BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y COLABORACIÓN SOCIO TECNOLÓGICA

Salvador Estrada Rodríguez y otros




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Introducción

Generalmente se tratan de abordar los problemas económicos con acciones tecnológicas, pero separadas de la dimensión cultural. De tal manera que el problema es técnico y que es solo cuestión de implementar una estrategia o de cambiar una pieza. Esa disección entre cultura y tecnología ha salido costosa a México, ya que se sigue dependiendo de los países del primer mundo con su alta tecnología, sin que se haya construido esa plataforma simbólica y social que permita generar tecnología desde las prácticas de la vida cotidiana, las significaciones y las aspiraciones de los actores. Imitar solo traspola experiencias sin impacto social. Al margen, aislado, enajenado.

Imaginar con tecnología, es decir con creatividad, requiere espacios de aprendizaje temprana, formas nuevas de solucionar problemas, apropiaciones y desarrollos propios. Espacios de difusión de la ciencia y la tecnología, Universidades que estimulan la invención, procesos de síntesis que se diga que se está haciendo en otros países, pero también emprender rutas propias sin aislarnos.

La cultura de la investigación no nace espontáneamente en los doctorados, se debe generar en todo el proceso educativo. La ciencia popular tiene una contribución social importante, (ni los proyectos se deben de orientar a los aspectos productivos, solo), en los países con tecnologías la ciencia salió a las calles en ferias mundiales, en revistas, en proyectos educativos didácticos, programas de televisión, concursos, etcétera. Si nosotros analizamos la falta de invención científica tecnológica, veremos tramos donde no se articulan con la cultura y eso hace que falle.

Se habla hasta al cansancio de la triple hélice como mecanismo de impulso para la innovación y la competitividad, pero, con empresarios que viven en feudos – elites y que actúan egoístamente quieren dinero sin inversión a su personal, a su medio, a la educación e investigación, pasa a ser un discurso hueco. Este es un problema cultural “el empresario oportunista y marrullero”. La inversión y la generación en innovación requieren de acciones específicas y genéricas, formas de aprendizaje colectivas, cadenas de trasmisión de conocimiento, valoración simbólica.

En el entramado institucional, educativo, empresarial, alumnos, investigadores, etcétera, junto al simbólico que articula conocimiento y axiología. Piensen.

La transferencia de conocimiento, de tecnologías de innovación requiere formas de colaboración socio tecnológica. Tecnología es cultura. Foro Internacional sobre la Multiculturalidad. Universidad de Guanajuato, Celaya, 19,20 y 21 de mayo. Ricardo Contreras Soto.

Competitividad e innovación tecnológica: el caso de los procesadores de aguacate de Uruapan, Michoacán

María de la Luz Martín Carbajal

Actualmente, el comportamiento y preferencias de los agentes en el mercado ha llevado a las empresas a incluir en sus procesos de gestión y producción sistemas de aseguramiento de calidad, públicos o privados, con los cuales no sólo garantizan que sus productos cumplen con los criterios específicos del intercambio comercial a nivel internacional sino también certifican sus habilidades productivas y organizacionales.

Con las normas de calidad se pretende generalizar los atributos de excelencia de los bienes agrícolas frescos o procesados pues es necesario que los productores o fabricantes cumplan, por un lado, con determinadas reglas de inocuidad de los productos, lo que implica también observar las recomendaciones de los manuales de buenas prácticas agrícolas, por otro lado, con reglamentos de empaque, etiquetado, transporte y comercialización. En consecuencia, puesto que esos mecanismos de aseguramiento de la inocuidad y/o la calidad agrícola y manufacturera promueven las relaciones comerciales, constituyen una forma de expresión de la competitividad empresarial.

En este sentido, a partir de principios de la década de los ochenta del siglo pasado se popularizó la idea de que la competitividad deriva de la formación y acumulación de capacidades o habilidades tecnológicas de las firmas. Desde el punto de vista de la literatura sobre este tema, las habilidades tecnológicas constituyen el potencial con que cuenta una empresa para producir un bien determinado, y se caracteriza por la existencia de vínculos que relacionan, al menos, dos procesos como son el aprendizaje tecnológico y la innovación tecnológica con algunos acervos tangibles (aquellos que se relacionan con la capacidad de producción o con los componentes de un sistema que incluyen al capital fijo, los productos y diseños especiales, los insumos específicos, la organización y los procesos de producción), e intangibles (los cuales abarcan la información, los conocimientos, las prácticas, las experiencias, los vínculos y las estructuras institucionales dentro de las firmas y entre ellas). De la suma de ambos acervos resulta la producción de bienes y servicios para los mercados local, nacional e internacional.

De acuerdo con lo anterior, aquí se explorará la influencia de la norma de calidad internacional, Codex Alimentarius, sobre la competitividad empresarial de las firmas procesadoras de aguacate ubicadas en Uruapan, Michoacán. El ingreso de éstas al mercado internacional ha dependido del desarrollo de habilidades tecnológicas, por lo cual examinaremos, primero: qué son las capacidades tecnológicas y cómo se evalúan; en la segunda se explora cuál es su naturaleza y origen. Mediante el aprendizaje tecnológico las empresas perfeccionan el uso productivo del conocimiento externo y la experiencia interna, con cuyos mecanismos las firmas generan nuevos conocimientos y, por lo tanto, llevan a cabo innovaciones tecnológicas de procesos, productos y organizacionales. Por tal razón, en la tercera sección examinamos por qué las normas constituyen un proceso de aprendizaje tecnológico para, a partir de la cuarta sección examinamos los mecanismos de aprendizaje y las innovaciones tecnológicas llevadas a cabo por los procesadores de aguacate ubicados en Uruapan, Michoacán.

1. Capacidades tecnológicas y su forma de evaluación

El concepto de capacidades tecnológicas en el sentido empresarial es una de las manifestaciones de las ideas sobre la competitividad. Por su naturaleza, la competitividad empresarial es el potencial o esfuerzo tecnológico con que cuenta una empresa para producir un bien determinado (o la coordinación de los recursos internos de la firma en cuanto a la inversión, la producción y vinculación) para la formación de capacidades tecnológicas. Por su origen, estas habilidades surgen del conocimiento y de las acciones de diversos mecanismos de aprendizaje tecnológico puestas en marcha por las empresas.

Al tomar a las capacidades tecnológicas como el potencial (o esfuerzo tecnológico) con que cuenta una empresa para producir un bien determinado (Bell, 1984; Bell y Pavitt, 1993; 1995), se han creado marcos metodológicos para evaluarlas en el ámbito de las firmas industriales a través de las tres funciones: inversión, producción y apoyo, pero además por medio de diversos tipos de habilidades: básicas, intermedias y avanzadas.

Esta clasificación de capacidades está sujeta, según Lall (1992) al grado de complejidad tecnológica. Es por esa razón que las habilidades se agrupan en básicas, intermedias o avanzadas. Las primeras son simples o rutinarias porque se apoyan en la experiencia; las segundas son intermedias pues dependen de las capacidades de búsqueda por parte de la empresa para emprender proyectos de adaptación o duplicación de tecnologías existentes; las terceras son avanzadas debido a la actitud de las empresas ya sea para promover proyectos innovativos o riesgosos o para dar comienzo a planes de investigación; aunque también dependen de las habilidades de la empresa para generar y administrar el cambio técnico.

El esquema metodológico para determinar las capacidades tecnológicas se muestra en el cuadro 1, en donde las columnas señalan las capacidades tecnológicas a nivel de la empresa de acuerdo con las funciones de inversión (preinversión y ejecución de productos, toma de decisiones y control o diseño e implementación de proyectos); de producción (ingeniería de procesos, de productos e industrial; organización de procesos y producción y centrado en el producto); y actividades de apoyo o vínculos con la economía. Los renglones, por su parte, muestran el grado de complejidad tecnológica medida por el tipo de actividad de la cual surge la capacidad tecnológica (básica, intermedia y avanzada). La ordenación de las capacidades según el tipo de función tecnológica y de habilidad se basa en el supuesto de que existe una capacidad básica de las funciones en cada categoría principal que debe ser adquirida por la empresa, a través de la experiencia, para asegurar su operación comercial exitosa. Si una firma, por si misma, no puede decidir sobre sus planes de inversión o selección de equipo o no le es posible alcanzar los niveles mínimos para operar eficientemente en los ámbitos de control de calidad, mantenimiento de equipo o mejora en costos, entre otros, es probable que no pueda competir en un mercado abierto; aunque las capacidades básicas centrales crecen en la medida en que la empresa realiza tareas más complejas (Leonard – Barton, 1992).

Es decir, las habilidades desarrolladas por una firma le permiten, por una parte, utilizar de manera efectiva el conocimiento tecnológico con el objetivo de asimilar, adaptar, usar y modificar las tecnologías existentes; por otra, mediante ellas pueden crear nuevas tecnologías y desarrollar nuevos productos y procesos en respuesta a los cambios del medio ambiente económico (Lall, 1992).

De esta forma, la ventaja de una empresa tecnológicamente madura -aquella cuyos productos y procesos se estandarizan y las innovaciones incrementales en la manufactura le permiten sólo pequeños o escasos aumentos en la productividad-, se halla en sus habilidades para identificar el grado de especialización que puede alcanzar en determinadas actividades tecnológicas debido a su experiencia y esfuerzos para elegir tecnologías que complementen sus capacidades. Es por esta razón que antes de que alcance la madurez, las firmas varían en el dominio de las diversas funciones, es decir, las de inversión, producción y las de apoyo.

La evaluación de las capacidades tecnológicas se representa por la siguiente matriz (cuadro 1) en donde las columnas señalan las capacidades tecnológicas a nivel de la empresa de acuerdo con las funciones de inversión (preinversión y ejecución de productos, toma de decisiones y control o diseño e implementación de proyectos); de producción (ingeniería de procesos, de productos e industrial; organización de procesos y producción y centrado en el producto); y actividades de apoyo o vínculos con la economía. Los renglones, por su parte, muestran el grado de complejidad tecnológica medida por el tipo de actividad de la cual surge la capacidad tecnológica (básica, intermedia y avanzada).


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