BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DEBATE DEL MULTICULTURALISMO Y FILOSOFÍA

Gerardo Nicolás Contreras Ruiz y Ricardo Contreras Soto




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Nacionalismo y cultura

El nacionalismo es el rasgo político y cultural característico del siglo XX y ha servido para justificar la liberación de los pueblos y la reivindicación de regionalismo. El nacionalismo surgió del antagonismo hacia otros, de la insociable insociabilidad de los hombres según Kant. El nacionalismo emerge como un mecanismo defensivo de los pueblos y como expresión de una comunidad política que madura para formar un Estado-nación pero con inseguridad para consolidarlo manteniendo la cohesión social interna, a pesar de factores que se oponen a ello.

La configuración jurídica del Estado se funda en el concepto de un nacionalismo con una realidad normada en una Constitución que se interpone entre el pueblo o polis y la humanidad y por lo tanto, la nación se convierte en ser histórico mientras que el pueblo es la sociedad actual a un momento determinado. La nación concita la sensación de lealtad emotiva que facilita los procesos de gobernabilidad de los pueblos que no pueden lograr entidades mayores como la humanidad, el continente o la comunidad lingüística.

La identidad cultural, el proteccionismo y la política económica orientada a la demanda son algunas de las características de este nacionalismo que ya no resiste frente a los embates de los procesos de globalización. Laïdi (2000) argumenta que la mundialización pone en juego dos mecanismos, el deterioro de la democracia representativa y la ausencia de un instrumento que ofrezca a los Estados-nación una cerca o barrera simbólica. El patriotismo es una forma de nacionalismo que no tiene hostilidades ni reconoce exclusivismos, pero ansioso de un proyecto de vida social comunitario con fundamento en los valores de justicia y dignidad.

Los diferentes niveles de gobierno en los sistemas democráticos contribuyen a balancear los intereses y demandas de una sociedad plural con los centros de poder e influencia, lo cual requiere como requisito, la descentralización de las decisiones políticas en los gobiernos locales para ejercer control sobre la política pública local. En el nuevo orden globalizado, la sociedad pluricultural requiere de una forma de identidad de nacionalismo cosmopolita que sustente las bases de una democracia social. Las limitaciones sociales y políticas puestas a los procesos de globalización económica previenen de que alcance final. Si bien los nacionalismos son fuerzas que contrarrestan los efectos de la globalización, también sufren transformaciones como consecuencia.

Ideología y cultura

Toda ideología cultural permite la generalización de una realidad de la que no se tiene el conocimiento completo porque opera en ambientes inciertos y complejos. Se adoptan las ideologías porque complementan la formalidad del aprendizaje para formular hipótesis de trabajo, cuyos resultados influyen en el crecimiento y el desarrollo del sistema cultural. El aprendizaje institucional es una solución racional de la dificultad de predecir los efectos futuros de ese sistema. La propuesta de aprendizaje institucional (Kaiser, 1997) sostiene que los actores políticos que quieren cambiar aspectos de sus sistema son influidos por un grado considerable ya sea por el sistema político al cual están cultural o geográficamente más próximos, o cuando hay un acuerdo para un cambio fundamental por modelos que son considerados ser historias de éxito excepcional

El surgimiento espontáneo de las instituciones en las sociedades se explica por los modelos mentales compartidos e ideologías que determinan las percepciones de los actores en situaciones de interacción en las cuales la cultura y creencias conductuales tienen un papel relevante. Así por ejemplo, la filosofía de la ilustración sirvió de base para la creación de las culturas e ideologías europeas modernas que influyo en la formación de los primeros centros del desarrollo capitalista, ya fueran católicos (Francia) o protestantes (Inglaterra y Holanda), sino también en Alemania y Rusia y cuyo impacto alcanza hasta nuestra época.

Actualmente, la mayor parte del mundo ha sido atrapada entre las garras de una ideología cultural hegemónica que con base en el libre mercado es pregonada por la globalización, con graves consecuencias para la democracia, la continuidad colonial de la explotación y deterioro de los recursos físicos. Por primera vez el mundo pareciera convergir hacia una ideología común del desarrollo, que promete riqueza cada vez mayor para todos, en todas partes. La hegemonía transnacional capitalista del sistema corporativo que concentra más poder económico y político que muchos Estados contemporáneos, asegura la continuidad de los procesos de globalización a través de la ideología de nueva cultura que orienta a las elites locales.

Las instituciones financieras internacionales y las grandes corporaciones transnacionales no solamente ejercen un implacable control social y económico sino también una profunda transformación del sustrato cultural e ideológico hasta lograr una anulación de la identidad de los pueblos y comunidades mediante la manipulación de los medios de comunicación en función de sus intereses económicos. Una economía global que se apoya en la idea de una economía sin naciones Estado bajo el influjo de una ideología de libre mercado, exagera la autonomía del capital con respecto a Estado.

Sobre la base de una nueva ciudadanía mundial, el ser humano es reducido a la simple expresión de su capacidad para generar beneficios económicos en un mercado planetario transculturizado e interculturalmente uniformado que consagra como único modo de pensar una ideología única y hegemónica, en un diálogo sordo. La crisis institucional se profundiza por la falta de una ideología de identidad, en parte porque la identidad nacional disociada del Estado se convierte en ideología con corresponsabilidad en el modelo de desarrollo. La crisis institucional se profundiza con la tendencia ideológica al individualismo que carga la acción política en una fragmentación de movimientos y actores sociales. La fragmentación debilita la seguridad y la estabilidad que proporcionan las instituciones económicas, políticas, sociales y culturales.

Por otro lado, aparentemente desde la dimensión ideológica, la integración económica es una tendencia contraria a los procesos de globalización e interdependencia, los cuales son usados para reinterpretar y debilitar los principios de autodeterminación y soberanía política de los pueblos, mientras que en el otro extremo se enfatiza una propuesta al ultra regionalismo. Este regionalismo se manifiesta internamente en los Estados-nación y es el resultado de un sentimiento de libertad producto de los cambios culturales que resultan de los procesos de globalización. Este tipo de regionalismo intraestatal se distingue porque ocurren dentro de las fronteras territoriales de un Estado-nación. La sociedad ejerce su poder de dominación y de resistencia mediante prácticas de los códigos de información los cuales son impuestos no solamente por el Estado sino también en la ideología, las practicas culturales y las acciones cotidianas. La política de baja intensidad o subpolitics (Beck, 1998) es poco organizada, y se establece a partir de prácticas de consumo.


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