien, cabe preguntarse cómo es que se ha activado el Estado de competencia para resguardar la pasividad social que requiere el neocapitalismo o neoliberalismo con todo el desacuerdo e injusticia genera, cómo respondió a su crisis. La respuesta está esbozada en el Estado Ampliado.

Autores como Lucio Oliver nos presentan un análisis de las prácticas políticas a las que han recurrido gobiernos de los países periféricos, que son los que sufren con mayor intensidad las consecuencias de las nuevas reconfiguraciones estructurales en la sociedad y el Estado, pues son los que sacian las necesidades excesivas del capitalismo que somete a estos países a la pobreza, la miseria, la explotación despiadada y, por lo tanto, a la escases de recursos naturales, de alimento, de agua, imponiendoles sus perversas condiciones de existencia en la tierra, las cuales llegaron ya ha atentar contra la vida misma como plantea Arent.

Para conocer y comprender el papel del Estado de competencia en países como México, el análisis a partir Estado ampliado a través de una “construcción histórico política de una determinada relación de fuerzas” (Oliver, 2009: 17), puede darnos los elementos para entender lo que pasa en sociedad indígenas del país como lo son principalmente las del Estado de México, proveyendo así, tal vez, de nuevas formas de estudio y entendimiento de las actitudes de comunidades originarias latinoamericanas ante el poder, el Estado y la lógica de dominación de éste y de la hegemonía cultural, social, económica y política a la que han sido sometidos.


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