BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y PATRIMONIO

Alejandra López Salazar y otros




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Recuperación de la memoria: un proyecto de una OSC a modo de ejemplo

Para dar un ejemplo de la labor conjunta entre una OSC y una comunidad rural en materia de preservación del patrimonio cultural vivo, presentamos el proyecto de “Recuperación Histórica”. Esta propuesta se deriva del trabajo comunitario de los miembros de Ciencia Social Alternativa “Kóokay”, A.C., quienes se plantean como parte de sus objetivos de trabajo: “conocer, reconocer y profundizar sobre distintos elementos de la historia de estas comisarías, que puedan generar lazos de unidad e identidad entre los habitantes de la zona, así como cariño y respeto por su comunidad" (www.kookay.org).

Un producto cultural generado del proyecto de “Recuperación Histórica” es el video documental titulado “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes” . En este video-documental los habitantes de Xcunyá relatan momentos de la historia local, describen sus fiestas, revelan parte de sus tradiciones y creencias. En “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”, las distintas voces e imágenes logran expresar sucesos significativos del pasado y del presente, entre ellos la reconstrucción de la escuela primaria en la que líderes ejidatarios, padres de familia y una maestra rural en los años 70 y 80 del siglo XX toman una serie de acuerdos para destinar una notable extensión de tierra del poblado y realizar faenas con el propósito de re-edificar la escuela. Este video-documental también permite a través de la conjunción de voces e imágenes, comprender el presente y visualizar el futuro de esta localidad, ya que logra transmitir aspectos importantes de la vida comunitaria como la vaquería, las leyendas o relatos locales impregnados de palabras en lengua maya.

Finalmente, el video-documental al que nos referimos logró sintetizar las memorias de los pobladores y la tradición en un presente particular y ante una realidad que se impone a los habitantes de Xcunyá: la discriminación social y económica que viven los pobladores por el hecho de pertenecer a la etnia maya. Las inmobiliarias y constructoras han ido comprando a precios irrisorios las tierras pertenecientes a los ejidatarios. Los jóvenes de esta localidad una vez que concluyen su educación básica no siempre acceden a las instituciones de educación superior. Así, la cuestión del empleo y la sobrevivencia se han convertido en graves problemas sociales. En estas condiciones recuperar y revalorar la memoria resulta un asunto de importancia vital, en la medida en que permite encontrar en ella aquellos elementos y experiencias culturales que puedan constituirse en bases propias de proyectos sociales, culturales y económicos pensados por y para la comunidad y protagonizados por los pobladores quienes han sido protagonistas de los grandes y pequeños acontecimientos en la historia este pequeño poblado y por lo mismo, los verdaderos constructores de su historia.

La memoria recuperada de Xcunyá, Yucatán: los actores y sus voces

En el proyecto de la recuperación de la memoria de Xcunyá participaron algunos miembros de la OSC, tres estudiantes de la licenciatura de Comunicación Social de la UADY y la comunidad, cuyos pobladores compartieron sus memorias con los miembros de la OSC y los jóvenes universitarios. La contribución de cada uno de estos actores ha sido diferencial y apunta al hecho de que la recuperación de la memoria –que siempre es inacabada, fluida y plural– es un proceso por excelencia intercultural. En lo que sigue presentamos las voces de los actores comunitarios y, en especial, nos centramos en las distintas maneras en que los habitantes de Xcunyá se han relacionado con su comunidad, su pasado y su presente.

Las voces de la comunidad

Los habitantes de la comunidad que participaron en el proyecto son varios. Entre ellos podemos encontrar aquellos habitantes que cuentan historias que escucharon de sus padres y abuelos, los habitantes que han sido protagonistas de los “grandes” acontecimientos y aquellos que intencionalmente se han propuesto profundizar sobre las costumbres, tradiciones y saberes de su comunidad.

En el primer grupo de pobladores de Xcunyá, los que cuentan historias de sus padres y abuelos, está la habitante de la comunidad que da el primer testimonio en el documental. Ella cuenta cómo su papá de niño andaba tras los patrones de las haciendas, “puro tirar pájaro” hacía y después se quedó en Xcunyá y participó en la edificación de la iglesia. Cuenta cómo su padre, su suegro y “un señor que hace años que murió”, todos ellos albañiles, con “unos enanitos que vivieron” hicieron la iglesia. Lo que hicieron estos pobladores es de trascendencia para la comunidad, pues cuando “terminaron la iglesia, dieron sus casas, el patrón, el mero patrón, el dueño de aquí es Antonio Carbajal, entonces es cuando compró, creo, que San Juan y lo puso en su nombre de él y es patrón de aquí de Xcunyá”.

En el caso de esta habitante podemos rescatar el recelo por guardar los recuerdos de su padre y apegarse a éstos. Si bien no se considera protagonista de acontecimientos importantes, revive los recuerdos de su padre y con ello ayuda a que no se olviden y se vayan reconstruyendo generación tras generación en la memoria de los habitantes de Xcunyá.

Otro grupo de pobladores son los actores que han protagonizado los diversos sucesos que han dejado huella en la historia del poblado. Entre estos actores está el partero de la comunidad. Ha sido un actor clave, puesto que ha ayudado a muchas mujeres a dar a luz, gracias a sus saberes médicos. La tradición y los saberes mayas constituyen una parte importante del bagaje de los conocimientos que posee como partero. También cuenta que había trabajado con los médicos de Mérida, es decir, citadinos, no mayas, y conoce sus métodos y formas de atender un parto. Nos enseña un antiguo libro de medicina. Combinando la sabiduría maya y el conocimiento médico “occidental” ha logrado atender partos difíciles, ganando la confianza y el respeto de la comunidad.

Don Juan es otro poblador de Xcunyá quien ha participado en su historia, dejando huellas inolvidables. En particular, cuenta cómo se hizo la escuela de Xcunyá. Fue él quien sugirió que en un terreno que fue donado a la comunidad se construyera la escuela. Para ello, consultó a la maestra Francia quien apoyó la idea. Para llevar a la práctica el proyecto, Don Juan hizo una aportación económica sustantiva para comprar el material necesario para la construcción del inmueble. Don Juan relata que trabajaron gratis él y tres personas más y “el camión también trabajó gratis”. Fue así como hicieron la escuela.

Además de ser protagonista de eventos que han marcado la historia de la comunidad, Don Juan es cronista, en este sentido, se ha dedicado a conocer el pasado de la comunidad, él habla de sus costumbres, tradiciones y saberes. Entre las tradiciones más arraigadas está la preparación del sacab, una bebida cuyo origen maya hace que sea conocida en muchas comunidades mayas yucatecas, entre ellas la propia Xcunyá. Es importante observar que sacab no es tan sólo un objeto de valor cultural sino parte de la vida cotidiana de la comunidad y su valor puede ser apreciado únicamente en relación con las actividades cotidianas, entre ellas las diversas fases del trabajo de la milpa y las fiestas, pasadas y presentes, de los pobladores:

Sacab es para beber, después hay muchos …muchos de los antiguos… Después mi difunto abuelo de mi esposa era cuando termina de desmontar el terreno va a sembrar veinte mecates, después pone su bebida en medio de la milpa. A la hora de la quema también le va a poner. A la hora de siembra le va a poner también. […] Ahora si es una reunión de veinte o de quince personas es una gran fiesta. Ocho días antes que hagan la …la …la comida para darles a los santos y a los vientos, a los vientos que traen la lluvia y sí es cierto, es cierto para hacer como te dije la bebida para hacer jol jol be sah le dicen en maya, jol be sah, pero en español no lo sabían casi y hacen una bebida en la reunión, allá en el plantel donde empezaron a venir allí en San Pedro, allá hay un plantel como de seiscientos mecates, una reunión todos los campesinos, treinta juntaron, veinte pavos mataron allá… (Testimonio de Don Juan, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

Don Juan dice que ocho días antes de la fiesta, llevan también dos tinacos de aguardiente con tabaco. Después del trabajo todo se reparte entre los asistentes, tanto los campesinos como sus amigos y familiares: “bien bonito se hace la fiesta”. Cuenta Don Juan que no usan agua del pueblo, van lejos, donde están los cenotes y juntan el agua allá, allá mismo preparan la comida y “puros hombres hay también, no hay mujeres”. Las mujeres preparan la comida en la fiesta, mientras que un j´meen da bebida a los vientos.

Junto con Don Juan están otros tres pobladores quienes han manifestado un interés especial por recuperar los saberes, costumbres e historias de Xcunyá. Entre ellos está Doña Carmela quien desde joven se propuso ser rezadora y para ello escogió a Doña Anselma, la rezadora quien, como explica Doña Carmela, sabía más que las demás rezadoras de la comunidad: “Doña Anselma es mi comadre, porque yo quería aprender y ella sabe. Ella… ¿cómo decirte? … ella sabe. Hay rezadoras que saben, pero ella sabe más que las otras.” Como rezadora pudo conocer en detalle la historia de la Santa Cruz, uno de los símbolos más venerados de Xcunyá:

dice mi abuelita que hacen la fiesta de la santa… Santa Cruz… murió su dueño, la llevaron… aquí vivía a mi lado, tenía una casa así, esto sí lo llegué a ver… una casa grande, una casa así… cómo decir… de guano, una casa donde vivía la señora y habían hecho un corredor así de palos de palmas de coco grande donde se hace la fiesta. Porque la Santa Cruz está más grande. El que… no sé si ya vieron la iglesia… la Santa Cruz es grande… que era aún más alto, pero lo cortaron y sacaron los chicos así, uno ya se robó en la iglesia, quedan nada más tres. (Testimonio de Doña Carmela, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

Doña Anselma le contaba a Doña Carmela la historia de Santa Cruz, cómo la llevaban en la carreta a Mérida y de regreso. Doña Carmela vio esta carrera “ya desbaratada”. En la “chan placita” hacían la fiesta, a la que iba mucha gente caminando, pues “no había camión”. Doña Carmela cuenta historias de la Santa Cruz, de sus poderes y las personas –un torero y su propio compadre– quienes le faltaron el respecto a la cruz y las consecuencias que sufrieron. El torero murió, “el primer toro lo mataron porque la cruz tiene… es muy milagrosa esta cruz.” Así le dijo la señora Anselma, por que “ella es segunda generación, la primera generación es su suegra de ella… entonces la agarraron… se murió la señora y le entregó a su nuera así. De la nuera se le quedó a la viejita así y ya que se está muriendo la entregó a su hijo. Entonces su hijo así no atendió la cruz bien y así lo pasaron a la iglesia. Se quedó en la iglesia.”

Doña Carmela recuerda que un señor Don Santana de Chablekal, “güero él”, hizo su fiesta. Después de su muerte, fue el compadre de Doña Carmela quien hizo la fiesta, sacó la cruz pero no hizo la procesión ni cantos y todo se destruyó:

Cuando yo salí en esta puerta, mi casa era de paja, ves toda esta parte del cielo, se quedó pero negro-negro-negro. Ves como viene la ola pero así negra la nube. Creo que vino un remolino, pero fuerte fuerte, …hasta la casa se movió, hasta las casas se movieron… Ese día la señora… ya que es de guano la casa de uno, se movió su casa. Los vendedores que estuvieron en la plaza, todas las láminas, todo se fue abajo. La gente se mete en la iglesia, en las casas, pero esa fue una cosa terrible… Después de que pasó no había corriente, no había nada, la gente se empezaron a ir, no hubo baile, no hubo nada y le dijeron: “Ya vio Usted, porque no puso la procesión. Si hubiera hecho la procesión como debe de hacer, Usted hubiera ganado la fiesta, pero ya que hicistes así perdistes todo”. Perdió todo mi pobre compadre, lloró, jamás volvió a hacer fiesta. Y porque dicen que esta cruz vive. Vive la cruz y San Juan vive también. Dicen los antiguos que cuando van a la iglesia no está. Se van, no están allá. Se van, a veces en iglesia no están. Cuando vuelven a abrir sí están, ya regresaron. Son de aire, son de aire estos santos. Así dice mi abuelita. (Testimonio de Doña Carmela, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

El relato de Doña Carmela da testimonio de cómo el conocimiento que adquirió de la rezadora, aquella que sabía más que otras rezadoras de la comunidad, le ayuda a interpretar los sucesos que ella presenció, poniendo en evidencia lo milagrosos que son los poderes de las fuerzas que velan por el bienestar de Xcunyá. Este conocimiento no es una suma de informaciones disponibles; forma una parte significativa de la vida comunitaria y posee un fuerte valor normativo y moral. Se ha convertido en una forma de control social dentro del poblado y, por lo mismo, constituye una guía de acción para los pobladores de Xcunyá.

Don Ramón es otro poblador quien se ha dedicado a recolectar relatos y leyendas de la comunidad. Habla de lo importante que es el monte en la vida cotidiana de la gente, porque además del henequén, les daba la gran parte de alimento. Dice que para un cazador “lo más impresionante, el mayor trofeo”, además de cazar la presa de mayor tamaño, era adentrarse lo más lejos que se puede al monte, donde nadie había estado. Así, cuenta que los habitantes de Xcunyá también vivían del monte pues “la carne no se conseguía acá y se necesitaba de todo lo que es el monte... Todo lo que es el monte nos daba a comer a todas las personas de acá aparte de lo que es el henequén, pero su deporte en realidad era la cacería, pero fueron aumentando todas estas personas y desapareciendo una en una, pero todas estas personas que fueron creciendo y desapareciendo nos fueron dejado la parte de la historia que es de acá del pueblo…”

Las historias relacionadas con el monte son una parte importante de la tradición oral de Xcunyá y se comprenden a su cabalidad en el marco de las actividades cotidianas de los cazadores. Don Ramón desde joven tuvo un interés especial por conocer estas historias y así lo cuenta en su testimonio:

Yo cuando iba con estas personas, hasta que terminaban de contar la historia, no los dejaba. Yo andaba recopilando historias por todos lados. No sólo acá, yo iba a pueblitos a trabajar, nada más por pura curiosidad… me gustaba tener contacto y saber, conocer de las personas antiguas. Una de las historias antiguas … que a mí realmente me impresionó bastante fue la de un viejito que se llamaba acá Don Luis que me platicaba … que nos platicaba que cuando fuéramos al monte que nos cuidáramos de los remolinos. Nos platicaba este señor que una vez andaba por acá por estos montes que ni siquiera acá acceso tenía –una vereda– y que de eso escuchó venir como si fuera una estampida de caballos enorme dentro del monte. Lo que él nunca se imaginó que era un remolino tan grande que estaba viniendo así como si fuera un tornado. Y entre eso que sintió que lo levantaban. Y en que se levantó se privó, me lo contaba, y se lo llevaron al monte… Se lo llevaron al monte, entonces este señor … toda la gente de su época lo estuvo buscando buscando buscando y no lo encontraron. Un día que se fueron los cazadores por allá en esos montes altísimos por […] una hacienda antigua que hasta ahorita no está habitada, es allá donde pasaron los tiradores y hasta ahorita existe un cerro … un cerro más de un metro de alto como una pequeña pirámide, entonces esa gente pasó por allá y le escuchó a este viejito gritando pero se pusieron a buscar toda la gente, todos los cazadores y nunca encontraron ningún hoyo donde pudiera entrar este señor. Y este señor nos relata que … que pues allá … por donde está este cerro que se encuentra mucha… se encuentra mucha artesanía por dentro, así prendas por así decir maya… Nos comentaba que estaba muy habitada por este serpientes… que había mucha serpiente y él estaba muy terrorífico allá. Me platicaba y me decía que estas serpientes no le agredían y allá esta gente que lo escuchó gritando que regresó al pueblo y acá … supuestamente había uno… uno que practicaba la brujería y se llevó por allá para hacer ofrendas al dios del cerro y hacer así ritos y todo eso para que lo devolvieran. Y en base a estos ritos y las creencias aún más antiguas que él, este viejito que lo habían llevado lograron sacar a base de ofrendas lograron sacarlo. (Testimonio de Don Ramón, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

Finalmente, está Armando Chalé, un joven habitante de Xcunyá, cuyo testimonio demuestra que el pasado de la comunidad es una fuerza viva que únicamente se mantiene a través de la memoria viva y activa de los habitantes de la comunidad. Desde joven Armando se interesó por las historias –“…sobre el cochino del monte, lo que son los vendados, los cazadores tenían que tener una piedra para poder tener suerte y cazar…”– que le contaba su abuelo quien era apicultor. Además, cuenta Armando, “Me gustaba platicar sobre cómo vivían, cómo eran sus costumbres. Una de las cosas que me interesaban era saber si anteriormente ellos utilizaban lo que era para la siembra… los diferentes ritos que se usaban para las siembras. Algunos me decían que sí otros me decían que no pero no había nada concreto…” Es así como surge su interés por conocer su comunidad:

Mi idea de conocer mi comunidad nace por curiosidad, quería saber más acerca de mi familia, los orígenes de la hacienda, y quiénes eran los primeros habitantes. Y creo que el primer paso que yo fui dando fue acercarme con la gente adulta. Yo creo que éste es uno de los problemas que existen en la comunidad de Xcunyá que casi a nadie le interés hablar sobre él. Y las personas que saben, les cuesta mucho trabajo expresar esto. Libros que hablen de Xcunyá no hay ninguno, en el mapa apenas aparece. Pero yo creo que tiene mucha riqueza, del hecho de ser una zona henequenera, pues trajo más gente para habitar allá. Quiénes fueron los primeros habitantes de la hacienda no se sabe con exactitud. Nadie te puede decir: “Yo fui el primer habitante acá”. Pero sí se puede decir que fueron unas diez familias aproximadamente, entre las cuales estaba lo que es la abuela de mi papá… de mi abuelo que estuvo… que fueron unas de las primeras personas que vivieron allá. (Testimonio de Armando, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

Poco a poco Armando fue descubriendo la riqueza cultural de la comunidad. Como bien señala Armando, esta riqueza cultural tiene que ver con la tradición maya del poblado, pero no se reduce a ella. Es una comunidad que conjuga diferentes “mentalidades” y tradiciones culturales, lo cual la hace única e irrepetible, aunque con muchos misterios y lagunas de conocimiento por descubrir:

…cómo se ven diferentes mentalidades, pues con las personas que han llegado de fuera… quizá Xcunyá tenía una tradición o una costumbre pero viene otra persona que tiene otra costumbre, se van entremezclando. Así van apareciendo nuevas cosas que en otras comunidades no aparecen. El uso de las hierbas, también se utilizaba mucho en la hacienda, personas que hacen sus lavados, porque todavía hacen sus lavados a sus hijos, cuando tienen diarreas, qué medicamento le van a dar, cuando tienen dolor de cabeza, qué tipo de hierba van a utilizar, todavía se sabe. ¿Quién sabía? Había gente que sabía estas cosas y que lo fue transmitiendo…

Esto yo sí puedo estar seguro que la hacienda es rica en costumbres y en tradiciones. Es muy rica. Inclusive los propios nombres de las calles principales, calles de la hacienda están en maya, lo que es chiki´n, nojol, xaman y k´in, que son nombres de los cuatro puntos cardinales. Quién se los puso, no se sabe, solamente se llamaban así. Pero es una parte importante…

También se cuenta que la hacienda, lo que es la capilla de la hacienda tiene cimientos arqueológicos, está hecha sobre algún tipo de estructura maya. Cerca de la hacienda también se encuentran muchos montículos mayas, inclusive varios terrenos de la comunidad hay montículos mayas. En el caso de Don Juan cuenta que en su terreno hay montículos mayas. En la hacienda varias partes de la hacienda están hechas de piedras labradas. Cómo estaba antes la hacienda, no hay fotografías. Algunas fotografías están perdidas por allá e inclusive en la propia hacienda hay algunas fotografías… (Testimonio de Armando, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

Actualmente Armando está preocupado por cierto desinterés de algunos habitantes de Xcunyá por conocer el pasado, las costumbres y tradiciones de su propio poblado:

Yo fui a estudiar… Terminé la primaria en Xcunyá, me fui a estudiar a Komchén, de Komchén me fui a estudiar yo a Progreso. Pero veía que en todos los lugares donde yo iba, muchas personas no sabían nada de su historia de sus casas, de sus propias comunidades, y entre más me alejaba fuera de mi comunidad pues menos… percibía yo esta situación. Inclusive mis propios compañeros de curso que crecieron conmigo les preguntabas algo sobre la hacienda y no te respondían… (Testimonio de Armando, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

Considera que el interés por conocer la comunidad, su pasado y su presente, son claves para que la comunidad se asuma s sí misma y refuerce su identidad. Sólo así saldrá adelante, sin dejar que la ciudad la absorba. Dice Armando:

Yo una de las cosas que espero de mi comunidad es que mi comunidad se acepte a sí misma. Yo creo que toda comunidad crece en la medida en que una se va aceptando a sí misma y desde allá las cosas pueden mejorar. Mientras que la comunidad no tenga una identidad propia, va a seguir mezclándose más con la… cada vez está más cerca de la ciudad de Mérida. Entonces, mientras que la comunidad no pueda tener una identidad que pueda aportar a la ciudad, la ciudad lo va a absorber y la comunidad a medida en que se va encontrando más con la ciudad, se va a acomplejar más todavía y es así como todo lo bueno que tiene o que puede tener, se va a perder. Si la comunidad no dice: “quiero ser diferente” o “soy diferente a las demás”, pero esto no me hace ser exclusivo o racista, si tengo algo bueno ¿qué puedo aportar a otras comunidades? Como las otras comunidades tienen algo bueno que me pueden aportar a mí. (Testimonio de Armando, documental “Xcunyá, el poblado de la olla de zapotes”)

El testimonio de Armando y, en su totalidad, el concierto de voces que presentamos líneas arriba nos hacen retomar dos ideas expresadas en apartados anteriores. En primer lugar, podemos observar que Xcunyá es un poblado único. No estamos ante una cultura “pura”, sino ante un conglomerado complejo de relaciones sociales y procesos culturales que revela el dinamismo y la diversidad cultural, las cuales devienen en un universo simbólico particular, que se mantiene vivo gracias a los sujetos históricos concretos y, por lo mismo, únicos, quienes lo portan y le van atribuyendo significados. Estos significados no están en los objetos y procesos culturales, sino que al contrario se van llenando de éstos en tanto que cada actor comunitario define su posición ante ellos, ya sea viéndolos como reliquias del pasado, partes comunes de su vida cotidiana comunitaria y/o bases sobre las cuales seguir luchando por una vida más digna y plena para una comunidad culturalmente rica e irrepetible.

Este carácter único de la comunidad es producto de la confluencia de actores diversos tanto por su origen como por la relación que han creado con su poblado. Sus narrativas muestran la fluidez de la cultura que es resultado de la intervención activa de algunos actores comunitarios quienes han sido capaces de tomar decisiones propias sobre los elementos culturales propios y ajenos con tal de asegurar la viabilidad de la vida comunitaria ante el influjo de nuevas costumbres, nuevos actores y el implacable acercamiento de la ciudad.

Es aquí donde entra el segundo aspecto a considerar. Hemos visto que los actores comunitarios se relacionan con su comunidad de maneras distintas. Entre estos actores están aquellos quienes conscientemente se han propuesto retomar el pasado como fundamento de la realidad presente. Buscan revalorarlo pues es parte constitutiva de la vida de hoy. Estos sujetos han tomado conciencia sobre su condición y han ido empleando los recursos culturales, entre ellos la memoria, en pro del bienestar de la comunidad y sus pobladores. Sus voces y opiniones poseen legitimidad ante la comunidad y sus habitantes. Si es así, nos preguntamos si no deberían convertirse también en fuentes legítimas de decisiones en torno al patrimonio cultural y formas de preservarlo.


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