BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL IDENTIDADES Y TERRITORIO

Héctor Ruíz Rueda y otros




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“De aquí, de Catarina”: Hacia los referentes de la identidad étnica entre los pai pai de Santa Catarina, Baja California

Silvia Yee

Maestría en Antropología Social, ENAH

Resumen

Santa Catarina, en el municipio de Ensenada, Baja California, es el asentamiento más importante de los pai pai. Del total de su población, estimada alrededor del centenar de personas, una parte significativa habla pai pai y/o ko’ahl, aparte de dominar el español. Las mayor parte de las actividades productivas de la gente en esta comunidad dependen de los proyectos comunales de explotación y mantenimiento de los recursos naturales de dicho territorio; no obstante lo anterior, la migración hacia los ejidos próximos y los centros urbanos del Estado en búsqueda de empleo constituyen un factor importante a considerar en la comprensión de las dinámicas sociales de este grupo.

Sus lenguas indígenas, su territorio y su manera de sobrevivir en él, así como su consciencia de ser los habitantes originarios de esas tierras, son sólo algunos de los referentes en torno a los cuales los pai pai construyen y reproducen su identidad étnica. Así pues, en la ponencia propuesta planteo abordar dicha construcción por medio de ciertas herramientas metodológicas y conceptuales de la antropología social, y bajo el entendido de que tales referentes, así como la edificación misma de la identidad étnica, son un proceso constante y siempre en cambio.

Desarrollo

Algunos presupuestos teóricos

Mucho se ha escrito sobre la identidad étnica, siendo materia de discusión no sólo de la antropología y la sociología, sino de la geografía social, la psicología social, la sociobiología, el trabajo social y la teoría educacional (Banks, 1996), entre otras disciplinas sociales. Es posible ubicar su boom como tema de interés alrededor de las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, marcadas por el lento proceso de descolonización y la creación de nuevos Estados-naciones. De esta manera, la atención “masiva” hacia tal problemática no ha sido gratuita, sino derivada de un contexto que pretendía —por lo menos en un nivel político— paliar las estrategia dominante de reducir las opciones de los grupos étnicos a la desaparición o dilución en un tipo de sociedad homogénea. Sin embargo, y en diferentes medidas, modos, tiempos y lugares, la identidad étnica de las personas se ha manifestado en un “resurgimiento” de la etnicidad, de la mano de movimientos reivindicativos de la diversidad y la multiculturalidad.

Dar cuenta detallada de los diversos enfoques teóricos sobre la identidad étnica es una tarea que requiere más espacio que el establecido para esta ponencia, ya que existe una larga lista de autores que han desarrollado planteamientos particulares al respecto. Así, tenemos los enfoques que toman la identidad étnica como construcción ligada a la modernidad, a saber, los constructivistas [por ejemplo, Epstein (1978)], la etnicidad como comunidad imaginada [representada por Yeros (1999) y Vail (1997)] y la etnicidad como buena para pensar [entre otros, Levine (1999)]; en oposición a las posturas que la caracterizan como algo “esencial” al ser humano, es decir, los llamados primordialistas {por mencionar un par de autores, Geertz [1983 (1973)] y van der Bergue (1981)}. También están los planteamientos que definen la identidad étnica como un recurso político para la obtención de beneficios simbólicos y materiales, como en el instrumentalismo [ver Cohen (1974) y Glazer y Moynihan (1975)]; y aquellos que enfatizan su carácter relacional y objetivo, como la llamada corriente generativista o interaccionista {principalmente Barth [1976 (1969)]}; pasando por los que parten de la crítica al instrumentalismo y la etnicidad como comunidad imaginada [la etnicidad como performance, en Bloul (1999)] y por los que abogan por la historización y contextualización radical de la identidad étnica, como en la etnicidad sin garantías [Hall (1985), (1996) y (2000)], los estudios contemporáneos de la etnicidad [Bhabha (1994) y Chakrabarty (2000)] y la orientación arqueológica-genealógica [Restrepo (2004)]. Finalmente, se encuentran los puntos de vista que niegan la existencia de la identidad étnica más allá de la cabeza del investigador, como en la etnicidad como ficción analítica {Eriksen [2002 (1993)] y Banks (1996)}, y aquellos que hacen una relación entre la etnicidad y los modos de producción, conocidos como la etnicidad como superestructura [por ejemplo, en Wallerstein (1988) y Thompson (1989)].

No obstante esta profusión de títulos para la identidad étnica, las referidas posturas teóricas en realidad están hablando de los diferentes aspectos que un mismo fenómeno social contemporáneo muestra. Tomando en cuenta lo anterior, aquí planteo considerar la identidad étnica como un proceso multifacético, donde a la diversidad de facetas o caras se suma su continuidad —y que dicho sea de paso complica la segmentación entre unas y otras—. De la misma manera, quizás no sea errado agregarle a esta representación conceptual de la identidad étnica una forma esférica. Vista así, cabe preguntarse por el armazón que sostiene y une sus múltiples dimensiones. A mi parecer, una posibilidad es que tal armazón esté hecho de la aleación de dos características básicas presentes en los humanos como seres sociales, a saber: nuestras tendencias a ser gregarios, por un lado, y a ser etnocéntricos, por el otro. Cuando digo “tendencia”, me refiero justo a eso, y no a algo absoluto, aunque quizás éstas bien podría ser incluida entre las prácticas sociales complejas que Chomsky [2006 (1972)] menciona como parte de las capacidades humanas junto, entre otras tantas, la facultad del lenguaje. Efectivamente, somos animales sociales que creamos grupos, establecemos alianzas, marcamos fronteras. En ello, el etnocentrismo nos sirve no sólo para proteger la identidad social mediante el reforzamiento de la diferenciación y la identidad positiva que aporta el “nosotros” (Tajfel, 1982) dándole cohesión al grupo, sino para delimitarnos frente a los otros y en oposición a los otros.

Así pues, en este trabajo intento basarme en una concepción de la identidad étnica holística e inclusiva, que sea dinámica en el sentido de que se adapte al caso (o a los casos) de los sujetos que en su etnicidad estudio. Para ello, es conveniente retomar como punto de partida la definición que ofrece Bartolomé [2008 (2006)], ya que incluye las ideas principales que subyacen a la mayoría de las hipótesis sobre la identidad étnica que he referido en este texto: “Por identidad étnica entiendo entonces una construcción ideológica histórica, contingente, relacional, no esencial y eventualmente variable, que manifiesta una carácter procesual y dinámico, y que requiere de referentes culturales para constituirse como tal y enfatizar su singularidad, así como demarcar los límites que la separan de otras identidades posibles” (pág. 83, cursivas del original).

A estas alturas de la presentación es conveniente señalar que aquí separo entre los conceptos de “identidad étnica” y “etnicidad”, a partir de la distinción entre “lo que no se ve” y “lo que se ve” en el trabajo de campo. Debo aclarar que tal convención terminológica ha sido ya planteada por otros autores, como Cardoso de Oliveira (1992), Cohen (1974) y Bartolomé [2006 (1997), 2008 (2006)]. Para este último autor, mientras la “identidad étnica” es un fenómeno cognitivo que permite autoidentificarse e identificar a los demás con cierto grupo étnico, la “etnicidad” se trata de un fenómeno del comportamiento, en el cual se espera del individuo la observación de ciertas conductas, en virtud de su membresía a un grupo étnico determinado. De manera general, pues, la etnicidad es la práctica o parte empírica de la identidad étnica, y ésta un tipo de identidad social de los individuos. No obstante lo anterior, no hay que olvidar esta división es artificial, ya que ambos conceptos resultan complementarios, es decir, ninguno de los dos viene de manera separada.

Hacia los referentes de la identidad ética entre los pai pai

La etnicidad que tomo como punto de partida para hablar aquí de los referentes de la identidad étnica entre los pai pai de Santa Catarina, es la manifestada en una serie de entrevistas que realicé a trece personas de dicha comunidad, en enero de este año. Para ello, adapté el guión de preguntas que Villasana (1995) empleó para el caso de los zoques de Chiapas, y que elicita seis puntos principales de su identidad étnica, a saber: 1) las denominaciones del grupo (autodenominación y denominación externa); 2) la autoidentificación; 3) los referentes culturales; 4) la valoración de lo étnico; 5) las relaciones (intra e intergrupales) y; 6) el conocimiento de la historia. Al respecto, debo aclarar que estos aspectos de la etnicidad de las personas entrevistadas son sólo una parte de una etnicidad más general, conformada por su vida cotidiana y su interacción con otra gente dentro de ese marco, así como los hechos que, en contraste, caen fuera de lo común. En ese sentido, el estudio de la etnicidad en las entrevistas debe ser completada y contrastada con la observación participante realizada durante el trabajo de campo, y el conocimiento un poco más profundo de las personas que habitan en la comunidad, es decir, de sus biografías. Aún así, cualquier análisis e interpretación a partir de la etnicidad que como investigadores podemos percibir no debe ser considerado algo completo, sino sólo un acercamiento a este proceso social.

En función de lo anterior, la investigación sobre la identidad étnica entre los pai pai de Santa Catarina que actualmente estoy llevando a cabo contempla la consideración de otras fuentes de etnicidad, como el cotidiano y las historias de vida de las personas. Efectivamente, las entrevistas a partir del guión de preguntas de Villasana (op. cit.) fue antecedido por una pequeña biografía de cada entrevistado, obtenida por medio de ciertas preguntas claves con respecto a su lugar y circunstancias de nacimiento, familia, escolaridad y trabajo, etc. Sin embargo, en esta ocasión sólo me basaré en la etnicidad de las entrevistas con el guión de Villasana, particularmente a la de los primeros cuatro aspectos que he mencionados en el párrafo anterior.

1. Las denominaciones

Pai pai, indígena, indio, indígena nativo, paisano, catarino. Ser pai pai y ser indígena van de la mano con la permanencia en la comunidad: “Pues la gente de aquí todos somos pai pai ¿no? […] Somos indígenas, pues sí”, afirma doña Brígida Arballo, al igual que Rogelia Cañedo: “[…] los paisanos, ¿no?, los pai pai que somos los que estamos aquí en la comunidad”. Esta autopercepción está ligada con lo que ellos perciben como la extrapercepción de su identidad: “Pero los mexicanos siempre nos dicen a nosotros los «indios» […]” dice Telma Cañedo. La división entre los “indios” y los “mexicanos” está bien establecida: “Pues sí, les decimos, como es gente de otra parte, mexicanos, o mexicanas” (Aarón Cañedo); “Por ejemplo, les decimos que, cuando no son nativos aquí de Baja California, pues les nombramos gente blanca o mexicana. Kilíey” (Amado Albáñez). Sin embargo, se sabe que “ser mexicano” es una identidad nacional: “Los «mexicanos» decimos siempre que miramos gente de afuera. Pero estamos mal ¿no?, porque somos todos mexicanos, ¿no?, porque vivimos en México. Pero así los identificamos nosotros a ellos” (Telma Cañedo). No obstante todo lo anterior, entre el resto de los grupos nativos, así como con mexicanos de otros ejidos de la región, la identificación al parecer se basa más en el origen por comunidad o poblado: “[…] los de La Huerta, los «huerteños». Los de Kiliwas son pues los «kiliwa», sí, o los «mexicanos», es la gente como de allá, los del Valle, el Llano, así” (Emilio Arce); “Sí, pues nosotros a los de La Huerta les decimos «huerteños», y a nosotros pues los «catarinos». «Catarinos» de «Catarina», pues. Y a Nécua pues «necuanos». Los kiliwa, «kiliwa»” (Aarón Cañedo).

2. La autoidentificación

Todos los entrevistados afirmaron “ser pai pai”. Son varias las razones para ello, entre las más comunes la que he titulado como “herencia familiar/ sangre”: “Sí, soy pai pai. […] Porque, por parte de, por parte de mi mamá. Y pues mi abuela y, mi abuelo […]” (Aarón Cañedo); “[…] siento que soy pai pai por nuestros antepasados […]” (Amado Albáñez); “[…] Porque mis papás son indígenas, los papás de mis papás son indígenas y aparte los papás de los papás de mis papás también eran indígenas” (Laura Mariscal). Ligada a la herencia familiar también está la herencia lingüística, es decir, el hablar o entender uno de los idiomas nativos de la comunidad: “[Soy] Pai pai y ko'ahl, los dos cruzados [risas]. […] Pues porque mi papá, mi mamá, pues. […] Así lo uso pues, por mi papá y mi mamá pues, hablan así pues, yo también hablo igual. Y pues ahorita mis nietos, mis hijos, todo lo hablan” (Teresa Castro); “[…] pues algo que puedo decir que soy pai pai cien por ciento por el idioma que tengo […]” (Rogelia Cañedo). Igualmente, la pertenencia a la comunidad es un factor importante en la autoidentificación étnica de los pai pai: “Pos, pues mi familia, me hace identificarme que yo soy pai pai y, como he vivido aquí tanto tiempo, pues” (Aarón Cañedo).


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