BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DEBATE DEL MULTICULTURALISMO Y FILOSOFÍA

Gerardo Nicolás Contreras Ruiz y Ricardo Contreras Soto




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Del No Ser al Ser y del Ser al No Ser: filosofando América Latina

La vacuidad ontológica o el vacio espiritual de lo que se habla, es un vacio producido desde la conquista, desde la invención de América como bien lo plantea O'Gorman. Andrés Roig en su obra Teoría Crítica del Pensamiento Latinoamericano hace énfasis en la idea de que América es un constructo fruto de la actividad creadora denominada 'invención' realizada geográficamente hasta el siglo XVI e históricamente hasta la segunda guerra mundial23.

La razón de no haberse llevado a cabo el descubrimiento y en su lugar haberse producido la colonización de América, negando así cualquier posibilidad de reconocimiento del 'otro' encubriéndose la alteridad, es el miedo generado por el desconocimiento del proceso histórico y por un eurocentrismo profundo bajo el cual se construyó la raíz social del discurso ideológico de ésta invención que no fue más que el de un antagonismo entre la civilización y la barbarie, donde América respondía a la segunda, concebida como una "tierra sin espíritu", en tanto que, la primera, Europa era la "tierra espitirualizada"24.

Partiendo de este discurso es que América fue construida -o se intento construir- a imagen y semejanza de Europa, pues es ésta la que llenó al continente sin contenido, el ahistórico -por la negación de la alteridad histórica, que no es propiamente por una carencia en sí de historia-, por lo que, paradójicamente, a la vez éste se va vaciando de sí, es decir, va siendo al tiempo que va dejando de ser25.

Con lo anterior, se argumenta la importancia del mestizo como posible Ser gestor, a priori antropológico, de la construcción ontológica latinoamericana, ya que es claro que es a él al que se vacía; es la génesis de la crisis filosófica en América Latina. El mestizo es el futuro desde el vacío del pueblo latinoamericano, pues es el "no ser siempre todavía", ya que deviene de una nula fidelidad de lo europeo y se le ha borrado su pasado, no hay pecado original filosóficamente hablando deduce Andrés Roig.

Luego entonces, lo mestizo es el carácter original del latinoamericano y se propone sea éste la nueva respuesta ontológica, una Comprensión de la naturaleza de un sujeto que había comenzado [en los 50 y 60] a ocuparse de sí, comprensión [que] concluyó en las atribuciones de una historia defectiva, reducida a una futuralidad, o en una negación de historicidad, teniendo [...] como punto de partida, casi sin excepción, ciertas pretendidas experiencias originarias de la temporalidad y una afirmación del Ser de América Latina como "vacío"26.

El mestizo debe convertirse en el Ser bajo lo cual se conciba lo 'Nuestro' en América Latina, puesto que, si partimos de lo mestizo, que es lo existe en mayor proporción en el continente, al mismo tiempo se resignificaría lo diverso pues se pensaría la homogeneidad a partir de la heterogeneidad, por lo tanto un Yo a través del Otro, un Nosotros, reconociéndose así la interculturalidad27, cuya importancia radica en que ha sido el marco de Latinoamérica desde su gestación; volviendo a lo mestizo el ente en el que se consolide 'Nuestramérica'.

La ontología nosótrica latinoamericana: del despertar del pensamiento indígena a la construcción del proyecto mestizo

Cabe aclarar que si bien se ha concordado con casi todo lo planteado por Arturo Andrés Roig, se difiere un tanto con su insinuación de que, es desde el 'regreso', históricamente hablando, como se puede deconstruir lo latinoamericano, lo que nos sugiere pensar que es a partir de un cataclismo histórico de Latinoamérica, por lo tanto de un hecatombe de lo europeo. Argumenta que es lo histórico lo que destruye lo ontológico, por lo que, si la necesidad filosófica en América Latina gira en éste, el retorno a lo existente antes de lo occidental, a lo indígena, es el camino.

Pero, cómo hablar de una deconstrucción de algo todavía no concluido. Se debate pues la idea de Roig con la de que es a partir del presente de lo no totalmente construido que puede darse un viraje en dicha construcción y dar paso a lo mestizo como eje fundamental en ésta.

Claro que, es sin olvidar los referentes occidentales y retomando con profunda admiración y respeto a las culturas originarias, a los pueblos indígenas del continente de tal forma que se aprenda de ellos tanto, y quizá hasta más - esto es sin afán de hacer una exacerbación innecesaria de lo indígena y sin dejar de concebirlos como pueblos perfectibles y culturas no idílicas- que de lo occidental, pues esto último no ha dejado aportación determinante para la solución de los conflictos en América ni para la crisis ontológica, muy por el contrario.

De lo antes mencionado aunado a las ideas de los últimos párrafos deriva la importancia del pensamiento de Raúl Fornet-Betancourt plasmado en el libro, Crítica intercultural de la filosofía Latinoamericana actual, y en cuya obra hace una análisis de las creaciones más relevante que se han producido en la filosofía latinoamericana en los últimos tiempos28.

La preeminencia de éste trabajo es su énfasis en la necesidad de un enfoque multicultural a la hora de crear filosofía latinoamericana, por lo que, su detracción con la que hasta ahora ha venido realizándose recae en que ésta ha restado importancia a la connotación cultural propia de cada país y de cada región, así como de la gran región llamada latinoamericana, compuesta por una gran y vasta diversidad cultural, por lo que se hecho de la filosofía en América Latina una respuesta insuficiente al desafío de ésta interculturalidad29. La pretensión de Fornet está en una transformación contextual de la filosofía en nuestro continente, cuya base constructiva sea la unidad armoniosa de las múltiples voces existentes en América; lográndose así el sueño de José Martí y Simón Bolívar, una América unificada, integrada, nuestramérica.

Para ello se requiere una filosofía que consiga incluir a todos y cada uno los pueblos que habitan el continente, un nuevo paradigma génesis de lo latinoamericano que conlleve a la generación de una filosofía que provea de los elementos requeridos por lo latinoamericano sin marginar ni oprimir prácticas, ni diluir las diferencias; es decir, una filosofía donde el 'otro' sea el eje rector y la alteridad el fin y el inicio del proceso ontologizador.

Ese nuevo paradigma de creación ontológica del latinoamericano, creemos es el del mestizaje, pues bien, en este Ser, gran poblador de nuestramérica, es donde se experimentó y vivenció el ejercicio de la traducción30 en el inicio de la historia latinoamericana.

Que si bien ese Ser ha tornado a ver la tradición europea (de manera impuesta o no, y cuyo tema es digno de un amplio debate) para su construcción misma, ahora le es necesario volver sus ojos a los que han esperado siempre a ser vistos y reconocidos, a quienes quinientos años de relego, ocultamiento y olvido no ha conseguido borrarlos de la realidad de América Latina y quienes en las últimas décadas han reclamado con mayor ímpetu su reivindicación, es decir, a la otra parte que nos conforma como latinoamericanos, y eso es lo indígena.

La importancia pues de la interculturalidad está en el ejercicio de la otredad, percibir, reconocer y hacer parte de lo latinoamericano el legado indígena en todas sus manifestaciones, puesto que de ello devenimos también, sin que esto indique que dicho Ser en cualesquiera de sus culturas o poblaciones sea idílico. El reto entonces, está en encontrar en ellos los elementos que nos brinden perfectibilidad de lo latinoamericano.

Para lo cual debe lo latinoamericano encontrar plena identificación con dichos elementos, pues de otra forma serían impuestos y crearían vacios, siendo que lo que se busca es una latinoamericanidad propia. De ahí la crítica al los planteamientos de Fornet ya que pareciera que él cree que debiese recuperarse en su totalidad lo étnico (además de hacer parecer al indígena como un ente sin impurezas sociales), cosa que a nuestro parecer no es del todo real, ni propio, puesto que el Latinoamericano, como no es europeo, tampoco es indígena, sino mestizo. Para dar lugar al Ser latinoamericano, el cual creemos es el mestizo, y abrir nuevas ventanas a la filosofía latinoamericana, si bien debe descolonizarse el pensamiento latinoamericano del occidental-europeo y efectuarse una emancipación mental como lo han planteado filósofos latinoamericanos, también lo es, no caer en la apropiación de otro pensamiento que tampoco es puramente nuestro hablando de lo latinoamericano como lo mestizo, no se cree que sea adecuada una recolonización de pensamiento ahora por parte de lo indígena, pues tampoco son indígenas.

El elemento indígena con importancia vital para la madurez del ente latinoamericano y que debiese ser apropiado en todo sentido por lo latinoamericano, es el nosótrico que vivencias cualquier indígena a lo largo América Latina, y que está depositado en su concepción cosmogónica. Este elemento que para ellos es su forma de vida, su cosmovisión, y puede aportar los insumos para que Latinoamérica sea un 'nosotros'31 a partir de los 'otros' ejerciendo la interculturalidad profunda; donde cada cultura, pueblo y ser, sea parte del todo y el todo parte de cada uno, consolidando así Nuestramérica.

A partir de la experiencia del 'nosotros' además de generarse relaciones de alteridad otrica, se proporcionan también los elementos identitarios a lo mestizo, al hacer suyo y colectivizar lo que no era quizá propio, pero con lo que hay una profunda identificación por lo tanto sentimiento de pertenencia, identidad, que al hacerse consciente puede convertirse en ideología capaz de transformar la realidad actual del continente, por lo que la filosofía latinoamericana tiene como desafío la concientización de ello y volverse transformadora.

Pero, a quién debe hacer consciente del 'nosotros' la filosofía latinoamericana, la idea que se ha venido argumentando es que al mestizo, pues es quien lo está adoptando, por lo tanto, su a priori antropológico en el proceso ontológizador del Ser y Ente latinoamericano debe ser el mestizo. Luego entonces, la filosofía de América Latina tiene como responsabilidad construir un proyecto de liberación en primera instancia, para así dar paso a uno de identidad nacional y popular.

Esta idea ha sido trabajada por Enrique Dussel, quien argumenta que "el futuro llama al presente, sin ruptura total con el pasado"32 pero que si bien, ello es en términos con una mayor carga cultural, esto nos ayuda a pensar ontológicamente al Ser latinoamericano, en su deconstrucción, consiguiéndose así la ruptura (tan solicitada por los primeros pensadores latinoamericanistas) y la continuidad histórica (desde la apropiación de lo indígena). Es decir, alcanzándose la bifurcación de ambos proyectos y construyéndose el propio33.

El punto que queda como debate, es que no se debiese estar presente en el pensamiento génesis de la Filosofía de América Latina, la idea de gestar latinoamericana como otro occidente, ni otro mundo indígena, sino otro mundo intercultural, uno propio, uno mestizo. Una Latinoamérica en donde se sea capaz de ser y estar en distintas formas, maneras, prácticas y manifestaciones, pero en donde el Ser latinoamericano este basado en el mestizo y que a su vez sea tolerante con otros seres como el llamado étnico y el occidental y viceversa.

Nota final

Para cerrar el orden de ideas que sea han ido hilvanando a lo largo de este pequeño escrito -que no indica que sea la conclusión de la vereda de análisis y construcción de ideas de lo latinoamericano y del Ser latinoamericano, muy por el contrario-, no resta más que hacer hincapié en que el nuevo pensamiento debe generarse a partir del mestizo, que éste puede convertirse en el nuevo paradigma de la filosofía en América Latina.

Que como lo planteaba Riog, éste debe ser el depositario de una normativa propia, no la añadidura de ninguna otra. Debe filosofarse el continente partiendo del saber de vida del mestizo pues es éste el que posee la crisis ontológica, y es éste también, el verdadero latinoamericano, ya que los indígenas de cualquier poblado se asumen y pertenecen a su cultura, el problema es del mestizo que no tiene opción que asumirse como latinoamericano, por lo tanto, la crisis del latinoamericano es la crisis ontológica-identitaria del mestizo, y quien tiene la obligación del proceso ontológico latinoamericano, es la filosofía latinoamericana.

El a priori antropológico pues de está filosofía es el sujeto mestizo, el cual, para salir de sus crisis debe autovalorarse como sujeto y reconocer su universalidad como pueblo, concientizarlo y proveerse de pertenencia a un tiempo y espacio, es decir, de identidad, lo que a su vez permitirá una autoconciencia político-social. Siendo así como se hará de éste Ser latinoamericano (mestizo) un sujeto histórico de su propia historia, y de América Latina un Ente intercultural y transcultural, un espacio nosótrico de sana convivencia entre culturas y personas, una unidad ontológica (mestiza) con diversidad cultural, con pleno respeto entre sí y siempre en función de la vida. Bibliografía Dussel, Enrique, Filosofía de la Cultura y la Liberación. México, UACM, 2006. Fornet-Betancourt, Raúl, Crítica Intercultural de pensamiento latinoamericano actual, Madrid, Trotta, 2004. Lenkersdorf, Carlos, Filosofar en clave tojolabal, México, Filosofía de nuestra América, Miguel Ángel Porrúa, 2005. Miró Quesada, Francisco, Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano, México, FCE, 1974. Roig, Arturo Andrés, Teoría Crítica del Pensamiento Latinoamericano, México, FCE, 1974.

¿Cómo son los mexicanos? (Ensayo) Leticia Machado Balbuena

Me referiré al "mexicano" que viene de varias generaciones viviendo aquí, no al habitante nacionalizado mexicano, porque hablar de personas extranjeras con nacionalidad mexicana, no corresponde a la misma historia de aquel que lleva varias generaciones, por consiguiente no actuará ni pensará de la misma manera. Mis vivencias como extranjera, con nacionalidad mexicana, me lo han hecho ver así. Tampoco hablaré de mexicanos de primera generación, como por ejemplo es el caso de mis hijas, que son mexicanas pero cuyos padres son extranjeros; porque su actuar y pensar difiere un poco de aquellos niños que tienen a sus familias viviendo varias generaciones en México. Un ejemplo de ello podría ser el "mande" tan nombrado aquí y, que sin embargo, en el caso de mis hijas no es nombrado, porque en casa (que no es su casa) no se acostumbra a usarla. A pesar de que las niñas asisten a una escuela donde se promueven las costumbres mexicanas, no la han adoptado. Deseo dejar claro esto de "mi casa, que no es su casa". Considerando que vivimos en una sociedad capitalista, donde existe la propiedad privada, me parece que no es real este dicho. Quizás podríamos usarlo con nuestra pareja y con nuestros hijos, pero no es adecuado usarlo cuando acabamos de conocer a alguien.

Con el tiempo que tengo viviendo en México, me atrevo a afirmar que casi ninguna persona es capaz de dar asilo en su casa a una persona que acaba de conocer, a menos que sea alguien ya muy conocido y muy querido. Quizás si viviéramos en una sociedad donde todas las propiedades fueran del Estado, la frase "mi casa, su casa" sería más adecuada. Sin embargo, no dejo de admitir que se escucha muy bonita, aunque fuera de lo real. "Mi casa, su casa", no deja de ser una cortesía aunque algo falsa, a mi parecer. A mí me encanta recibir gente en mi casa, también he dado asilo a más de uno, sin embargo, no ofrezco mi casa al primero que conozco en la calle. Considero que los mexicanos, así como los habitantes de cualquier otro país, tienen sus propias características, sus propias formas de ser y de actuar, y que ellas dependen de su historia. Como dice Octavio Paz: "la historia podrá esclarecer el origen de muchos de nuestros fantasmas, pero no los disipará. Sólo nosotros podemos enfrentarnos a ellos. O dicho de otro modo: la historia nos ayuda a comprender ciertos rasgos de nuestro carácter, a condición de que seamos capaces de aislarlos y denunciarlos previamente". Cada cultura, cada pueblo, tiene sus propias características; algunas podrán ser similares, pero nunca iguales, incluso y a pesar de su cercanía. Quizás podríamos decir que los estadounidenses y los canadienses se parecen en su actuar, al igual que los argentinos y uruguayos, sin embargo, aunque comparten características (por ejemplo el idioma), me atrevo a decir que cada pueblo es único. En el caso de los mexicanos con sus vecinos del norte, los estadounidenses, hay un abismo de diferencias en su pensar, en su actuar; pero de esto hablaré más adelante.


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