BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL IDENTIDADES Y TERRITORIO

Héctor Ruíz Rueda y otros




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Conocimiento tradicional y derechos colectivos

El termino Conocimiento tradicional está integrado por diferentes elementos que comúnmente se designa como conocimientos indígenas, tribales, folklore, medicina tradicional, aunque los autores (Suárez et al 2006) indican que éste conocimiento no debe verse como algo “ancestral” o de épocas remotas, pues el conocimiento es un proceso que se recrea de manera cotidiana por un individuo. Para Berkes (1999), el conocimiento tradicional es un conjunto acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias que evolucionó por procesos adaptativos y que se hereda de generación en generación por transmisión cultural, acerca de las relaciones entre los seres vivos (incluyendo los humanos) y entre estos el ambiente.

Otra definición que habla sobre el conocimiento tradicional es de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) quién dice:

Lo que es “tradicional” acerca del conocimiento tradicional no es una antigüedad, sino la forma en que es adquirido y usado. En otras palabras, el proceso social de aprendizaje e intercambio de conocimiento, que es único para cada cultura indígena, yace en el corazón de su “tradicionalidad”. Mucho de este conocimiento es de hecho nuevo, pero tiene un significado social. Y un carácter legal. Enteramente distinto al que saber de los pueblos indígenas adquieren a partir de las sociedades sedentarias e industrializadas. Ésta es la razón por la cual pensamos que la protección del conocimiento indígena necesariamente implica el reconocimiento de las leyes propias de dichos pueblos y de sus propios procesos de descubrimiento y enseñanza (WIPO:2001)

Pero es Víctor Toledo (1992), quien propone que el conocimiento tradicional está asociado a los sistemas de conocimientos, prácticas y creencias de los diferentes grupos humanos sobre su ambiente. Para poder ver esta relación es necesario analizar los sistemas culturales que se dan a partir de la relación entre el kosmos (creencias y representaciones simbólicas), el corpus (conocimiento ambiental) y la praxis, (los comportamientos que llevan a la apropiación de la naturaleza).

En otras palabras el kosmos es un cumulo de experiencias ligado a un sistema cultural que es compartido, que se mantiene a través de diferentes formas (Corpus), ya sea por generación en generación o a través de la oralidad de algunos sabios locales. Este cumulo de conocimientos es llevado a la práctica (praxis) al momento que los habitantes reproducen el discurso, la creencia, la ritualidad en la vida cotidiana. Sin embargo el conocimiento no es estático. Es dialéctico y por lo tanto puede ser susceptible a transformarse. Ya sea para sustituir un saber por otro, o para reforzar la creencia.

Sin embargo, los sistemas de creencias de las comunidades, manifestadas a través de los conocimientos locales, están en riesgo de transformarse hasta perder la esencia del saber. Esto es que el conocimiento tradicional asociado está expuesto a perderse en el olvido de las mentes de quienes aún lo practican.

Esta transformación y pérdida puede ser originada por el proceso de modernización, al cual las sociedades postindustriales se encuentran inmersas. Los efectos no sólo son en los esquemas sociales – culturales, sino también en el medio ambiente. Toledo (1982), Monrroy y Ortiz (2000) indican que los procesos no planeados de urbanización y de industrialización en la mayoría de las ciudades medias del país, sumados a la agricultura, la ganadería, la construcción de carreteras y caminos agudizan el deterioro de los recursos bióticos y del conocimiento que de ellos conservan los habitantes. Otro efecto inmediato de este crecimiento urbano es la aceleración de la perdida de la cubierta vegetal, que origina en menor o mayor porción la transformación de éste conocimiento local.

Ejemplo de ello es el conocimiento y uso sobre las hierbas curativas, como indica Moran (1992) los conocimientos tradicionales sobre plantas medicinales acumulados a lo largo de milenios y transmitidos de una generación a otra dentro de las comunidades, son de una riqueza y una variedad tan grande como la de los recursos bióticos y están tan amenazadas como estos.

Pero además, existen otras amenazas que atañen al conocimiento tradicional, como lo es la gastronomía local o el uso de ciertos recursos naturales, se ven en peligro de ser substraídas. Hay casos que documentan está situación.

Pero, ¿Qué hacen las comunidades al respecto? Y ¿existen formas de organización e instrumentos legales para ser frente a esta situación?.

La respuesta es sí. Antes de mencionar las formas de organización, considero importante hablar de los instrumentos legales.

Existen en el ámbito internacional dos instrumentos que son de orden internacional y que México lo ha firmado, más no cumplido.

Estos son: el articulo 8j dentro del convenio de Diversidad Biológica (CDB) y el 169 de la OIT.

El Convenio Sobre Diversidad Biológica (CDB) surge de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y desarrollo. En la “Cumbre de la Tierra” que se celebró en 1992 en rió de Janeiro, Brasil donde fue firmado también el Convenio Sobre Cambio Climático . El CDB es el primer acuerdo mundial sobre la conservación y utilización sostenible de la biodiversidad con miras a disminuir la alta tasa de su pérdida reciente. Sus principales objetivos son la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos.

El convenio ha ganado una aceptación generalizada, actualmente 187 países lo han aceptado, 168 lo han suscrito y 157 lo han ratificado. Dentro del (CDB) se manifiesta el artículo 8 (j) donde se obliga a los estados a tomar medidas activas para respetar, preservar y mantener los conocimientos, innovaciones y prácticas de las comunidades indígenas y locales. También se busca la promoción de un uso más amplio del conocimiento tradicional, que ayudé a la conservación y al uso sustentable de la Diversidad Biológica.

El otro convenio es el 169 de la OIT, que reconoce los derechos de los pueblos originarios, como un instrumento jurídico propio de los pueblos. el Convenio 169 tiene como principios básicos: a) El respeto a las identidades, culturas, formas de vida y de organización e instituciones tradicionales de los pueblos indígenas y tribales. b) La participación efectiva de los pueblos indígenas en las decisiones que los afectan. c) El establecimiento de mecanismos y procedimientos adecuados, para dar cumplimiento al convenio de acuerdo a las condiciones de cada país. En otras palabras el convenio de la OIT establece el respeto de al derecho de ejercer manifestaciones culturas, pero sobre todo, reconoce los valores espirituales de los pueblos y de su relación con sus territorios.

Como comentario final de éste apartado, los convenios son letra muerta, pues aunque se han firmado ambos acuerdos, la realidad es que aún las propias comunidades ignoran estos instrumentos y lo peor de todo, es que las autoridades desconocen estos instrumentos legales que en mucho pueden resolver problemas.

Las formas de organización indígena otomí y la lucha por conservar el territorio: el caso de los curanderos de Santa María Atarasquillo, Lerma

En el estado de México, son cinco los grupos que habitan la entidad: mazahuas, otomíes, Matlazincas, tlahuicas (aùn cuando ellos se autodenominan como atzingas ) y nahuas.

De estos, los mazahuas, atzingas y otomíes son quienes han generado movimientos sociales: los mazahuas con la agrupación llamada APIMO (González, 2005), las mujeres mazahuas de Villa de Allende en la defensa del agua de su comunidad , la defensa del bosque de San Juan Atzingo y recientemente un movimiento que ha surgido en los bosques de Santa Marìa y San Mateo Atarasquillo municipio de Lerma.

Este municipio tiene tierras ejidales y comunales que comparte con Huixquilucan. Las tierras de éste municipio ya fueron vendidas a particulares, del otro lado, las tierras de Lerma están en peligro de ser arrebatadas por un consorcio que se dedica a vender terrenos para casas, llamado “grupo Santa Fe”.

Para mayor referencia territorial, estas tierras forman parte del llamado parque ecoturísitico “Miguel Hidalgo”, mejor conocido como la “Marqueza”. En estos territorios, ubicamos dos santuarios utilizados por los curanderos tradicionales de la región otomí: el santuario del “cerro de la campana” y “nacelagua”. El acceso a ambos santuarios es por los terrenos recién vendidos por viejas autoridades coludidas con gente del gobierno del estado.

Los curanderos de la región, ven amenazado el acceso a los lugares sagrados, incluso, hay temor porque estas tierras se privaticen y con ello, la perdida de los espacios sagrados.

Por otra parte, las comunidades de Santa María Atarasquillo y San Mateo, de origen étnico otomí, se han reorganizado y buscan a través de medios legales, la destitución de las tierras que el grupo santa fe adquirió a supuestos particulares.

Los particulares que vendieron la tierra, son gente de la propia comunidad de Atarasquillo. Cuando fueron presidentes de bienes comunales y ejidales, se apropiaron de grandes extensiones de tierra. A través del tiempo, lograron obtener títulos de propiedad otorgados en el gobierno de Salinas de Gortari.

Cuando la población supo de tal situación, establecieron una demanda contra las ex autoridades y con el grupo Santa Fe. Actualmente, se encuentra en disputa esos terrenos propiedad del pueblo. Lo que éste movimiento social busca, es la restitución de las tierras a la comunidad y castigo a los responsables.

Mientras tanto, los curanderos otomíes que acuden a estos santuarios, han buscado otros caminos a fin de evitar el cierre de los lugares sagrados.

A diferencia de los pobladores de Atarasquillo, la organización de curanderos del Divino rostro, estableció una serie de acuerdos con el grupo Santa Fe, donde les pudieran permitir seguir subiendo al cerro y al santuario de nacelagua. Como una estrategia del grupo Santa Fe, y al percatarse del poder que representa la organización de curanderos, accedió a “darles el paso” y no sólo eso, sino también financió una construcción en nacelagua. Los curanderos aceptaron con cautela.

Pues de momento, aprovecharon que el consorcio les hiciera un templo como ellos lo pedían. Ya que tenían muchos años, de querer tener un espacio de adoración. Ahora el consorcio se los hizo.

Pareciera ser que los curanderos hicieron alianza con el consorcio para tener control, sobre el resto de las poblaciones, sin embargo, la organización de curanderos también busca la recuperación de los bosques. Por ello, en los últimos días, verán la forma de poder sumarse a la lucha del pueblo, que es la recuperación de las tierras. En otras palabras, es como aquel cuento de que un campesino tenía hambre y le dolía una muela. Solamente traía dinero para curarse o para comer. El campesino estaba parado frente a una pastelería. Dos jóvenes se quisieron burlar de él, y le hicieron una apuesta. Que no era capaz de comer tanto, él acepto y si perdía se dejaría sacar una muela. El resultado fue que comió y además le sacaron la muela picada. Al final, los burlados fueron los jóvenes y no el campesino, pues ellos pagaron todo. Algo similar, va a suceder.


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